En medio del absurdo, un poco de surrealismo e ironía, ante la imagen de explosiones, atracos, secuestros y atentados que son asociados con la izquierda radical, Mathieu persigue el amor de Conchita; la historia la cuenta desde que le arroja un baldazo de agua mientras un tren lo lleva a Francia. En ese viaje entre los presentes se encuentra un enano, una señora con su hija y otro tipo que escuchan atentos el motivo de semejante humillación, a esa atractiva mujer que le llama con insistencia. Toda la trama revela las vicisitudes que implica en su persona la muchacha de origen español, desde un asalto realizado por amigos suyos hasta la burla sinvergüenza de ella con un amante en una casa que Mathieu le regala en España.
Conchita es reacia a tener relaciones sexuales con Mathieu diciendo que es virgen, e incomprensiblemente, a pesar de ser muy sensual, él aguanta. Ella juega al gato y al ratón. Incluso desaparece de su vida para luego regresar como si nada hubiera pasado. Mathieu está consciente de que la mujer lo tiene obsesionado y que su relación no es sana pero no puede resistirse. Llega a querer comprarla dándole dinero a su ambiciosa e inescrupulosa madre. La casualidad los junta. Pero es el mismo Mathieu así mismo quien propicia ese acercamiento. No puede quitársela de la mente.
Ella llega a sobrepasarse en cuanto al respeto que debería tenerle como pareja. Se permite, tras ocultarlo, bailar desnuda danzas costumbristas hispanas para visitantes extranjeros en un bar. Mete a la casa de campo de Mathieu a quien parece su amante arguyendo que no tiene donde pasar la noche. No quedan dudas de que no siente nada, pero éste la soporta estoicamente haciendo papel patético.
Es una comedia sencilla que repite como centro el formato de absurda persecución de amor no correspondido, hacia una persona consciente de la atracción que proporciona. Proximidad y rechazo de Conchita; abnegación y apasionamiento de Mathieu. Pero no deja de ser entretenido ver tanto rodeo. Buñuel nos entrega un pequeño divertimento personal y a la vez muy conocido de enamorarse de la persona equivocada. Aun así el sistema no cae pesado. La historia se cuenta efectiva dentro de los vaivenes amorosos. Se recurre a diversas maneras de fomentar novedades, dentro de leves matices de la misma esencia. La ropa intima de castidad y el forcejeo, el restaurante que no quiere servirle a Conchita porque acaba de dejar el trabajo, conversaciones sobre los pormenores de la relación de Mathieu con un pariente que es juez o con un mayordomo que detesta al género femenino, la reuniones en el apartamento que comparte la muchacha con su madre, además de que al cambiar de actriz se adquiere variedad. Suma mucho que se turnen las emociones, junto con brindar toques eróticos con cada una; por ello resulta un ejercicio de buen cine aún siendo una propuesta monotemática. También las actuaciones son dinámicas y soberbias, sobre todo la de Fernando Rey que es un despliegue de experiencia. Por eso la película sale airosa y cumple su cometido de darnos un buen producto de corte ligero pero valioso que nos deja el pensamiento de que lo sencillo también puede tener maestría.