sábado, 18 de febrero de 2012

Albert Nobbs

Lo primero que tenemos que notar en ésta película es que involucra a tres escritores muy destacados o interesantes, el primero es en relación familiar por ser el director de éste filme el hijo del Premio Nobel Gabriel García Márquez (el máximo artífice del realismo mágico), Rodrigo García; cineasta de quien si observamos su difusión mediática veremos que es bastante discreto y que aún pasa desapercibido para muchos, a lo que hay que acotar que igual demuestra que su vocación artística es más que el reconocerse vástago de uno de los más importantes nombres de la literatura universal contemporánea sino que sobrelleva una proyección que potencialmente puede ser de las más apreciables en un futuro próximo. El segundo creador de altas letras involucrado en la película es el escritor irlandés John Banville que ha colaborado con el guión, y que aúna prestigio al conjunto al haber merecido el Booker Prize 2005 (el Goncourt o Pulitzer inglés) y se le considera uno de los mejores exponentes literarios en lengua anglosajona actual, reconociendo que Irlanda es la tierra de maestros literarios como Joyce, Beckett, Wilde, Bernard Shaw, Butler Yates o más folclóricos pero relevantes como Sheridan Le Fanu o Charles Maturín. El último pero no menos atractivo y sería bueno descubrirlo mucho más, es el que proporciona el magma de la propuesta cinematográfica ya que se basan en un cuento suyo, el irlandés George Moore.

Empezando a meternos en éste filme, tenemos que recordar que el protagónico de Glenn Close está nominado al Oscar 2012, siendo ésta actriz muy competitiva y de alto nivel interpretativo –ganadora del Premio Donostia 2011 en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián- y que pese a no ser la más segura ganadora, éste último reto es un pie puesto hacia adelante para la que le es una elusiva estatuilla dorada y que pronto puede llegar si sigue buscando la dificultad escénica. Recordando que ya hizo historia –solo le falta la cereza del pastel a su carrera- ya que como olvidar su magnífica actuación en Atracción Fatal en donde recreó a una maniática obsesiva que busca venganza en el imposible amor de un tipo que solo la consideró una amante ocasional.

En ésta oportunidad es Albert Nobbs, una dama tímida y asexuada que decide a los 14 años de edad convertirse en un hombre, para subsistir y salir de la pobreza; escondiéndose detrás de la apariencia de un mozo inglés en toda regla, inexpresivo, trabajador, recto, silencioso y muy servicial, que planea ahorrar una sustancial suma de dinero para colocar un negocio de tabaco, sin embargo la trama nos develará no tanto su biografía sino su inocente personalidad como también su deseo de encontrar la felicidad en la vida que ha asumido por completo, casi sin meditarla mucho. Ella es Albert Nobbs y no necesita mayores justificaciones, su contexto está fusionado con sus sueños como le pasa a todos los seres humanos, su identidad no se define por la masculinidad pero la necesidad la ha vuelto tal cual, no hay una crítica flagrante en defensa de la homosexualidad sino se es simplemente relegándonos a nuestras metas y a nuestro anhelo de realización personal que en general por todos pasa por la libertad económica y por la consagración amorosa.

Nobbs se topará con la juventud desbocada, quien quiere despegar de forma ruin en el “maltratado”, resentido con su idiosincrasia y tramposo Joe (prometedor Aaron Johnson) que despliega su astucia y sensualidad en pos de un viaje al progreso en Estados Unidos anclado a las malas maneras, y la de su novia Helen (la muy apreciable Mia Wasikowska) que más que maldad es ponerse al recaudo de un oportunista y ser seducida por la falta de compromiso y afecto hacia el prójimo. Algo que parece que Rodrigo García lleva muy presente; su auscultación cinematográfica a las relaciones humanas tiene la predominancia de la (infaltable en toda cosmovisión política) mirada social; de ésta obra se pueden derivar varias agudas críticas a la sociedad en cuanto a la convivencia de clase que equivale a la diferenciación que produce el capital en su inevitable orden, lo que hace notorio encontrar la salida económica que permita establecernos en la igualdad que concibe el mundo moderno.

El filme presenta dos caras de importancia, el amor y el dinero, empero la conclusión general no mitifica ni se subyuga negativamente de cara a lo lacrimógeno o pasivo bajo el poder adquisitivo aunque obviamente sabe que conlleva ello en su forma individual y colectiva, hay que ser realista y darse cuenta que vivir implica algo del mal llamado materialismo, sin embargo nadie está completo sin el afecto y no somos solo románticos sino abiertamente conscientes (no es lo mismo estar solo en la pobreza que acompañado en ella e incluso ser rico sin compañía impoluta al lado es otro tipo de paupérrimo vacío; notemos la trascendencia de esa palabra -para tantos- cursi: el amor frente a la otra implacable: necesidad económica, visto bien notaremos que la primera cae en la manida pero legitima frase de las apariencias engañan, su poder es incuestionable por encima de cualquier otra cosa sin que equivalga a conformismo ); ni el solitario Nobbs, ni su amigo (a) Hubert o la tonta Helen se escabullen de eso, sino terminamos siendo fantoches como el estereotipo funcional del autor en Mrs. Baker (caricatura perfecta en Pauline Collins) o el jugueteo sexual con las criadas para subsanar carencias en el Doctor Holloran (Brenda Glesson).

No se puede evitar notar que hay lugares comunes y circunstancias novelescas; que hay sitios en que se perfila claramente la vulgaridad de la opulencia reflejada en el Visconte Yarrell (el por ahora más que todo guapo Jonathan Rhys Meyers) y sus amigos, aunque salva el tema la clase baja en que yacen rastros ambiguos, el sobrevivir quebrantando reglas que empujan a los seres humanos a decidir trasgredir ciertas líneas para vivir, algunas veces sin que lleve inmoralidad y otras con ella; el bien y el mal depende de las perspectivas y enfoques aún en una acción como la mentira que está en el disfraz de una lesbiana o en su subsistencia.

La ambientación puede ser algo austera y también fastuosa, es la correcta en todo espacio delimitado mayormente por un hotel en Irlanda que es la pensión en que se reúnen todos los personajes y su riqueza cotidiana. La cinta tiene pequeñas sub-tramas que crean un mosaico interrelacionado bajo el leitmotiv del género trastocado a la luz del desarrollo en una ciudad complicada. El papel de Close es destacado, no llega a ser una incuestionable figura varonil empero la inexpresividad voluntaria, la palidez y vejez del rostro, las formas neutras de los movimientos o la rigidez corporal logran cautivar, convencer, también no solo por lo físico sino porque Nobbs es alguien dulce, amable e inmediatamente empático, pero sin esfuerzo, naturalmente, cuando cuenta sus propinas, cuando enamora a Helen o cuando hace preguntas de sorpresa a Hubert.

Otra nominada a secundaria es la británica Janet McTeer que hace un papel espectacular, ruda a pesar de unas voluminosas tetas, amplia y franca, se comporta como uno de los bravos sin perder los sentimientos. Visualmente no resulta fácil asumir que vemos a un tipo donde yace una dama, sin embargo en el intento de sus formas logran acercarse a una mucho más que decente emulación, teniendo en cuenta que el espectador sabe que ahí está Close o McTeer. Cuando salen vestidas de mujer provocan risas en la falta de costumbre de su femineidad (otro momento gracioso es cuando Nobbs corre y cae de cara a la arena), lo cual es un mérito ya que en la normalidad lo son sin medias tintas. De las dos me genera más admiración Close porque no deja de ser suave en otro cuerpo, siendo más previsible ver a un sujeto arcaicamente machista en una lesbiana aunque sea McTeer contundente y a su vez semejantemente destacada. La melancolía de Nobbs es un estupendo trabajo de Close, deja el listón alto. La tercera nominación va para maquillaje, revisando éste no satisface totalmente, no sé si por un aire de imposibilidad; aunque se va por lo menos artificial y sale airoso, se hace un poco incompleto.

Tiene de cuento de hadas, tiene de brutal realidad, salta de un motivo a otro, con el velo del séptimo arte, con la infraestructura de la fantasía del ecran en manos de la imaginación y confabulación de varios creadores. El desenlace no falla, duele y redime, pervive en otros, queda la iniquidad de unos pero el conocimiento de quienes no pueden permitirlo, como es el planeta, en la línea última del filme, dice Hubert a una Helen que puede tener una segunda oportunidad, hay una esperanza gracias a los que ven por los demás.