jueves, 17 de diciembre de 2020

El teléfono (Call)

 


Ésta película, Call (2020), aparece en el catálogo de netflix; fuera de Corea del Sur, país de procedencia, se ha estrenado internacionalmente gracias a Netflix, a través de internet, y aunque por la plataforma debería convertirse en una película muy popular no ha sido así curiosamente, no se habla mucho de ésta película y es una sorpresa porque es una muy buena propuesta, sólida de principio a fin. En esta película se manejan mundos paralelos, el pasado conversa con el futuro y el presente con el pasado, hablan entre sí los 90s (1999) y el 2020; una chica del pasado que recién está viviendo su presente se comunica por un simple teléfono con una chica de la actualidad. El mecanismo es arbitrario, no hay explicación alguna de esto, pero es algo que no interesa explicarse, la cosa es entretenerse con la película y sus miles de vueltas de tuerca y novedades, que abundan; es una película llena de audacias, aunque tampoco exagera, y es equilibrada de principio a fin, lo cual es notable, es difícil sostener el nivel siendo de esta manera, mantener la novedad y el atractivo por tanto tiempo. Es una película que a pesar de moverse en el tema de los mundos paralelos no rebosa de originalidad, pero es notable proveyendo harto hedonismo cinéfilo, manteniendo la pequeña sorpresa y el suspenso. Young sook (Jun Jong-seo, quien con sólo 2 actuaciones en su carrera demuestra tener su buen talento como actriz y harta capacidad para escoger roles y rendir en ellos en alto nivel, en roles de loca, exigentes), la chica de los 90s, dice que su madrastra, única persona con quien vive, quiere matarla, que es una hechicera. La chica de los 2020, Seo-yeon (Park Shin Hye, también demuestra talento, y entre ambas protagonistas sostienen el filme, mediante un duelo de virtudes), tiene igualmente su propio dolor, como no le falta a nadie. Seo-yeon perdió a su padre en un accidente casero y esto lo arrastra psicológicamente y con cicatrices en el cuerpo. El filme entra en materia sin hacerse mucho problema, pronto ambas chicas conversan desde sus propios universos, y se plantean ayudarse mutuamente. La trama inmediatamente te sorprende, tiene un excelente manejo de como cambiar el presente, como manipular el destino y el efecto causa -consecuencia. Luego el filme cambia por completo, se vuelve una película macabra, de suspenso, de terror, con un nuevo elemento en juego, el hedonismo de matar, de sentirse efervescente por medio del homicidio, y para ello se busca salir indemne de polvo y paja. El teléfono no deja de llamar, la interacción se vuelve intensa, se vuelve un juego de táctica y estrategia. Es notable como se trata de manipular el pasado y al mismo tiempo el futuro. Ambas chicas llegan a verse juntas, otra pequeña audacia. Ésta obra, debut del coreano Lee Chung Hyun, es un thriller muy competente y sobre todo muy divertido. 

martes, 15 de diciembre de 2020

Las mejores películas del 2020


No tienen orden alguno entre sí. 

  1. The lighthouse (Robert Eggers)
  2. El hoyo (Galder Gaztelu Urrutia)
  3. Midsommar (Ari Aster)
  4. The wild goose lake (Diao Yinan)
  5. The plastic house (Allison Chhorn)
  6. My Mexican Bretzel (Nuria Giménez)
  7. Dick Johnson is dead (Kirsten Johnson)
  8. Mes chers espions (Vladimir León)
  9. Sin señas particulares (Fernanda Valadez)
  10. Possessor (Brandon Cronenberg)
  11. El año del descubrimiento (Luis López Carrasco)
  12. Mank (David Fincher)
  13. I´m thinking of ending things (Charlie Kaufman)
  14. Spring blossom (Suzanne Lindon)
  15. Uppercase print (Radu Jude)
  16. Tenet (Christopher Nolan)
  17. Call (Lee Chung -Hyun)
  18. La Restauración (Alonso Llosa, la mejor película peruana del 2020)

viernes, 11 de diciembre de 2020

Spring Blossom (Seize printemps)

 


El debut de Suzanne Lindon en la dirección es una película sobre el  primer amor, es una película que trata un tema muy conocido y bastante trabajado, y Lindon aunque no es tan original se distingue un poco por su sutilidad y delicadeza. Lo que más llama la atención del filme es que sus escenas de amor y hasta de sexualidad se realizan en el filme mediante danza clásica, mediante movimientos suaves, bellos, coordinados, pero sencillos, lo cual es un acierto completo, que le dan un toque intelectual a la propuesta que es una obra simpática y pequeña, muy bien realizada, sobre todo si vemos que Suzanne a los 20 ha hecho la película. Otra virtud, de la trama, es el retrato de los padres de la protagonista, que interpreta la misma Suzanne, como una muchachita de 16 años. El papá en especial se ve muy bien en el filme; por alguna extraña razón me hace pensar en Godard, aunque seguramente se inspira en Vincent Lindon. Los padres son retratados con amor, lucen muy relajados, muy contemporáneos en su comprensión de su hija. Suzanne ha hecho la película que toda jovencita quisiera hacer, ha logrado hacer lo que las chiquillas hacen por lo normal en diarios personales. El filme entra en materia bastante rápido, la delicadeza yace por todas partes, es un filme elegante. De haberse realizado el festival de Cannes 2020 esta película hubiera participado en su competencia principal, como se ha anunciado por los propios organizadores del festival de festivales. Suzanne es una promesa del cine francés, desde ahora ya se ve que tiene altas las miras y tiene la capacidad, desde lo íntimo y lo que la identifica.

martes, 8 de diciembre de 2020

Mank

 


Mank (2020), de David Fincher, irá como cohete al Oscar 2021, va a sacar muchas nominaciones y estatuillas doradas. La produce Netflix y es otro de sus grandes éxitos en la era del streaming. Fincher se basa en el guión de su padre, Jack Fincher, por ello éste filme tiene un halo sentimental para él. Mank es una muy buena película, es cine de autor con composición de cine amable y popular, pero tiene su cuota de riesgo y dificultad. Gary Oldman interpreta a Herman Mankiewicz, un antihéroe en toda regla; trabaja para la industria hollywoodense, pero apoya al socialismo, cuando los productores, empresarios e industria californiana y hollywoodiense luchan contra el socialismo, cuando hay un candidato que puede remecer la economía y la política capitalista y los medios y el cine sueltan newsreels en masa en contra del candidato socialista. Mankiewicz busca la gloria, cuando es un alcohólico y un fracasado, pero lo siguen contratando porque tiene talento para escribir de cine. El mítico Orson Welles lo contrata como guionista y de esto saldría el guión de Ciudadano Kane (1941), pero Mankiewicz tenía que aceptar no aparecer en los créditos. No obstante Mankiewicz hará todo por la gloria y finalmente querrá sus créditos. Traicionará a William Randolph Hearst y a su buena amiga, Marion Davies (Amanda Seyfried). Davies es la pareja de Hearst y una actriz impulsada su carrera por el magnate de la prensa, aunque sucedió lo contrario, e igual se hizo de mucho dinero a su lado. Fincher retrata a Davies y Mank como grandes amigos, hay una relación sólida y notable entre ellos, y no es sexual ni de amor, cosa rara, en el cine no se suele trabajar mucho la verdadera amistad entre sexos opuestos. Los Fincher reivindican a Hearst, que es traicionado, que es comprendido en el filme, y no se ve como una mala persona para nada. También reivindican el genio de Mank, pero al mismo tiempo lo hacen ver como él termina definiéndose, como una rata. Mank como muchos han peleado tiene mucho mérito en la creación de Ciudadano Kane, pensando que este es un hito del séptimo arte, y todo el elogio iba para Welles -que efectivamente hizo cambios en el guión, produjo, dirigió y protagonizó Ciudadano Kane-. Sin embargo Mank es un antihéroe sin tanta simpatía, y ahí anida riesgo; los cinéfilos lights no suelen gustar de su tipo de personaje y protagonismo. Mank ataca a Hearst por gloria y éxito, pero aunque muerde la mano que le alimenta también lo hace por resentimiento. Mank se siente bufón de corte. Entra a tallar en esto la parábola del monito organillero, tan potente y elocuente. Mank deja de verse como el amo al percatarse de la realidad, se descubre un bufón, y esto le duele, y quiere revertir esa condición emocional y existencial y sacrifica todo por el éxito, como un Oscar y la reputación del mejor guionista del medio, venciendo su condición de alcohólico, invisible y segundón. Fincher trabaja el germen y la brillantez del guion que construye Ciudadano Kane, por mucho tiempo la película número uno del cine. El filme tiene su toque intelectual y diálogos y monólogos largos. Pero es una película jugosa. Hay que acotar que hay otra gran rata en la película -en realidad hay muchas como industria tan poderosa-, es Louis B. Mayer (Arliss Howard, quien debería ser nominado al Oscar, es el mejor en toda la película), que luce simpático, pero es muy ladino, mentiroso, falso, aprovechado, tramposo e hiper monetario. Mank medio que lo desprecia, sin tanto disimulo, aunque hay una relación de cierta cercanía entre ellos, pero Mayer es fresco con todo el mundo y le resbala el desprecio por su comportamiento y personalidad, hasta que Mank ataca a Hearst y Mayer lo hace polvo con un pequeño ataque de palabras; paradójicamente él sí lo hace sentir terrible, ya que Mayer le es fiel y agradecido a Hearst, que en la película es un líder respetado, honorable, es un hombre que gobierna, pero también ayuda, es generoso y amable y sienta amistades y vínculos fuertes en sus reuniones. Los Fincher reconocen la excepcionalidad de Mankiewicz, cuando murió prácticamente invisible, no remontó jamás Ciudadano Kane, y no sacó el provecho que merecía con la legendaria e idolatrada película. Ésta propuesta aplaude su genialidad, pero no le quita el estigma de antihéroe, un antihéroe de verdad -aunque culto y bien educado-, no esos antihéroes que son muy perfectos al fin y al cabo, es un antihéroe de esos golpeados realmente por todos, aun cuando tampoco era la rata que todos señalaban, pero sí un talento maldito. 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Uppercase Print

 


Éste es un documental con actuaciones de acompañamiento, sobre un joven de 16  años que retó (¡sólo!) a la dictadura comunista del político rumano Nicolae Ceausescu. Mugur Calinescu por sí mismo se dio cuenta que no había libertad en su país y con tiza se puso a hacer pintas anónimas contra el régimen. Lo atrapó la securitate, la policía secreta de la dictadura, y lo interrogó por muchas horas, durante bastante tiempo, meses, luego dicen que lo asesinó discretamente, con radiación (Mugur murió a los 20 años, 4 años después de los interrogatorios). Mugur fue un héroe, así lo presenta la película de Radu Jude, un chiquillo con convicción, valiente, quizá un poco loco por su osadía y seguridad, a costa de sacrificar su vida frente a un enemigo miles de veces más poderoso. Lo que hizo fue utópico, ético, no realista. Mugur era un chico medio solitario, común; dicen los profesores amañados y sus tímidos amigos que no destacaba en el colegio ni afuera, podía pasar por retraído. Pero cuando vemos las actuaciones del filme, las recreaciones, lo vemos valiente, único en su tipo, un ser excepcional, como ser decidido cuando discute con su padre, que estaba divorciado y no había estado muy cerca de él. Las recreaciones son un poco frías, secas, intencionalmente, parecidas al estilo del cine de Aki Kaurismaki, aunque kaurismaki le imprime humor a lo suyo y Jude es serio con esto. El humor, la ironía, el sarcasmo, la burla gruesa, mucho por sí misma, pero también a través de estar ligada al tema de Mugur y en especial a la dictadura, entra a tallar con los programas, los noticieros y el entretenimiento que se veía en la televisión pública durante el régimen comunista, que es parte importante de lo que exhibe el documental, y lo hace tan interesante y también hedonista. En la televisión pública se dedicaban a hacerle propaganda descarada y tantas veces ridícula a Ceausescu. También daba la tv. la sensación de inocencia y prosperidad; había mucha franela y harto chupamedias, no faltan en ninguna parte ni tiempo, claro está, sobre todo en un lugar tan absoluto como en ésta Rumania de Ceausescu y única manera de escalar o sobrevivir, sobre todo si eres un tremendo arribista, a toda costa. Es un documental muy solvente, muy poderoso y rico, al tiempo de ser original, mostrar mucha autoría y ser un filme de cinefilia hardcore; es una propuesta contundente contra una etapa nefasta y trascendental -aunque negativamente- en este país, como fue la dictadura rumana, sobre el tema que más se ha tratado en Rumania, el tema que más trata su cine y más les compete en su historia moderna.

martes, 1 de diciembre de 2020

Atlantis

 


El ucraniano Valentyn Vasyanovych hace un filme del tema que más le compete a la realidad de su país, así como en otros países suele ser la dictadura de Pinochet o la de Franco o la guerra civil española, el terrorismo en Perú o el narcotráfico en Colombia o las desapariciones en la frontera o los migrantes a EE.UU. en México, por mencionar algunos. A Ucrania le interesa en especial la guerra contra Rusia. El filme que muchos catalogan de ciencia ficción, y en lo personal yo no, se ubica en el 2025, todo para dar a entender que es el año del fin de la guerra con Rusia y poder plasmar cómo a quedado Ucrania frente a esto, desde un país hiper militarizado, medio apocalíptico, a muchas secuelas psicológicas en cantidad de sus habitantes. En la película vemos autopsias pormenorizadas, vemos cadáveres descompuestos, en más de una oportunidad. Sergiy (Andriy Rymaruk) por medio de Katya (Liudmyla Bileka) se dedicará a buscar cadáveres caídos durante la guerra para que se hagan las autopsias. Katya que es una mujer de acero tiene un sentir altruista en éste trabajo, quiere que los familiares encuentren la paz al ser sus descendientes enterrados como se debe y sabiendo la causa de su deceso incluso. Esto en realidad puede sonar macabro, pero los filmes al este de Europa suelen ser así, escabrosos, incómodos, violentos, fuertes de visualizar, fríos, lúgubres, muchas veces decadentes, su humor suele ser negro. Un hombre mal de la cabeza, con secuelas de la guerra, cansado, se lanza al vacío, sobre fuego candente. De eso va la película, de cómo las peores guerras tienden a destruir el alma de la gente, aun cuando puede no quedar alternativa. A pesar de todo el filme plantea un poco de aire, propone una historia de amor, un romance en medio de cadáveres. Lo trasmite a su estilo tradicional, de la manera más descarnada, aun cuando por lo general el mundo retratado al este europeo yace como abúlico; lo hace con una escena de sexo, con cambio de posturas. En ese acto que demora en la película unos 10 minutos se condensa un enorme desfogue, un halo de iluminación, primero de placer, luego de paz al final de la jornada, el mundo no existe en ese momento, no ese mundo cruel y doliente. Hay una escena símbolo del filme, una escena a recordar en particular, cuando Sergiy se baña a la intemperie, de manera original e identificadora de su realidad, por medio del mecanismo frontal de una máquina de construcción, con una pala excavadora, calentada con una fogata hecha a base de gasolina. 

domingo, 29 de noviembre de 2020

Retablo

 


Retablo (2017), del peruano Álvaro Delgado Aparicio, es una película interesante al ser llevada en mayor parte de manera sutil, por el final solamente se pone muy convencional, a partir de los insultos en la cancha de fútbol, que se ven potentes, pero también demasiado criollos, muy chacras. Durante mayor parte de la película se propone un vínculo bastante fuerte, real, visceral, emotivo, cuidado, de perfecta sensibilidad entre padre e hijo, entre Noé (Amiel Cayo) y Segundo (Junior Bejar), luego esto cambia con el descubrimiento de Segundo sobre su amado progenitor, que más allá de la homofobia y de ser una imagen violenta de ver representa la falsedad y la traición del padre, violenta no por la explicitud de la escena de índole sexual sino que es impactante para cualquier hijo, sobre todo amando a su madre. Pero el filme se enfoca en la relación padre e hijo, deja de lado un poco a la madre -en una escena lo llegamos a ver incluso directamente-, a Anatolia (la muy talentosa Magaly Solier). En el filme se subraya mucho el machismo y el ser un macho man en el Ande, se ve real porque se estila ser un poco chacra, se estila ser un poco violento en las maneras, tosco si se quiere, pero ciertamente se tiende a exagerar esto al ser tan recurrente, pero se entiende para ser usado como contraste y martirio. El filme toma vuelo al haber elegido usar mayoritariamente hablar en quechua, la recreación es muy solvente; los bailes, las fiestas, la celebración, las costumbres, el diario vivir, todo es muy bueno. El filme nos pone en el Ande y se vive a plenitud. La película de Delgado Aparicio construye tremendo vínculo entre padre e hijo, la película se basa en esto, en cómo el hijo queda impactado y luego hasta golpeado por el secreto paterno, por el entorno machista y homofóbico, y solito reflexiona y elige amar al padre por sobre todo, aun por encima de su madre. Sin duda, Retablo es un hermoso retrato filial.

jueves, 26 de noviembre de 2020

Exil

 


Exil (2020), del kosovar Visar Morina, se ubica en Alemania, con un hombre llamado Xhafer (Misel Maticevic) que todo el tiempo piensa que lo discriminan en su trabajo por ser nacido en Kosovo, pero lo hacen a escondidas o de manera indirecta en general de ser así, si bien lo tratan con distancia e indiferencia normalmente, aun cuando él tiene cierta posición importante en su trabajo. Xhafer es un tipo raro o carga a cuestas un trauma, puede que esté medio loco quizá, eso el filme lo maneja ambiguamente, ahí está su principal distinción de ésta propuesta, bien al cine europeo más extremo, más pesimista y menos popular, cargando su buena cuota de frialdad en su representación. Xhafer halla ratas muertas en su casa, se topa con cochecitos en llamas. Su mujer, Nora (Sandra Huller), cree que todo esto no es producto de la xenofobia, sino porque Xhafer cae mal por su personalidad. Morina pone la cosas más ambiguas aún porque Xhafer tiene cosas recriminables, y en efecto es problemático y difícil, también algo violento. El filme, en toda su duración, maneja estas dos corrientes, una es la discriminación sutil, la otra la locura, y uno debe sacar sus conclusiones. Es un filme que tiene su suspenso, pero ostenta mucho de frío, de seco. No obstante hay su buena tensión con algunos compañeros, y una escena fuerte y sorpresiva con uno de ellos. También hay continua tensión en el matrimonio de Xhafer, y excelentes actuaciones entre ambos, entre Huller y Maticevic. El filme, en el que hay que romperse un poco la cabeza y unir y discernir cabos, puede hallar su resolución en otro lado, a la vista de algunos detalles, tras el niño lanzando un huevo, ahí puede estar todo. Es una película un poco lenta, pero en conjunto interesante. No es de las más populares, pero sí recomendable. Postula por Kosovo a la nominación al Oscar 2021 en película extranjera.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Nadia, Butterfly

 


Nadia, Butterfly (2020), del canadiense Pascal Plante, es una película que muestra los problemas existenciales de una nadadora olímpica en plenas Olimpiadas; se ubican en Tokyo 2020, que en la realidad y no en la película fueron aplazados por la pandemia hasta el 2021, pero lo que importa en el filme no son los Juegos Olímpicos, es mero contexto, sino que la protagonista, la nadadora llamada Nadia (Katerine Savard), está cansada de ser una deportista de tan alto nivel, por tanta exigencia y porque siente que se está perdiendo de tantas cosas por su deporte, como de vivir, y se va a retirar joven, éstas serán sus últimas Olimpiadas, cuando practica natación de alto rendimiento desde muy temprana edad. El filme explica todo de manera fácil y muy bien, hay mucha información sobre quién es Nadia, se explota bastante qué le fastidia. No obstante es un filme que deja hasta el cierre la duda de si Nadia se va a retirar finalmente, ya que mucha gente la alienta a no hacerlo. Nadia ya no puede ocultar su fastidio, incluso con sus compañeros, aunque todos la escuchan muy educados y tolerantes. Nadia tiene una mejor amiga, también atleta olímpica del equipo de Canadá aquí en Tokyo, Marie Pierre (Ariane Mainville), una chica muy sexual, muy libre. Marie lleva a Nadia a una fiesta y surge la única escena que se puede ver algo transgresora, el resto es un filme muy para todo público. En dicha escena hay sexo en grupo, todos hacen su faena a vista y paciencia de toda la pequeña reunión. Nadia, Butterfly es una película muy correcta, muy coherente, muy clara. La recreación de la Olimpiadas es bastante decente, sobre todo cuando Nadia sale por las calles de Tokyo y se vive un poco el evento afuera; internamente el filme es un poco austero y astuto, no busca nunca la grandilocuencia. Es interesante ver todo el ciclo competitivo y la realidad olímpica, aun cuando es todo medido. Se ve hermoso cuando las nadadoras se lanzan a nadar. Es atractivo también ver calentando y reposando a Nadia tras bastidores. En esos momentos se siente cierta soledad. Nadia es un personaje con matices, se ve una chica común, pero también inteligente, hay buenas conversaciones en éste estilo. No es un filme como para reventarle muchos cohetes, pero es bueno, se ve bien. 

sábado, 21 de noviembre de 2020

El año del descubrimiento

 


El año del descubrimiento (2020), del español Luis López Carrasco ganó el máximo premio en el festival Cinéma du Réel y segundo lugar en el festival de Sevilla. Es un documental sobre la realidad actual de España y también sobre un año en especial, 1992, que sirve de base para estudiar su contemporaneidad. 1992 es el año en que se celebraron los Juegos Olímpicos, en Barcelona, y la Expo Sevilla; éste mismo año se conmemoró el V centenario del descubrimiento de América. López Carrasco escoge éste año en especial porque se decía que España había llegado a toda modernidad, que estaba en una época de gloria y de avanzada con dichos imponentes eventos internacionales, pero había una ciudad española, Cartagena, ubicada en Murcia, que según tesis de Carrasco desmentiría todo esto, cuando montón de gente de Cartagena quedaron desempleados e hicieron tremendas huelgas, una tras otra, batiendo incluso records en el país, hasta llegar a quemar el parlamento regional. Todos estos hechos históricos sirven a Carrasco para señalar que lo mismo pasa actualmente en España; muchos creen modernizada a España como parte firme y obediente de la Comunidad Europea, pero el ciudadano de pie sigue padeciendo de crisis económicas y quizá no yace ni enterado de tanto supuesto apogeo. El documental se dedica a entrevistar a diversa gente, mucha persona joven con distinta óptica, y también gente que relata cómo fue 1992, gente que estuvo donde las papas queman inclusive. El filme hace contrastes políticos aunque favorece la ideología del socialismo, pero hay hasta alguien que defiende a Franco, otros menosprecian los sindicatos, pero escuchamos a un sindicalista en particular que se expresa muy bien y habla de la importancia de su trabajo, de la necesidad de socialismo en todo país y gobierno, frente a un capitalismo todopoderoso y avasallador -dueño del mundo hoy-, justificando que el capitalismo puro y duro hace que mucha gente padezca frente a su inclemencia. Oímos a gente joven debatiendo sobre política y pensamiento social -trabajo e ingresos, palabras claves-; presenciamos posturas distintas, hay quienes se sienten contentos con mil euros al mes, otros se quejan de abuso de parte de los jefes por ese sueldo, acotando que estos patrones yacen nadando en dinero. El mismo Carrasco hace las entrevistas, junto con otros colaboradores, como también a ratos los diálogos fluyen entre los invitados y entrevistados, ellos mismos debaten entre sí; en otros se hacen preguntas, como a algunos intelectuales. Hay un historiador que cuenta de Aníbal Barca y de la fuerza de Cartagena, ya desde su época. Franco dicen reprimió mucho a Cartagena, ciudad símbolo de España que Carrasco usa muy bien para auscultar toda la realidad española, y al representante que cree define mejor al ciudadano español quizá. Cartagena tampoco olvida, como se ve por quien suele votar siempre y por quien no en las elecciones nacionales. Las entrevistas se dan en un café bar, entre cerveza y comida, con los asiduos clientes del lugar. Es un filme interesante para conocer el pensamiento del hombre común español sobre la realidad que les toca vivir en la actualidad y que tiene vasos comunicantes con muchas otras naciones, como la nuestra también en algo. Tómese la idea de la minería y la contaminación, se dice que muchos se benefician de las empresas, hacen que construyan cosas, sacan dinero, inversión, para su ciudad o pueblo, pero porque saben que van a destrozar el medio ambiente, el mar, la tierra. Esto suena algo un poco tonto o muy vivo desde distinta perspectiva, pero es la realidad mundial. Es un documental de más de 3 horas de duración, que yace con la pantalla dividida en dos todo el tiempo y que hace uso de poco material de archivo -pero que tiene una textura visual que busca plasmarse en antaño-; es dialogar con el hoy, pero haciendo uso también del ayer. Es momento de descubrimiento, de ver y entender la realidad política y social, más que de celebración, más que de bombo y platillo, nos dice. 

La Restauración

 


La restauración (2020), de Alonso Llosa, es una muy buena película peruana. Tiene su originalidad, y encima es una buena comedia, cosa rara, no somos de buenas comedias, menos de comedias con originalidad. El filme se enfoca en el boom del movimiento inmobiliario limeño, es decir, cuando se compraban casas antiguas de familias pudientes de larga herencia para hacer edificios para -según dice el filme- nuevos ricos -o arribistas, dicho despectivamente-. La película tiene a una mujer mayor, a la señora Rosa (Attilia Boschetti), postrada en cama, dueña de una casona, perteneciente a una familia rica venida a menos, con un hijo de mediana edad, Tato (Paul Vega), viviendo con ella, aficionado a la coca, divorciado y desempleado. Lo de la afición a la droga es lo menos interesante, pero aunque es reiterativo, como broma de clase alta, hagamos como que no importa, para no malograr las tantas virtudes del filme. Una de las grandes virtudes del filme, fuente de originalidad, es que a ratos es bien surrealista, como ir todos a parar a un cuarto de cierta elegancia interna construido en un pampón, casi a un asentamiento humano. Ese cuarto hace de cine dentro del cine en un momento, poniendo a funcionar la magia del séptimo arte para lograr coger la nostalgia de Rosa y su gran anhelo de vejez. Cada elemento es esa arte que hace posible que el cine sea tan grande, partiendo del detallismo y el plasmar lo más real que pueda ser una película en lo visual, sensorial y racional en nuestro reconocimiento. La película de Alonso Llosa resuelve con sencillez y bastante inteligencia cosas complicadas. Otra virtud de la propuesta es justamente ponerse retos, hacer que las historias recorran caminos complejos y exigentes, esto se traduce en el engaño de Tato. El presente es un filme amable, simpático, entretenido, es un filme para todos, aun cuando puede ser algo zanahoria (demasiado sano, más allá de la broma tonta y recurrente de la coca, que en realidad no es nada del otro mundo), con ese final expuesto como película familiar, a lo buena onda naif. Éste filme está lleno de actores notables, secundarios de oro, bien orquestados, con buenos momentos todos, desde la actriz Delfina Paredes, hasta el chofer Eladio o el curioso dealer entrañable (Ismael Contreras). Paul Vega también es un muy buen actor, Tato está muy bien, igualmente Boschetti. El filme descree un poco de la modernidad, prefiere lo clásico, Rosa representa eso, es el afecto por la restauración y preservación en lugar de la modernidad, lo cual es una opinión tolerable, aunque uno no la comparta. El filme es efectivo, te saca risas, y sobre todo sonrisas, es una historia sólida, sencilla y clara, pero con su ingenio. 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Lina de Lima

 


Lina de Lima (2019), de la chilena María Paz González, es una película que parece homenajear al Perú -Perú es co-producción, dígase de paso-, desde que la protagonista es la peruana Magaly Solier, aun cuando haga de empleada del hogar, típico trabajo de emigrante a Chile en la clase trabajadora y en busca de mejores oportunidades, sobre todo en años pasados, hoy es Venezuela quien emigra al Perú más bien, son otros tiempos. Chile pues representa aquí el poder adquisitivo, no las revueltas sociales que comparten espacio en la actualidad y definen su contraste sociopolítico. Paz González es ciertamente respetuosa con el papel de Solier, más allá de una que otra escena, como esa en que un tipo guapo prefiere ver otras mujeres que a Solier. No obstante Magaly interpreta a una mujer con personalidad, y su papel lleva también mucha sensualidad y erotismo. El filme se distingue un poco porque cada vez que algo le fastidia a Lina (Solier) ella fantasea con el musical. En ese lugar no hay música chilena, es música peruana, nuestra riqueza musical, la que se explota. El musical tiene su atractivo, aun cuando no es tampoco nada del otro mundo. El filme es decente, pero ahí no más. Magaly Solier es una buena actriz, no será una Venus, pero tiene fuerza interpretativa y seguridad, tiene variedad expresiva, se mete en el papel, es interesante. El filme es muy respetuoso con la condición de empleada, Lina está llena de matices, escucha rock, tanto como chicha. Le duele que su exmarido se haya reinventado y sea feliz, pero se manda su sexo casual de lo lindo. Hay la participación de un africano que es extremadamente endeble, pero que Lina se meta un polvo con un tipo que no sabe el idioma español y que parece esclavo sexual -aunque baila- puede hacer mención de algún tipo de feminismo. Definitivamente no es una gran película, pero se deja ver, sobre todo porque Magaly tiene talento para sostener retos como dibujarla muy sexual. 

Whisky

 


Whisky (2004), de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, es una película importante en mi cinefilia, una película que me fascinó cuando la vi en el cine Arenales hace como 15 años atrás. Esa vez me pareció una película triste, con esa frase símbolo tan en ese sentir, hasta mañana si Dios quiere. Vista nuevamente, he notado que tiene mucho de comedia, como que también busca poner momentos ridículos en pantalla. No obstante creo que la mayoría de las personas temen dar lastima a los demás, por ello prefieren lo ligero, el relajo, la broma, la ironía, para tapar el dolor íntimo. De esa manera veo Whisky, me sigue pareciendo una película triste, pero encubierta de cierta manera con la broma. Tampoco es un filme propenso al chiste fácil ni a ser una comedia notoria, tiene momentos serios. Es una tragicomedia, y una película aunque entendible compleja de cierta manera, especialmente por su tono. Es un filme que no es como esos filmes que no dicen absolutamente nada, ésta película se halla llena de momentos. Es una película con la que te puedes reír un poco, y a la vez sentir pena. Jacobo Koller (Andrés Pazos) es un hombre seco, aburrido, metódico, también mediocre y un poco tonto, está tranquilo con su rutina, aun cuando es muy solitaria. Su hermano, Herman (Jorge Bolani), es distinto a él, es astuto, despierto, algo pícaro, medio aprovechado, pero buena onda, conversador, entrador. Mientras Jacobo es sumamente correcto y al mismo tiempo cuadriculado, Herman busca sacarle jugo a la vida, aun cuando más allá de cierta apariencia de progreso y éxito están en situaciones similares con sus empresas (monotonía, poco tiempo de libertad). Como están por poner la lápida de su madre después de 1 año de espera, Herman vuela de Brasil a Uruguay a ver a Jacobo y hacer el trámite. Jacobo le tiene resentimiento a su hermano, pero trata de disimular un poco, aunque se le nota. Jacobo también se da cuenta que luce medio loser frente a su hermano, y le pide a una trabajadora, a Marta (Mirella Pascual), que se haga pasar por su esposa. Marta yace en soledad y yace en el mismo engranaje de Jacobo, pero a ella el aburrimiento crónico le fastidia, quiere una relación con su jefe, con Jacobo, pero éste anda enfrascado en su rutina y en sus modales apáticos. Sin embargo Marta acepta con fe. En todo esto Stoll y Rebella ponen cinematográficamente en juego una rutina, cosas que se repiten pero se vuelven a actuar, abrir el portón, saludarse, dejar el portón medio abierto, prender las máquinas, que Marta lleve un té a su jefe, que una persiana siga cayéndose a pedazos. Todo esto no fastidia, por el contrario te mete en el filme. Jacobo, Herman y Marta viajan al balneario de Piriápolis. Stoll y Rebella hacen puestas de escena sugerentes, así vemos a los hermanos frente a frente jugando hockey de máquina de mesa con Marta en medio, los tres comiendo churros mirando el patinaje con una inscripción que señala no levantar a los caídos (a los maltratados por la vida), alguien llama del cementerio a Jacobo (un muerto en vida, nos parecen decir), así surgen pequeños momentos bien ubicados, bastante pensados, pero que se sienten frescos. En el balneario, Herman se pone mosca con Marta, aun estando casado y creyéndola su cuñada; Jacobo que la tiene fácil prefiere dormir en el sillón y salir por un vaso de agua y volver tarde. Esto deja en claro que Jacobo solito deja pasar sus oportunidades, quiere estar igualito. Marta pues fuma como chino en quiebra, sugiere estar harta de ir sola en el ómnibus oyendo música triste. Jacobo, aunque bobo, le tiene aprecio a Marta, como se nota con el regalo que le entrega al final del viaje. Es un filme que tiene ratos ridículos a propósito, como ver a una niña cantarle a tres viejos, fuera de lugar; o cuando Marta recita las palabras al revés, emparentado con un medio de conquista. Pero también hay momentos que duelen, sobre todo si leemos todo en conjunto, aun cuando Jacobo ponga a Marta a empujar su carro viejo que no arranca. Es una película notable, muy buena realmente, y además muy entretenida. 

lunes, 16 de noviembre de 2020

Relaxer

 


Relaxer (2018), del americano Joel Potrykus, es una cinta independiente y se nota, pero con su originalidad, distinción y personalidad, no es una película tan notable, pero curiosa, atractiva en cierta manera. El filme trata como un loser y slacker llamado Abbie (Joshua Burge) es retado por su hermano constantemente, por Cam (David Dastmalchian). Cam lo humilla y lo minimiza siempre; Abbie que no quiere dar pena, no ser visto como un inútil y vago, aunque ciertamente lo es, acepta todos los retos absurdos y ridículos, propios de adolescentes, que Cam le pone encima. Para empeorar la imagen que se tiene de sí mismo Abbie no cumple con terminar los retos de Cam por lo que encima se le subraya de fracasado. El filme pone a Abbie a aceptar batir el récord de más triunfos en el Pac Man, pasar el nivel 256, que dicen que no se puede. Abbie acepta el reto de Cam, sin poder moverse de su sillón. Cam promete volver, como que abandona a Abbie. Abbie no quiere rendirse por nada del mundo, siente que es su última oportunidad para no quedar definitivamente relegado al papel de perdedor. Mientras Abbie yace ejecutando el reto recibe visitas, metido en un lugar muy desordenado y sucio, parece un lugar público que él ha invadido. Al lugar llega gente que lo conoce, incluso aparece un conserje extranjero que quiere fumigar el lugar. El conserje trata de hacerse entender, hablando otra lengua; Abbie ruega porque no lo boten. Es una película bastante extravagante, a ratos muy sucia, no es el caso de lo cool, sino de lo marginal, pero con personalidad propia, buscando conquistar uno su pequeño espacio en el mundo. Para ponerle mas potencia al filme, ponerle una nota más rara, más atípica, más swing, Abbie empieza a creer que puede hacer cosas sobrenaturales con el poder de la mente, todo desde lo espontáneo, nacido casi accidentalmente de un momento muy casual y coloquial, una conversación llana, de un poco de tonteo. Intenta mover con la mente un vaso de gaseosa tirado de días en el suelo sucio y se mueve para sorpresa de todos, pero luego se ve que es por una cucaracha que sale debajo. Tiene el filme, sin duda, de humor grueso, burla grande con un infaltable toque chacra, pero son chistes sencillos, sin maltrato. El hermano de Abbie, Cam, curiosamente, se ve de lejos, se nota que es el antagonista, el enemigo de Abbie, aun cuando es su hermano y tiene con él una relación íntima, próxima, de todos los días, crecieron juntos. Abbie cada vez más abandonado en su reto, en su no querer ser un loser eternamente, sigue sin moverse del sillón por más sediento y hambriento que esté, aún no teniendo mucho a la mano; parece que desvaría y sigue creyendo en tener poder mental, persiste en buscarlo, en ello hay escenas algo hilarantes, como lo señala su aspecto físico y su disfraz a días de seguir en el limbo -con tono musical de por medio-, mientras afuera se espera el anunciado apocalipsis del año 2000. Finalmente a lo Scanners (1981) o Los Bastardos (2008) veremos una escena gloriosa de terror, y un reto entre retos finalmente cumplido. El remate no se entiende bien, ¿le habla al demonio, al espectador dejando de ser también un loser o al despertar de una alucinación? Es un filme de aspecto básico y faltoso, pero cargado de imaginación y cierta originalidad. Potrykus se distingue, aunque no sea todo lo elogiable que uno puede esperar, tiene fuerza y se ve que ostenta verdadera cinefilia. 

sábado, 14 de noviembre de 2020

Possessor

 


Aunque el empaque es otro, la verdadera historia de ésta película, la segunda que dirige Brandon Cronenberg, es la de una psicópata que quiere destruir el mínimo de conciencia que le queda. El filme nos muestra a una corporación que hace que asesinos profesionales tomen la mente, personalidad y voluntad de otras personas para ejecutar sus planes de homicidios bien calculados. No se dan muchas señas de ésta corporación, pero esto da para generar todos los movimientos. Hay misterio sobre a quién le pertenece la corporación, a quien le rinde cuentas y con qué objetivo, aunque se sabe que es el de tomar control de empresas de mucho poder, matando a su dueños principales. La corporación puede entenderse -si usamos la imaginación- como un servicio secreto o propio de un grupo de privilegiados, no se sabe en realidad, sólo se conoce a su administrador, Girder (Jennifer Jason Leigh). La asesina top de la corporación es Tasya Vos (Andrea Riseborough), asesina fría, despiadada, mata de manera atroz, aquí el filme recurre al gore más descarnado y violento. Tasya más que tener ataques de conciencia, sufre de fallas en el proceso que la tiene en la mente ajena. Para salir de las mentes dominadas la asesina debe de suicidarse o que la maten, pero no puede hacerlo -ahí está la falla mental central-, con lo que queda atrapada, hecho el asesinato perseguida por la policía, lo cual le dificulta su trabajo, obtener su promoción (tan sencillo como esto). Tasya rememora a cada rato los asesinatos horribles que ha hecho -como un martirio, un fastidio que siente-, también a través de esto volvemos a vivir una y otra vez escenas impactantes, cargas de terror, como el cuchillo que se hunde en la garganta de un hombre corpulento que sangra de manera profusa. Hay una escena poderosa de horror que uno recuerda mucho, bastante perturbadora, cuando una mente dominada despierta (Christopher Abbott, quien comparte protagonismo con Riserborough, ambos harto talentosos) y se da cuenta que tiene un parásito en su psiquis manipulando su voluntad y su imagen; metido en una pesadilla literalmente arranca una cara de un cráneo y se la pone como máscara, la cara de Tasya. Ésta es la escena símbolo del filme. Abbot con la mente controlada por Tasya se dispone a cumplir el plan asesino de la corporación, a él lo vemos mucho en pantalla, interactuando con 2 grandes y ricos personajes y actuaciones, un padre y empresario, el target, John Parse (Sean Bean), que tiene de sujeto déspota y engreído de sí mismo, y su hija, esposa de Colin (Abott), una hermosa y sensual Tuppence Middleton, que casi fijo se convertirá en una actriz muy popular. El filme tiene escenas de homicidios de alto impacto, muy sádicos, muy explícitos, no se escatima detallismo ni cierta extensa exposición. Igualmente se muestran partes íntimas en toda pantalla, el filme tiene su pequeña trasgresión con esto, aunque no sea ya original por nuestros tiempos tan explícitos y desenfadados. El filme no mide asesinato, todo vale. Pero el filme se rige a su historia, no es tampoco gratuito, aunque algo hay. Es una película perturbadora y emocionante, no es tan rara, juega con historias un poco típicas de locura. Tiene su parte de preguntas que resolver, tiene de película algo misteriosa, pero se puede interpretar en mayoría. Surge una dialéctica entre Colin y Tasya en pugna por el control mental del primero, ésta escena es curiosa, cargada de sustancia como cuento y tiene un desenlace de los más brutales, si bien toda la película es para estómagos fuertes y mentes abiertas, para con el terror hedonista y cinéfilo pero exigente en presentar tolerancia en varios sentidos. Brandon Cronenberg con su segunda película fortalece el legado de su progenitor, el cambio generacional, lleva bien la herencia de un padre cineasta de culto en el género. 

viernes, 13 de noviembre de 2020

Ming of Harlem

 


Ming of Harlem: twenty one storeys in the air (2014), del americano Phillip Warnell, es la historia de Antoine Yates, un afroamericano que en un 21avo piso de un edificio de Harlem tenía un tigre y un cocodrilo como mascotas. Yates habla a la cámara muy seguro de sí, explica su razonamiento, se le oye inteligente, a ratos poético, un total animal lover, pero por otra parte también lo que ha hecho es propio de locos. Al tener estos animales en su apartamento pudo poner en peligro de muerte a la gente del lugar. La historia se supo cuando el tigre llamado Ming lo atacó, y llamaron a la policía. La historia de Antoine es curiosa, él sin duda es todo un personaje, además se expresa muy bien. El documental luce muy atractivo en sus primeros 20 minutos; luce convencional, pero con una historia muy rica entre manos. Luego Warnell a los 24 minutos de metraje pone a un tigre a vagabundear por un apartamento, quizá el mismo de Antoine. Durante 19 minutos veremos simplemente al tigre moverse muy tranquilo por el espacio reducido. Se acerca mucho a una bañera a tomar agua. Durante éste tiempo uno siente aburrimiento, estás a punto de abandonar el filme, aún cuando el tigre aunque bastante relajado y lento luce majestuoso. El tigre aunque es un animal salvaje y muy peligroso se ve como un animal poco intimidante frente a la cámara, esto es una falsa realidad, pero uno lo ve medio como un gato gigante. Luego a los 43 minutos de metraje escuchamos al filósofo francés Jean Luc Nancy recitar un especie de poema. Éste poema se entiende, no es como esa filosofía e intelectualidad de la que hay que ser mago para atrapar una palabra. Nancy es claro, y profundo, también tiene un lado lúdico y un poquito divertido. Es un poema que ostenta belleza y no fastidia, aun siendo un poco largo. Más tarde aparece Al, un cocodrilo, sólo por su lado en el apartamento. Éste cocodrilo si es atemorizante, es un animal que luce muy frío, la cosa cambia, se siente claramente la locura que ha perpetrado Yates en éste 21avo piso. Yates en cierta forma, hasta quizá directa -con la presencia de una niña-, compara tener animales salvajes a su cuidado con tener un hijo, invocando harto amor pero también mucho sacrificio, aunque desde otras coordenadas. Yates habla de la magia de tener estos animales como mascotas, igualmente es consciente del peligro que representan. Esa mezcla entre peligro, osadía y buscar controlar lo salvaje es lo que definen ésta personalidad exótica, pero coherente con uno mismo, aun cuando Yates tiene ciertamente de hombre raro, no menos interesante, fascinante. Yates inclusive agrega cierto misticismo a un lugar como Harlem. Yates es positivo, ve belleza donde uno puede tardar en observarla. Menciona la calle, y la cámara le es cómplice, enfocan a unos niños jugando, aun cuando un hombre pasa muy serio, asomando también un mundo duro ahí afuera. Yates está como pez en el agua en Harlem, es un hombre culto, pero a su vez de barrio, y esto es una curiosidad en cierta manera, más que una aparente contradicción. Yates es, como Al y Mink, un hombre salvaje, pero también es un hombre con maneras, educado, capaz de razonar su extravagancia. Por todo esto éste filme es una propuesta con sustancia, no solamente llamativa como pudo quedarse solamente.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Sin señas particulares

 

Ésta ópera prima, perteneciente a la mexicana Fernanda Valadez, es casi una película de terror. Sin señas particulares (2020) ha ganado un premio por guión en Sundance, fue la mejor película latinoamericana en San Sebastián y la película mexicana del año en Morelia. Es una propuesta que intenta explicar la violencia en la frontera mexicana, tanto como las misteriosas desapariciones. El filme pudo ser tranquilamente peruano, teniendo en cuenta que el terrorismo es un tema que se le presta mucha atención en nuestro cine; el filme de Valadez nos retrata la violencia que produce las guerrillas. Lo interesante del filme, aparte de una búsqueda muy humana, la de una madre de su hijo, es justamente que coquetea mucho con el cine de género, con el cine de terror. Vemos al diablo en sombras en medio de fogatas, mientras se mata gente. Esto es también la perspectiva de una mirada, la de un sobreviviente indígena, quien absorbe la brutalidad que observa mediante la racionalidad de la mitología. Es así cómo puede sostenerse en pie y explicar tanta maldad, sin perder la cordura. La participación del demonio además tiene una segunda explicación, cómo tienta, manipula y finalmente domina a ciertos hombres, poniéndolos frente a un callejón sin salida. La escena que retrata el control y entrega hacia el demonio es simbólica, claro, pero además posee una escenificación atroz, con el uso de un machete, que bien se le podría adjudicar de cine de horror. El viaje de Magdalena (Mercedes Hernández), en busca del hijo, es atractivo, está cargado más que de melodrama de suspenso -pero es emotivo-, el camino que recorre está plagado de amenaza, de miedo, de tentar a la muerte. La protagonista responde muy bien a una amenaza velada: ¿ud tiene hijos?, esto la describe por entero y a muchos. El filme también tiene una particularidad formal, estética, hay muchos desenfoques, se hace hincapié visual en la figura de Magdalena y la de un chico deportado de EE.UU. Es una obra que intenta tener personalidad, salir un poco de lo convencional, y lo consigue, sin ser una propuesta de ruptura. Ciertamente es un buen filme. En la escena en que Magdalena se topa por primera vez con el chico deportado, ambos yacen en la misma toma en medio de un pastizal, la imagen fotográfica del encuentro se ve hermosa. En ese momento se vive mucha desconfianza. Es una película que retrata a una mujer valiente, que humildemente se justifica como una como muchas. Magdalena es intachable, cuando se hace difícil ser así, en un mundo tan cruel. 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Habit

 


Ésta es la película favorita de terror de la directora Karyn Kusama. Habit (1995) ganó el premio Someone to watch -Alguien a quien seguir- en 1997 en los Independent Spirit. No obstante no es una película muy conocida por muchos y es tremenda película, muy bien hecha, notable dentro del cine indie, el cine de terror y el cine de bajo presupuesto. La dirige, escribe el guión y es el protagonista Larry Fessenden, la produce él también, tiene una productora propia indie, Glass Eye Pix, productora que ha producido películas de Ti West y Kelly Reichardt. La propuesta versa sobre alcoholismo y vampirismo, se basa en una relación apasionada, un romance que va de la mano del vicio del alcohol, cosa que se maneja de cierta manera como un poco velado, aunque notamos que Sam (Larry Fessenden) como un neoyorquino cool para bebiendo y fumando, tiene también la particularidad que le falta un diente frontal y esto en lugar de quedar mal le otorga hasta personalidad como personaje y a su película. El filme tiene escenas sensuales, eróticas, muy buenas, perfectamente fusionadas al relato. La historia está integrada en más de una lectura -real y fantástica-, aunque una queda clara al final. Es un filme potente en su retrato de cierta vida bohemia y relajada en New York, a la que se suman escenas de terror sobre vampirismo, pequeños momentos intensos, a razón de la mujer que le apasiona a Sam, Anna (Meredith Snaider), que es pequeña de estatura pero es una mujer de fuego. Hay un momento donde Sam debate con su mejor amigo sobre la locura de creer a Anna un vampiro y queda una conversación sublime, sumamente memorable. Es un diálogo extenso pero magnífico. Anna es tan intensa que hasta tiene de bisexual en un momento, teniendo en cuenta que justamente los vampiros representan la transgresión absoluta de lo sexual, representan lo prohibido -lado conjugado con lo satánico-, el extremo simbólico desde luego es la muerte. Sam llega a decir que está a punto de quebrarse, hasta ahí llega esa compañía que representa Anna, que en realidad es el propio Sam el culpable. Ella como que le advierte a Sam bajo una sonrisa, cuando le da dos boletos para un juego mecánico y él dice sufrir de cierta acrofobia. Desde ese momento Sam es partícipe del vértigo de la relación. Primero la goza en grande, luego empieza a asustarse -vampirismo incluido-. Todo hombre desea una mujer fogosa nos dice el filme -hay una conversación entre Sam y otro amigo celebrando el hedonismo que produce una mujer fuertemente erótica-, así como tantos otros filmes, pero ésta intensidad puede llegar a destruirnos; mantener el pedal acelerando inevitablemente tiene que terminar en un impacto violento, un desbarrancamiento, sin ponernos blandengues. En pocas palabras es el exceso el destructor de todo. La bebida entra a tallar, claro está. Es una historia genial de ver como drama indie, tiene una perfecta contextualización, desde la música en vivo en el apartamento en el hallazgo de la mujer peligrosa, aunque en primera instancia no lo parezca, y al mismo tiempo es una obra ingeniosa con el vampirismo, desde que vemos una garra de Anna sobre el hombro de un Sam distraído. Las escenas de muerte también lucen notables. 

sábado, 31 de octubre de 2020

In the tall grass

 

Ésta película se basa en una novela de Stephen King y su hijo Joe Hill, la dirige el canadiense-americano Vincenzo Natali. Se ve en Netflix quien es la que la ha producido. In the tall grass (2019) versa sobre ser padre, uno réprobo hasta ser demoníaco, literalmente; el otro que intenta redimirse, subsanar sus culpas. En la trama hay una enorme roca a lo 2001 Odisea del espacio (1968) que es la que genera la dimensión de transformación del lugar, en éste caso de locura y anormalidad, alrededor de un extenso pastizal, donde crece la hierba en cantidad y de manera muy alta, más de la altura humana promedio americana. En éste pastizal pasaran mil cosas, por acá se desplazará toda la película. Entrará un grupo de gente -sólo 6 personas, incluido un niño, más un perro- y no podrán salir, incluso no pueden hallarse entre sí, estarán perdidos individualmente. El filme presenta dificultades que luego de la nada pasan a otros problemas, a otros momentos de extrañeza dentro del pastizal. Hay una acción que puede parecer un poco rara, pero en  el filme lo explican perfectamente, cuando dejan caer a alguien. Se menciona que en el pastizal la gente es como la hierba, mueren -se marchitan- y vuelven a renacer, habiendo nuevas aventuras al respecto, macabras, con lo que se presenta cierta plasticidad para matar a los personajes. El filme de Natali tienes sus escenas de terror memorables, aunque sencillas. Anoto dos escenas en especial, una cuando aparece una especie de tribu de la hierba y cargan un cuerpo en un rito: y otro cuando se abre la tierra y se exhiben cadáveres putrefactos llamando a más muerte, lo que esconde la gran piedra, fuente del mal. La propuesta cuando dramatiza -en varias oportunidades- sobre temas familiares no se ve tan buena, pero mal que bien éste es un trasfondo sustancial, la obra toma forma con ello. El filme estéticamente es poderoso, las escenas son de alto impacto visual, salvo cuando se intenta ser muy original, como con el golpe de calor, se ve un poquito chusco, medio incongruente. No es una gran película, pero se deja ver, tiene su disfrute, sus virtudes. 

jueves, 29 de octubre de 2020

Field Niggas

 


Ésta película se podría hacer acá en Perú y saldría algo igual de interesante, salvo por la brutalidad policial, aquí es corrupción, coima, en lugar de asesinato. El filme del americano Khalik Allah muestra un barrio marginal, lumpen, una esquina, un par de calles, en Harlem. Vemos mayormente afroamericanos, algunos pocos latinos, y uno a tres caucásicos. También vemos siempre rondando a la policía. La gente retratada se ve pobre y muchos tienen aspecto criminal o pandillero; se ven serios, algunos sobrados, otros desafiantes, algunos pocos melancólicos, muchos indiferentes a la cámara de Khalik. Algunos ríen y posan. Nadie habla, solo hacen gestos y miran fijamente a la lente. Escuchamos voces en off que son las entrevistas que ha hecho Khalik a los personajes documentados en su hábitat y costumbres, en quienes son tal cual. Muchos se drogan frente a la cámara. Hay mucha joyita presente. Alguna gente yace solo comiendo fast food, comen con hambre, con apremio, en su propio mundo. Se ve un caucásico de mendigo, medio perdido. Se ve gente también poco agraciada, como un hombre con cicatrices en un ojo. Se comenta la muerte de un afroamericano a manos de la policía el 2014, el mismo año que se ha filmado la película. Ésta muerte se menciona por la gente del lugar como injusta, dicen que el arresto fue por algo menor y la persona no estaba resistiéndose, se dice que se hallaba cooperando con los oficiales, y en cierto momento de fastidio lo estrangularon en busca de retenerlo y murió, lo mismo que hemos presenciado en la actualidad. Es la lucha que oscila entre lo delincuencial y el abuso y brutalidad policial. Una madre soltera joven se muestra cuidando a su pequeña hija, la niña aprende del entorno como en broma, hace señales con las manos como aquellas que hacen los mayores, para darse de cool o por pandilleros. Una bella chica latina esboza una sonrisa discreta a la cámara. Khalik, quien es fotógrafo también, enseña fotos a sus entrevistados de la realidad en que se mueven, como son ellos mismos. El filme es respetuoso con todos, pero pone el dedo en la llaga, quizá sin querer. En un momento Khalik dice que todos son uno solo, incluida la policía -a quienes también muestra sus fotos y también los documenta a pie mirando fijamente-; Khalik expresa sentirse parte de todos los presentes. Más allá de la esencia de lo lumpen puede que esa sea la razón de que todos cooperen con él en mostrarse en el documental como realmente son, como si no importara nada más que la personalidad y la irreverencia y osadía de mostrarse hasta criminal. 

miércoles, 28 de octubre de 2020

Ficción Privada

 


Ficción privada (2019), del argentino Andrés Di Tella, es un documental algo curioso. De verdad que hacer documental hoy en día tiene encanto. El documental en general haciendo uso del cine arte y la libertad de autor plasma originalidad, ya no es documentar y exhibir simplemente una historia real, ser muy formal, ahora hasta brilla la extravagancia, el asunto ciertamente se ha vuelto más divertido, más cinematográfico, más artístico, y se puede mantener la esencia de la verdad. Como dice el título se hace uso de un poco de ficción, mientras se indaga en los padres de Di Tella como pareja, como matrimonio. Ésta propuesta no es un filme político en realidad, como uno pudiera pensar al ser la pareja de ideología de izquierda, es más una historia íntima la que se nos cuenta. Aunque la madre de Di Tella era de color, de la India, viviendo en Argentina e Inglaterra en especial, por donde andaban más, y la hacían sentir diferente por su color de piel, el filme no profundiza mucho sobre ello. La película hace ver que Kamala, la madre, no se sentía feliz en éstas ciudades, por la discriminación que padecía, que le traía soledad, pero se habla de ésta discriminación como en segundo plano; en primer lugar se hace ver que Torcuato, el padre de Di Tella, era el culpable de la tristeza que sentía Kamala, a razón de medio abandonar a su esposa por sus viajes de trabajo, dejarla expuesta. La discriminación no se siente brutal, se siente sutil, aunque se dice que la sentía directamente, que la gente se les quedaba mirando, que las parejas interraciales no las veían bien en éstas sociedades. Se leen cartas que le había entregado el padre de Di Tella a él -dirigidas a Kamala y viceversa- y que escuchamos en el filme de distintas maneras, aquí hay su originalidad. En una de las cartas Kamala pregunta si Torcuato había sentido lo que ella sentía en Argentina con su gente, que la veían como rara a su sociedad, que la buscaban marginar. La pregunta queda en el aire, esto implica que Torcuato no se portó a la altura del todo con su esposa, aun queriéndola y agradeciéndole quien fue él -en qué se convirtió como persona- al estar con ella, que esto último sí llega a decirlo. El filme pone a dos actores de la misma edad que los padres del director a interactuar como los actores mismos son, como pareja, como si esto fuera verdad o quizá lo sea, también conversan, interpretan, se identifican y leen sobre los padres del director. Estos actores implican cierta ficción, generan una dinámica y personalidad con el producto, con el tema de cómo fue la relación de la pareja Di Tella. Ficción y documental entonces dialogan. Hay un elemento físico y emocional nuevo interactuando con los muertos, novedoso si se quiere y externo que juega con el pasado -desde distintos planos-, con los hechos verídicos. Todo esto va de la mano del director -el demiurgo tras bambalinas- que incluso lo vemos dando indicaciones a los actores, no tan invisible, que hasta aparece en la apertura dejando una introducción. Aunque se quiere plasmar que la participación de los actores tiene de verdadera, de personal, como a su vez su parte de espontaneidad, también se nota claramente que hay una manipulación de elementos de ficción en lo que ellos muestran de sí. El director deja dicho que su película maneja su cuota de mentiras. Torcuato también le dejó a su hijo muchas fotografías de su viajes, como Andrés no sabe la historia de cada una de ellas -le son anónimas de cierta manera- hace ver como que puede inventarles un background, nuevamente entra a tallar la ficción, la fantasía, la imaginación, la libertad, la felicidad y el divertimento de la creación, el quehacer del documental de hoy en día, del documental de autor. 

domingo, 18 de octubre de 2020

Mes chers espions

 


Ésta película se podría pensar no es de las que se puedan hacer muchas veces, se agotaría el encanto del director que las haga. Pero, bueno, hay muchos cineastas que repiten la misma fórmula, y finalmente es cosa de cada uno, cinéfilos y autores. Es una película que está muy bien hecha realmente, y está formada por elementos bastante sencillos, como ponerse el director del filme, Vladimir León, a comer y a conversar con su hermano, actor y también director de cine, Pierre León. Mientras comparten un plato de comida y una botella de licor, a lo bien francés, van conversando sobre la temática de su filme. Debo decir que son gente culta e inteligente, sus diálogos representan esto muy bien, además son muy fluidos y se les ve muy relajados. Las conversaciones no son necesariamente plus ultra, pero son buenas, atraen, manejan muy bien el tema del filme. Este documental trata de una investigación familiar que ponen en práctica los hermanos León, que les intriga, notando que guarda secretismo y misterio de parte de hasta de su propia familia que no ha dejado mucho rastro, a raíz de la deportación de la madre de Vladimir y Pierre, cuando ella tenía tan solo 14 años, junto con la tía de ellos, producto de que sus padres, los abuelos, fueron acusados de hacer espionaje para la Unión Soviética en Francia. Éste hecho, la deportación a la URSS en 1948, hace que los hermanos León busquen comprobar si en efecto sus abuelos fueron espías o dobles agentes incluso. La madre del director llega a compartir su diario, pero aunque se habla de la deportación la causa no se profundiza en este diario, seguramente porque por ese entonces era solo una adolescente y más era la belleza y riqueza cultural de Francia lo que más le importaba. Los León ponen aderezo a su investigación, que yace siempre en la duda. Buscan pistas, aquí el documental y los autores se muestran ingeniosos, hay indicios interesantes, aunque también algo endebles, así va el filme, nada es contundente para afirmar un lado u otro, son posiciones distintas en juego y ya cada quien saca sus conclusiones últimas. Pero las pistas ciertamente son jugosas aun así. Es un filme curioso, atractivo, aun cuando requiere algo de paciencia y es un poco largo. Los León, porque el filme los tiene de guías a los dos, llegan a hacer una reunión íntima generando un pequeño debate entre amigos y pequeños intelectuales, la pregunta planteada en la reunión es ¿hay libertad hoy en día en Rusia, en la Rusia de Putin? (ésta pregunta se esclarece). Los León aunque son bien franceses, la verdad, cosa que está muy bien, perpetran moverse con agilidad en Rusia; hacen un viaje hasta allá y se citan con estudiosos y amigos de su familia. Ellos logran ser respetuosos con todas las ideas -cosa difícil en muchos-, aun cuando no son muy afines al comunismo, ni a la URSS ni a líderes como Stalin, porque sobre todo están en contra de cualquier tipo de limitación de los derechos y la libertad individual. Éste respeto mezcla amor y cierto rechazo por los abuelos. A la abuela la oímos hablar en un video casero grabado una década atrás, ahí ella mantiene todo ese garbo -aun en la vejez- de sus años como actriz. El diario de la madre narra penurias -en la URSS, como lo que cuentan los abuelos- y también un mundo de ilusión adolescente -la nostalgia por Francia-. El filme de Vladimir da para mucha conversación, dicho cómo virtud de un filme que nutre muy bien su temática y hace una obra notable e interesante por medio de cosas llanas. Desde luego para viajar se necesita plata, pero ante todo de voluntad, motivación, emprendimiento serio y, mucho, de audacia para generar tantos diálogos ricos, una investigación que manifiesta bastante atracción, que se da solvente, como también el saber contactarse con la gente idónea para nuestro proyecto, que genera atracción intelectual y entretiene sin ponerse esnob -aunque la guapa chica de lentecitos tenía su airecillo de chica profunda- o que la película se perciba como una sobredimensión de algo que parte de lo familiar e íntimo y de cierto dolor y fastidio que olvidar más que de algo muy memorable, pero que como ese muchachito de traje militar y esa bella pequeña actriz de esposa, personas aparentemente sencillas, puedas ser digno de la historia de una gran película y ¿por qué no de espionaje? La mejor basa de éste documental es estar en el punto de convertir lo "común" en algo llamativo -que tampoco es fácil-, hacer de todo lo que toca algo valioso. 

martes, 13 de octubre de 2020

Dick Johnson is dead

 


Lo mejor del documental de Kirsten Johnson es que conmueve bastante, trasmite mucho amor por el padre de 86 años que la directora siente está cerca de la muerte por lo que se prepara de alguna forma para ese trance tan difícil, al mismo tiempo que propone vivir con intensidad tenerlo aún con vida, como quien pretende vencer a la muerte, por lo menos por un tiempo más, por un par de años. El filme tiene de base mostrarnos escenas de accidentes donde muere Dick Johnson, el padre de Kirsten, exhibiendo sentido del humor aunque negro, pero esto aunque es algo vistoso y original si se quiere no es tan interesante a fin de cuentas. El filme en realidad propone ver cómo es la vida con el padre cerca de la muerte producto de que empieza a sufrir de la memoria y poco a poco va dependiendo más de la hija. Dick es un hombre simpático, cae bien inmediatamente, luce muy tranquilo y ligero, también se le observa sensible e inteligente en muchas oportunidades, fue psiquiatra y se ve su capacidad para tener empatía con la gente. Es un filme sobre la cotidianidad de la edad avanzada, aunque Dick es un hombre un poco ágil, no es que sea un viejito de pocos movimientos, tiene hasta sus ocurrencias light. Los ancianos suelen no tener filtros al hablar, lo que puede molestar, pero en el caso de Dick él es un hombre muy medido, muy tranquilo, muy pensante, tiene respuestas notables. Dick llora con cierta facilidad (si se le empuja un poco), pero nunca cae pesado ni agota. No obstante el filme sí se percibe un poco manipulador, pero no son muchos momentos de ésta índole. En un momento en buena parte propiciado, pero emotivo e íntimo y sincero de parte de Dick, se deja la cámara correr "discretamente", pero Dick que es mosca (inteligente) a pesar de ser tranquilo, no busca fastidiar, le dice a su hija que le da permiso para exhibir el momento. En este sentido Dick es abierto a mostrarse tal cual, a mostrar su sensibilidad; gusta del cine también, aunque el documental es algo que menos afinidad tiene como público, cómo llega a comentar, aludiendo más que incomodidad a su sencillez como espectador. El presente documental tiene algunos momentos simplones, pero a su vez también memorables, uno de los más memorables es cuando se organiza la misa por la muerte del protagonista. La propuesta funciona mejor cuando se enfoca en la vida, en vivir, que en la proximidad de la muerte, cosa que empieza a tomar forma por el final, así el filme se pone a mostrarse en pro de la felicidad de existir, aun en la vejez y en su ocaso, como sale de la personalidad de Dick, aun pudiendo sonar algo a mensaje de autoayuda, pero de esta manera la película se pone mejor, se vuelve curiosamente más original, notando que este filme en conjunto contiene creatividad, no es el típico documental de estos temas. La muerte sucederá, pero esto queda relegado de cierta manera a vivir el presente, a elogiar el existir, a ser positivo a pesar de la racionalidad de los hechos, aun con problemas de memoria y cosas de la vejez, que aun no se ven tan duros -no obstante duelen, como ir perdiendo la independencia-, que están en una etapa manejable todavía, aunque Kirsten y su padre ya están preparándose para lo que vendrá, a razón también de cómo fue con su madre. El filme por el final da un cierto vuelco ideológico y enaltece un sentir de felicidad por encima de la sombra de la muerte, de aprovechar la presencia de Dick en la familia, de aprovechar la gran amistad y amor que une a padre e hija hoy en día -y que viene de siempre-, aun cuando Dick se nota muy dócil, y es de perfil bajo, o en realidad quizá gracias a esto. Dick come con gran alegría, con tremendo goce, en medio de sonrisas, helados y dulces, algo tan sencillo da a pensar en la felicidad de existir, éste positivismo medio inquebrantable y valiente que yace por encima de quedar desorientado en una habitación resuena como un filme más virtuoso que ese otro miedo expuesto aunque con brevedad de quedar abandonado u olvidado. Desde luego, Kirsten ama a su padre y este es otro caso, ese vínculo se ve fuerte en pantalla y aporta muchos momentos valiosos -con una Kirsten fuerte-, es una historia de amor que cala. 

domingo, 11 de octubre de 2020

El elemento enigmático

 

                                                                                                                                                 
Me considero inclasificable para ver películas, cualquier tipo de filme me puede sorprender si tiene de especial, aun cuando puede tener cosas que no me suelen gustar o incluso no es la clase de película que me suele entusiasmar por lo general. Mantengo la mente abierta siempre y mis consideraciones habituales no son inamovibles frente a una película que lo amerite, que se lo gane. Éste mediometraje del argentino Alejandro Fadel dicen que es una propuesta de las que hay que dejarse llevar sin entenderla, que es sensorial y no para verla racionalmente y así no es como suelo apreciar el cine, para mi un filme debe entenderse siempre, algo al menos, los filmes están para sentirse pero entendiéndolos, procesándolos, están hechos para analizarse y desde ahí sentir emociones y fascinaciones. Éste filme es un spin-off de Muere monstruo muere (2018), un apéndice. Como dice el título del mediometraje parece la conclusión o explicación hecha filme de la parte oscura -enigmática- de Muere monstruo muere. Pero nuevamente el filme se queda por una parte en el misterio, es como una repetición de esa obra. Hay algunos diálogos sobre la libertad, el concepto, el entendimiento y lo abstracto, los diálogos son más abiertos que antes. No veo que el filme tenga mucho de una comedia, como sarcásticamente ha dicho Fadel que tiene el mediometraje. La música que acompaña se hace notar de manera bastante efectiva. Los sonidos acústicos, ambientales, aportan su buen toque de suspenso, terror, fermenta expectativa. El toque sonoro hace potente vivir éste sci-fi, mientras las imágenes se detienen, recorren, la cordillera nevada, el poderoso paraje de hielo. Éste mediometraje es de bajo presupuesto, por ello es muy importante el sonido. Los tres motociclistas protagonistas deambulan por la nieve aportando sencillez visual, al mismo tiempo juegan al sci-fi como si fueran extraterrestres, es una licencia austera de la imaginación para entrar en lo lúdico de la propuesta. En el filme se halla un cadáver mutilado bañado en sangre sobre la blanca nevada. Si conjugamos libertad, sangre y aliens puede verse como el estudio exógeno de nuestro comportamiento irracional y violento. También podría ser la influencia de estos aliens sobre nuestra violencia e irracionalidad. En los diálogos no obstante aunque no es una comedia se percibe algo de ironía, uno de los personajes que habla -se comunican mediante subtítulos- se siente fastidiado con la intelectualidad del compañero; cuando la abstracción llega a la teología el fastidio es una pequeña explosión de humor, como quien dice no me fastidies con tu película, con tus complicaciones constantes. Pero siempre es interesante que haya originalidad y novedad -lo clásico, claro, es lo clásico, lo mejor de lo mejor-, y ante todo autenticidad, que el filme tenga algún tipo de coherencia, que haya seriedad y profundidad -salvo sea realmente de humor, y para ello también hay que tener talento especial, el humor no es para todos tampoco-, que el filme pretenda ser bueno de verdad, que no sea efectista, impostor ni forzado. Ésta obra se mantiene fiel a las complicaciones, el mensaje es ese, mantenerse fiel a uno, a nuestra filosofía, a nuestro lenguaje, a nuestra literatura, a nuestra visualidad, como morir en la nieve, morir siendo de otro planeta, que también puede leerse como algo pesimista con las acciones de la humanidad, como con su corrupción. La cordillera, la nieve que lo envuelve todo imponente, como que te hipnotiza, sumada la música de acompañamiento, crea un ambiente, la naturaleza por encima de todo, esto es lo sensorial, el sentir de lo extraño, pero resulta un poco redundante. No obstante se percibe una aclimatación completa, plena, virtud de lo elemental para hacer cine. Ver a estos astronautas motoristas pasear por el inclemente frío, por las condiciones más adversas tiene sus varias lecturas, es una exploración a lo oscuro, al corazón de las tinieblas, a nuestra brutalidad. A su vez hay una lectura ideológica, hacer películas, hacer arte, escribir de cine también puede ser arte, es una lucha, una resistencia, por ser uno mismo.

jueves, 8 de octubre de 2020

Los helechos

 

Los helechos (2019), de Antolín Prieto, es una película que por una parte no parece película peruana, mucho menos si la consideramos una comedia, es demasiado sutil para empezar -salvo la escena sexual a lo "cine europeo"- y nosotros no tenemos nada de sutiles con la comedia, solemos ser bien chabacanos en general o de trazo grueso, o solemos imitar el cine americano y poblar la comedia de peruanismos así, cosa que por una parte se extraña, por más raro que suene, aunque no la exageración, un poco solamente, ya que tiene un feeling especial hallar peruanismos en la comedia nacional y (algunos) lugares comunes de ser peruano, aunque a veces se tiende a exagerar el lugar común, sobre todo nuestro criollismo, que puede dejarnos mal parados. Como digo, un poco no más se extraña, porque la comedia sutil de Antolín tiene varias virtudes y ventajas de ser como es, como tener más nivel que de costumbre, tiene un toque más universal y cosmopolita -más un cierto toque indie extranjero, sin perder su cualidad de cine amable-, hay argentinos y españoles en su reparto, pero en lugar de anclarse a las diferencias se preocupa más bien de su temática, de sus relaciones de pareja, va al meollo del asunto, a su trama, y éste es un gran acierto. Los helechos es una película que se ve natural, pero también elegante, sin ser pedante o impostada. Las parejas protagonistas se ubican en Azpitia, el campo, pero cerca de Lima. El filme utiliza un trato educado, pero que no se ve del todo extraño, aun cuando nuestro comportamiento suele ser más chacra en público. No obstante se nos reconoce en el trato aun así, no es que se anule la identificación nacional, hay su parte, como hay varios lugares para reflejarnos, como lugares turísticos y en especial por el pisco, nuestro trago de bandera. Pero ciertamente es un aire más refinado el que se vive, aunque tampoco es que sea la highlight, hay peleas y algunos comentarios "ordinarios", en casa de estos anfitriones hippies y en el Perú hay también una cierta corriente hippie si se quiere. Vemos a tres parejas compartir vacaciones en el campo, Azpitia luce muy bien, está muy bien tratada turísticamente, notablemente. El filme de Antolín usa la técnica de la impro, algo puede verse que hay, pero se nota que hay un guion y una estructura también, y bien así, la naturalidad es necesaria, vital si se quiere, pero toda película requiere de mucho más que espontaneidad o de únicamente la sensación de naturalidad. Pudo haberse notado en la fluidez del habla y haber tenido huecos en los nexos biográficos o en común. La impro se siente por algunos cortes, los diálogos en varias partes no son extensos y se nota que daban para seguir o como que se percibe un cierto vacío -algo leve-. Pero en conjunto la impro no es algo que se perciba demasiado ni se vea para nada mal, otro acierto; la película pudo terminar siendo bastante mala si la impro fuera muy dominante, cosa que en realidad no se percibe así. El filme de Antolín es entretenido, están bien cimentadas éstas vacaciones, curiosamente -porque el sentido parece otro- sobresale la amistad más que la relación de pareja, hay una buena interrelación en general, las vacaciones se ven interesantes y divertidas. 

miércoles, 7 de octubre de 2020

My Mexican Bretzel

 


El found footage pareciera fuera algo donde no parecen haber muchas posibilidades, algo limitado, si seguimos el manual, o algo banal y vacuo como en gran parte del cine de terror, pero sin embargo se llegan a hacer películas notables. En algunos, como no puede faltar, es una fuente de originalidad. Hay sus trabajos bastante buenos, como el presente, de la española Nuria Giménez. Es una película donde mucho es falso, pero también tiene de verdad, y hasta de trascendencia. El filme abre con una frase que dice que muchas mentiras a veces muestran la verdad en realidad, así tal cual. Las mentiras muchas veces son necesarias, alivian o hacen la vida mejor en muchos sentidos, así de contradictorio es el mundo, así estamos diseñados, pero eso se aprende con el tiempo. El filme recoge material de archivo, videos caseros, hallados en Suiza, pertenecientes a los abuelos de la directora que ha revisado, escogido, resumido, para luego "inventar" la historia que veremos, sobre una pareja que lleva otros nombres, León y Vivian Barrett, que al tener poder adquisitivo los vemos viajando muchas veces y disfrutando de la vida, aunque también se habla del negocio del hombre, sobre un medicamento. En el filme leemos subtítulos, ahí yace la lectura del diario de Vivian quien es quien cuenta la historia que presenciamos. Como podemos apreciar es una mirada femenina la expuesta. Los vídeos caseros que vemos pertenecen a León, el marido, pero es Vivian quien los analiza o les da forma, y tras ella la artífice, la directora, a la vera del found footage y su creatividad. Hay una amalgama perfecta entre los diarios y las imágenes de archivo. León se la pasa posando, mientras su esposa denota estar un poco aburrida de él. León es un hombre realizado, feliz, pero su mujer yace medio disconforme con su realidad, aunque no lo dice directamente. Esto puede sorprender un poco, porque los Barrett se pudren en plata y se dedican a gozar de la vida, a viajar por el mundo. Pero así somos todos los seres humanos, nadie está conforme con nada nunca, a todos nos fastidia algo, en toda vida hay dolor y pena. La felicidad como se puede ver -aunque tendemos a pensar distinto- suelen ser menos momentos que otros. Todo llega a aburrir. León como que de tanta felicidad -sonrisas que vemos a diestra y siniestra- no le presta toda la atención que las mujeres suelen exigir. Vivian tiene un affaire, de aquí el título del filme, con un mexicano. Éste mexicano puede ser un invento de Nuria, o puede que en efecto sea alguna historia íntima familiar. El mexicano yace en fuera de campo, nunca lo veremos, se habla de él únicamente, Vivian habla de él. Más que de Los puentes de Madison (1995) éste mexicano es solo una aventurilla producto del aburrimiento que siente Vivian del marido egocéntrico, a razón de esa atención que falla. A Vivian se le percibe muy formal, algo contenida públicamente, pero cuando la vemos descalza por la playa con sus tacos en la mano podemos notar -fetichistas, eso sí- que ella puede ser una mujer provocadora y sensual sin pretender exageración. Esa mujer también filosofa a través de un gurú indio que es otro invento de Nuria, otra mentira que guarda mucha verdad y trascendencia. Nuria ha dicho que éste gurú nace de lo cotidiano más que de textos en específico. Es su cualidad de directora culta, e inteligente, para pensar por sí misma. Como la manzana de Newton el mundo que nos rodea es una ventana al saber.  

sábado, 3 de octubre de 2020

Special effects

 


Special Effects (1984), de Larry Cohen, es una película de bajo presupuesto bastante entretenida y atrapante. Tiene algo de Vértigo (1958), con una mujer por la que un hombre está obsesionado hasta el surgimiento de una doble de ella, aunque aquí se trata de su esposa que quiere ser actriz a toda costa. Cohen muestra su admiración de siempre por Alfred Hitchcock, pero se actualiza, es una película propia de su tiempo, se pone afín a un cine más sucio, el de los 80s, sin embargo se ve como una mixtura de audacias, entre lo clásico y lo moderno. El filme nos muestra a un director de cine fracasado y desesperado aunque acomodado en busca de hacer una película gloriosa, para ello habiendo cometido un crimen quiere materializarlo en la gran pantalla, cree que ahí está el material más potente. Andrea (Zoe Lund) es muy cruel con su esposo, Keefe (Brad Rijn), su crueldad la lleva a caer en el karma, cuando quiere trabajar con el director de cine Neville (Eric Bogosian), un psicópata. Neville se hace amigo de Keefe, y empieza una amistad secretamente perversa con él. Keefe muere de amor por su esposa a pesar de todo, y cuando conoce a Elaine (también Zoe Lund) no le importa más que volver a ver físicamente a su mujer en Elaine, que es idéntica, y aunque no es tan arpía como Andrea pronto queda seducida con ser actriz. El filme tiene a las mujeres por muy liberales, los hombres orbitan alrededor de ellas padeciendo su superficialidad. La maternidad es una carga para mujeres como Andrea, pero Keefe ha prometido a su hijo pequeño que le llevará a su mamá. El filme es muy campechano, sin llegar a lo burdo o vulgar. Hay sexo y erotismo, infaltable en el cine de los 80s, de imagen pedestre, aunque Cohen de por sí es algo chacra con lo sensual. En un momento un actor le soba un seno a Elaine y Keefe se vuelve loco. A ratos falta sutilidad, pero el filme funciona bien aun así. Los protagonistas se notan muy reales, y hay muy buena interacción entre ellos, sin necesidad que sean actores luminarias, pero lucen competentes tal cual, hasta agregan personalidad al producto. Keefe y Andrea como que vienen de abajo mientras Neville es un rico carismático, sin ínfulas. Bogosian sobresale en especial, hace de un buen psicópata. Keefe transmite literalmente tensión por su  mujer, pero no llega a ser insoportable, Rijn tiene un aspecto desgarbado, de muy relajado, que contrasta con su tensión, y hace una amalgama particular, aunque tiene de defectuosa. Éste filme no es muy complejo, pero tiene su gracia, sin duda, como que Neville es muy amigo de un jefe de policía con anhelos de trabajar en el cine, con lo que el crimen real siempre está a dos pasos del ficticio o cinematográfico, proponiendo suspenso y un planteo sobre la fuerte realidad o el impactante realismo del séptimo arte.