viernes, 3 de agosto de 2018

Análisis de sangre azul


Los españoles Blanca Torres y Gabriel Velázquez hacen una película bastante curiosa. No todo es perfecto –hay cierta inverosimilitud narrativa, cierto lado algo torpe-, pero luce interesante como propuesta. Mediante película de 16 milímetros y super 8 hacen un mockumentary (un falso documental). Recrean estéticamente una película como found footage (metraje encontrado). Trata del hallazgo de un hombre en la zona española de Los Pirineos, apodado por sus rasgos físicos como El inglés. Éste hombre al haber perdido la memoria es trasladado por quienes lo hallan a un sanatorio. Quien filma lo que vemos se dice es el Dr. Pedro Martínez quien realiza estudios psiquiátricos al inglés. Después se habla de antropología y de genética en la zona de Los Pirineos. Éste mockumentary hace uso de archivos, de documentales etnográficos de la zona, haciendo el filme más fidedigno. Sin saber nada de ésta película puede hacerte medio dudar, todos los actores están muy bien, aunque hay demasiado material, además de que cuando se habla de la idiotez de algunos pacientes pierde cierta seriedad, aunque de la manera como hablan de la genética suena propio del año a que remite lo que vemos, 1933. Es también cine mudo, con diálogos escritos en la pantalla. A la vez es una película de ficción, una historia que muestra la vida de un personaje, el inglés, un paciente psiquiátrico, que todo señala pertenece a cierta aristocracia, y luego se adjudica ser el dueño del valle de Valdelomar, nombre que remite al director español José Val del Omar, cineasta experimentador y aficionado a la cultura española, al costumbrismo ibérico. La creíble recreación estética, elaborada al más mínimo, y el discurrir de un personaje enigmático que remite a cierta fantasía local hacen de éste filme uno atractivo de apreciar, tanto como arte como por narrativa.