sábado, 2 de julio de 2016

The Family (Jia)

La presente es una película de 4 horas 40 minutos de duración, del chino radicado en Australia Liu Shumin, que en su mayoría luce como un documental, de cómo se vive en China, de forma muy moderna, urbanamente, con vistas impactantes y hermosas como la de una pequeña bahía de enormes edificios, o las tomas aéreas o desde lo alto que dejan a los protagonistas en muy pequeña dimensión cuando hacen un peregrinaje a la institución académica donde enseñaron. En su trama recuerda a Cuentos de Tokio (1953), partiendo del hogar de 2 ancianos que viven con una hija madre soltera profesora de inglés llamada Liqin y su nieto adolescente, en la provincia de Jiangxi, ancianos que más tarde visitan a sus otros 2 hijos, otra hija en la ciudad de Fuzhou –la que tan solo aporta la particularidad del baile de su pequeña frente al televisor o que el marido llame papá y mamá a sus suegros- y a un hijo en Shanghai que es ingeniero electrónico, está casado y no tiene vástagos.

En su parte aparentemente documental, la que engañaría a muchos –que pudo pasar igualmente por una docu-ficción- sino fuera por algunos momentos que exageran la ubicuidad de la cámara teniendo una intrínseca cierta dudosa naturalidad (como la de las tantas caminatas, aunque en general las perfomances son impecables), y sobre todo producto del desenlace, una declaración notoria de ser una película de ficción, simplemente vemos como los ancianos, Liu y Deng, ambos jubilados profesores estatales (el poco retrato comunista del filme, que yace en las memorias que narra la hacendosa mujer de edad, con ternura y credibilidad en la expresión de admiración y nostalgia), llevan una vida cotidiana como tantos otros, con paseos, el arreglo decorativo de una nueva vivienda o quehaceres del hogar (todos registrados hasta el más mínimo, en la cotidianidad absoluta, la de una familia hogareña de clase media alta). A su vez se ven las preocupaciones comunes de los hijos de Liu y Deng, sea un mejor trabajo, tener un hijo y poder mantenerlo o casarse con un hombre que amas y te hace feliz.

Lo que rompe un poco con lo documental es el privilegio de algunas tomas, como el pedido de un corredor inmobiliario y su cliente de poder entrar al departamento de uno de los hijos, por ser de la misma arquitectura del que está en venta abajo, la cámara se posiciona detrás de los que hacen el pedido y se les termina tirando la puerta en la cara, implicando la noción de estar siendo filmados, de que yacen actuando, aunque puede que estés haciendo de ti mismo. Después se nota la ficción con algunas conversaciones y conflictos que son tan superficiales, donde las reacciones son demasiado cinematográficas, el hijo reprende a su padre por mentiroso a raíz de algo insignificante, detrás de haber sido abusivo en su juventud, y queda una lección en el ambiente, de lo que hay varias, véase cuando la abuela felicita el heroísmo del nieto por teléfono.

Una enfermedad y guardarlo en secreto mientras todos siguen exhibiéndose puede ser otra pista, pero el final es el punto de quiebre y confirmación, cuando se torna la propuesta en un pequeño thriller del tipo asesino serial disimulado, lo cual rompe la ilusión conjunta de documentación pormenorizada, pero de igual forma su construcción es en gran parte de cierta perfección, y se trata de arte lo que invoca, lo cual consigue a un punto, aunque pidiendo paciencia del espectador, viendo cómo no pasa nada trascendente, aunque ver preparar detalladamente platos de comida chinos tiene su encanto, parecido a ver vender a la anciana Deng cartones y botellas a un reciclador regateador. Uno fácilmente se identifica con esta familia china, que presenta muchas semejanzas con cualquier otra parte del mundo, tanto que apenas notas que te encuentras en un país como China.