martes, 31 de enero de 2023

Sundance 2023: Still y The Pod Generation


Still

Documental dirigido por David Guggenheim sobre la vida de Michael J. Fox, actor muy querido y que ha dado una saga de películas que todo el mundo adora como Volver al Futuro. Michael habla en primera persona, el filme pasa por su tamiz y nunca deja de ser interesante y al mismo tiempo atrapante. Conocemos como empezó hasta volverse muy famoso. Como siempre en todos con un comienzo que generaba muchas dudas sobre el futuro, sobre poder hacer una carrera como actor. Luego su esfuerzo -muy bien descrito en lo que nos cuenta específicamente de trabajar mucho y dormir poco- y entrar en una serie, Lazos familiares (1982-1989), y poder mostrar su talento cómico y un carisma como pocos, lo convirtieron en alguien valorado y pronto llegó el hito en su carrera, igualmente sin vislumbrar inicialmente lo que lograría con ello. Se pasa revista perfectamente resumido a su crecimiento como actor y un poco a su familia de origen; luego a la que formaría, con la que vemos compartir pero muy sencillamente. Esto se lleva con su actualidad, su enfermedad, el parkinson, donde vemos que se ahonda mucho más. Se le describe de pies a cabeza a través de su padecimiento y como está ahora. Queda precisa la frase que dice: No soy patético, ¡soy fuerte!, al poco rato que lo hemos observado caminar y caer al piso, cuando suele romperse muchos huesos. En lugar de verlo sufrir lo vemos optimista y positivo, aunque se diga mucho sutilmente y entendiendo que el dolor está siempre cerca por su enfermedad, una incurable y cada vez más ruda. El filme así mismo nos muestra, sutilmente, muchos miedos, y como Michael los ha abordado y los aborda como especie de retos (aunque lógicamente negándolos un poco en primera instancia), tal cual señala lo que lo define, esa fuerza que lo ha empujado a distinguirse. Es un filme que muestra, pero hasta cierto punto; deja ver las cosas, pero con un cierto manejo, cuidado. Presenciamos el peso de la personalidad exitosa con el sufrimiento de la enfermedad demasiado destructora, como dos fuerzas opuestas chocando violentamente, y surge justamente ésta persona que vemos hoy en día, el pasado pegado con el presente, aunque, claro está, es una persona de edad y experiencia y que en conjunto y ante algo tan doloroso y destructor viene a profundizar más, tal como valorar más el amor y lo mundano. Es un documental que otorga una segunda vida a Michael, como él se ve, como alguien fuerte; argumenta muy bien a ese respecto, y hace que el parkinson, como el propio Michael dice, pierda un poco frente a una personalidad arrolladora (expresando que aun es él), generando fuerza a otros, identificación. No solo pensemos en alguien privilegiado, que por lo mismo pudo estar devastado, sino alguien que propone verdadera empatía y que ayuda directamente -con donaciones a mayores investigaciones o difusión como vocero- a pelear una gran batalla. 


The pod generation 

Éste es un filme sencillo, diáfano, pero al mismo tiempo inteligente. Tiene una auscultación de la vida muy interesante, sobre la generación actual que prefiere lo artificial que lo natural. Propone una critica al feminismo que ataca o desvirtúa la belleza y el vinculo de la maternidad, pero en la propuesta desde una cierta ciencia ficción (aunque todo está bastante identificable), a través de un especie de huevo o incubadora artificial para tenerlo ahí al niño por venir los 9 meses del embarazo que hace que la madre no tenga que cargar con el bebé en la barriga. Éste feminismo de hoy en día hace que la madre prefiera desarrollarse profesionalmente, ponerlo de prioridad, y querer evitar la maternidad, o dejarla bastante relegada, perdiendo en el filme -y transportándolo a lo general- a través de la ciencia ficción parte importante del proceso que define mucho a la humanidad, y no solo a la madre, sino también al padre, pero el enfoque de la directora, de Sophie Barthes, es hacia la madre, hacia la mujer, sobre todo. Ésta madre protagonista la interpreta Emilia Clarke y tiene tremenda expresividad, así mismo quien hace de su marido, Chiwetel Ejiofor. Rachel (la muy simpática Emilia Clarke) empieza dentro de éste feminismo actual del profesional sobre cualquier cosa humana, del artificio sobre lo natural -que es también metafórico- y lentamente el amor hacia su bebé aflora y quiere estrechar el vinculo, en el filme volver a lo natural, y es como ir contra la corriente y así contra esa actualidad que quiere obviar cosas que no deberían de menguar ni minimizarse ni lógicamente se pueden perder. No se trata de que la mujer no pueda ejercer el éxito profesional, pero tener un hijo es algo muy esencial, muy humano y más trascendente de lo que nos quieren hacer creer hoy en día. Es decisión de cada mujer escoger, o la maternidad y dejar en segundo plano lo profesional o al contrario (aunque yo me ubico más en lo primero), o ir compaginando con el tiempo ambas, pero en demasía el feminismo actualmente quiere imponer -como antes las convenciones- una sola mirada, una sola corrección política, producto de ese feminismo ubicuo de este presente que vivimos, y en el filme se amplia con la imaginación pero siempre cerca a la realidad, se ve perfectamente el tema. Esto del huevo se ve prometedor, y hay que decirlo, se percibe como algo que seguramente se inventará, una incubadora más moderna, pero genera una distancia, aunque evita dolores y molestias, pero ser madre también es esto, el amor va pegado a cierto dolor o molestia, así igualmente es la vida también, aunque muchas veces sea complicado de entenderlo. Rachel sueña literalmente con esa cercanía y hasta se maravilla de ver a una mujer embarazada tradicionalmente. Ahí tenemos ese terapista electrónico del gran ojo esotérico que simboliza esa frialdad con la que muchas veces se ve lo humano y lo psicológico, esa desvirtuación de muchas cosas que son tan bellas e importantes.