lunes, 4 de abril de 2011

Pan Negro


Éste año los Premios Goya escogieron ésta película como la mejor del cine español dándole 9 galardones, al verla me doy cuenta que posee un argumento algo intrincado pero que finalmente se resuelve muy bien explicando cada duda, en ella encontramos personas que no son éticas en absoluto que al descubrirlas nos daremos con la impresión de que los seres humanos pueden ser unos terribles monstruos sin que lo aparenten y ese es un gran acierto del guion y la dirección de Agustí Villaronga que se basa en el libro de Emili Teixidor.

Obra que no se detiene a lapidar a nadie sino se dispone a desmontar las mentiras que se ciernen sobre los hechos sin ceñirse a que cada quien recibe lo que merece, no es el caso del filme ya que las situaciones se mueven escabrosamente.

Observamos que la película no juzga sino presenta los personajes tal y cual son tanto que nos dejamos engañar por ellos bajo una falsa fachada, en ella yace la fantasía propia de la imaginación popular que se guarda de enseñar la inmoralidad y la criminalidad bajo una cubierta. La película juega con la doble moral. Tampoco abunda la inocencia y se ve como el entorno llegará a afectarla porque esa es la conclusión que sacaremos de mirar hacia el futuro de los personajes más jóvenes.

La postguerra civil española es el contexto de la realización pero no es una recreación que busque desentrañar esa etapa directa o abundantemente o en todo caso está para contar un relato primero. Podemos observar que el niño de la historia, Andreu, está ligado al bando perdedor y que su padre es un ex militante comunista que no olvida su filiación ideológica pero sus intereses van más allá de ello sometido al poder reinante de una familia rica representada por la señora Manubens. La historia nos muestra las dos clases sociales que se desarrollan en el campo, por un lado los pudientes y por el otro los pobres que viven en hogares que les pertenecen a los primeros. En ese estado, el de la carencia, Andreu pasa a vivir con sus tíos, su abuela y su prima producto de que su padre decide escaparse a Francia creyendo que va a ser culpado de unos asesinatos brutales que se dan al inicio del filme, en una escena magistral en donde un encapuchado acaba con la existencia de un hombre y su pequeño niño. Ese arranque es digno de celebración, por su explícita crudeza valiosamente direccionada.

Andreu entabla una proximidad con su prima Nuria la que tiene una mano defectuosa debido a la explosión de una granada, con ella pasa mucha parte del tiempo tanto en el colegio como en la casa y hay una cierta atracción ya que la niña tiene la sexualidad despierta como también desprovista de la sensación de culpa lo que se deduce al recibir favores de su maestro. El niño es nuestro guía por la urdimbre cinematográfica porque en su normal deambular nos movemos los que observamos el filme y en su curiosidad está la nuestra, no por nada descubre los cadáveres mencionados anteriormente, mientras escucha a su padre con admiración y amor. Desentrañando su personalidad formarnos una imagen que termina siendo audaz, se relaciona con un muchacho “enfermo” que sufre de la intolerancia e ignorancia de la zona y de los años en que viven; es el que padece los problemas familiares de la persecución hacia su progenitor y observa la servidumbre esclavizada de su madre de quien tiene que separarse e ir a radicar con sus parientes que presentan la cara de un entorno empobrecido y a su vez cálido como los son los cuentos de la abuela en medio de la vida disoluta de la tía más joven o la amargura de la otra que parece la cabeza del hogar en el lugar que le descubre su ascendencia y su condición social. Andreu termina siendo la justificación de cierto silencio y el que atraviesa las vivencias cotidianas rurales que se nos divulgan y que se relaciona con toda la cosmovisión de la realización. Su personaje es el más importante si bien los gestores de los conflictos que presenciaremos son los secundarios.

Es de suma importancia no dejar de mencionar la historia de Pitorliua que ronda por dondequiera que se mueva el relato y del que se dice que es un fantasma oculto en una cueva tras haber sido asesinado por una excitada turba que al descubrir su homosexualidad lo castraron salvajemente causándole la muerte, el que detrás de su persona oculta un oscuro secreto que resulta indispensable para comprender la cinta.

La película está bien diseñada, es redonda, no deja nada en el aire; a su vez resulta sorpresiva al otorgar las soluciones de las ambigüedades. Se moviliza en varios frentes informativos y cierra cada puerta con solvencia. Termina siendo un mecanismo preciso de relojería que nos depara un grato rato de satisfacción.