jueves, 15 de febrero de 2024

El crimen de Oribe

El crimen de Oribe (1950) la codirige Leopoldo Torres Ríos quien era ya un director bastante experimentado y su hijo, Leopoldo Torre Nilsson, que contaba con 26  años de edad y era su debut como director de cine. Adaptan el cuento El perjurio de la nieve, de Adolfo Bioy Casares. Ésta es una película argentina de ciencia ficción donde 1 día se repite como bucle de tiempo por más de 1 año. Esto tiene su argumentación, su motivo y uno definido en un amor enorme. Pero yendo más atrás el filme se presenta como un misterio ubicado en la Patagonia argentina, cuando un periodista de Buenos Aires, es decir, un porteño, visita una zona lejana de su lugar de confort, quien al viajar al interior se halla con un mundo lleno de cosas extraordinarias en lo rural, descubre la leyenda o donde el relato fantástico aflora en las conversaciones cotidianas de los pueblos. Éste asunto no muestra una aclimatación especial, todo luce muy natural, muy sencillo. Incluso el primer encuentro del periodista, Villafane (Roberto Escalada), es con un Dr. que guarda las formas pero le habla con ironía, se toma a la ligera su circunstancia, que se le ha malogrado el auto. No obstante el Dr. viaja en sulky. El campo está ahí como fondo. En el hotel del pueblo en que se hospeda, Villafane conoce a un poeta que también no hace mucho ha llegado de Buenos Aires, Oribe (Carlos Thompson), quien parece también curioso por esas luces que se prenden y apagan religiosamente en especial orden, las que esconden jóvenes mujeres muy bellas, hijas de un extranjero, un tipo que veremos lanzar cerillas como un sutil gángster, aunque simplemente es un padre que muere por sus hijas. Podemos tener a ésta historia como una de natural sobreprotección paterna, incluso frente al mundo en general, y no solo los llama a los hombres el misterio sino la belleza de esas mujeres, vírgenes llamémosles, como escondidas de los depredadores, si bien el trasfondo es otro, uno más sensible. El filme por una parte se convierte luego en un tipo de noir, con esa sensación de tensión, de persecución, de quien le ha hecho daño a la persona equivocada, aunque el desarrollo es un poco naif. El título habla de un sujeto que le roba a todo el mundo. Así apropiarse de lo ajeno llega hasta el ridículo (y la ironía básica). El relato implica al ambicioso sin escrúpulos, de cara a un Oribe bajo la capa del éxito y que tiende a impresionar y a generar conveniencias, mientras el periodista es dibujado torpe, muy simple y tiene una curiosidad que le mueve a la inconciencia. Se mezclan géneros cinematográficos. Asistimos a una historia fantástica con su originalidad (la que remite al talento o la excepcionalidad humana de un creador en varios sentidos). Al mismo tiempo es el relato noir del escarmiento de un tipo que busca triunfar a toda costa, sin moral ni ética, como si llevara consigo alguna clase de toc.