miércoles, 2 de diciembre de 2020

Uppercase Print

 


Éste es un documental con actuaciones de acompañamiento, sobre un joven de 16  años que retó (¡sólo!) a la dictadura comunista del político rumano Nicolae Ceausescu. Mugur Calinescu por sí mismo se dio cuenta que no había libertad en su país y con tiza se puso a hacer pintas anónimas contra el régimen. Lo atrapó la securitate, la policía secreta de la dictadura, y lo interrogó por muchas horas, durante bastante tiempo, meses, luego dicen que lo asesinó discretamente, con radiación (Mugur murió a los 20 años, 4 años después de los interrogatorios). Mugur fue un héroe, así lo presenta la película de Radu Jude, un chiquillo con convicción, valiente, quizá un poco loco por su osadía y seguridad, a costa de sacrificar su vida frente a un enemigo miles de veces más poderoso. Lo que hizo fue utópico, ético, no realista. Mugur era un chico medio solitario, común; dicen los profesores amañados y sus tímidos amigos que no destacaba en el colegio ni afuera, podía pasar por retraído. Pero cuando vemos las actuaciones del filme, las recreaciones, lo vemos valiente, único en su tipo, un ser excepcional, como ser decidido cuando discute con su padre, que estaba divorciado y no había estado muy cerca de él. Las recreaciones son un poco frías, secas, intencionalmente, parecidas al estilo del cine de Aki Kaurismaki, aunque kaurismaki le imprime humor a lo suyo y Jude es serio con esto. El humor, la ironía, el sarcasmo, la burla gruesa, mucho por sí misma, pero también a través de estar ligada al tema de Mugur y en especial a la dictadura, entra a tallar con los programas, los noticieros y el entretenimiento que se veía en la televisión pública durante el régimen comunista, que es parte importante de lo que exhibe el documental, y lo hace tan interesante y también hedonista. En la televisión pública se dedicaban a hacerle propaganda descarada y tantas veces ridícula a Ceausescu. También daba la tv. la sensación de inocencia y prosperidad; había mucha franela y harto chupamedias, no faltan en ninguna parte ni tiempo, claro está, sobre todo en un lugar tan absoluto como en ésta Rumania de Ceausescu y única manera de escalar o sobrevivir, sobre todo si eres un tremendo arribista, a toda costa. Es un documental muy solvente, muy poderoso y rico, al tiempo de ser original, mostrar mucha autoría y ser un filme de cinefilia hardcore; es una propuesta contundente contra una etapa nefasta y trascendental -aunque negativamente- en este país, como fue la dictadura rumana, sobre el tema que más se ha tratado en Rumania, el tema que más trata su cine y más les compete en su historia moderna.