lunes, 27 de junio de 2022

Crimes of the Future (2022)


Ésta, la última película del maestro canadiense David Cronenberg, fue la sensación del festival de cine de Cannes 2022, aunque el jurado no le dio ningún premio. Se ha estrenado austeramente en Canadá y EE.UU y prácticamente no se ha estrenado internacionalmente en salas. El filme es visualmente austero, luce de muy bajo presupuesto, los lugares se ven lúgubres y con lo esencial solamente, por lo general solitarios y medio abandonados, las calles parecen europeas, viejas, como olvidadas, ese es el futuro de la humanidad que presenta Cronenberg, de decadencia y lujuria aunque por un sexo raro, de búsqueda de perversiones, corrupciones y trasgresiones, aun cuando se percibe que la ley está como Gran Hermano siempre cerca, rondante, es algo gaseoso, con un cierto toque criminal o paramilitar en la labor. También ésta policía yace representada austeramente con un agente de color llamado Cope (Welket Bungué). Éste filme de ciencia ficción está plagado de ideas, es curioso y entendible, tiene también de noir y levemente de terror. El noir es el que abre con una escena muy poderosa y perturbadora, la muerte de un menor que puede comer plástico. En el filme hay dos líneas en lucha. Una es la ley que quiere que nada perturbe el sistema establecido, el orden, lo que todos conocen y viven comúnmente. Aquí entra a tallar una humanidad yendo hacia la destrucción, no existe el dolor físico y esto hace que lo busquen como arte, excepcionalidad y placer, poniendo la cirugía y la autopsias como este mecanismo de expresión y de adquisición. Un famoso artista o performancer de las cirugías como placer y arte es Saul Tenser (Viggo Mortensen), nuestro protagonista; en la trama una celebridad de la corrupción por entretenimiento pero curiosamente es nuestro guía y (anti)héroe y hasta presenta un cierto difícil de clasificar código de decencia. Lo acompaña en todo Caprice (la hermosa, sensual y excelente actriz Léa Seydoux), es una pareja afectiva sin anillo en el dedo, muy libre y muy metida en la búsqueda del dolor como placer. El filme de Cronenberg deforma cosas naturales para plasmar su lenguaje audiovisual, como el parto humano y la enfermedad de la auto-laceración que simboliza esa autodestrucción que nos conduce como humanidad. La línea del orden es otra a la que hoy nos regenta; es otro modo de existencia en el futuro próximo el que ha retratado Cronenberg. Igual luchan por mantenerlo; lo que no nos es común en éste futuro es una amenaza y se busca eliminarlo. En esto yace la otra línea, una metamorfosis producto de la experimentación, y es algo del tipo de la guerrilla y lo revolucionario, aunque en el fondo no hay mayor justificación, es, existe y nada más, son los que pueden comer una barras como de chocolate sintético o el plástico, en esto entra a tallar lo diferente que quiere ser aceptado primero y luego imponerse. El noir juega con éste sci-fi, ese niño muerto (e investigación), es esa lucha entre el orden y lo outsider, puede entrar en esto último lo que podemos imaginar que encaje, como tendencias políticas, sexuales, sociales, etc, nuevos ordenes. Es la lucha medio arbitraria, por lo que muta, el placer por lo extraño y algún tipo de estabilidad o reino. Saul es también un álterego del propio Cronenberg, un tipo que pinta de ser muy curioso, que quiere probar toda novedad, aun a riesgo de morir (o perder), es también metacine, un especie de director de cine en sus performances, un genio inventor de hedonismo a través de lo perverso o de lo que rompe todo límite. En un momento parece irónico oír a Saul confesar que no puede con el sexo tradicional, puede que aludiendo a la vejez, mención del cuerpo maltrecho, como con esa fisonomía de enfermedad que carga encima como monje satánico, templario o medieval que camina de noche en el misterio tras la aventura, esa que el noir le ofrece como revolución. Saul es un artista verdadero, se debe mucho a la búsqueda de arte, a otorgarle significado a lo que no lo tiene, tal cual las cirugías que excitan a Timlin (Kristen Stewart), la que con trampa quiere reemplazar cual hot nerd al indomable y enfermo Saul. Es pues la lucha de dos ordenes, lo nuevo y lo viejo o actualmente común a todos. Esa madre que hace lo impensable es un gen de algo mayor. Es el mundo dominado por las actuaciones, por las performances, por el apetito por lo extraño y los comedores de plástico son presentados como amenaza, pero son también como un nuevo futuro, hay algo ahí que pide ser positivo, aunque tiene mucho de vacío, hasta que Saul lo interviene y lo plantea como poesía, tras cierto gore. Pero toda revolución no siempre triunfa y si lo hace tiene que pasar por mucho antes de reinar.