jueves, 30 de junio de 2022

Men


Men (2022), del británico Alex Garland, es una película bastante interesante. En la trama una mujer, Harper (Jessie Buckley), ve suicidarse a su marido lanzándose por el balcón, cuando le dice que quiere separarse. Antes el marido por una tontería le mete un tremendo bofetón que la tira al suelo. Asistimos a violencia doméstica. La mujer lo bota gritando y éste se arroja tras advertirle que lo hará si lo abandona. Es así que a Harper se le quiere imponer la culpa, pero como ella misma dice más que culpa es una obsesión que la persigue, es decir, una enfermedad. Harper se va a sanar a una casona en el campo inglés. En ese lugar, ella y el filme de Garland oscilaran entre la obsesión malsana, lo mental, y la realidad, una llana y propia de pueblito idílico de pocos habitantes en la campiña británica, pero donde asoma poder hallar algún culto secreto ilustrado en  las imágenes esotéricas de una iglesia (o el designio de las estrellas, el destino), teniendo propio del folk terror. Harper imagina que alguien irrumpe en su casa muy violentamente y luego descubre un ave en el suelo. Harper ha creado un mundo surreal y alternativo producto de la persecución psicológica de la memoria del marido abusivo, que matizándolo estaba enamorado de ella hasta lo extremo y sufría de tener un problema de autocontrol que tampoco es esa excusa del cura cínico y lujurioso de absolverlo todo fácilmente. El filme es una lectura general sobre el maltrato de los hombres hacia las mujeres, como estos ejercen dentro de un orden general el abuso, aunque suene a discurso algo exagerado (muy propio de nuestros tiempos también, hay que decir), pero el terror también lo es como atributo. Queda claro cuando el actor Rory Kinnear representa a todos lo hombres del pueblo de alrededor de la casa de campo en que vacaciona Harper, con esa misma característica, el maltrato e indolencia hacia la mujer. El maltrato llega hasta estar presente con un adolescente, haciéndole bullying a la protagonista -que pasa por el recuerdo con un mismo rostro simbólico, del mal- producto de los hombres que quieren obligar a las mujeres a obedecer, incluso en el capricho de un niño con máscara de Marilyn Monroe. Hay una escena en un túnel que pasa de lo angelical al terror poderoso bajo la ubicua persecución. También yace simbolizada la consecuencia del maltrato de los varones hacia las mujeres en el pecado original, por la manzana prohibida. Harper se come una, donde se da un gran detallismo del momento. A poco tiempo le acecha un loco desnudo, un raro, que se convierte en un hombre planta representando aquella manzana que Harper/Eva se comió, y lo dice directamente una broma del administrador de la casa de campo. Ésta propuesta posee tremenda escena de magnífico terror visceral (aparte de la super escena con un cuchillo de cocina), homenaje a la también británica, de terror de culto, Xtro (1982), de lo que Garland duplica la apuesta visual, la hace más gore, más desagradable, más violenta de aguantar ver, haciendo desfilar brutalmente por la protagonista a los hombres del pueblo, marcados en un único rostro modificado con efectos especiales o de computadora. Es del pecado original hasta lo más obvio. Asistimos al sueño de Harper, cual confunde cosas reales con cosas fantásticas, les cambia de lugar, como aquel embarazo del final que ella cree alumbrará alguien también recriminable. Es una generalización, de ello el preciso título, un comportamiento repetitivo, colectivo, si bien de distinto calibre, desde el policía que poco le importa si Harper finalmente es agredida de noche e incluso puede éste tomarse las cosas personales y generar un acto corrupto, como cuando aparece tarde sin motivo, hasta tipos primarios riendo en un bar incomodando a las mujeres, siendo ellos.