sábado, 14 de octubre de 2017

Lover for a day (L'amant d'un jour)

Una jovencita, Jeanne (Esther Garrel, hija del director), pelea con su enamorado, rompe su relación, y se va de su apartamento, sin no tener a donde ir va donde su padre, Gilles (Éric Caravaca) que vive con una muchacha, Ariane (Louise Chevillotte). Mientras Jeanne detesta la vida y se haya muy desolada sin el hombre que ama, Ariane ve la vida con mucha libertad y promiscuidad, engaña a Gilles con amantes de un día, como indica el título. El director Philippe Garrel se mueve como pez en el agua en las complejidades de las relaciones amorosas, la temática de sus películas. Suele ser muy relajado en su exposición; Gilles es profesor de filosofía pero sus respuestas son muy sencillas, como el filme.

Hay un manejo interesante de cómo nos relacionamos, de cómo se presentan distintas miradas y cómo éstas se complican cuando se interrelacionan, producto de que las personas están en diferentes momentos en sus vidas. Gilles quiere una relación seria y antes ha sido liberal con las mujeres, les ha sido infiel, y puede que le toque como karma ahora sufrir lo que antes fue e hizo él. Ariane está en una etapa de no limitar su ánimo sexual, si quiere algo lo busca, pero tiene una relación formal, sólo que cree que no debería afectarse por su decisión de acostarse por sexo a la vez con otros. Ariane quiere las dos cosas, y aunque está consciente de que no es viable, igual lo practica, lo cree normal, pero, claro, lo guarda en secreto.

Hay dos líneas narrativas en el filme, dos lugares de profundización de las relaciones amorosas. En la otra, Jeanne ama con locura a un único hombre y éste sin mayor importancia la ha echado de su hogar. Jeanne valora mucho lo que tenía, aunque en un inicio fue dura con su amor. Ella está tan deprimida que llama a su reciente ex pareja y no habla en el teléfono, espera un especie de milagro de reconciliación, que el hombre recapacite. Garrel no nos dice exactamente a qué se debe la ruptura, pero se entiende que en muchos los afectos son volubles, un día quieres y otro no, o te hartas de aquella persona sin que haya algo grave de por medio, es así de simple y a la vez insoportable el existir, como se ve en Jeanne, que aunque luce una mujer hermosa en muchas capas y leal sufre por desamor.

Como unión narrativa de los casos está la relación de Jeanne y su padre, y ambos argumentos se relacionan, hablan entre sí, pasando porque el tema central es la fidelidad y el amor entregado. Es un filme en blanco y negro, muy cálido y amable, entretenido, como son los filmes de Philippe Garrel, que ausculta y piensa sin ínfulas sino como una persona como uno, una que genera empatía, su sabiduría viene de ese lugar, de identificar y hablar como muchos; pero sin ser demasiado conservador ve en la madurez de las personas. Existe un compromiso. Esto puede sonar algo contrario al uso, cuando la liberalidad y permisividad impera en los discursos, pero se entienden sus argumentos. Jeanne es ese catalizador, porque a pesar de que ama a su padre no delata a Ariane en su sensualidad con otros ni con los desnudos, y es que al querer a Ariane, Garrel también quiere a la liberalidad, pero son etapas y consentimientos.