lunes, 26 de junio de 2017

City of the Sun

Chiatura, Georgia, es una ciudad minera semi-abandonada hoy en día, otrora muy prospera cuando surtía de mineral –muy especialmente de manganeso, incluso a escala mundial- a la Unión Soviética, la que repercutía en el embellecimiento de la ciudad (aunque también existió una época previa de hambre en la ciudad, y es como si uno esperara, como en lo bíblico, un nuevo ciclo de renovación), pero actualmente en estado post-industrial, post-soviética, se ve post-apocalíptica. El georgiano Rati Oneli nos muestra lo que ha quedado de aquella pequeña gloriosa ciudad, ahora medio fantasmal, a sus ciudadanos movilizándose entre subsistir, buscar algún dinero, y desarrollar sus pasiones, sea la música, el teatro o el deporte.

Dos chiquillas, atletas silenciosas, corren y corren, infatigables, son propias del imaginario de la lucha, pero el mensaje se hace demasiado obvio y la composición manida, pero hay otras escenas logradas, como seguir en más de una oportunidad la caminata de algunas personas a tiempo real en la expectación de a dónde irán a parar, o la de una mina y su carrito de transporte de metales avanzando veloz iluminando su paso. También hay significación más particular y exitosa, como ver una vaca atrapada en un hueco, no sabiendo por donde moverse para escapar de las ruinas, o a un tipo laborioso destruyendo con martillo el concreto a gran altura, aprovechando las ruinas, pasando quizá la página.

El filme plasma tomas y secuencias digamos que artísticas -curiosas, bellas, de ángulos y fondos particulares- y significativas –algunas misteriosas, y puede que algo nostálgicas, sopesando que involucra a la Unión Sovietica- de los espacios de Chiatura, acompañado generalmente del diario existir de sus pobladores, notando que muchas veces el lugar les queda enorme, como que se traga a sus ciudadanos, la pasada gloria lo absorbe todo, y duele un poco de observarse. Apreciamos gente empequeñecida por el espacio, aunque hay ratos que la cámara lo aborda colectivamente y uno olvida un poco el entorno. Es así que la composición visual por simple que a veces sea es metafórica.

Chiatura tiene mucho de soledad, pero también de fiesta, tiene gente humilde pero resiliente o, si así lo quieren, indiferente. Sin embargo no se puede evitar atender que la ciudad se percibe como un gigante moribundo y su gente como “rémoras” de la situación, simplemente existiendo, pero además, aunque muchos son como olas que tan solo chocan contra las piedras, también tienen sueños y anhelan/buscan placeres, la mayoría en el arte y así vemos muchas expresiones que dan vida –aun- a Chiatura, a un minero de actor de teatro, o a un profesor de música rompiendo concreto para vender metal, ambos -y otros más- otorgan calado y virtud al filme.