sábado, 21 de mayo de 2022

No hay regreso a casa


No hay regreso a casa (2021) es la ópera prima de Yaela Gottlieb. Yaela es peruana pero vive en Argentina; éste, su filme, es una coproducción peruano argentina. El presente trabajo es el abordaje de Yaela de quien es su padre, Robert Gottlieb. Robert es hijo de madre judía y emigró joven de Rumania a Israel, cree en el sionismo. El documental de Yaela está muy cuidado, tiene muchos pequeños accesorios a la vista, hay buen trabajo artístico, hay buen uso del detalle, del adorno, sin exagerar. Todo esto da nivel visual al filme. La historia que aborda Yaela es simple, es el retrato de un hombre común, su padre. Lo más resaltante que ha hecho Robert en su vida es pelear en la guerra de los seis días. Robert es un hombre inteligente y al mismo tiempo muy conversador. Puede que como en gran parte el filme de Yaela se sostiene de la personalidad de Robert éste caiga en algunos defectos, caiga en cierto efectismo verbal, pero no deja de ser un señor interesante. Tiene habilidad para conversar, para narrar cosas sencillas. En un momento Robert confiesa haber tenido una vida mediocre, pero esto es una sobredimensión de cierta melancolía general y suya porque la mayoría de la población si oímos a Robert tendría que catalogarse de mediocre, y no es así. El mundo es un cúmulo de pequeños grandes retos, retos como haber podido sobrevivir económicamente durante tiempos de depresión, que incluso Yaela juega a fantasear con el espionaje y lo paramilitar. Robert tiene mucho carisma, no solo personalidad, es un buen tema de indagación, sobre todo porque hoy en día todo puede ser interesante, todo depende del arte y Yalea la tiene y también afecto por su padre, aun cuando ella ha aprendido a cuestionarlo y a ponerlo en cierto paredón, finalmente entregándose a esa ambición propia del artista, que se entrega "ciego" y "total" a su trabajo, pero olvida que todo acarrea subjetividad y la creatividad pesa más que entregarse ciegamente a desnudar a su personaje, a ese objeto que yace entre la admiración, pues es quien nos ha formado, y el destripamiento, ese querer ser libre de ataduras, ser uno mismo. Robert es inteligente y suelta una perla del trabajo general de su hija, de manera medio inocente y entre despierto, éste trabajo con el tiempo nos va a venir a juzgar a nosotros, tanto como ahora lo hace con el padre.