Ésta es una película española de bajo presupuesto que presenta cuatro historias entrecruzadas por un personaje misterioso. Una es la de Violeta (Eva Llorach) que ha sufrido de abuso sexual infantil
de parte de un familiar, recuerdo que le regresa tras el secuestro de su hija; otra, la de Elena (Ángela Villar) que padece maltrato físico doméstico de parte de su
pareja; una tercera, la de Lola (Rocío León) y Juana (Ángela Boix) que cada una tiene marcas
del pasado –la muerte de una hermana, el abandono de la madre- y diferentes
intereses que moldean su conducta criminal; y la de Enriqueta (Victória Radonic)
como la malvada ejecutora de una mafia, pero que guarda un rasgo de femineidad
y sensibilidad, buscar a un hombre que la haga reír.
La dirección corre a manos de Carlos Vermut, es su ópera
prima, y se solventa en una visión femenina o, siendo más preciso, en una
interpretación masculina del universo femenino, en donde se articula la
aparición de un superhéroe, Diamond Flash, que es como el salvador que en
realidad no necesitan éstas mujeres, sino que deben ser solventes por sí mismas
dentro de sus vidas y conflictos, en los papeles de las noveles y efectivas actrices. Vermut presenta personajes muy bien dibujados, desde la delicadeza y dulzura de
Lola, la inocencia y simpatía de Elena, la fuerza de Violeta (que en realidad
es, o debe ser, de todas), y la sensualidad y la determinación de Juana. En sus
respectivos contextos son descritas sus personalidades de forma
contundente y bastante hábil condensándose y proyectándose en la trama sin
previsibilidad sino manteniendo la atención del espectador en el orden de cuatro
episodios (separados algo arbitrariamente) que contienen escenas cómicas y
cotidianas ágilmente descritas –la emoción en la anécdota sobre la aparición
intempestiva de Diamond Flash; la de las citas de Enriqueta en un bar- , otra intensa
y melodramática (una porción generosa, 40 minutos más o menos en el interior de
un baño y a razón del vómito, literal y metafórico), alguna surrealista –la del
sueño de reencuentro con la madre muerta-, una muy salvaje y violenta (la del
pasadizo), otra de fuerte tensión y miedo –la de Elena atada a merced de la
muerte- o envueltas en deseo físico y de lugar perdido en el tiempo (en un restaurante
abandonado en medio de una relación lésbica y de conveniencia).
La
visión de éste filme del superhéroe es atípica al uso cotidiano, pero acorde con el mundo en
que vivimos, lo que hay que tomar como una crítica en general, porque busca destacar la idea de
que realmente no es necesario para nuestras vidas (en especial de ninguna mujer),
ya que no es un ente superior que ostenta un código idealista y humanitario,
sino el de un tipo imperfecto, abusivo, asesino y hasta vengativo (de ahí la
nota en la boca de un cadáver). No obstante Diamond Flash hace el bien a fin de
cuentas, como rescatar a una niña de un secuestro o salvar a una mujer de un
inminente robo y violación, teniendo alguna defensa en sus espaldas (explicita
en varios diálogos, uno de Enriqueta haciéndose pasar por policía y otro de la
madre enferma de Elena). Pero de lo que va es no saber enfrentar la violencia sexual y física (todavía, y realmente se vislumbra
elípticamente como un desenlace pesimista y conformista).
El filme se articula sobre un contexto muy fácil
de identificar con nuestro entorno inmediato, las mujeres criminales tienen de
ordinarias damiselas, buscando enamorarse, compartiendo ratos
intrascendentes, apasionándose, divagando en existencialismos sutiles o
simplemente haciendo un pasatiempo artístico que requiere una sensibilización.
Se nos presentan cuatro personajes (incluimos a la mandamás en las tinieblas, detrás del teléfono y el secuestro), los antagonistas de Diamond Flash, que al
igual que él presentan una personalidad tanto reprobable como sentimental. El filme sirve para la reflexión, bajo un espectro audaz propio de un cómic urbano, de que el
futuro no nos está señalado, no existe el destino (lo demuestra la lectura del
tarot con barajas de animales prehistóricos), sino está en nuestras propias
manos, ser bueno o malo nos concierne tanto como poder resolvernos en
situaciones determinantes, saber decidir y superar todos esos trances, en un disfraz
de historieta que juega a la par a lo realista y fantástico.
Juana dice haberse rendido a la última frase de su madre, el
amoldarse a la oscuridad, por la falta de fe en una vida
correcta y optimista, mientras Lola persigue un acto reivindicativo que
cuestiona su nobleza. Y es que muy a menudo nos movemos por el espacio menos
acertado. Porque superar problemas es verdaderamente un reto personal y un
acondicionamiento. Y aunque el filme trata de no cuestionar ni el bien ni el
mal en cada persona sino atender a su ambigüedad y complejidad, si se trata de
saber hallar la salida más inteligente y justa, de ahí que la tragedia envuelva
muchas decisiones, nos hagan caer por nuestro propio peso, salvándose sólo la
pura superficialidad, por lección innecesaria, como le pasa a Enriqueta; un
jugoso personaje, cínico y seguro de sí, que se amolda a ese mundo que el
conjunto parece señalar con aire de conmiseración, desilusión y más tarde
resignación (no para el espectador que puede cavilar al respecto), en un tono muy contemporáneo, el de la neutralidad, el de la
autosuficiencia.
Diamond Flash y su rival “principal”, Enriqueta, aparte de
amoldarse más al juego que plantea el cómic y ser la presencia original -cada
uno a su modo siendo además representativos- dentro de la normalización
realista (haciendo la salvedad de los súper-poderes del superhéroe que se dan solo
en dos casos puntuales en un único momento) son gérmenes del mal que vivimos (aun siendo
ella otro ser humano más con algún requerimiento afectivo). Ambos son piezas de un
universo que debemos reemplazar, proporcionando
en esa línea dejar a la abusiva pareja. En la
película aunque sea increíble de creer –yo he dudado si era o no semejante ocurrencia- pasa por un pedo que dicen juega con una frase hecha, una “audacia” bastante boba, pero que no creo que llegue a destruir los tantos logros.
Cada parte encaja perfectamente en el relato una vez que las tenemos bien vistas, a lo que hay que estar atentos, donde no parece sobrarle
mucho aun vistiéndose a veces de mucha intrascendencia, aunque también deja rastros
y elucubraciones a la imaginación. El filme brinda lo necesario para hacernos de un
escenario actual, que parece llamar a la consciencia de la mujer en particular,
transportándolo a nuestro deseo de cambio a través de su “verídica” contextualización y su singular en apariencia
pero repetitiva esperanza o inacción; sin obviar que luce atractivo,
entretenido y original, y aunque contenga
diálogos demás o ciertas tonterías sobresale su personal dramatización (que es algo
unidimensional aunque los personajes se hagan querer; rígida en Enriqueta o muy cándida en Lola, pero que crean
empatía y viven en la riqueza del conjunto). Contiene muchas virtudes como su consistencia argumental, su
atrevimiento y su personalidad, que no hacen más que señalarla como una obra
que propagar.