sábado, 26 de mayo de 2018

The Voices


The voices (2014), una película en solitario de la cineasta franco iraní  Marjane Satrapi, la directora de Persépolis (2007), nos habla de Jerry (Ryan Reynolds), un tipo solitario que tiene problemas mentales, y que al sentirse sólo deja de tomar la medicina y se vuelve un peligro para la sociedad, para cualquiera. En su locura oye hablar a su gato y a su perro, la maldad y la bondad respectivamente, o el sarcasmo y la ñoñería igualmente. Dejar la medicina permite escucharlos. Cuando Jerry yace abiertamente en la locura hay como un mundo mágico a su alrededor, embellecido, por más contradictorio que suene. En cambio cuando está cuerdo ve lo horrible del mundo, se deprime por su soledad, como el caso en que toma el medicamento y ve que su hogar es un cuchitril pestilente por los trozos de cadáver que guarda.  

La propuesta de Satrapi tiene un problema, nada entre dos lugares y no define muy bien ninguno, por lo que cuesta compenetrarse, uno no sabe si reír o llorar. Jerry tiene una existencia lastimera, ha sido un niño traumado, ha aprendido o heredado la locura de su madre, y aguantado mucho el abuso y humillación de su padre. Cree que cuando la gente sufre, o está herida, debe parar de sufrir, por ende, morir. Esto le viene por su madre. Ese último deseo macabro hará que Jerry pierda la perspectiva y se vea como un monstruo, lo que generará su primer asesinato. Esto llegará hasta las últimas consecuencias porque Jerry no sabe enfrentar el dolor. Ryan Reynolds es un actor muy simpático, carismático, y Jerry tiene eso, parece una persona dócil y encantadora, pero en realidad es un peligroso asesino en serie.

El filme tiene esa combinación contradictoria, Jerry por un lado parece buena persona, pero mata salvajemente, despedaza a sus víctimas y luego decapitadas las guarda en el refrigerador. En un momento el perro lo pone en claro, Jerry eres una mala persona. Pero el filme de Satrapi siempre hace ver a Jerry amable, tranquilo, sonriente, y un tipo que destila lastima. Encima agrega humor negro que es chocante de digerir. Matar parece algo superficial. Ser un asesino en serie también. Parece el filme justificar a Jerry, lo cual hace absurdo al filme.

Esta obra es curiosa y llamativa, con su mezcla central entre humor y terror totalmente extravagante, y el tono que es toda una rareza, porque por momentos se burla sin piedad de lo que vemos, y en otros momentos el dramatismo, la oscuridad y seriedad está por completo en las escenas que recordamos los traumas infantiles del protagonista. Pero el filme pudo ser mucho más coherente escogiendo una perspectiva, pero así como está se nos complica. ¿Cómo puedes compadecerte de Jerry si matar es cosa de juego, de banalidad, de burla?

¿Es un asesino en serie una pobre alma que mata por traumas y sentirse marginado? Esta empatía es muy inadmisible. Incluso hasta el final Jerry parece un mártir del dolor, mientras sus victimas destilan comentarios irónicos en favor suyo. En un momento el filme plantea la comedia romántica, y luego pega el salto brutal y carnavalesco. Es un filme plagado de insania. En ese sentido Reynolds aporta a la contradicción, por ser un tipo cómico y sarcástico. Parece un mensaje irresponsable, superficial, aunque el cine como arte siempre merece libertad. Puede que creer que reírnos de todo no siempre surta el efecto esperado.

El filme como terror hubiera funcionado mejor, tiene mucho material para ello, pero todo apunta al humor negro, tampoco Reynolds parece el idóneo para el papel, aunque no por mal actor. Los momentos serios en esta película que pretende ser irreverente y jocosa con algo duro desconciertan. En un momento Jerry planea su segundo asesinato, pero la velada que tiene todo de perversa, la lleva a donde murió, se suicidó violentamente con ayuda, su madre, una casa tenebrosa, le toca la fibra sensible, por lo tanto -en un tono final de humor y romance- deja el cuchillo con la que la iba a matar y descuartizar cuando salen de la mano.