viernes, 22 de septiembre de 2017

Dragonfly Eyes

Una chica llamada Qing Ting (significa dragonfly, libélula) deja un templo budista donde iba a ser monja, pasa a trabajar a una fábrica lechera, luego a una tintorería donde una cliente de dinero hace que la expulsen, para eso todo el tiempo ha entablado amistad y más con Ken Fan, el hombre se entera del despido y se venga de la mujer, perpetra vandalismo y va a la cárcel. Qing Ting se hace cirugía y se transforma en celebridad de chat en línea, antes es camarera en un restaurante cosmopolita. Ken Fan sale de la cárcel y se convierte en Qing Ting.

A grandes rasgos ésta es toda la trama de la película que suena bastante extravagante, pero tiene aún más curiosidad porque está hecha íntegramente con las imágenes tomadas por cámaras de seguridad; es mediante la técnica del found footage que se reinterpreta la abundancia de lo compilado y el director chino Xu Bing en su debut cinematográfico fabula una historia arbitraria, propia, imaginativa, novedosa y también entretenida. Xu Bing tiene su debut con más de 60 años de edad, pero es un reputado artista, conocido por sus instalaciones artísticas y por ser catedrático en Estados Unidos y China.

Sus 2 protagonistas, una pareja de enamorados, él mucho más que ella, perviven en el rostro de las miles de caras que pasan por las cámaras de vigilancia con los que se logra plena continuidad narrativa; tomadas las personas a distancia, y en una estética no muy nítida pero no sucia, la especificidad se confunde y toma normalidad y credibilidad, pero ya lo dice una conversación de la trama que expresa que los seres humanos son como las vacas, se creen distintivos pero son todos muy parecidos, proyectando el experimento incluso frente a la dificultad de manejar lo físico, pero que Xu Bing lo hace ver muy fácil y bien articulado.

Dragonfly Eyes (ojos de libélula) hace clara referencia a las cámaras de vigilancia, a los miles de ojos artificiales que se posan sobre nuestra vida diaria y ordinaria, aunque también hay momentos donde brilla lo espectacular. Xu Bing hace uso de la grabación de suicidios también para darle forma a su trama, pero lo hace sin polémica, sino muy suavemente, las imágenes se perciben discretas. El filme hace uso de buenos símiles como con fenómenos naturales y grandes explosiones producto de accidentes de naturaleza grandilocuente para retratar emociones altisonantes. Es medio show las vidas tanto de Qing Ting como la de Ken Fan, buscan salirse de lo habitual de la existencia, lo cual llega a ser nefasto y epifánico. El filme termina donde comienza, tras atravesar lo mundano, la violencia y lo banal, la naturaleza humana (que critica), regresa a lo místico, a lo íntimo y frugal.

La historia puede verse a ratos no tan efectiva producto de que no todo encaja con las imágenes de las cámaras de vigilancia, pero en general es un uso audaz y eficiente, además de que sí contiene una historia, decente, al menos, aunque ligera y marcada, por las imágenes que son mucho como explosiones, sobre todo en momentos claves, provocando intensidad narrativa. Es mucho un viaje de fuertes emociones, con imágenes que impactan, pero que no son morbosas, pero se percibe cierta locura del mundo. Tiene también momentos muertos, que se ven muy funcionales o apenas aprueban o nos son indiferentes y por otro lado otros que son hasta muy simpáticos (el baile y coreografía en el restaurante). La película de Xu Bing tiene de película de espías con la vigilancia computarizada y algo quizá de Matrix (1999). Dragonfly Eyes (2017) se hizo merecedora del fipresci en el festival de cine de Locarno 2017.