miércoles, 8 de marzo de 2023

Huesera

Éste filme -coproducción con Perú, incluido en el pequeño reparto un actor peruano, Emilran Cossío- de la mexicana Michelle Garza Cervera puede leerse como simplemente la historia de una maldición (brujería) de origen desconocido que ataca a una mujer joven que desea tener un hijo y da a luz y termina ella siendo un peligro mortal para su propio bebé; la maldición o brujería quiere que se deshaga de él. Pero también es la historia de una crisis de identidad que genera desequilibrio mental en ésta misma mujer, en Valeria (Natalia Solián). La crisis la origina su inclinación sexual que ella intenta negar y no puede con ello, aun cuando yace desde hace poco tiempo casada y trata de olvidarse de ese pasado de rebeldía punk o de eterna libertad que se emparenta con su lesbianismo -todo muy cinematográfico- y se piensa bajo crítica como un pasado digamos que de inmadurez. Pero también Valeria como que es obligada por las convenciones de su familia y del mexicanismo típico, a casarse y ser madre, cosa que se ve le mortifica aunque guarda silencio con los demás y esto es reflejado en el filme con visiones/alucinaciones, desde aquella donde ve a una persona suicidarse, lanzarse de un alto piso, y continua cuando en otro momento éste mismo ente retorcido y quebrador de sus propios huesos entra en su hogar, o sea vemos literalmente que Valeria observa meterse la maldición en su casa. Valeria vuelve a buscar a su amante juvenil y tienen una nueva aventura, una mujer declarada homosexual, no como su tía (Mercedes Hernández) que disimula su verdadera sexualidad pero se le deja ver sutilmente. No obstante como Valeria misma dice, el problema al final no es su sexualidad, su elección entre su marido o su eterna amante lésbica, sino que su crisis/locura/maldición puede terminar en infanticidio, hacerle daño a su propio hijo. El resto gira alrededor de todo esto, y es un filme claro, sencillo, medio austero, pero también sustancial, interesante y bueno. Valeria misma se convierte en el monstruo de La Huesera (un osario humano, un cadáver con movimiento, una bruja), ve quebrar sus huesos. En una escena muy bien hecha y de paso muy significativa en el relato, al mismo tiempo que clásica de aquelarre, presenciamos una especie de orgía lésbica de hueseras y de ahí renacerá una mujer nueva, una que finalmente se aceptará a sí misma. Ésta propuesta recuerda un poco a la magistral Anticristo (2009); no es la misma historia, pero tienen varios elementos en común.