domingo, 24 de julio de 2022

Jacob's Ladder


El británico Adrian Lyne ha hecho películas que han sido muy populares, como la inquietante Atracción Fatal (1987) o la romántica melancólica Una propuesta indecente (1993) que son películas decentes, aunque no tienen la venia general o el entusiasmo de la crítica, quizá porque a algunos Adrian Lyne les despierta ojeriza, como culparlo de efectista, vacío (videocliptero) y sobredimensionado con su película híper marketera 9 1/2 semanas (1986) que tampoco hallo tan mala o desgraciada como apuntan muchos, sin tampoco tenerla por ninguna obra trascendental del erotismo como quizá se ha pretendido. Lyne también tiene dentro de su filmografía a Flashdance (1983), una película que tiene culto. La escalera de Jacob (1990) apunta a ser su mejor película o la que unánimemente salvan de la quema conjunta, la que suele aparecer muy seguido en las listas de las mejores películas de terror de la historia del cine. Ésta película es bastante interesante y tiene su aporte de distinción, como mezclar religión, sea católica o cristiana, con la lectura de múltiples dimensiones y múltiples vidas interconectadas, cosa que hoy en día es la sensación al ser utilizada por los, tan populares actualmente, superhéroes. En un momento el protagonista, Jacob (Tim Robbins), deja en claro que desconocer que montón de nombres provienen de la biblia es ser ignorante, esto se traduce a la religión en general. Puedes creer o no en la religión cristiana o católica que es a donde apunta el filme, pero no puedes negar su existencia, los lugares que ocupan en el mundo. Sobre todo la católica en América Latina y la cristiana en EE.UU. El filme de Lyne también es frontal al decir que muchas veces estamos destinados a morir en cierto tiempo, pero al querer vivir a toda costa, rompes con algo del universo, y aparecen literalmente los demonios y también esto simboliza la locura, las alucinaciones, las secuelas de guerra que padece Jacob de Vietnam. Jacob sufre de distorsiones macabras, como ver cabezas sin rostro agitándose con frenesí. También sufre de paranoia y se ve perseguido por el servicio secreto americano, literalmente un carro trata de atropellarlo, mientras tanto autos explotan donde dentro hay amigos y ex compañeros veteranos de Vietnam, incluso es raptado en una inmersión y secuencia pesadillesca de lujo llevado Jacob en camilla por pasadizos lúgubres donde hay cadáveres y pedazos de mutilaciones humanas en esquinas, para pasar a un hospital psiquiátrico (sufrir de eletroshock) y cuarto de tortura. Jacob delira y se ve fehacientemente cuando sale de la nada su quiropráctico, a ratos entra en un estado de absurdo y locura, hasta caer en la fiebre. Jacob estudió filosofía, fue catedrático, y ahora trabaja de simple mandadero para el correo. La filosofía la tenemos como símbolo nietzscheano y germen de locura; lo de empleado de correo como precarización existencial. Jacob yace en la confusión. Se confunde su vida sentimental, se mezcla en todo distintas posibilidades/dimensiones. En una está divorciado y vive con una mujer sensual que de verdad lo ama, aunque yace en un estado de existencia semi-destruida y cerca de desbarrancarse al abismo. En otra tiene aun a su mujer y sus tres hijos y habla con ella entre bromas sobre un sueño húmedo, que es la mujer de la otra vida. Pero pronto asoma algo innegable, Jacob ha perdido a uno de sus hijos, a Gabe de 10 años de edad, interpretado por Macaulay Culkin, que ese mismo año saltaría a la fama por su icónica actuación en Mi pobre Angelito (Home Alone, 1990). Gabe es un punto de inflexión en la vida de Jacob, por eso es determinante cuando éste le enseña esa otra escalera como sanación espiritual. Gabe, como explica el filme, es el destino consumado, cómo debió ser, por eso aquí no hay demonios, sino ángeles. Aquella casona de la vida familiar es el punto de fuga astral. Lo del experimento militar y del gobierno versa sobre las clásicas conspiraciones paranoicas, tiene algunas cosas que no suenan tan a gran idea o realista, pero el filme al final explica que las drogas utilizadas como experimentación científica en Vietnam es un hecho real. La escalera de Jacob tiene un marcado lado místico, bello y de muy discreta melancolía, y aunque es siempre claro y busca ser popular no cae en la obviedad, como cuando una negra risueña -que se acerca seductora y ligera- le dice a Jacob que su mano expresa que él en realidad ya está muerto. Durante esa misma fiesta en una gran escena  y poderosa estética se ve un monstruo o demonio erótico al estilo de la mítica Posesión (1981).