domingo, 3 de marzo de 2024

Poor things

Poor things (2023), del griego Yorgos Lanthimos, ganó el león de oro, máximo premio del festival de Venecia 2023. Adapta la novela de 1992 de mismo título del escocés Alasdair Gray. El guion es del australiano Tony McNamara, con quien Lanthimos ya trabajó en su anterior película, La favorita (2018), la que estuvo nominada a 10 Oscars, incluido mejor película, guion y director, y ganó uno para la actriz Olivia Colman. Lanthimos ya es bien conocido internacionalmente y es uno de los más llamativos directores de cine popular que tienen prestigio artístico. Ésta vez ha hecho un filme bastante fácil de entender, hasta se diría que apunta abiertamente a un público masivo, a un público esencial, pero con la salvedad de que hace un cine con bastante sexo, con muchos desnudos de Emma Stone, hasta completos frontalmente y lleva escenas sexuales de soft porn, no explícitas, que trabajan con la prostitución de su protagonista, Bella Baxter (Emma Stone), una mujer que empieza suicidándose rodeada de un pequeño misterio que luego se desentrañara y que es revivida a lo Frankenstein de Mary Shelley de la que bebe bastante, por el científico y médico Godwin (Willem Dafoe), quien está desfigurado y lleno de cirugías en el rostro. Esto remite a la crueldad de su padre, y con él, Yorgos, declara que lo no convencional no siempre es positivo, sino a veces tal cual lo dice, hay mejores cosas, más fáciles de identificar y de paso agradecer, como con el amor, así lo representa el lado paternal de Godwin con Bella, llamado con obviedad God (Dios). Y ésta es una película que en muchos ratos lo es, ser bastante obvia, como con su feminismo y su progresismo abierto y altisonante que de eso va el viaje de autodescubrimiento y autodefinición de Bella, de un feminismo muchas veces subrayado, muy liberal, hasta defender la prostitución de cualquier mujer, habiendo lesbianismo incluido dentro de la normalidad de la amistad femenina y una relación abierta donde la mujer tiene permitido engañar sexualmente al marido, al ayudante de Godwin, Max Candles (Ramy Youssef) que pone cierta comicidad ligera en su figura de nerd aunque atento a su entorno -como salido de la mente de Mel Brooks-. Y de la misma manera tenemos una extravagancia light -tal es así lo del inicio en blanco y negro, la presentación naif y de cierto retardo de Bella, que luego se explica bien-, pero acompañada de mucha sexualidad, que pone la nota clásica del modernismo último. Hasta se puede ver algún momento de incomodidad en Emma Stone, ese del sadomasoquismo con desnudo frontal. No obstante Stone se entrega por completo a su papel, a una película en parte como salida de la Europa menos turística, si bien el filme hace uso de Portugal, Grecia y París de escenario, como parte del autodescubrimiento de Bella, que a ratos filosofa sobre la vida, incluso sobre la corrupción, en varias formas, de los ricos y poderosos, pero proclamando un socialismo medio chistoso o sin profundidad. No pretende nada como ideología política, pero con el feminismo lo hace con furia, con alevosía. De ésta manera se hace uso del personaje de Duncan Wedderburn (un estupendo Mark Ruffalo), punching bag que invoca al machismo o patriarcado. Ya con el personaje del General (Christopher Abbott) es la cereza del pastel en cuanto a dibujar enemigos del feminismo, pero lo hace con subrayado, con obviedad y con una comedia en esa línea. Es un filme que denota exageración en sus defensas y visto de lo que va entretiene. La sexualidad se amolda al uso, a estos postulados exagerados. Se puede leer que la propuesta quiere a ratos ser políticamente incorrecta, pero todo ya es super conocido en la actualidad, incluso apunta a un público masivo que es fácil de enamorar con éste producto. Así mismo Lanthimos ha expresado que ha logrado que Hollywood nuevamente muestre sexualidad en la gran pantalla. Un pequeño personaje bastante atractivo a mencionar es el de Madame Swiney (Kathryn Hunter) que es una persona perversa y corrupta, hasta le gusta morder por placer, pero Bella no la lapida ni la juzga, sino parece aceptar prácticamente a todo el mundo (y ya se ve que puede discernir), mientras no limiten nunca su libertad, su liberalidad y su búsqueda open mind, puesto que se manifiesta que gente de todo tipo le sirven para su iluminación, igual que las experiencias negativas, hasta humillantes y de degradación, en ésta historia de desarrollo conceptual con ciertas defensas debatibles, en el interior de una mente abierta al feminismo más radical si bien no todos los feminismos son iguales, mostrándolo de la manera más sencilla, pero con estéticas y momentos con una cuota personal aun así, pretendiendo actualizar si se quiere el trabajo de Mary Shelley o queriendo darle agregados modernos últimos.