El juego está servido y a su vez nos ofrece un relato en que
el amor tiene distintas caras, primero está Mavi y luego Ida (Christine Boisson),
la primera de posición opulenta atraída por el intelecto de nuestro
protagonista (por su obra) y la segunda más moderna en la de una actriz
de teatro seducida por la mutua sensualidad. Es notoria la fijación que ejerce
la propuesta por hallar a esa mujer especial o, mejor dicho, a ese otro ser complementario,
que rompa con aquella hegemonía pesimista de que venimos a sufrir, aunque
Antonioni mediante Niccolo nos diga que la melancolía se presta más a los
pensamientos y por ende el creador se mueve mejor como en aquella laguna tan despejada,
tan amplia, tan vacía, como el agua que suena a dolor, pidiendo a continuación disculpas
y que se da por comprendidas porque la belleza, el amor siempre alberga esa
otra cara humana, finalmente es indisoluble.
Las dos mujeres de Niccolo traen ese eje del autor, el
conflicto, ninguna lo puede satisfacer emocionalmente por completo, le genera
dudas, tensión y decepción, aun teniendo la parte erótica muy despierta, esa fruición
sexual. El filme se recrea en mostrarnos cuerpos bien moldeados, desnudos. Esas
mujeres son hermosas, las escenas sexuales son abiertas, naturales y a su vez
sensuales, pero con una estética que dibuja un buen gusto, sugerente
y elegante. Una curiosidad es la bisexualidad de una, aunada a los
rasgos algo varoniles, o la melena corta de ambas. Ellas son tan iguales a ese
hombre, creando una mayor dificultad en concebir esa unión, ya que son dos gotas del
mismo reflejo, en ello tanto hombres como mujeres sufrimos de ese universo del
director, no hay diferencia en su cine aunque el título nos remita a una
constante, la mujer.
Niccolo luce frío, pero sólo en las palabras, revelándose
en su obra alguien perfeccionista encomendado a un arrobo emotivo y a la vera
de ello se muestra arrebatado, tanto que llega a intimidar. Luce claramente sensible, según
se ve en cada escena contundente, por más que trata de ser fuerte. Las mujeres
lo hieren o no lo comprenden, pero también tiene parte de culpa, como con su divorcio, el que
señala su hermana fue falla de él, o con Mavi a la que le es un desconocido. Hay relaciones
afectivas que dicen te amo o que se entregan al placer, pero que se desvanecen
con segundas acciones, con tropiezos, con desconfianza, con la falta de
compenetración, contraria a la del ejemplo de los terroristas o al de
Ida recordando ese sentido con el hijo a venir, formas distintas bajo la ilusión
o el desprendimiento total, a la pareja por antonomasia tan efímera y
autodestructiva.
Rememoro ese gran momento de la conversación con el
sobrino, con la voz en off, una vez que comprendamos “al sol” ¿qué vendrá
después?, no hay más que vivir e intentar que el camino sea más fácil viendo las
circunstancias, como la película de ciencia ficción que nunca quiso hacer ni
realizó Antonioni y al que sólo le bastó un pedacito de metraje de una nave
nacida de un asteroide volando hacia la más grande fuente de calor del universo
para develar nuestra idiosincrasia, para conocernos más y el resto es drama e
imaginación. No obstante dejando en el
trayecto sustancia y emociones como la hermosa toma de Mavi mirando por la ventana a Niccolo en la calle, triste, mientras cada uno sigue un camino propio, semejante a una pintura que nos
trasmite una historia, teniendo presente que estamos ante la amenaza de la niebla.