sábado, 5 de febrero de 2022

El velo pintado


Ésta obra no es una película de cinefilia hardcore, tampoco es una película espectacular de Hollywood, pero es una película apreciada y querida por cierto público, está bien valorada dentro de un público amplio y más que seguro especialmente romántico. En mí ocupa un lugar destacado si se quiere dentro de ese grupo de películas que se han marcado en mi memoria "temprana", en medio del proceso de la construcción de la propia cinefilia, aun cuando no es el tipo de película de la que uno suele usar para jactarse de entendido, encima es una de cariz sensible. Cuando la vi por primera vez fue por pura casualidad, sin saber de ella en absoluto, fue para pasar el rato y terminó agradándome mucho y hoy vengo a celebrar. La he vuelto a ver recientemente y sigue intacto el sentimiento hacia ésta; me sigue gustando y la sigo respetando. No pertenece a un director consagrado, es uno más bien discreto, pero en la presente luce muy competente, el americano John Curran, producida por la pareja protagonista, por Naomi Watts y Edward Norton. Se basa en la novela del célebre escritor británico W. Somerset Maugham y está escrita a comienzos de los 20s, donde se contextualiza el filme además. Maugham es de otra época y concepción, pero se puede ver en él una cierta mirada visionaria. Éste filme del 2006 tiene guion a cargo del americano Ron Nyswaner. El velo pintado propone una mejor humanidad, más completa. Se conjugan ideas feministas y se destierran pensamientos de colonialismo e imperialismo (británico). Conocer la trama es asistir a una venganza y castigo hacia una mujer, por ser infiel, por ser banal, por ser irreflexiva, por romper el corazón de una buena persona digamos, alguien que moría por uno, pero en seco también suena machista, apuntando al gran golpe que más allá de lo normal o de hoy en día -aunque igual, traición es traición- significaba una infidelidad para la época y como ésta mujer merecería siguiendo esa estela éste castigo; no suena ciertamente una típica historia romántica pero he ahí su ingenio porque de ésta manera trasciende.  La historia en sí intenta ser moderna y compleja, argumenta sobre ésta infidelidad, atribuye algo de culpa al marido, y aunque recriminable justifica de cierta manera ésta acción; lo hace con inteligencia, con coherencia. Kitty (Watts) admite humildemente haber sido vulgar, haber caído en un endiosamiento y sobredimensión, y ser apremiada a casarse por su familia, se ve también que antes era otra persona, ciertamente era una socialité. A pesar del castigo, éste viaje peligroso y tentador de muerte a una terrible epidemia de cólera, se llega a comprender que ha valido la pena, contra la noción natural de ello. Pero en éste castigo entra a tallar la superación personal, el autoconocimiento, el perdón, el conocer al otro, el dejar la noción de privilegio -colindante con el colonialismo y ver a los nacionalistas luchar por una nueva China-. Los nacionalistas son retratados dentro de cierta diversidad, no es mucho tampoco pero existe y es una virtud; el jefe de la policía es probo y coherente, aun enojado con los británicos, pero abierto a tratar el tema, mientras mucha gente -especialmente los jóvenes- son violentos, no controlan su fastidio, resentimiento y furia. Hay un trabajo de acercamiento entre Kitty y Walter (Norton) muy bueno, bien trabajado, que se siente verosímil, logrado, uno realmente cree que puede aflorar verdadero romance en la historia, ese amor prometido a la fe del silencioso y noble pero humano e imperfecto protagonista, aun cuando la presencia de Charlie Townsend (Liev Schreiber, curiosamente esposo ya de Watts) es una fuerte espina en cualquier corazón, pero he ahí la modernidad del relato. El sacrifico será mayor después, pero nuevamente aflorará tremenda madurez, un acto grande de perdón y un halo romántico auténtico -a pesar de cierta crueldad de ambas partes o, mejor, quizá por esto-, que hacen del filme muy recomendable en el ámbito de los filmes sensibles. La epidemia del cólera se vive por una parte como aventura y cierta tensión -también con una cuota de realismo, aunque bajo un toque clásico, cuidado-, dentro de un contexto curioso -China, no hoy, aquí se ve un poquitín exótica-, pero elaborado desde una notable "normalidad", inmerso en la naturalidad, notando que el filme sopla mucho como el viento, sin estridencia, sino manifiesta los sucesos con tranquilidad, hasta lo desagradable. Por todo es un filme valioso, no de los que se suelen celebrar como escritura intelectual, pero que bien amerita nuestro eclecticismo y memoria.