Dividida en tres etapas con tres subtítulos que
representan a un hombre, el primero se llama Little, el segundo Chiron, y el tercero
Black. Es el desarrollo de una persona que se descubre homosexual en un barrio
difícil, donde los bullies lo acosan, no lo dejan respirar. Little (Alex R.
Hibbert), que es débil, debe huir y de casualidad conoce a Juan (Mahershala Ali),
un tipo que vende droga, pero que tiene un buen corazón, el que lo trata con
respeto y cariño al niño, y le sirve de soporte al tiempo que el pequeño tiene una
madre drogadicta que no cuida de él, llamada Paula (una realista, fuerte y natural Naomie Harris, potente,
sin exagerar), cuando apenas está descubriéndose y haciendo
preguntas duras para sí. Little tiene una profunda expresión
en sus grandes ojos, trasmite inocencia, timidez, se guarda en los silencios.
En el subtítulo “Chiron” está la etapa que lo definirá, la
adolescencia, de ahí que el subtítulo lleve su nombre real. En ésta etapa
compartirá un momento especial de su sexualidad que siempre le acompañará.
Chiron (Ashton Sanders) dará más de un paso hacia su libertad, pero pasará a
ser Black (Trevante Rhodes). Ashton Sanders trasmitirá lo mismo que el pequeño Alex
R. Hibbert, pero agregando desilusión y agotamiento. En las tres etapas hay
similitud –y predominancia- en la expresividad del rostro. En la personalidad (encerrada
y vigilante), en las pocas palabras.
Hasta una llamada. La reunión será larga, una parte adrede
muy lenta, llena de suspenso, mientras hay un buen manejo de diálogo. El filme de
Barry Jenkins se torna romántico, y tiene una parte de confrontaciones que otorgan
interés –especial sensibilidad- a la historia, al cerrar capítulos trascendentes.
El filme tiene un infaltable realismo acerca de la vida de los afroamericanos
pobres, de esa vida que te lleva a terminar convirtiéndote en el estereotipo, por
ello Black es un (sobre)nombre bastante lógico para el subtítulo, no obstante hay una
profundidad secreta, nos dice el filme, yendo a lo general.
La trama tiene una lucha más grande que lo común dentro de la
comunidad afroamericana, producto de la soledad que le aqueja al protagonista y
por su identidad sexual y la represión del entorno representado por los bullies,
de esto que su familia postiza sirva de respiro y seguridad emocional ante
tanto embate de violencia. Los tres Chiron están perfectos, los dos últimos
Kevin también (Jharrel Jerome y André Holland). El momento de la visita, la
comida y la rockola en el restaurante tiene una tensión, una atracción y un
combate silencioso –con una sugerente mirada a la puerta de salida- que está satisfactoriamente
trabajado. El conjunto suma momentos muy estilizados y artísticos
que buscan embellecer el filme, plasmarle una poética.