lunes, 28 de febrero de 2011

Los chicos están bien


Ésta es una historia de apariencia moderna pero tratada convencionalmente, si cambiamos el rasgo diferente que sería una pareja de lesbianas que tienen 2 hijos mediante un donante de esperma por un matrimonio común no nos atraería tanto, en la cinta se trata la infidelidad de una persona que no encuentra más que disgustos en su hogar y busca un consuelo amoroso en otra parte, ese otro lugar es nada más y nada menos que el hombre que brindo la semilla que les dio sus vástagos a ambas lesbianas (uno por cada una).

Paul (Mark Ruffalo) es un tipo maduro que tiene una vida en la que ha hecho lo que ha querido y ha salido victorioso, es un libre pensador de mente abierta, dejó la universidad para llevar a cabo su propia filosofía, tiene una casa grande y cultiva hortalizas, maneja una moto y tiene una pareja casual, pero al recibir una llamada, todo cambia para él, surge una necesidad nueva en su pensamiento, quiere una esposa y lo que conlleva eso o sea una familia, lo que se complica cuando pretende tomarla más no formarla como explícitamente se lo dicen en su cara tras la revelación de sus propósitos medio inconscientes producto del caos que ha traído su intromisión.

Quien llama es Joni (Mia Wasikowska) una chica de 18 años que está a punto de dejar su casa para ir a la universidad, que se ha comunicado con Paul por la curiosidad de su hermano Laser (Josh Hutcherson) dos años menor que ella, que quiere conocer quién es el que les ha dado parte de la existencia, porque quiere conocer al ser humano que identificaría como un padre pero todo es muy raro porque en su lugar siempre han tenido dos madres, sin embargo esa rareza no se toca sino se vive con naturalidad inocente.

Ésta película busca normalizar una situación que no es para nada habitual pero en su reemplazo presenta conflictos propios de un matrimonio ordinario, Nic (Annette Bening) es la parte masculina de la relación, la que lleva la batuta y tiene el carácter más fuerte, ella es doctor de profesión y mantiene a su familia, es la parte dominante, la que se queja de todo, la que cree ser más inteligente que su otra mitad; en cambio Jules (Julianne Moore) es la que no terminó sus estudios, la que quiere ser una especie de arquitecta de jardines y se halla desempleada desde hace tiempo, la suave y dulce, la comprensiva, a quien no satisfacen y menosprecian sin querer.

Todo empieza felizmente, el descubrimiento de Paul resulta fascinante para los chicos, él es un tipo inteligente, audaz, educado, coherente aunque con ideas particulares, tiene una vida relajada y encaja perfectamente en el padre permisivo y juvenil que cualquiera puede desear, pero el problema es que no lo es y por más familiar que parezca no pertenece al mundo que han formado Nic y Jules, que para sorpresa de quienes vemos la película tienen un hogar completo y aunque suene francamente difícil de decir “normal”, pero la pareja de mujeres tan solo están pasando un mal momento como es común en cualquier compromiso de años de unión, entonces Paul ha venido a empeorar la situación como un peligro que se cierne sobre ese hogar en un tiempo en que es posible destruir lo que han construido muy bien las dos damas ahora entradas en años, en ello se puede ver la similitud con el descontento que se halla en hombres mayores cuando revisan su vida y se encuentran distantes de su cónyuge, casi siempre suelen caer en la deslealtad matrimonial producto de un fragilidad emocional con respecto al amor y a la propia realización que es lo que le sucede a Jules que por un rato se convierte en heterosexual despertando el sueño de Paul de poseer lo que aún no ha obtenido.

De eso trata la película, de la familia, visto desde el panorama de dos lesbianas en relación estable que comparten una vivienda, la costumbre de un habitad idéntico a uno cualquiera a pesar de la obvia desemejanza con el modelo que tenemos y en donde han criado a dos niños exitosamente, porque ninguno tiene problemas de adaptación ni de sociabilización ni siquiera personales, la chiquilla es la estudiosa y el chiquillo el deportista, ella es más centrada y un poco tímida con los hombres de su edad como se ve al no saber llegar a su amigo de quien está enamorada, él es un adolescente infantil que está saliendo de ello desarrollándose como se observa en su relación con su amigo, ambos atraviesan una edad de crecimiento interno que no tiene nada de extraordinario.

Las interpretaciones de Bening y Moore son adecuadas en su representación de dos homosexuales enamoradas que pasan dificultades, con una personalidad marcada en cada una pero enriquecidas con la variedad de virtudes y defectos que hacen a una persona lo que es, por ese aspecto cumplen con ser tomadas por verdaderas, hay mucho drama en su participación y las dos pudieron ser nominadas al Óscar y no solo una, sino hasta intercambiarlas en esa elección sin reparos. Ruffalo también es creíble en su papel que no cae en la figura del tipo terrible porque no lo es sino simplemente su participación crea conflictos por inmiscuirse en querer acercarse con firmeza a un hogar constituido cuando está demás, las tres son actuaciones comprometidas y consistentes pero enclavadas en una normalidad que no los despunta demasiado tampoco.

La película no es trasgresora en absoluto aún teniendo todo para serlo sino busca ser entendida con igualdad y verla lejos del prejuicio enfocándose en la problemática de los casados, incluso viendo que un elemento de fuera puede desequilibrar la atmósfera que se ha logrado en una estabilidad que no necesita de un hombre y que está perfecta con dos mujeres de madre, es una visión muy moderna que no quiere caer en lugares comunes aunque irónicamente lo haga desde otro espacio, pero desde una temática gay especial, que busca que se trate con la misma perspectiva que tendríamos con una pareja de heterosexuales, como quien ya olvido la diferencia y se enfoca en los sentimientos, por eso es una película a tomarse en cuenta. Más que problemas quiere comprensión y desde su punto de vista una nueva lectura más cotidiana. Es una película independiente que tiene elementos pertenecientes a un universo lésbico en un contexto tradicional. Su quiebre es ese y para valorarla hay que apreciarla de esa manera, en esto radica su encanto. Si bien en la guerra siempre hay sangre, cadáveres y explosiones, sin embargo el cine no tiene reglas y cada quien expone su formato. Éste es uno de esos. La directora Lisa Cholodenko nos enseña su personal futurista concepción, aunque ya en algunos pocos sitios es una realidad.

jueves, 24 de febrero de 2011

Winter´s bone

Ganó el premio del gran jurado en el festival de Sundance 2010. Ésta película del cine independiente, dirigida por Debra Granik, es una grata sorpresa. Tiene como personaje central a Ree Dolly, por la que Jennifer Lawrence está nominada al Óscar por actriz en rol principal, una muchacha de 17 años que cuida de sus dos hermanos menores y de su madre enferma desentendida del mundo, que tiene la necesidad imperiosa de hallar a su padre porque éste ha dejado de garantía para su fianza de libertad condicional la casa de ellos, y sin ésta quedarían abandonados en la nada, para esto son una familia muy pobre del deep south, el Estados Unidos profundo. Ella tiene que hacer que se presente a la corte para que no pierdan su propiedad. Sin embargo el padre que es un comercializador de drogas no pretendía ir a la cárcel y ha colaborado con la policía. Producto de abrir la boca parece que lo han asesinado y ahora la única salida que le queda a Ree es encontrar su cadáver para probar que está muerto, otra forma de inutilizar el contrato de deuda de su progenitor, el problema es que nadie quiere ayudarle y peor aún preguntar por su ubicación puede costarle la vida a la joven.

Ree muestra una dureza y una valentía inigualable empujada por el deseo de proteger a su familia de quedarse sin un lugar donde vivir, empezando su búsqueda sola y enfrentándose a un grupo criminal que pulula en la zona y del cual son parte vecinos suyos, porque todos viven muy cerca pero en su propio espacio y sin inmiscuirse los unos con los otros. Existe un respeto que nadie quiebra porque saben que en el territorio en que se encuentran matar a alguien puede ser una opción a tomar, una realidad por donde se movilizan los pobladores de esa región americana. Ree padece el castigo de quien hace muchas preguntas, recibe una golpiza brutal y queda en manos de quienes pueden enviarla al otro mundo, para eso interviene su tío, Teardrop (John Hawkes), un hombre temido, violento, salvaje y vulgar que es aficionado a la cocaína pero que muestra una cara positiva, se preocupa por su sobrina y por el paradero de su hermano menor, si bien inicialmente hace lo que todos, amenazarla de que no ande indagando sobre su padre porque representa un riesgo tanto para ella como para él. En la película todos entienden porque han matado al padre de Ree, nadie quiere justicia, consideran que ha recibido lo que él mismo se ha prodigado, pero tanto el tío como su sobrina siguen sus pesquisas porque sin el cuerpo no salvaran su vivienda.

El personaje de Ree luce frío y demuestra ser bastante recio, es una mujer de carácter a pesar de su corta edad y de una belleza escondida en su pobreza material. Enseña a disparar a sus hermanos, despelleja una ardilla para comerla e instruye a su hermano en sacarle las tripas. Es orgullosa y no mendiga comida aún teniendo hambre sabiendo que su vecina vive mucho mejor que ella y tiene para darle. Representa un ejemplo para sus hermanos dándoles claves para subsistir en un medio rural tan desolado y crudo. Quiere entrar al ejército porque sabe que pagan 40 mil dólares en los años venideros, no tiene pareja y es aunque segura de sí bastante seca y callada por naturaleza, suele dar cara a las situaciones, todo en ella es sumamente fuerte si bien es solo una menor de edad de cuerpo frágil. Su dulzura no existe pero si su amor por sus hermanos manifestado en acciones más que en palabras. Suele ser franca al hablar como cuando le recrimina a su mejor amiga el que no le discuta las decisiones a su esposo; teme a su tío pero se arriesga a pedirle ayuda, va contra el mundo con osadía decidida porque tiene una sola pretensión que es no permitir que sean echados de su hogar. En una frase dicha al hombre que le devuelve un dinero de su padre ella saca pecho y dice: ¡qué esperabas, soy una Dolly! Por todo esto Jennifer Lawrence tiene un papel protagónico bendecido por un guion que la nutre de una personalidad rica y no suena en absoluto descabellada su nominación viniendo de una producción modesta, la segunda película que dirige Debra Granik, basada en la novela de Daniel Woodrell de mismo nombre.

La película tiene como defecto que es algo apagada, tiene un ritmo no muy ágil. Sin embargo sabe salir de un lugar hacia otro con habilidad siguiendo el camino que lleve a Ree hacia su requerimiento. En ningún momento aminora el interés del espectador por dar correcta dirección a la ruta de la jovencita. También tiene escenas que destilan adrenalina, Teardrop enfrentando al gordo Blond Milton, el presunto responsable de la desaparición junto con sus parientes, lo mismo al ser detenido por el comisario Baskin que duda cuando éste lleva en sus manos una escopeta y no accede a bajar de la camioneta estando con su sobrina, o cuando sale de la cantina y rompe el vidrio de un vehículo, todo incrementa el peligro que se cierne sobre sus cabezas.

Éste cine independiente de muy buena factura tiene una escena impagable, muy fuerte e impactante, cuando Ree se mete en un bote en un río lleno de neblina. Ese hermoso paisaje agreste y rústico se presta para otorgarnos una experiencia cinematográfica bestial, entre la repulsión y el dolor de atreverse a hacer algo de excepción común, bajo el control de los nervios, aunque se escapan unos sollozos.

Toda la trama no parece muy complicada, se suele explicar mucho lo que sucede, se peca de exhaustivo en los detalles, lo que simplifica el relato que tampoco viene a ser una mala fórmula porque no deja dudas aunque eso quita la cuota de imaginación. Es de resaltar el mostrarnos el pantanoso sur angloamericano empobrecido, ambiente que da pie a toda la historia, imagen que no se utiliza demasiado en Hollywood. Toda la recreación se destaca, como la fiesta de cumpleaños en una casa común donde se toca la armónica y melancólica música country. Es un cine que sale a competir seriamente y es para disfrutarse.

martes, 22 de febrero de 2011

The fighter

Es la historia de dos hermanos, que comparten la pasión por el mismo deporte, uno tuvo su gran momento del cual se siente muy orgulloso, noqueó al legendario Sugar Ray Leonard aunque esa pelea la perdió por decisión, en el presente vive el entusiasmo de ese combate que lo ha convertido en un héroe para su familia y en su barrio, hoy es un personaje caótico, adicto al crack, su nombre Richard Eklund conocido como Dicky, es el entrenador de su hermano menor, Micky Ward alias el irlandés, un tipo correcto y estable pero que atraviesa un mal momento en el boxeo, lleva cuatro combates perdidos y se toma un tiempo para meditar sobre su futuro. Ward tiene un problema, su propia familia, su manager es su madre, Alice Ward (Melissa Leo) una mujer con poco conocimiento efectivo en el deporte, poca audacia para escogerle luchas y es una incondicional de su hijo Dicky a quien le soporta su conducta errática y del que desconoce su adicción, la otra carga sobre su espalda es su hermano, no es riguroso con los entrenamientos, es un tipo abandonado, inconstante y lo retrae.

La película es sobre ambos púgiles, Ward (Mark Whalberg) es un tipo normal con ansias de surgir, no hay mucho que decir de él, no es una interpretación que abarque mucha complicación, se enamora de una mujer bastante hermosa que trabaja en la barra de un bar, Charlene Fleming (Amy Adams) que lo impulsará a seguir una carrera mejor proyectada sin su familia. Ella demuestra ser una chica con carácter para enfrentarse a ellos y no es que sus parientes no quieran a Micky sino que son desastrosos, en ese cuadro sobresale Dicky (Christian Bale) el alma de la cinta y la mejor parte del conjunto. Su actuación de un perdedor otrora futuro campeón es subyugante, con el físico necesario para recrear a un adicto, reflejando la personalidad de quien conoce la calle. Su personaje no es una mala persona, sino que no lleva un rumbo positivo; en cierto modo el filme quiere dejar dicho que es un factor desestabilizador en la vida de su hermano pero también es quien le ha enseñado el arte de los puños, como se ve en la pelea que lo devuelve al camino del triunfo a Micky, una técnica que Dicky le enseñó.

La madre tiene 9 hijos, siete mujeres que solo sirven para vociferar y seguir a su progenitora, están nulificadas en la trama, no muestran ningún aspecto relevante para lo que se cuenta. Alice es ordinaria y ama a sus vástagos con despreocupación y descuido, la suya es una presencia entrometida, tiene fuerza aunque puede ser reflexiva y sentimental como cuando Micky le dice que piense en él también o cuando llora frente a Dicky y cantan juntos.

Dicky tiene un tiempo en que cae lo más bajo en el abismo, sale en un documental mostrando su peor cara, se descubre frente a sus seres queridos, su madre prácticamente estaba ciega ante su adorado hijo, va a la cárcel tras prostituir a una compañera drogadicta y engañar a un cliente para robarle su dinero, termina golpeando a los policías que lo persiguen, sin embargo pasa por la abstinencia al estar encerrado y extraña la separación de su hijo lo que lo hace cambiar. Se entera que su hermano ya no lo quiere como entrenador cuando éste lo visita, no obstante no pierde las esperanzas de volver a su lado, más tarde sale de prisión y quiere reanudar sus prácticas pugilísticas como instructor siendo lo único en que se ha destacado empero aparece el conflicto, Micky ha dejado en claro que no va a trabajar más con él y le ha ido muy bien desde que lo tuvo lejos de sus entrenamientos, ha reanudado una carrera que ahora se halla en auge.

La historia le da una tregua a Dicky, que desde el principio si bien desordenado y perdido comparte una personalidad simpática, mucha gracia, tontería y soltura aunque no deja de ser penoso y proclive a una mala conducta que jala muchos inconvenientes para quienes lo rodean y para sí mismo, además tiene buen trato con su progenitora a pesar de que se repita la escena -a manera de broma del director- en que trata de escaparse de ella saltando por la ventana del segundo piso de su casa a la basura. También con Micky con quien se muestra desde siempre muy cercano y cariñoso, dejando ver que hay una complicidad entre los dos al compartir la misma práctica deportiva y una admiración del chico al grande que habita habitualmente entre la misma sangre. Para redimirse necesita recuperar el consentimiento del hermano y para lograrlo tiene que ganarse la amistad de su decidida novia, la que años atrás dejó la universidad por falta de dinero y que ve una oportunidad de progreso en su pareja, confiando en que lo puede lograr pero sin la interferencia de ningún consanguíneo. De un diálogo que busca una segunda oportunidad para el ex drogadicto nos movemos hacia el final en una disputa de Micky por el título del mundo en Inglaterra. Para sorpresa del espectador Dicky vuelve a entrenarlo, como dije la película no busca lapidarlo sino desnudar su verdad y además la realidad no se puede tergiversar, es como ha sucedido si bien hay un endulce de la trama para hacerla más asimilable.

La película se ampara en la existencia venida a menos de Dicky, no cabe duda de que su decadencia es el gancho del relato, Micky es solo el niño bonito que anhela triunfar, no hay atractivo en su papel tan rígido y de pocas capas, si fuera solamente describirlo a él no tendríamos mucho en la pantalla por como se ha narrado poniendo énfasis en la actuación lograda de Bale. Micky pasa vergüenza con sus derrotas pero en ningún momento reniega de su entorno, no genera apertura de pensamientos elaborados ni sentimentalismo, aprecia a su familia y tiene tantas buenas cualidades que su biografía no parece demasiado requerida para divulgarse por no tener elementos fuera de lo cotidiano y ser algo insípido, que ese es el trato que le da el director que no toca al hombre ni al campeón con determinación, por ese lado hay una flaqueza notoria, incluso las peleas son funcionales, no ejercen esplendor ni se han abordado con efusividad en la eterna exageración de su ejecución, tampoco es que pidamos ese tipo de teatro porque la historia se halla fuera del cuadrilátero aunque la razón de que se encuentren en el écran esté dentro de su perímetro, por eso es decisivo valorar la trascendencia que brinda Bale en el deseo del observador por conocer al ser humano detrás de la figura y como se entiende en lo visto incluso puede venir de afuera de la leyenda y aunque juega a dos bandas como mostrar lo bueno y lo malo en ésta cinta el personaje de Dicky Eklund se roba el espectáculo, sin su comparecencia no tendríamos mucha película, sin embargo todo representa parte de un engranaje mayor, pensando que Adams y Leo han mejorado la interpretación de un Whalberg más pequeño pero que también deja su cuota, que ayuda a destacar a Bale por contraste. De eso va el mundo, de los matices de lo blanco y lo negro pero están más unidos de lo que creemos, como en el filme.

viernes, 18 de febrero de 2011

El discurso del rey

¿Qué hacer cuando nacimos en una posición especial en la historia de un país y no nos sentimos con confianza para tomar esa responsabilidad? Ese es el dilema de Alberto, llamado Bertie familiarmente, el duque de York, que tras la abdicación de su hermano el rey Eduardo VIII (Guy Pearce) se convierte en el nuevo monarca inglés, el rey Jorge VI. Pero vayamos más atrás, Bertie es tartamudo, siempre ha sentido vergüenza y dificultades por ese defecto, lo que no sabe es que detrás de su limitación existe un mundo psicológico endeble y herido, aunque la sucesión lo coloca en una posición única él es un hombre común, eso nos hace creer la actuación de Colin Firth, pero no nos confundamos el aspirante a la corona es un hombre irritable, instruido, elegante, coherente pero debajo de todas esas capas de apariencia se esconde un hombre tímido y que no es tan firme emocionalmente, no siente que pueda llegar a ser tan grande, para eso vive afligido y disminuido a pesar de su hermosa familia (su esposa Elizabeth y sus dos hijas Isabel –la actual reina- y Margarita), sea por culpa de su niñera, de su padre, de ser zurdo y haber sido corregido a diestro, de su hermano mayor o el de la perdida de otro hermano que murió a los 13 años, el daño está hecho y se ha visto transformado en un problema con la dicción de las palabras.

Los tiempos cambian, un nuevo invento se ha masificado y se ha convertido en el nexo próximo del pueblo con sus autoridades y representantes reales, es la radio, un medio de comunicación que resulta vital para mantener esa unión y respeto entre el monarca y su gente, pero cuán difícil le resulta a Bertie si tiene un problema en la voz, no puede hablar correctamente, para eso ha buscado a todo tipo de doctor e intentado toda fórmula posible para superar su problema vocal, siempre con resultados adversos, hasta que conoce a un actor mediocre y un ciudadano ordinario de origen australiano que resulta a diferencia del futuro rey, un hombre de personalidad singular y de mucha seguridad en sí mismo, justamente el terapeuta que necesita Bertie, un hombre que se convierta en su igual aunque no lo sea por el tipo de sociedad en que viven, que le hable con la ruda franqueza del que solo tiene la misión de descubrir la raíz inconsciente que le hace hablar mal, que desentrañe sus miedos y traumas, que lo guie hacia su gran rol en su patria, Lionel Logue (Geoffrey Rush) desprende frescura, se manifiesta con la libertad del que tiene las soluciones, se le define como un hombre de familia cariñoso entregado al pasatiempo de la representación de Shakespeare, un logopeda autodidacta sin título que lo avale pero con el valor y la experiencia que se necesita, falta que más tarde le traerá conflictos con su famoso paciente.

La esposa de Bertie, es representada por Helena Bonham Carter, la suya es una interpretación bajo todo en regla, atípica a su costumbre de rara avis, pero que no atraviesa mayores logros que la personificación de la dulce, refinada e intrascendente compañera. Lionel Logue, Rush está perfecto, puede denotarse con claridad su papel de plebeyo extravagante y de espíritu superior, posee el alma de los hombres destinados a producir cambios gloriosos, en el caso que convoca el filme brindarle la esperada decisión para ejercer gigantesco e ilustre cargo a nada más y nada menos que a un rey. No es poca cosa, es el verdadero hombre de nuestra historia si bien finalmente el “héroe” tiene que ser Jorge VI en el llamado a enviar un mensaje radial para motivar a la masa humana británica. Firth es un mar de expresiones melancólicas e introvertidas, aboga rotundo a la problemática que le obliga su tartamudeo, luce un carácter soberbio con la naturalidad de quien posee las cualidades para vestirse de la máxima dignidad del otrora Imperio Británico, parece predestinado a dar el garbo que pide su actuación enseñando un corazón oprimido por la deficiencia en la comunicación oral, puede poseer la postura del soberano y mientras lo hace mostrarse humano, pequeño, es como si viéramos actuar a un miembro verdadero de la realeza mostrándonos su alma empequeñecida.

Resalto la actuación secundaria de Michael Gambon del rey Jorge V, padre de Bertie, corta asistencia pero muy bien llevada, irónico escucharlo decir que la más baja de las profesiones es la de actor. Me pareció ínfima la presencia en el guión de Timoty Spall como el célebre Winston Churchill, figura trascendental que no fue utilizada en absoluto como mereciera, pero quizás no le tocaba resplandecer para no opacar al centro del relato, no era su tiempo. También el sacrificio de Eduardo VIII no se valora ni a su misma persona ya que se le describe con múltiples defectos por culpa del anhelo de solo dar cabida en la cinta a su hermano menor, no obstante su acto es algo admirable, dejar el trono por amor, fuera como sea su pareja la dos veces divorciada, americana y rodeada de amigos pretendientes Wallis Simpson que atributos habrá tenido para hacer que un rey se convierta en un simple mortal.

Ésta es una película correcta, sin fisuras, cumplidora, posee el aire anglosajón tradicional, sin mayores riesgos que desnudar el interior de un ser privilegiado, filme que no duda en cumplir con el protocolo que representa tomar el nombre de un monarca, pero tiene la audacia de humanizarlo, en ese punto radica el encanto de ésta realización, en dibujar la esencia de quien representa mucha relevancia para los ingleses, acercándolo a la población en la misma labor de la radio, haciendo que se le quiera, que se le comprenda y al leer el discurso final declarando la guerra a Alemania que se le admire. Finalmente no se puede dejar de notar que es la narración de un hombre más, uno de “nosotros”, que ocupa un puesto histórico y que simboliza el poder y la cohesión de una nación, de eso trata la película, de permitirnos observar a alguien importante para Inglaterra sacando a flote al ser humano corriente que en el fondo es, ya olvidando su distinción jerárquica. Lionel Logue ayuda a hacer realidad el lugar que le corresponde a Jorge VI, lo transforma cuando se sienta en su trono, es su maestro, su terapeuta, su mejor amigo y para estupefacción del espectador que entiende las diferencias externas existentes entre ellos jugando con sus reglas, es el hombre excepcional que yace en la sombra para que otro brille por dinastía, se realiza cuando Bertie deja de tartamudear, ambos están destinados a pertenecer a la memoria colectiva de su país desde la ubicación que su cuna ha determinado. Por eso el gigante de la trama es el personaje de Logue pero que tiene su razón de ser en el que tiene la corona. Sin embargo la mejor actuación le pertenece a Firth, al bajar al llano a una especie de divinidad humana, aunque nos resulte incomprensible que un hombre tenga demasiadas ventajas de gratis en un mundo donde los méritos han de sustentar primero el lugar que te toca, y la cinta hace recalco de la filosofía moderna sobre la igualdad entre los hombres, la personalidad de confiar en nuestra persona de Logue se impone y el epilogo nos remite a la eterna amistad que emerge para cumplir con las obligaciones que nuestra investidura y tiempo nos solicita. Todas nobles proposiciones que dan vuelo a la frase Dios salve al rey.

martes, 15 de febrero de 2011

127 horas


Para mutilarte un brazo con una pequeña navaja sin filo escapando del destino fatal y sobrevivir a casi cinco días de cautiverio en una zona desolada sin alimento y con una ración pequeña de agua hay que tener coraje, Aron Ralston lo tuvo y Danny Boyle nos cuenta su historia. Ésta es una cinta relatada de forma moderna, usando los mecanismos avanzados del cine, la habilidad en la dirección para montar el acontecimiento y la imaginación para recrear dicha prueba, contada con diferentes registros de las emociones que sintió Ralston, no se dedica a ser la expresión del drama sino contiene múltiples sensaciones, se llega a ver las alucinaciones, las memorias y las proyecciones del principal. Boyle demuestra el detalle con efectos de la cámara, nos deja ver hormigas caminando por la cara de Ralston, como bebe el agua su organismo, como da su primer corte en su brazo y la abertura mueve la sangre. Utiliza tres cuadros de imagen al mismo tiempo, acelera el movimiento de una escena donde se desnudan en un auto, proyecta una alucinación de la lluvia inundando la zona rocosa donde está atrapado el personaje de la historia, hace una panorámica en una expansión de la cámara del cañón en donde se resuelve la trama.

La película maneja diversos trucos cinematográficos, apela a mucha creatividad, siendo un largometraje de hora y media más o menos, tiene que contar con una narración que te transporte a la catástrofe que se cierne sobre un hombre y hacerte sentir todo el vendaval de sentimientos que experimentó, todo lo que hizo durante 127 horas de prisión, y lo que cruzó por su mente durante todo ese trayecto infernal, al quedarse atrapado por un brazo debajo de una roca gigante en un lugar donde nadie sabía que había ido y que normalmente no es visitado con regularidad por vida humana. La muerte se vislumbra inevitable como con el cuervo que vuela esperando el final o la roca tallada con los datos del próximo difunto que espera lo inevitable, y sin embargo le roba el alma a la parca en un escape fantástico tras mucho deseo de subsistir.

La interpretación de Ralston corre por cuenta de James Franco, joven actor de 32 años que está nominado a mejor actor estelar en los Óscars, una total consolidación de expresividad, comunicando tanto los cambios de ánimo como la disminución física que padeció el verdadero montañista. Al inicio se mueve en el entusiasmo que le produce la aventura de ir a escalar cámara en mano por un cañón en Utah llamado Blue John en honor a un ladrón de caballos que anduvo con el famoso asaltante Butch Cassidy según cuenta el mismo Ralston en la cinta. Luego se divierte con dos chicas que encuentra en el camino y más tarde surge el grave problema, en donde aparece el título de la película, se graba a sí mismo y surgen sus ideas por escapar de la tremenda situación. Recuerda a su padre con quien divisa la naturaleza rocosa, a su novia, en su experiencia amorosa y sexual con ella que se repite como fantasía, a un compañero de trabajo, a su madre, a su hermana tocando el piano, les deja mensajes a sus progenitores, hace bromas y deja huella en vídeo de lo que circula por su cabeza. En un momento caen grandes cantidades de tierra sobre su cuerpo y también una fuerte lluvia, se mezcla la realidad con lo onírico, divaga un poco pensando en la promesa de fiesta de la dos chicas que recién conoció y que le hablan de que iba a ver un globo de Scooby Doo gigante en la entrada, lo alucina también en un par de modalidades, monologa solitario, grita desesperado y se lamenta cabizbajo, la cinta nos transporta a un estado cambiante, fluctúa por su mente diferentes actitudes, no solo siente pena, llega a reírse del acontecimiento, racionaliza el estado en que se encuentra, piensa en el futuro, en que toda su vida lo ha llevado a éste punto.

Es un filme rico en matices, visualmente atractivo, con fórmulas variadas que te hacen vivir el momento, hay una parte contextual y otra emocional, hay una parte física, se piensa, se siente, se imagina, se sufre, se reflexiona, hay mucho para escoger, Boyle hace fértil el “espectáculo” de una realización que pudo ser morbosa o melodramática que termina en una escena bien tratada sin vulgaridad cuando Ralston finalmente decide arrancarse el brazo. Es una historia de lucha, de sobrevivencia, contando minuciosamente que padeció, es la unión de todo componente que pueda describir lo que atraviesa, por eso es una obra digna de un director audaz y muy perceptivo como figurativo y que no escatima recursos como lo contemporáneo, lo juvenil, lo alegórico y lo surrealista, que supo manejar perfectamente el tiempo y los vídeos reales del protagonista. Le da la vuelta a lo que hizo en su obra ganadora “Slumdog Millionaire” y con la nueva obtiene una estupenda película también, escogiendo adecuadamente al actor principal que logra empatía con el espectador, que sabe reflejar en su rostro los incontables sentimientos que alberga un hombre en una vivencia como ésta y que logra robarle la personalidad a Ralston o que lo encumbra como un sujeto especial que no se queda quieto nunca sino que no deja de anhelar la libertad.

El británico Danny Boyle se consolida como uno de los mejores directores de la actualidad de la mano de un excelente actor como James Franco que acoge la oportunidad de sobresalir en una película que le da toda la responsabilidad, dejándola en su sola persona como motor del relato. Al terminar la película uno solo puede rogar que el arte siga presente y que se repita la seducción tan envolvente de la obra de tan hábil manufactura que acabamos de ver.

jueves, 10 de febrero de 2011

Somewhere


“No soy nadie, no soy ni siquiera una persona” dice Johnny Marco, actor famoso de Hollywood que se desmorona al darse cuenta de que su vida está vacía, que no le llena la manera en que vive, que se siente solitario y deprimido. Sofía Coppola es sencilla al postular sus ideas, en cómo la fama, las mujeres lindas y las películas no son el edén prometido. Marco (Stephen Dorff) no es feliz, mira hastiado la danza de dos bellas rubias gemelas desnudistas, se cae en una borrachera y se fractura un brazo, le siguen las llamadas de mujeres despechadas que lo insultan, aunque tiene sexo casual algunas veces se duerme, se olvida los nombres, pasa por alto muchas oportunidades sexuales.

Stephen Dorff representa a un hombre simple, de pocos gestos y cortas frases, no es comunicativo, no tiene amigos salvo uno a quien no confía sus penas, maneja su auto último modelo y cumple con sus obligaciones actorales con monótono desgano, sin entusiasmo, llega a ir a Italia y es objeto de un juego con danzarinas atractivas en un programa de televisión pero nada lo saca de su marasmo aún recibiendo una pequeña premiación en dicho espectáculo.

Coppola coloca un personaje que lo hace reflexionar y le muestra cierta alegría y amor verdadero, una niña de 11 años que es la hija de Marco (Elle Fanning), con la que comparte muchas actividades, la observa patinar sobre hielo, nadan juntos en la piscina haciendo muecas graciosas, toman sol uno al lado del otro, comen diversos tipos de helado, juegan juegos electrónicos inalámbricos (WII), atenta y amorosa le prepara comida, le cuenta un libro o sobre ella, la jovencita baila ballet enseñando sus talentos aprendidos, él la carga y se la lleva en hombros riendo, se acompañan afablemente, en resumen comparten momentos entretenidos, con la chiquilla Marco descubre su lado sensible, sin embargo sabe que como padre separado la ve poco a su hija y la muchachita se va a ir tarde o temprano lo que implica una noción de que nada posee que lo contente.

La cámara de Coppola alberga expresividad, se acerca o se aleja para dar proximidad o lejanía sentimental, da largas tomas de silencio prolongando escenas. Repite el mismo sistema de presentar mujeres fáciles y oportunidades fallidas o inoportunas, muestra a Marco con su rutina diaria. Un periodista le pregunta abiertamente que quién es Johnny Marco, el no responde y se queda pensativo. Se mantiene con una masa en el rostro para ponerse una máscara de anciano en un lugar de efectos especiales quedándose inerte por largo rato como viene siendo su vida, avanza en la nada existencial. Los pocos momentos felices son fugaces tiempos con su hija, la carismática, de bonitas facciones y dulce Cleo, que no alcanzan a armar una vida, incluso la niña le reclama su poca presencia, él se disculpa brevemente abriéndose al sentimiento paternal y llora de regreso en el helicóptero.

La película es muy diáfana con el mensaje, utiliza pocos recursos y es repetitiva, el viaje a Italia es sin adornos como toda la cinta, los dos actores centrales, padre e hija, economizan expresiones, a penas lo necesario, se muestran bastante desprovistos de comunicación frente al espectador, es eso lo que ha buscado Coppola, no dramatizar aunque ha sido más que explicita mostrando las carencias en la existencia de su actor principal. Marco mantiene una especie de dignidad en lo que siente, solo se quiebra una vez en el teléfono y encima cuando le pide a una mujer a la que llama que lo visite para consolarlo ella se niega. Después se aburre y se mantiene seco; cuando llora al despedirse de su hija lo hace discretamente.

La hija es un personaje no demasiado trabajado, pudo dar más aunque tiene valía, a pesar de tener también casi los mismos problemas de su padre, su madre no es tan estable, la deja botada con el padre en un viaje de promoción de una película en Italia, el progenitor solo aparece en contadas ocasiones, la niña está creciendo sola pero ella es alegre, normal. Coppola no quiere jugar a dos carriles, no profundiza en la hija. No obstante tiene su momento cuando ella llora en el carro haciendo sentir su situación de que de repente su madre no regrese y su padre siempre le falta, pero se repone rápido, sirve para ahondar en los defectos del principal. Eso es, la película, revisa situaciones de manera en que se enfoca en el entorno y no en los seres humanos que no se expresan sentimentalmente demasiado, solo pequeñas demostraciones, no los muestra lo suficiente débiles para no infringir lo que obviamente está dejando explicito en la película mediante la exposición de la costumbre y de la interrelación padre e hija que es lo que tiene que ofrecer el filme, sus posiciones son melancólicas pero ellos siguen moviéndose mecánicamente, y algo de cierto hay en lo que captura Coppola, seguimos hacia adelante a pesar de todo, está en la naturaleza humana.

Al final Marco comprende donde se encuentra parado, queda pendiente una solución pero hay comprensión de que está atorado en lo que los signos de su contexto le han revelado, en lo que la hija le ha dejado de lección en su corta convivencia. Y Coppola deja manifiesto que hay que buscar darle significación a nuestro mundo, que incluso ser un actor celebrado, guapo, con dinero y rodeado de beldades disponibles puede no llenarte en absoluto. Ésta es una historia quieta, algo morosa, parece independiente, con un aire casero, minimalista, que cae en la obviedad pero que te deja un par de reflexiones importantes, un trabajo personal que inquiere en lo que Coppola conoce y quiere dejar a la vista. Elegante para contar y muy practica, con metáforas claras que hacen de soporte a la trama (el carro dando vueltas en círculo, el carro abandonado en la carretera) y un tema manejado desde el inicio con fidelidad y disciplina, teniendo mucha consciencia de lo que está haciendo. 

lunes, 7 de febrero de 2011

Aún sigo aquí


Éste documental según han afirmado sus autores, Joaquin Phoenix y Casey Affleck, Affleck lo dirige, ambos comparten el guion, dicen que es una película de ficción que finge ser esa forma de archivo, pero lo que vemos parece real si bien todo el asunto de convertirse en rapero dejando la actuación por parte de Joaquín Phoenix parece una tontería increíble. Por ese lado podemos creerles pero lo que observamos luce tan espontáneo que admite la duda. Lo que presenciamos resulta patético, presentando a Phoenix como un estropajo. No puede quedar peor, si bien se llega a sentir conmiseración por su estado.

Phoenix inhala cocaína en repetidas oportunidades, se acuesta con una prostituta y aspira droga de uno de sus pechos, le arrojan una ventosidad en el rostro, luce por un año como un loco, con el cabello desordenado y largo, la barba descuidada y lentes oscuros, una panza prominente y una actitud que repele el buen trato humano, insulta y minimiza a sus amigos, habla incoherencias. Su cántico de hip hop se presenta desastroso en cada ocasión que lo hace. Quiere ser reconocido en su nueva actividad a pesar de la clara falta de talento. Golpea a un espectador de uno de sus presentaciones musicales, vomita; llora tras pasar vergüenza y ser razón de burlas en el programa de David Letterman. Es imitado inmisericordemente, como un retardado y un tipo sucio, por Ben Stiller, en un evento que reúne a cuantiosas estrellas de cine. Los medios de comunicación difunden la noticia de la mofa en que se ha convertido.

¿Y todo para qué?, ¿es verdad que Phoenix ha caído tan hondo, al aborrecer su gran carrera actoral por una nueva esperpéntica inmersión en el hip hop o es la actuación de su vida como han querido llamarla los creadores de éste documental? Ciertamente el filme es un golpe bajo para quienes lo tenían en un pedestal y por donde se le mire es deprimente, porque de cómico no tiene nada, fuera de que creamos que Phoenix realmente está fingiendo lo que vemos y haya logrado concretar el papel de un perdedor disfrazado de gloria del cine.

Casey Affleck, quien además es cuñado de Joaquín, como director es terrible, porque su actor principal da la espalda a la cámara, no se le ve bien el rostro en incontables tomas, los diálogos son insignificantes, se mueve y es seguido sin un encuadre correcto, se demuestra mucha improvisación técnica. Claro, podemos decir que es parte de que trata de ser lo más realista posible; pero sin profesionalismo en la realización, ¿de qué estamos hablando?

Pasan artistas reconocidos por la filmación, Edward James Olmos llega a darle consejos de las elecciones de la vida en un discurso que avala el decadentismo del retirado actor. Ben Stiller aparece con un guion de cine, el cual Phoenix rechaza menospreciándolo y abandonando el lugar. Hay abrazos con actores como Bruce Willis, Jack Nicholson, Billy Cristal, Danny Glover, entre otros, pero en rápida intervención, producto de un evento benéfico que comparte con ellos. Sean Combs es el productor musical al que Phoenix busca para promover su faceta de cantante y para sorpresa del espectador acepta ayudarle, antes explicándole que necesita invertir mucho dinero, y en su estudio llega a decirle sorprendentemente que tiene dos canciones valiosas.

La película gira en base al deseo de Joaquín de ser cantante de hip hop, empecinado en triunfar en algo que considera más verdadero que el cine donde se considera solo un títere. Ver éste documental te deja la idea de que se permiten denostar de la hermosa actividad del séptimo arte, que no es lo que parece. Phoenix está lejos de ser lo que cualquiera puede pensar que es, una estrella glamorosa, inteligente y triunfadora, con una vida acomodada, buena educación y simpatía, que está rodeado de gollerías y mucha relevancia artística bien llevada y que se ve perseguido por el deseo de la multitud de conocer su idílica y extraordinaria existencia. Nada de eso se ve en la película, porque él se muestra como un pobre diablo que vive desordenadamente y desorientado e insatisfecho con sus propias decisiones. Parece un tipejo insoportable e incapaz mentalmente que hace películas pero que detrás no tiene virtudes personales.

Joaquín Phoenix es uno de los actores que más me agradan, siempre proveyendo a las películas de emociones y transmitiendo sentimientos, con performances envolventes y creíbles, que te ensimisman y te hacen cómplice de su estética, te convierten en fiel seguidor y admirador de su obra, pero aquí a uno lo sacuden y le dicen que nada de eso representa en realidad. Durante la cinta se hace inaguantable en su manera de manifestarse, deja de ser objeto de deslumbramiento para hacerse sentir desagradable, aunque al final cuando se sumerge en el lago nos apiademos de su infelicidad y sintamos lastima por él, sin embargo su arrogancia, inmadurez y retardo mental quedan circulando en nuestra cabeza con decepción tremenda.

Phoenix luego apareció coherente, elegante, delgado, bien peinado y sin barba en un par de festivales europeos, en Italia y Francia, presentando el documental como de ficción junto con Casey Affleck. Si es así, que todo ha sido una gran mentira y solo una interpretación, únicamente me queda decir que no se repita, que ha sido una idea bastante absurda y que el año que perdió no ha valido la pena por una realización tan deplorable. Espero verlo con normalidad en películas complejas y seguir creyendo que lo que he visto aquí ha sido solo una farsa olvidable, una travesura desbordada, un error de proyecto, un año sabático de terror, algo que hay que sacar de la consciencia para recuperar la imagen del actor que tanto a uno agrada, porque en todo caso si su vida personal así fuera, que la supere y que se dedique a lo que domina, hacer cine serio. Por bien de su persona y alegría de sus seguidores.

sábado, 5 de febrero de 2011

De amor y otras adicciones (Love & Other Drugs)


La historia comienza veloz, se mete de lleno en el romance, la primera parte es el enamoramiento de Jamie (Jake Gyllenhaal) y Maggie (Anne Hathaway) que empieza siendo puro sexo y termina convirtiéndose en amor cuando empiezan a contarse sus vidas en plan relajado, desde el sinceramiento de Maggie con Jamie para irse a la cama, bajo una exposición audaz que evita rodeos, luego de una entrada sin mucha imaginación en la que el personaje de Gyllenhaal logra verle un seno a Hathaway. Después entramos en la etapa en donde se ve la enfermedad de Maggie, el Parkinson en primera fase, su disconformidad con su estado y su reticencia virulenta a tener una relación seria porque lo cree un sacrifico demasiado grande para una posible pareja. Mientras tanto Jamie busca destacarse en su oficio, vender medicamentos de Pfizer, entre los que está el viagra que lo hace escalar de posición en su trabajo; su sueño es llegar a Chicago, para eso Jamie aunque es un seductor muy aplicado y talentoso no confía mucho en su capacidad de triunfo a pesar de que se esfuerza y posee la sociabilidad necesaria para lograrlo. Entre lo que le enamora de Maggie está que ella en un pequeño discurso amoroso le saca a relucir sus tantísimas cualidades, las que él no distingue.

La película de Edward Zwick, director de Glory (1989) y Leyendas de pasión (1994), tiene momentos tiernos, Hathaway está en plan de llorar todo el tiempo aún con la falsa apariencia de ser muy fuerte y decidida, cosa que no es cierto, es una actuación bastante decente aunque por ratos es melosa y melodramática, contiene mucho rato el rostro compungido que llega a convertirse en un esfuerzo para ella y algo insensibilizador por su carácter de sobreexposición. Gyllenhaal está detrás de ella, su actuación es menor, tan solo se presenta como el príncipe azul que está dispuesto a sobrellevar la enfermedad de su amada, la que en palabras de un tipo con quien se encuentra en una convención sobre el Parkinson y que se refiere a su esposa aquejada de éste mal tarde o temprano empeorará hasta hacerse insoportable y matará el amor. Ese es el mensaje del filme, que lo tiene muy claro, el amor puede contra todo o es capaz de resistir aún en el infierno y si es verdadero toma obligaciones así sean las más arduas. Cierto que no vemos lo peor que ofrece la enfermedad, pero en la historia está el compromiso de afrontar lo que venga; Jamie llega a decir que la cargará si es necesario para llevarla a donde quiera. Algunas frases son condenadamente buenas aún en su sencillez, cuando trata de hacerle cambiar de parecer a Maggie para que vuelvan a estar juntos. Jamie le dice que no quiere la perfección sino a ella, y se explaya como buen orador. Convence y enternece.

La cinta es ligera, es una comedia romántica, con algunos toques serios, pero realmente nada extraordinario, si bien toca una enfermedad compleja y un amor bajo ese contexto. Se quiere implantar la fórmula ganadora, tema difícil expuesto sencillamente, en la mezcla de romance, humor y drama, ¿funciona?, claro que sí, aunque no llega a trascender en el género, pero resulta agradable en su medida. Tiene algunas buenas interpretaciones, especialmente por parte de Anne Hathaway en quien recae la parte difícil y hay que alabar que no luce pretensiosa sino bastante normal como cualquier chica linda que no se considera un monumento sino que pretende imponer su personalidad y tiene simpatía aparte de algunas neuronas. A la misma vez es un buen compañero y galán Jake Gyllenhaal que exuda inteligencia por sobre belleza.

Abunda el sexo por doquier sin ser pornográfico como se acostumbra en el buen Hollywood contemporáneo juvenil, pero que se presenta apagado y sin demasiada gracia para ser franco, la pareja yace desnuda bastante rato aunque vemos poca sugestión, por ahí los dos pechos de Hathaway y el trasero de Gyllenhaal. Algunos chistes son pésimos, el humor es una molestia para el guion más que una forma de relajar la tensión del tema. El personaje del hermano de Jamie es un tipo grueso y tonto de lentes anchos, mismo nerd, llamado Josh (Josh Gad), que yace abandonado por su pareja (una bella rubia de fácil disposición sexual), quien deprimido se escabulle a recuperarse en el apartamento de su hermano mayor que recientemente ha salido del desempleo, del menosprecio de sus padres y quien trata de formalizar luego de vivir en medio de tantas aventuras sexuales. Como secundario con mucha parte de estereotipo el menor solo sirve para rellenar espacio, proporciona una performance pasajera que no sirve de mucho a la trama y ya cansa ver en el cine. Otros que están son Bruce Winston (Oliver Platt), el amigo de trabajo que tiene experiencia y es guía de las esperanzas de Jamie; y El Doctor Hans Wright (Hank Azaria), quien no puede conseguir mujeres bellas e intercambia el servicio de “proxenetismo” por publicitar medicamentos. Ambos tienen problemas existenciales expuestos más no resueltos, que dejan en el aire el lema “así es la vida, mala suerte”. Al guion le faltó más pantalla o quedó con huecos.

La película sirve como un paso más en las carreras de los principales que se ganan al público, finalmente el tema es conmovedor, el drama no nos es ajeno y la sensibilidad obliga a no desestimarla. Es una puesta en escena de un romance que nos exige responsabilidades, un punto a su favor, pero sin tanta hondura, como para que no nos quite el sueño. No tiene alardes pero tampoco demasiadas ambiciones. Finalmente es un drama romántico con el espíritu de entretener y en el pequeño jaleo por ser algo, hay que rescatarla como una obra positiva.