jueves, 16 de julio de 2020

Días de otoño

Días de otoño (1963), es otra obra maestra absoluta de Roberto Gavaldón. El guión estuvo a cargo de Julio Alejandro, guionista de Viridiana (1961); junto a él el dramaturgo Emilio Carballido, quien fue el que se encargó con Gavaldón del guión de Macario (1960). Días de otoño es la adaptación de un cuento del alemán nacionalizado mexicano B. Traven, escritor de El Tesoro de Sierra Madre (1948) y Macario. B. Traven tenía talento, y no es muy conocido hoy en día porque era como Thomas Pynchon, no le gustaba ser identificado públicamente. Todo el peso del filme recae sobre Pina Pellicer que está en estado de gracia. También Ignacio López Tarso está magistral; Macario no es el único highlight de su carrera como actor. El filme trata sobre una mujer solitaria, que se relaciona con la gente de su trabajo, pero se mantiene hermética emocionalmente aun aparentando apertura hacia sus compañeras, es un ser sufrido internamente, esto la lleva hacia la locura. Ésta locura es el gen de maestría del filme, otorga mucha curiosidad, originalidad y novedad al relato. La mujer protagonista es Luisa (Pina), mujer que por presión social, por no quedarse como es vista, una mujer de provincia, del campo, del interior, una mujer tímida y retraída, o hasta antisocial, cuenta que tiene novio, luego que se va a casar en quince días, sorprendiendo a todos, incluído a su jefe, a Don Albino (López Tarso) que secretamente está enamorado de ella, aun cuando -viudo y con 2 hijos- suele ser difícil con la elección de pareja. Luisa además sufre de fantasías y vamos conociendo que tiene un problema mental. El filme en ello es muy delicado y sutil, no busca el extremismo, siempre maneja la locura con un pie en la normalidad y otro afuera. Luisa siempre se mantiene al pie del acantilado. Ella cree en ese novio, que es real inicialmente, pero ella sobredimensiona un pequeño affaire. Luego el filme nada entre mentira tras mentira, pero mezclada con racionalidad, argucia, inocencia, fantasía y locura. Luisa no es una mala persona, se ve plenamente que es alguien que sufre mucho, sus mentiras son de índole social y mental, más que de algo perverso, pero siempre el filme mantiene una cierta cercanía con lo escabroso, lo feo, pero como es un filme fino, elegante, clásico, no llega a lo burdo nunca, pero si se percibe extrañeza y un mundo corrupto de cierta manera. La secuencia cuando Luisa se da cuenta que no la vienen a recoger para llevarla a la iglesia y como ella sale a indagar es propia de una película de terror, toda una pesadilla, es impactante, es triste. Ésta secuencia es potente pero en todo cine clásico, de manera muy cuidada. Los niños corriendo detrás de una novia en shock o los cuchicheos de la gente perversa del vecindario que no la conocen son terribles aunque no parecen a simple vista. Pero el filme sigue subiendo la valla, se torna emocionante y tenso como Luisa se pone en pie y empieza a mentir, a tapar cada agujero. Encima Luisa sigue fantaseando, su locura sigue poniéndosela difícil. No obstante éste es un filme aunque trágico también de esperanza. Don Albino es un rayo de luz, las amigas también, aunque sabemos que cuando uno cae en desgracia las ratas salen a flote. Uno nunca sabe, y así es magistral el filme, uno no sabe qué vendrá después. El filme trabaja bastante la sorpresa, la maneja muchas veces como los más grandes, cuando por lo general todos fallan cuando pecan de intrépidos en exceso, pero éste filme es sólido de principio a fin, una maravilla, pero son de los que duelen.