Aoyama, leyendo las hojas de vida de las concursantes, queda seducido por la reseña de presentación de Asami en donde confiesa que su peor momento ha sido cuando tuvo que dejar el ballet por una lesión. Lo cuenta con tanta reflexión que Aoyama toma su escrito como algo parecido a la pérdida de su esposa. Una vez en la audición no necesita ver más y queda encantado con la muchacha de 24 años de edad. Luego de halagarla entusiastamente en su entrevista cinematográfica, la llama por teléfono y van a comer a un restaurante donde comparten mucha química pero nada más; quedan en comunicarse para otra ocasión y se dejan de ver. Ella es muy misteriosa, dice trabajar en un bar en donde no dan referencias suyas. En cierto momento confiesa que un hombre en su infancia la maltrataba y le hacía heridas en las piernas. Además, una referencia de su currículo hablaba de haber trabajado para un productor el cual yace desaparecido hace un año a quien luego niega haber conocido y dice que lo colocó en sus datos porque no tenía a quien poner.
El mejor amigo de Aoyama le advierte que no le gusta la muchacha y que mejor se aleje de ella por precaución, sin embargo es demasiado tarde, Aoyama está enamorado y no cree ver a la chica como el peligro que Yoshikawa le hace creer que puede ser. Mientras tanto en un cuarto lúgubre Asami espera inerte sentada en el suelo con el cabello cubriéndole la cara, paciente aguarda la llamada de teléfono de Aoyama que ha aceptado alejarse de la joven, no obstante la inquietud por verla es demasiado fuerte y le habla concertando una cita. En ese instante una siniestra sonrisa se posa sobre la cara de la chica.
El terror no se hace presente en mayor parte del filme, solo el suspenso, ¿quién puede ser realmente esa joven?, ¿por qué yace sola si parece tener todas las virtudes posibles?, ¿qué oculta?, ¿si se ve tan dulce e indefensa porque preocupa tanto? Aoyama se encuentra con Asami en un hotel donde la hermosa mujer lo sorprende y se desnuda sobre la cama; antes le hace prometer que solo la va a querer a ella. El hijo de Aoyama, Shigehiko, que vive con su progenitor está contento con que su padre haya encontrado nuevamente el amor que le ha devuelto la felicidad perdida por la muerte de su madre. La secretaria personal de Aoyama parece haber estado enamorada de él pero nunca se lo había confesado, ahora se va a casar pero mantiene una atracción por su jefe. En un extraño sueño la asistente le hace una felación en donde se confunde con Asami.
Finalmente la curiosidad puede más y Aoyama decide averiguar sobre su nueva pareja, con lo que se lleva varias sorpresas. En el bar en que trabajó ha habido un asesinato, la dueña del local ha sido mutilada y junto a su cuerpo se han encontrado tres dedos, una oreja y una lengua extras. Después tiene una visión de un pavoroso sujeto en silla de ruedas bastante desagradable a la vista que le causa heridas a una niña que danza ballet. También vemos a un hombre mutilado, desfigurado, arrastrándose en el apartamento de Asami como si fuera una mascota o un familiar a su cuidado y toma un líquido de un plato de perro bebiendo encima su propio vomito. Su compañera yace presente y él al verla risueña se desmaya. No obstante al despertar todo está tranquilo, se halla en el hotel lavándose la cara. La trama lentamente nos guía hacia el horror. Asami no es una mujer ordinaria y Aoyama lo va a descubrir de la peor manera.
Takashi Miike lleva ésta novela de Ryu Murakami al cine en 1999 y rápidamente se convirtió en un referente de culto. No escatimó la tortura más gore en su realización aunque en casi toda la película se sienta un aire de película menor, como que todo está dispuesto para el final y el giro es violento entregándonos lo que tanto hemos estado esperando y hasta termina siendo mucho más. El sangriento panorama que nos exhibe es como para cubrirse los ojos, son escenas muy fuertes, inmisericordes y explícitas. La sensación de la venganza injustificada nos remite a los estados de locura y a las secuelas de la memoria. También hay una mezcla entre presente y pasado anclado a los postulados que requiere Asami para amar. Va de la terrorífica escena de la sala de la casa de Aoyama al tranquilo cuarto de hotel lleno de luz, bonito paisaje y abundante color blanco creyendo ser todo una pesadilla que no es más que el recordatorio de lo que ha firmado, su sentencia de muerte. Se combina lo onírico con la realidad y termina siendo el más duro golpe de crueldad. Al final las palabras siguen escuchándose, la promesa del amor y de la entrega llevadas al límite. Lo único que queda es un cuello roto y una mirada perdida en el vacío, como miedo y estupefacción ante un cadáver.