jueves, 27 de junio de 2024

Fascinación


Fascinación (1949) del argentino Carlos Schlieper es un filme clásico en toda regla, tan igual que el mejor cine clásico americano, un filme delicado e inteligente. Es un obra que plantea la dicotomía entre realidad y surrealismo, entre un hombre que es un hipnotista y su mujer con la que hace los números. Éste especie de hombre con poderes sobrenaturales lo interpreta el destacado y talentoso actor mexicano Arturo de Córdova y el objeto de su adoración, la bella Elisa Galvé. Es una historia de amor puesto a prueba. La idea es que éste hombre en verdad tiene poderes y puede haber hipnotizado a su mujer para casarse y que ella le corresponda cuando inicialmente ella lo trató bastante mal frente a mucho público. Galvé hace de una mujer que deja a su prometido y a su familia en ascuas por irse con el mago y esto lo ven mal en la sociedad y un acto que creen es propio de esa perversión que éste elegante filme maneja con total delicadeza y cuidado, donde la propuesta tira y afloja en ello, proponiendo varias vueltas de tuerca y novedades donde está siempre oscilando entre el bien y el mal. Es un filme que pone a prueba al mago, alguien que debe escoger entre su trabajo y su gran amor. Para ello la mujer se debate en la duda de si su amor es real o propio de algo excepcional en detrimento de una decisión mucho menos salto al vacío, para ello vemos una hermosa escena surreal de la inundación de una habitación. Lo surreal es parte del filme pero éste es tan astuto que no aclara una posición hasta el último minuto, ese es uno de sus grandes ganchos y destaques -aparte de su amabilidad y calidez como película-, mientras todo lo recrea y escenifica con mucho profesionalismo, como las presentaciones del mago que aparece en teatros -soltando a menudo conejos y aves de sus manos- y hasta lo hace en un circo. El mago denota a medio filme una notoria imperfección aun cuando parece muy amoroso, de la que se apalanca cierta gente que en el fondo quieren lo que ellos tienen y es que es un filme que habla de la envidia del amor verdadero, ese que rompe con convenciones y hasta con las reglas de la sociedad, es ese amor que lo pone a prueba hasta lo sobrenatural, como toda vida de cierta manera conlleva muchos problemas, porque todo lo bueno es golpeado, debe luchar por subsistir, pero partiendo de esto la propuesta hace que asome lo oscuro, la corrupción, pero de manera sutil hasta que por el final llega el exabrupto, el enojo. El filme parece preguntarse ¿existe el amor verdadero, el amor ideal?, y la respuesta en general es que sí, y así mismo todos implican pruebas, retos, conflictos, puesto que vivir nunca es fácil. Aun cuando intentes encerrarte en un cuarto siempre habrá algo que te golpee. La esposa duda de su amor, como suele pasar, suelen las mujeres ser proclives a decepcionarse de alguna manera -carne para el feminismo negativo, que también existe, no conciliador, sin punto medio-, no hay hombre perfecto también hay que acotar, así como el cliché suele apuntar a que el marido es proclive a sacar los pies del plato. En sí el filme gira sobre esto, pero lo hace de manera original, puesto que la justificación yace en lo sobrenatural, como -más allá del resultado- lo es igualmente el amor. Ese sentimiento tiene ese calibre, como representación de lo que define a la humanidad, al parámetro de su trascendencia y sentido existencial.