martes, 23 de diciembre de 2025
It Was Just an Accident
La película abre con una conversación que va de la mano de la temática de la propuesta, las torturas para generar confesiones, los juicios políticos y las ejecuciones oficiales del régimen islámico, del gobierno actual de Irán, contra los que han protestado o se han opuesto al gobierno ante su rigidez institucional dictada por autoridades teocráticas. Una familia se moviliza en carro cuando el padre atropella a un perro callejero. Madre e hija pequeña intervienen en la conversación. Por un lado se dice que lo que ha sucedido es designio de Dios, y que son señales, y todo tiene un sentido superior. Por el otro que todo es casualidad, que no significa más que una realidad mundana, no hay nada místico ahí, está desprovisto de significación y no se le da mayor importancia, cuando ciertamente está muriendo un ser vivo. Así, de la manera más simple, se trata de analizar y argumentar sobre el actual régimen, que implica decir que es un gobierno de hombres, sólo un pensamiento o una forma de mandar que muchos no comparten y no quieren que exista, y no implica ninguna trascendencia espiritual. El final apoyará ésta idea con la confesión gratuita, que es lo más débil del conjunto, mostrando a una persona que más representa la idea que manifiesta la argumentación que proclama el director y guionista en solitario el iraní Jafar Panahi, que a un hombre de carne y uso. No se emparenta con lo que es, un agente devoto -con ansias de mártir- de la república islámica. No invoca realismo. Pero no obstante el filme tiene más que brindar, tiene varios aciertos y virtudes, como su tono de humor. Lo que mejor le cae como obra es que posee humor negro y un cierto absurdo de camino, lo que puede parecerle chocante a algunos amantes del cine político a secas, pero en realidad justamente de eso trata generar séptimo arte, de sorprendernos, sino para ello tienen muchos documentales tradicionales, muchos programas periodísticos, muchos noticieros y hasta muchos libros en su lugar. El cine necesita libertad, imaginación, originalidad, ser sorprendente, siempre (justificándolo). El cine no gana nada siendo anodino y en extremo formal, salvo estemos hablando de rememorar el cine clásico en su claridad y formalismo, del cual también escapaba porque nunca se presentaba estirado o cuadriculado, parapetado en una seriedad simplista. El humor negro del filme es bueno, aunque puede coquetear con cierta tontería, como terminar empujando la Van, quedarse sin gasolina, o que haya un histérico en el grupo dispuesto a ejecutar en el acto a su enemigo mortal, un representante de la república islámica, un enemigo de la guerrilla diríamos. Que haya una pareja joven de futuros esposos vestidos para la ceremonia corriendo de un lado para otro con un cuerpo sedado metido en un baúl el cual quieren desaparecer ya habla de que el filme tiene un halo de sarcasmo y es buena la película en ese sentido. No obstante el filme a ratos frena su humor negro para ser más serio, hay hasta debates en medio de discursos, y ahí más bien pierde un poco, porque lo mejor es ciertamente su humor sacrílego, dentro de una temática que toca mucho a los iraníes y que puede ampliarse a las luchas políticas en general poseyendo una notable universalidad. Ese absurdo proviene de hacer el bien odiando con justa razón al padre de una familia, con lo de dar a luz y sensibilizarse con el llanto de una inocente niña donde en el hospital hasta se arriesgan a ser detenidos (porque todos tenemos familia y eso humaniza, nos hace pensar en no hacer el mal a otros, porque hay gente para la que somos muy importantes y herirnos es hacer un daño mayor). Se exhiben muchos momentos en que nuestro grupo protagonista duda bastante en perpetrar su venganza, aun cuando se ha ejercido mucha violencia sobre ellos, en que se han dado violaciones, suicidios, traumas, cosas serias. El filme es curioso también jugando al pasado que no podemos olvidar con cosas que no están ligadas normalmente, como que pase la tortura por un antiguo amor -como quien menciona a la promiscuidad incluso- o abandonar a alguien por diferencia de impresiones dentro del pleito de pareja, rechazando al tipo violento por el tipo más sensible, más afín a perdonar lo imperdonable. Se habla de que vengarse es complejo para la gente que de verdad cree en Dios o tiene valores, que quieren en realidad una vida tranquila, convencional o que desean seguir adelante. No porque no puedan ejercer violencia, deslindando cobardía o pasividad (carecer de reacción), sino porque no está en ellos. El histérico dice que guerra es guerra, porque es matar o morir, todos discursos habituales de los guerrilleros, pero el grupo protagonista son realmente gente común y corriente, gente honrada, y no se les saca fácilmente de ese estándar, aunque están enfrentando una historia excepcional -acciones extremas- y ahí anida una película novedosa a un punto, porque no se rompen estándares para generar heroísmos cinematográficos, hipérboles o desenvolvimientos fantásticos, sino el grupo está lleno de dudas, de cortapisas, de autolimitaciones, de constantes reflexiones y disputas. El filme abre muy claro, decidido, la cosa parece se resolverá rápida y simple, enterrar vivo a una persona terrible tras el hallazgo en el taller. Pero va volviéndose más complicado de lo que parece cuando surgen más involucrados, cuando se pretende resolver el misterio de la identidad y se medita el asunto, que de eso va el filme con su aventura de comprobar que un tipo fue un cruel torturador del régimen, que se trata de Eghbal El pata de palo y hasta en eso suena irónica la propuesta, aunque ver su pierna amputada maneja una seriedad que se mezcla con el absurdo y el humor negro del conjunto. Absurdo porque no remite al accionar normal de la mayoría al apoyar a alguien odiado, pero se está proponiendo la humanización dentro del ideal (ayudar a un niño, ayudar a una mujer embarazada), frente a simplemente ser igual que lo que combatimos, sobre todo si rememoramos pensamientos de otras épocas políticas. El filme puede verse algo similar a esas persecuciones por el mundo hechas por agentes judíos tras los nazis fugados después de la guerra, pero que no fueron llanamente asesinados, sino llevados a juicios primero. El mensaje es no proclamar la venganza, no deshumanizarnos por el odio, la ira, aunque tampoco el ser humano es de piedra, tiene emociones, vínculos afectivos, y el sufrimiento nos puede secar el alma. El cierre con el ruido siniestro de la pata de palo da a entender que vienen por Vahid (el hombre de baja estatura que cree reconocer al torturador, al topárselo casualmente), que puede verse si bien realista (posible), un poco efectista, contradiciendo el mensaje humanista del filme y viéndose un colofón panfletario -el hombre entonces es un mentiroso y nada agradecido aun luciendo confesiones contra su propio bienestar- como en la película de gloriosa estética y movimientos de cámara prodigiosos, pero destilando propaganda a la vena con narrativas primitivas, Soy Cuba (1964). ¿O es una alucinación?, el miedo de lo que ha quedado suelto, o quizá viene simplemente a dialogar (no confesó ser un simple peón del sistema, hacer todo para escalar la pirámide social, que suena más lógico que lo que proclamaba el histérico, el tipo de mente cerrada). El presente filme parece la continuación de The seed of the sacred fig (2024). Es curioso ver que la policía iraní también pide coima/soborno, hasta mediante la maquinita de la tarjeta de crédito, valga la notoria ironía. Lo mismo el grifero que hasta se toma el soborno a broma (con calle y no de manera dogmática como lo que suele pensarse de Irán que con sus últimos exponentes parece modernizarse de cierta manera), tras pensar que la pareja que se va a casar han tenido relaciones sexuales previas, producto del vomito, vista la escena de manera literal.
