lunes, 24 de enero de 2011

Temple de acero


Ethan y Joel Coen nos traen el remake de True Grit, película de 1969 en donde trabajó John Wayne y que le permitió alzar por única vez una estatuilla dorada. Ésta vez “Rooster” Cogburn es personificado por el ganador del Oscar, Jeff Bridges, en una actuación exaltante del tuerto, barrigón, de disparo fácil, alcohólico aficionado al whisky y comisario enjuiciado por un par de asesinatos en defensa propia, quien acepta que la jovencita de catorce años Mattie Ross (Hailee Steinfeld) lo contrate para liquidar al asesino de su padre.

El asesino Tom Chaney (Josh Brolin) escapa a territorio indio con dos monedas de oro que robo a su víctima, se une al bandolero “Lucky” Ned Pepper (Barry Pepper) y a su pandilla. Hasta él quiere llegar la jovencita Ross, de terco, valiente y astuto carácter, dispuesta a todo por vengar a su progenitor. También está detrás de Chaney un ranger de Texas de nombre LaBoeuf (Matt Damon), que lo busca por la recompensa que hay tras su cabeza por otro asesinato.

Éste remake, True Grit (2010), te atrapa con rapidez, Bridges se apodera del personaje y te hace creer en éste hombre sencillo de grave habilidad con el gatillo, sujeto que tiene una vida quebrada y sin rumbo, pero eso no lo hace ningún melancólico, sino mucho más que eso, un tipo avejentado, rústico, seco, descuidado, irresponsable pero también justo, seguro de sí, superlativamente osado, un poco sabio, leal, transparente, entre otras virtudes que enriquecen su figura. Él es un antihéroe que se gana la admiración del espectador, que demuestra que es alguien a quien temer sin tanta alharaca, el que es un hombre peligroso sin parecerlo, al que se le puede subestimar y llevarse un tremendo impacto.

Otro personaje de hábil manufactura histriónica es LaBoeuf que parece un parlanchín, alguien falso, que luce demasiado serio, un poco torpe, además de vestir algo bufo con un traje mismo explorador americano de cuentos infantiles, pero resulta ser también un pistolero de temer. Mattie viaja con ellos, quiere que a Chaney lo ahorquen en su pueblo por el crimen que le arrebató la vida a su padre. Cogburn la respalda; LaBoeuf quiere llevar al asesino a la tierra donde sucedió el crimen que lo ha convocado para recoger una recompensa. No se ponen de acuerdo y se separan, luego se reencuentran y empieza la balacera.

La película tiene dos tiempos. Primero Mattie busca quien pueda hacer el trabajo, quien pueda acabar con su enemigo; arregla los negocios abandonados de su padre y empieza su odisea tras Chaney. En esos momentos se presentan los personajes, se les conoce, lo que le da sustancia al relato. En la segunda parte empieza la acción, con errores, sorpresas, enfrentamientos memorables, persecuciones, encuentros con consecuencias, un ritmo de aventura con picos y bajones que reparten bastante emoción.

Ésta es una película que no solo aborda el salvaje oeste y su código de tirar a matar, la ley del más fuerte, sino que le da un matiz humano dándole forma a los personajes, sobre todo a Mattie y a Cogburn, empleador y empleado, que entablan una conexión de franca amistad mostrándose tal cual en el caso del comisario, mientras la chiquilla tiene todas las características del ser fuerte y decidido, que destaca con una personalidad más masculina que femenina.

Cogburn es complejo, muestra tantos defectos como se puede uno imaginar, incluso es violento como cuando mata a sangre fría al asesino de alguien que le está dando información, tampoco es que sea un dulce, tiene una sensibilidad innata que fluye sin que se dé cuenta pero es un tipo bravo al fin y al cabo, pero sin entrar en el típico pistolero de apariencia atemorizante, él se muestra mediante sus actos. Por todo lo dicho, Cogburn es una magnifica creación en manos de Bridges que llena perfectamente la imagen. Mattie también luce excelente por la actuación de Steinfeld, tiene el carisma propio de su juventud y representa la madurez que le da la seguridad para cumplir una misión complicada, de la que llega a hacerse cargo de manera creíble.

Chaney y LaBoeuf son más limitados, realmente acompañan la historia. Chaney tiene mucha importancia por lo que representa, una motivación general, que un artífice de grandes encuentros dentro del filme, en realidad aparece en contadas ocasiones y sin parecer un némesis impresionante. No obstante es una actuación realista de un tipo ruin y vulgar, muy bien desarrollado aún en su corta presencia, por el muy buen actor Josh Brolin que coloca una fiel interpretación de un ser mezquino en pantalla. El otro proporciona los giros necesarios para darle mayor valor a ésta realización, es el ayudante de las hazañas. Cogburn no brilla solo, dando una mirada irreal, sino todo lo contrario, se asienta en una performance verosímil al compartir las escenas de violencia con el ranger de Texas.

“Lucky” Ned Pepper provoca los duelos vistosos, hace más brillante la persecución. La interpretación de un sucio pistolero cruel le queda perfecta a Barry Pepper. La batalla de su grupo y él contra un Cogburn respaldado por el rifle a manera de francotirador de LaBoeuf es magistral, llena de la adrenalina que solo un intercambio de buenos tiros, de planos vibrantes, con sus riesgos y altibajos, puede brindar. Los hermanos Coen han creado un western brillante, que hará disfrutar al espectador de un momento especial. Charles Portis debe estar feliz con lo que se ha hecho con su mejor novela.