miércoles, 3 de diciembre de 2025
Reflet dans un diamant mort
El cine tiene que seguir inventando para seguir existiendo. La literatura existe antes de Cristo y sigue vigente, está viva. El cine es un arte joven en comparación a la literatura. Tiene apenas 130 años de existencia. Pero en poco tiempo se ha hecho muchísimo cine y se sigue haciendo a ese ritmo. Es un arte efervescente. Reflect dans un diamant mort (2025), de los directores franceses radicados en Bélgica y esposos, Helene Cattet y Bruno Forzani, es una típica representante del cine que se hace hoy en día, o el cine del presente y del futuro próximo, si bien uno prefiere por mucho lo clásico donde hay montón de obras maestras que cuesta superarlas. Tener una buena historia entre manos siempre es atractivo (más que la nada haciendo malabares para impresionarte), pero la cuestión del séptimo arte siempre ha sido como contarla. No es que abunden éste tipo de películas extrañas pero se distinguen del pasado, con sus múltiples lecturas, con su cierto estado de locura, con su uso de la fragmentación como no historia lineal, con su psicodelia, con el juego constante de las formas, con su extravagante pirotecnia, con su misterio imposible, con su elegancia formal pero con cierto cine B impreso, con ser una obra que busca tener estilo, con su explotación variopinta estética, con sus inagotables fusiones, aun cuando en realidad es la copia de la copia, llena de homenajes se diría y mucho reciclaje a lo Tarantino. Recurre a ser imitación mezclada, del giallo al poliziotteschi, del cine de género de culto italiano. Hay escenas que huelen a Hitchcock, aunque a ratos parece histérico el protagonista. Esa escena de homicidio y venganza tras la muerte de una ilusión crepuscular es Hitchcock a la vena. Igual toda la idea del asesino recluido en un hotel cinco estrellas de la Costa Azul, en medio de cierta decadencia económica, notoria inquietud, muchas culpas que lo persiguen, va por ese mismo camino del maestro del suspenso, del thriller. Serpentik es la versión feminista del Diabolik (1968) de Mario Bava, de donde hay mucha presencia, homenaje a éste célebre director. El relato nos muestra a un escritor de novelas thrillers de espías, John D., que parece seudónimo, interpretado por el gran Fabio Testi, con 84 años de edad, un actor que trabajó en todo tipo de películas, hasta de cine B. La versión "joven" la hace el belga Yannick Renier con 50 años que hace de un especie de James Bond. El escritor protagonista parece inmerso en el delirio del asomo de la demencia senil. Sus memorias, los personajes de sus libros, lo persiguen. Sus libros parecen beber de su vida cotidiana, convertido esto en historias fantásticas donde hay un aire a cómic, enemigos como salidos de la serie B o de una película de James Bond, con armas extravagantes, como uñas postizas o un vestido como cuchillas o incluso el propio cine como arma literal. En un momento se dice que uno de los enemigos del agente espía John D. lo tiene atrapado como en el libro de La invención de Morel (1940), donde el escritor se percibe como un personaje de ficción de algún sci-fi. Lo que vemos a la vera de la idea de Muerte en Venecia, un viejo escritor en sus últimos años descansando en un balneario con la fijación de una jovencita, cuando en efecto John D. es un mujeriego consumado, son pasajes de los libros que ha escrito, mucho neo noir como con esa muerte en aceite negro, mucho suspenso, mucho thriller, mucho cine de culto italiano, mucho agente secreto, némesis y femme fatales. Por ello seguir una sola historia o una historia lineal o convencional, la resolución de un misterio, no va por ahí ver así la película, sino son varios fragmentos de una saga policial, cantidad de relatos entremezclados, como con la artista afrodescendiente y agente asesinada inmersa como vecina de habitación, y a continuación el mismo político homicida y gángster muerto por un sicario nipón con una máscara a lo Onibaba (1964). La misma Serpentik de ésta manera tiene miles de rostros, representando enigma, anarquía y tensión. Pasa de rubia a caucásica de cabello azabache a mujer de piel morena. Ella parece representar un punto de ebullición para el escritor y el agente secreto, en su aspecto de mujeriego y no querer doblegarse a una relación formal, luego surgiendo una doble traición, quedándose sólo en ambas vidas, así mismo hacia una especie de agencia secreta gubernamental, lo clásico, tras el robo de unos diamantes en la aventura de la imaginación, en el que es un filme que parece homenajear a la propia arte de crear en sí misma. El escritor descansa, en su último acto, en una playa perdido en sus textos, imaginando compartir vidas fantásticas, historias increíbles. Por un lado la calma en la orilla de una playa y por el otro un auto volando por los aires para explotar al chocar.
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