lunes, 7 de noviembre de 2022

Átame!

Pedro Almodóvar dijo que El Coleccionista (1965) lo inspiró a hacer su película e hizo algo totalmente distinto, tomo lo general solamente y algunas cositas de la de Wyler, pero hizo algo totalmente suyo, le puso su impronta, su cine, su visión, su personalidad, lo cual está muy bien. Le quedó algo bueno y, elogiablemente, propio. En éste filme el protagonista, Ricky (Antonio Banderas, en una de sus mejores actuaciones), sale de un sanatorio mental, curado o aprobado para volver a circular, y decide secuestrar a la mujer que lo vuelve loco, una mujer con la que se acostó una vez y quedó prendado, pero ella lo olvidó por completo. Ella, Marina (Victoria Abril), es una ex actriz porno que quiere hacer una carrera seria digamos, y trabaja actualmente en una película de terror. Hay algunas buenas escenas ahí de ese tipo de película, siempre con la impronta de Almodóvar, aunque trabajando con el giallo o viéndose reflejado en éste. Marina es una mujer simple y, obviamente, muy sensual, plasmando Almodóvar sexualidad con ella, pero sin llegar a lo explícito, aunque hay una escena cuidada de coito que desde el espejo del techo deja ver carne y su toque erótico, marca de la casa, de la irreverencia que lo acompaña siempre a Almodóvar. Lo mismo con hacer a la protagonista actriz porno y hasta pone un video solo sugerente de ello, acomodado, con el que el director del filme de terror en que trabaja está más que obsesionado, y quien no, es una mujer muy provocativa, en ello Almodóvar sabe sacarle mucho jugo a Victoria Abril. Es una obra sensual, pero nunca chusca, aunque no le falta erotismo. Ricky también es muy básico, por ello puede recurrir a ser tosco, el filme lo hace dar algunos golpes, pone realismo. También cómo al tratarse de la interacción de un loco y de una mujer ligera pueden haber algunas libertades, aunque acotando que Almodóvar le otorga seriedad a ella, pero a fin de cuentas es irreverente porque estará el síndrome de Estocolmo siempre latente, rondando, aunque Marina inicialmente esté más que asustada, bastante enojada con su secuestrador. Ricky es muy frontal, muy primitivo a ratos, pero también su sencillez puede ser algo empática, lo mismo que Marina se comporta coherentemente, muy campechana, sin restringirse sólo a su sexualidad. Ésta pareja es creíble, no son gente sofisticada, son gente de la calle por decirlo así y todo esto se presta para que el retrato sea contundente, porque así es éste cine de Almodóvar, directo al punto siempre. Es un filme que juega frontalmente y cada acción se ve lógica de acuerdo a quienes son los protagonistas. No hay romanticismos, hay carne, hay deseo, hay anhelo y todo es llano y práctico. Es un retrato moderno, muy propio del cine de Almodóvar, y es uno bueno. Rossy de Palma como la medio marimacho vendedora de drogas, una pequeña gángster, está super bien como secundaria, tiene una cierta notable vena cómica, y al mismo tiempo se deja ver real, curiosa también, y seria. Almodóvar no obstante les da inteligencia suficiente para que sus protagonistas tengan aunque simples su cuota de personalidad y hacer de ese tira y afloja del secuestro que busca finalmente ser fuente de seducción un lugar entretenido y, aunque llano, interesante.