viernes, 8 de diciembre de 2023

Barbie


Barbie (2023), de Greta Gerwig, ha sido un hit comercial (un hit económico, de público), además de una película muy alabada en su país y que estará en muchas listas americanas de lo mejor del año y más que seguramente será nominada en masa en los premios Oscars 2024. Es un filme que está lleno de ideas alrededor del feminismo y el llamado patriarcado, escrita por la misma Gerwig y su pareja de hace más de 10 años, el también director de cine Noah Baumbach. Es una obra que busca rendirse ante la popular muñeca producida por la empresa de fabricación de juguetes Mattel, pero lo hace con ingenio, aunque no todo acierta, puede subrayar muchos pensamientos, y en tantos de estos, éste bombardeo de audacia, hay una cierta falta de filtro, a ratos hace ausencia mucha contención o mayor meditación, porque puede uno sentir que suena a veces ridículo lo que se manifiesta, o esa facilidad expresiva puede ser atroz de oír, no todo toca el cielo y hay una mezcla donde entra de todo un poco, éxito -ideas notables- y vergüenza ajena -ante querer ser quizá empático o idealista, revelarse como una especie de voz revolucionaria o realmente franca-. El guion del dúo Gerwig-Baumbach aunque pone de lógica estrella a Barbie (Margot Robbie) también da cabida a Ken (Ryan Gosling) en su propio choque con el mundo, donde en el universo de Barbie representa al amigo enamorado y dejado de lado románticamente, incluso menospreciado en sus capacidades, hace de alguien un poco tonto, así como Barbie representa el estereotipo de la chica rubia sin atributos más que estar de moda, ser cool y lucir en todo superficial, si bien hay muchos tipos de Barbie, muchas de ellas capaces de las actividades más exigentes, pero la Barbie principal es una especie de cabecita hueca o calabacita, algunos la creen una bimbo, una chica brutita, fácil y sensual, como la Kelly Bundy (Christina Applegate) de la muy divertida serie Matrimonio con hijos (1987-1997). Pero Barbie descubrirá al pasar al mundo real que es capaz de reflexionar sobre quien puede ser, ser trascendental, más inteligente de lo que se espera de su atractivo físico y habituales anhelos existenciales, tras curiosamente darse cuenta de que existe la muerte o cosas desagradables (frustraciones) en el diario vivir. Barbie querrá ser más profunda, sin dejar de ser fácil de identificar, como la típica heroína salida de la universalidad o de lo ordinario. Ella irá en búsqueda de la niña que la tiene de muñeca, en que hay una cuota latina digamos, en un filme que maneja diversidad racial dentro de la unidad de ser norteamericano, como una presidenta barbie afroamericana o un mejor amigo competitivo y egocéntrico que tanto molesta a Ken, asiático. Barbie, más allá de tener que aguantar y salir a flote pero desde un cine amable, crece hallando frustraciones, y hasta se topa con cosas llamémosles oscuras, o propias del mundo real, donde suele asomar perversidad, corrupción, melancolía, situaciones y emociones poco ubicables en el mundo habitualmente perfecto, rosa, de Barbie. Esto es a raíz de que su dueña, de ella como juguete, yace pensando digámosle raro; así mismo Barbie puede terminar convirtiéndose en la Barbie freak, es decir marginal, la que no puede adaptarse al mundo ideal o de éxito. Barbie pasa al mundo real jugando un poquitito a Matrix (1999) pero a la inversa, como con esa playa -aludiéndose en cierta cuota al surfer californiano- que parece intencionalmente de cartón, saliendo un poco a lo Beau is afraid (2023) de un lugar kitsch, un espacio con una impronta y personalidad propia -con su toque interesante aunque rosa- que aporta la línea de barbie como juguete, aunque Matrix ya es, de lo tan popular, hasta un famoso meme. En el mundo real se indica que los dueños de Mattel o los que inventan estos juguetes son todos hombres, y ahí se critica que debe incluirse más a las mujeres, que eso sería lo más lógico. Así mismo se dice que mucha culpa de que las mujeres estén sojuzgadas digamos, entre comillas, es por esas mujeres que son muy celebratorias o dóciles con los hombres (o que dejan de lado su intelecto), tal si se dijera por una parte que las antipáticas o insoportables hacen más por las féminas en general. Se clama que ocurre por una cierta inocencia femenina (al estar uno ciego de amor) desde un filme que no ofende abiertamente, pero ésta Barbie quiere decir que no necesita de los hombres (Hello, Noah, where are you?) o ella se va a hacer cargo de todo. Aparece el espíritu femenino, una ancianita inventora de Barbie, que hace como de creadora a lo Blade Runner (1982), en que se interactúa sugiriéndose que Barbie como un tipo de replicante debe aprender a convertirse en un ser humano, hasta lo trascendente. En el mundo real mandan los hombres y en el de Barbie, ella. En el universo rosa los Ken yacen minimizados, son como mujeres floreros (sin la sexualización o erotismo de las féminas), son el clásico amigo confidente, únicamente compañero y subalterno. No se sabe si Baumbach como coguionista se siente identificado con esto, no le molesta o no se percato o no quiso hacerse problemas, o está más bien criticando o ironizando un poco, aunque la cosa parece va en serio. Éste Ken es visto propio del Glam Rock o los hombres frágiles, pero que tal como si se estuviera hablando de homosexuales deben aprender a quererse y no depender tanto de las Barbies, es decir, de las mujeres, expresando que deben aprender a volar solos, creer en ellos. Barbie vive en un mundo mágico, donde ella protagoniza a la chica popular dueña del planeta, es así que Ken, menospreciado, se transforma en el villano clásico de muchas propuestas americanas, como de películas familiares, así se puede apuntar Megamente (2010) o Los increíbles (2004). Ken conoce, se entusiasma, y trae el patriarcado a éste mundo de inocencia femenina, un patriarcado que se enfrenta al desnudo/trabajo de los lugares comunes para bien y para mal en tremenda lista que parece en muchos sentidos interminable. Se manifiesta que Barbie no es ninguna bimbo y más bien por el final asume su sexualidad y hasta la naturaleza de la maternidad, que es otra de sus luchas, abriendo la mirada un poco del feminismo acaparador que todo lo ve individualista, narcisista.