jueves, 18 de agosto de 2022

The Northman

El americano Robert Eggers demuestra con ésta, su tercera película, que su cine es sólido y uno de los mejores de su país. Si el cine americano seguirá reinando en el mundo será por películas como The Northman (2022), aun cuando no la rompa en taquilla, pero el prestigio y la búsqueda de arte a la larga son las que en realidad hacen historia, cinematografías y perdurabilidad. Colocan los cines en la palestra. El guion lo escribe Eggers con el islandés Sjón dando fruto a un enriquecimiento mutuo. Eggers hace una película de vikingos, con un especie de relato modernizado para el cine de Hamlet, contextualizado en el pasado salvaje de los pueblos europeos (se dice que es una de la inspiraciones para la obra de Shakespeare), ubicado en la parte nórdica (el filme parte de las leyendas danesas, e Islandia es el lugar de las luchas), solo le cambia un poco el nombre, en el uso del anagrama, lo llama Amleth (el sueco Alexander Skarsgard) a su Hamlet. Éste filme rompe con los esquemas del cine americano o el cine más popular, rompe con el cine del Hollywood tradicional, crea matices y dimensiones en los protagonistas y contrincantes, ambos tienen de bondad y maldad, de perversidad, traición y brutalidad, como de afectos y lealtades, tienen vicios y excesos, incluso los tiene el padre de éste Hamlet que quiere vengarlo, al rey cuervo Aurvandil (Ethan Hawke) a quien se le pone en tela de juicio quien en realidad es, la personalidad y el tipo de liderazgo que tuvo. La madre que hace Nicole Kidman, la reina Gudrún, es despiadada, pero tiene de cierta manera justificación, en éste mundo de esclavos que es The Northman, aun cuando profesa maldad en extremo. Ésta reina otorga tremendo golpe verbal y moral cuando encara el resurgimiento como el ave fénix del Amleth adulto, que sale desde el infierno, surge desde la muerte, a cumplir con su destino, destino que compagina con las propias decisiones y nuestra personal creación de futuro. Se vive un complejo de Edipo bastante fuerte aquí. Existe una parte onírica muy buena, hay un estado de imponer leyenda, vemos como se construyen éstas leyendas, como se crean las historias de fantasmas, demonios y espíritus, viéndolo desde lo real que luego queda sin documentar o sin ninguna o poca comprobación, provocando miedos e imaginación, folclore, aunque así mismo presenciamos magia, brujas –con la participación de la llamativa islandesa Bjork como una adivina- y paganismo mezclado con misticismo y algo de cristianismo y otras religiones. La secuencia de combate con la estatua del gigante guerrero empolvado, para obtener la legendaria espada, es la emocionante y expectante aventura que no vimos en la película, aunque muy buena, rara, The Green knight (2021). Amleth y su antagonista, Fjolnir (el danés Claes Bang), pueden ser muy crueles, aun cuando son familia, matan hermanos sin contemplación, es un mundo salvaje, esto es parte general del filme, el primitivismo, lo animal y la suma violencia y el derramamiento de sangre y vísceras sin cuartel. En el ambiente salvaje de los vikingos se exhibe un libido y corrupción bastante alto, además, pero efectivo a la realidad, el vivir prácticamente sin reglas y bajo excesos. Anya Taylor-Joy como Olga es el “cambio” de la ruta, la humanización del monstruo, pero se adscribe al mismo universo de esclavos, luchas familiares, asesinatos y venganzas eternas que es cíclico. El filme es ese árbol genealógico fantasmagórico, pagano y místico que hay que defender. Se maneja a ratos una colorización en gris que otorga personalidad a ésta narrativa de oscuridad y legados que paradójicamente van a ser anónimos y gaseosos, pero contados bajo la llama del fuego y los contadores de relatos míticos. Se percibe que se manipula el cuento de la Cenicienta donde se juega con la figura del bastardo, del hijo no querido. Es curiosa la creación del sabueso del infierno o perro demoniaco, rabioso, en una propuesta que espolvorea terror (o maneja ese código fusionado); y del oso lobo, o sea del ente fuerte y solitario. Aunque visto como traidor, es el que yace golpeado por todas partes, es decir, un sobreviviente, alguien que tiene que luchar por existir, por ser, aun cuando se reduce a cierta mencionada simplicidad, de violencia.