sábado, 27 de diciembre de 2025
Alpha
Alpha (2025), de la francesa Julia Ducournau señala en el título a una niña de 13 años como protagonista (Mélissa Boros), pero la atención del filme es compartida con la relación de la madre de Alpha (Golshifteh Farahani) con su hermano drogadicto, Amin (Tahar Rahim). El filme explota mucho la temática del sufrimiento que se crea a sí mismo y alrededor estar enganchado a las adicciones. Puede verse a ratos efectista, de excesivo y recurrente dramatismo a ese respecto (como cuando Alpha descubre en la cena al tío con sobredosis y le tiran la puerta en las narices), pero maneja su cuota de rescatable sentimiento. El filme gira sobre ésta sensibilidad. La madre de Alpha no quiere que su hermano muera -quien va de sobredosis en sobredosis, como si efectivamente se hallara en un bucle onírico- y ella siempre intenta salvarlo de su continua autodestrucción, donde él quiere descansar. Alpha le dice una verdad, lo tuyo no es una enfermedad, es una decisión, y puede sonar algo ligero, porque las adicciones pueden comandarnos con demasiada violencia, y no todos son fuertes para enfrentarlas, pero hay una notoria exacerbación de conmiseración con Amin (que incluye el victimismo). Se necesita ser igual de violento que la adicción. No obstante el filme dramatiza todo poéticamente, poetiza el sufrimiento y las malas decisiones. A pesar de esto Ducournau maneja un cierto nivel de empatía. La madre de Alpha la cree a su hija un pitbull, una chica fuerte, lo cual no la inhibe de cometer estupideces propias de su edad, como hacerse un tatuaje de la forma más bruta, en medio de una borrachera en una fiesta, una vulgar "A" gigante. Se nota que Ducournau se identifica con éste tipo de niña, de espíritu punk, una chica con carácter, aun cuando lleva un engañoso aire nerdy. Ésta fortaleza le sirve para enfrentar el bullying en el colegio, frente a creer que padece de una enfermedad que es lo que aporta la parte sci-fi al filme, una enfermedad inventada que se parece bastante al SIDA, en sus comienzos, pero que termina convirtiendo en mármol a la gente. Es visualmente notable, una buena secuencia en particular, cuando la sangre ahuyenta de la piscina a los compañeros. Habiendo vivido el planeta la época de la pandemia ésta enfermedad se oye normal, no te sorprende mucho, una más se diría de las tantas posibilidades. La idea sería en realidad todo lo que conlleva, aislamiento, miedo social, depresión, deterioro, dependencia, contagio. Fuera de lo del mármol todo parece muy contemporáneo. Eso quiere decir, que no es un filme demasiado extravagante, u original siquiera. Pero trasuda cierta autenticidad, con la chiquilla que atraviesa la adolescencia con su madre soltera (una enfermera, incluso psicológicamente), con lo difícil que se hace ésta etapa, en la presente coming of age, tema que siempre le ha interesado a la directora. También se ve lo complejo de enamorarse, los primeros amores. Alpha para más dificultad lo hace de alguien que tiene pareja y encima una chiquilla muy popular, lo que le rebota en mayor bullying. Alpha es una outsider, sin exagerar la nota, una chica con poca pegada social. Lo justo se dirá, para crear héroes/heroínas cinematográficos, o de paso, es lo que hay. Tiene su encanto. En general el filme sobrevive a la quema porque tiene alma y es interesante aludiendo un mundo regido por el polvo. Gobernado por las memorias. Ahí tenemos la lectura del desdoblamiento en el ómnibus. Ese choque de dimensiones. Éste habla de que no sucedió el retorno del hermano. De todas maneras no se muestran soluciones con la adicción, lo cual incluye barata complacencia como falta de creatividad en no asumir el reto de resolverlo. De ésta manera también suena más lógico que la chica sea un especie de éxito en el presente, ostentando esa fuerza que nunca manifestó el hermano. Aunque con él se puede entender una sentencia persecutoria a lo La máscara de la muerte roja de Poe se podría señalar que nuestra naturaleza humana nos hace enfrentar las tormentas de arena, si bien también solemos habitar en el mundo de los sueños y el de las melancolías. Por ello es importante reconocernos como arcilla, edificaciones. Es un relato que puede observarse de manera tradicional, sin que lo creamos para nada un sci-fi, sino una novelización de la realidad, del background personal de Ducournau que es la guionista en solitario. Rahim está muy bien, recuerda física, literal, visualmente, al Christian Bale del Maquinista (2004), pero, como el filme que tenemos entre manos, finalmente no impresiona tanto, no por él, sino por su personaje.
