lunes, 25 de diciembre de 2017

A Christmas Story

Se acerca la navidad y Ralphie (Peter Billingsley), un niño de 9 años, quiere un regalo especial, un rifle de aire comprimido del que se sabe hasta el modelo, pero sus padres dicen que puede herirse con el arma y todo parece que no se la darán. Ralphie de adulto va contando la historia y lo que pensaba por entonces en voz en off. En el filme de Bob Clark vemos como Ralphie trata por varios medios de convencer a sus padres. No es lo único del filme, la trama alberga toda la vida diaria de Ralphie, su hermano menor Randy, su viejo –que es como lo llama en su mente- interpretado por Darren McGavin y su madre (Melinda Dillon).

Ralphie es un niño común, muy astuto y despierto pero bondadoso y buen niño. En el trayecto a su escuela sufre de bullying por dos pequeños matones. El filme está contado con bromas inocentes en general pero potentes, sin medias tintas. Ésta propuesta es familiar, y carga mucha ternura. Es un filme que se mueve en base a la visión infantil del pequeño Ralphie, donde vemos inclusive sus fantasías y sueños. Es un filme carismático y que exuda nobleza.

El padre recibe de premio una lámpara en la forma de una pierna de mujer de cabaret y su esposa la detesta. Él quiere que todos sus vecinos la vean, ella desaparecerla. Es el último bastión de su libertad sexual, versus la vida casera. Pero lo feo que es como decoración es en realidad la lucha de una libertad entregada hasta el mínimo y la inocencia de la nostalgia de la galantería. Esto representa una de las mejores expresiones narrativas del filme.

El mundo infantil de Ralphie también está bien dibujado, pero es algo ñoño. No obstante el niño y su vida resultan dulces por su parte. Es como volver a esa etapa de felicidad, donde algo que anhelamos y parece intrascendente para muchos es el gran conflicto de nuestras vidas. El bullying está tratado con humor aunque se resuelve de forma más seria. El filme da mucho lugar a la vida cotidiana del niño y como filme familiar es lo más suave y clásico.

Los padres de Ralphie son muy amorosos y próximos a sus hijos, pero para nada se dan empalagosos ni sobreprotectores, también tienen su carácter, pero escuchan, comprenden y tienen de permisivos. Son padres que muestran equilibrio sin ser fantasiosos ni demasiado ideales. Ralphie es un niño sano con ellos, pero no deja de ser muy racional, sabe discernir. La interrelación con los padres es importante en la película, es un trabajo prominente, especial en el séptimo arte. El trato es constante y está lleno de sorpresas.

El carisma e idoneidad y el cariño que se gana el reparto es indiscutible, todos están perfectos y bien adaptados a la historia. A Christmas Story (1983) se contextualiza tiempo atrás, se circunscribe a una época mucho más clásica que los 80s no especificada, y a esto se le suma estar en algún pueblito típico de EE.UU. El filme es muy norteamericano, las figuras se comportan en el término medio y preciso. No hay personajes estrambóticos ni escandalosos ni efectistas, hay más bien gente promedio, es un filme suelto, que no fuerza nada.

La mejor broma que he visto en el filme es cuando vemos desde los ojos –literalmente- de Ralphie como es ir al centro comercial a pedirle el regalo navideño a Papa Noel, y terminar recibiendo una patada de la bota de un hombre harto de su trabajo. La navidad recorre todo el filme, y es poderosa como tema, exhibición y emociones. El filme es un cúmulo de experiencias memorables de orden común, clásicas para muchos, pero no menos cautivantes. Su identificación general, aunque sea de la sociedad americana, es muy notable.