El canadiense
David Cronenberg compite por la palma de oro, en Cannes, con Cosmópolis, una adaptación cinematográfica del libro
del famoso escritor norteamericano Don DeLillo que contará con la estrella de Hollywood
Robert Pattinson, una amalgama curiosa entre una celebridad de adolescentes y
un realizador históricamente para minorías ansiosas de rarezas, un director que
no es tan popular entre las mayorías ni en festivales o galas de
premios pero alguien que es admirado por un grupo pequeño que le rinde culto y
que ha ido incrementando notoriedad.
Desde que Cronenberg se inicio su vena fantástica y de
terror en películas de tipo B lo han llevado a ser un pequeño ídolo del séptimo
arte. A través del tiempo se ha ido estilizando hasta ofrecer mayor calidad sin
perder ese aire personal que siempre lo ha definido de alguna forma como un
rebelde que articula cultura. Una obra que le brindó uno de sus más grandes reconocimientos
es EXistenZ (1999) que le dio el oso de plata a mejor dirección en la Berlinale.
Confundiendo realidad con fantasía tenemos que la creadora
de videojuegos Allegra Geller (Jennifer Jason Leigh), ayudada por un publicista que
hace de guardaespaldas, Ted Pikul (Jude Law), decide probar su nueva invención
metiéndose en un espacio en donde las conspiraciones están a la orden del día. Así somos introducidos en un circulo interminable en que avanzamos en bucle, participes de la
enemistad y conflictos por la destrucción del producto virtual en
que se rige el filme. Yendo a la parte central es el relato de dos personas
dentro de un videojuego que conectados a un cable por la espalda tienen que
resolverse en esos límites pseudo reales.
Cronenberg quien también escribe el guion se las
arregla para crear un futuro próximo en que recurre a un aspecto sucio y un gore
básico en que caminamos sin saber que viene más tarde, siendo un agregado
interesante el querer saber en qué consistirá el desarrollo del juego virtual y
aunque es bastante extravagante, tampoco define exactamente que pruebas permiten
pasar a otro nivel, se las arregla para
mantener coherencia. Exhibe muy bien la intriga, se desconoce si los héroes han perdido o ganado, o si los protagonistas han contraído una infección al ser orgánico el aparato que relaciona el sistema de
entretenimiento y por ende está malogrado, mientras se formula una constante pregunta de
si están fuera de éste mundo alterno o no.
EXistenZ es un filme especialmente sencillo que se logra sostener sobre
todo por la curiosidad y la ambigüedad pero que en sí no se trata de mucho, aunque
astutamente no baja nunca la tensión. No se hace problemas en la simulación de un
espacio nuevo, pero parecido al verídico, ya que además esa es
su arma de fondo. EXistenZ se hace una forma divertida de
apreciar a través de su perspectiva de continua desconfianza u oscuridad, no clara para
nadie, ni siquiera para la autora del invento que está tan confundida como el neófito
de su acompañante, quien es también su contrincante. Estamos frente a un cine raro de degustar, pero bastante atrayente, pulido ya
por la experiencia, y aunque ésta película no será una obra maestra es muy digna de un
séptimo arte aun aventurero, que no parece pretender más que arrastrarnos ésta
vez a una locura ligera que representa el recurso mayor que manipula en su
filmografía un Cronenberg que sabe transformar el delirio en entretenimiento.