lunes, 21 de mayo de 2018

I, Daniel Blake


Esta película le dio la segunda palma de oro (2016) al británico Ken Loach, la primera fue para El viento que agita la cebada (2006). En esta también trabaja con el guionista Paul Laverty. El cine de Ken Loach es cine social, un cine que lucha por los desfavorecidos. No se le puede pedir otra cosa, porque este es el cine que le apasiona y le identifica.

En esta película la lucha es contra la dificultad de obtener los subsidios estatales a ex trabajadores que no pueden trabajar, como Daniel Blake (Dave Johns), que sufre del corazón, pero por una opinión de un agente del estado se le niega, culpa también de la poca paciencia de Daniel y de su falta de conocimiento sobre el proceso y las nuevas tecnologías. Otro caso también tratado a fondo en la película y que se interconecta con Daniel Blake es el de una joven madre soltera de 2 niños, Katie (Hayley Squires), que no tiene como subsistir y no halla ningún trabajo, y el estado le dificulta el subsidio, la asistencia social.

El filme en gran parte simplemente expone ambos casos, la burocracia que enfrenta Daniel, un hombre sensible y buena persona, un carpintero y un hombre manual, pero poco instruido, aunque amable y cero vulgar. Laverty y Loach dan a sus personajes personalidades sencillas, pero ricas, son gente muy sensible, honorable y apacible.

A pesar de que las situaciones son para amargar a cualquiera, la negativa constante del estado, pedirles insistencia, mucho orden, los protagonistas se mantienen a buen punto tranquilos. Pierden un poco la paciencia, pero nunca exageran, siempre argumentan. Hay un manejo con no hacerlos antipáticos al público, y mostrar un estado y un proceso que humilla. Daniel llega a decir, si se pierde el amor propio se ha perdido todo, mientras el estado lo sigue ninguneando, exigiéndole saber e insistir con el proceso.

Se puede entender que la gente que quiere la ayuda del estado son muchos, que el proceso requiere un rigor, conocimiento, pero la esencia del filme es hacer ver que el proceso es ridículo, demasiado cuadriculado, y que mucha gente no está preparada para seguirlo al pie de la letra, son gente humilde, y además se está dándole la espalda a gente que verdaderamente lo necesita. Queda claro que Daniel y Katie son gente decente y que pasan por un mal momento económico, o tienen una necesidad, Daniel sufre de una enfermedad y está solo.

El filme en gran parte de su metraje exhibe la necesidad, el llamado al estado y las situaciones, todo va muy bien, pero luego empuja a mostrarlo con más claridad y falla. Katie dice sutil que no tiene hambre en la mesa, cuando entrega su plato de comida a un diligente Daniel, pasa de comer por el visitante, que hace mucho por ésta familia sin pedir nada a cambio. Esto puede ser menor y pasar desapercibido, pero luego Loach y Laverty lo dejan demasiado claro. Katie en un lugar donde donan comida se arroja sobre una lata de frejoles y se los come con desesperación, y termina llorando avergonzada diciendo que no aguantó el hambre.

La propuesta no es sórdida, no busca retratar la suciedad, la vulgaridad humana, por más que la situación claramente yace en la subsistencia básica, la responsabilidad de otros –como los niños- y la desesperación que empuja hacia la corrupción. Cuando uno piensa en la malicia que podría circunscribirse al filme y quizá hacerlo más audaz, Loach/Laverty pasan de esto, muestran respeto y cariño a sus protagonistas, son delicados en mayor parte, como cuando Daniel o su vecino de color dejan ver que podrían ser delincuentes, pero nunca cruzan la línea, porque el protagonista incluso con un grafiti habla de dignidad y moral, tal cual su depresión.

El filme conmueve, no es malo, pero tiene un toque convencional, para bien y para mal expone con sencillez su temática, también queda muy bien explicada, no quedan dudas, el estado está dejando sufrir y quizá morir a gente decente. En ese camino nuevamente Loach y Laverty empujan el carrito hasta el final con sus protagonistas, lo llevan al extremo, sin faltarle el cuidado en lo que vemos, aunque con recursos cantados y muy directos. Le enseña al estado que pasa cuando su burocracia y su indiferencia se mantienen. Nuevamente el filme también, y con eso cierra, remite a la dignidad de gente como Daniel Blake, un tipo honorable.