lunes, 8 de junio de 2020

Maniac Cop (trilogía)

Lo que sorprende primeramente de Maniac Cop (1988) es que para ser cine B y de bajo presupuesto es de muy buen nivel estético, con efectos especiales bastante competentes, y aunque con una historia sencilla, sólida. La trilogía le pertenece a William Lustig y de guionista a Larry Cohen, gran dupla, maestros en el género, que hacen de ésta trilogía tres grandes películas de terror, lo cual es tremendo logro, cuando por lo general las secuelas de películas sobresalientes suelen tirar todo al traste a continuación. Maniac Cop tiene de protagonista a un policía apasionado de su profesión, hasta lo extremo, quien no duda en matar a los criminales en un pestañar de ojos, es de temible mano dura, sobre todo pensando en la corrupción del aparato judicial. Esto lo lleva  a ser despachado por las autoridades, lo conducen a caer en la cárcel y ser asesinado por la mafia, por quienes arrestó. Vemos una escena potente donde lo acuchillan varios presos en un baño, previa lucha. El policía en cuestión, Matt Cordell (Robert Z'Dar), lleno de furia, como siempre vivió, se resiste a morir y resucita, así se explicará -con mayor detalle- más tarde en la trilogía. Inicialmente despierta -increíblemente sobreviviente- y con daño cerebral se vuelve un demente, mata a inocentes, aterroriza la ciudad de New York. Varios policías fungen de héroes -a la vez pululan los oficiales corruptos-. La propuesta es notable en no temblarle la mano para despachar a cualquiera, tal cual el policía maníaco. Cordell no habla, no muestra su rostro desfigurado tampoco, solo inflingle violencia, se dedica a matar. De héroes tenemos a los actores Tom Atkins y a Bruce Campbell, y a la actriz Laurene Landon. Finalmente el policía maníaco enseñará el rostro por el final, cuando ya todo el terror esté consumado. Cordell es super fuerte y prácticamente inmortal, y encima usa una cuchilla para matar. Cordell llega a entrar -frontalmente, a lo Terminator- a la estación de policía y se enfrenta a todo el mundo, produciendo una notable escena de acción y de terror. Maniac Cop 2 (1990) no baja la valla. Al grupo anterior de héroes se le suma una psicóloga y brava policía, Susan Riley (Claudia Christian), empieza hablando -aconsejando- solamente, luego entra en toda gloria a la acción; y un policía que parece pistolero del oeste -con su súper breve escena de intro-, el detective Sean McKinney (Robert Davi). La psicóloga dará una escena en auto que es de otro planeta, por decir lo menos, intensa y espléndida, llena de adrenalina y suspenso, con ella colgando esposada fuera de un carro en movimiento en plena pista de alta velocidad. Más tarde a la historia central se le anexa una de un asesino en serie que es el mismo demonio (asesino de bellas desnudistas, mientras suman sus dulces bailes de rigor), aunque no a la altura del policía maníaco. Cordell tomará mayor consciencia de sí mismo -será más enérgico, en la anterior había melancolía- y querrá vengarse de sus asesinos directos, provocando otra escena más de esas míticas que hacen de Maniac Cop 2 una joya nuevamente. Cordell andará matando gente prendido en fuego de cuerpo entero. Aquí el maquillaje del policía maníaco será mucho más elaborado (aunque el anterior tenía su gloria), ya parecerá un muerto, quedarán bastante en claro las directrices del filme. Maniac Cop 3: badge of silence (1992), contra todo pronóstico, seguirá manteniendo el nivel de sus predecesoras. Ésta tiene una muy buena historia. Katie Sullivan (Gretchen Becker) es una policía de armas a tomar, como todos los agentes héroes de la dupla Lustig-Cohen, y cae en la acusación de brutalidad policial, aunque lo suyo fue defensa personal, pero con licencias -por el tipo de arma-. La desgracia de Katie le crea identificación a Matt Cordell, y éste se deshacerá de todos los que se meten con Katie o impiden sus anhelos; el filme trasciende el deber personal en todo esto. La escena maravillosa de acción del filme llega con una persecución en auto, nuevamente el fuego se hace presente. El fuego es poderoso y éstas películas saben sacarle bastante jugo. Jackie Earle Haley hace de un ladrón y asesino y es el que prende la mecha en el ambiente, es todo un loco de atar. Robert Davi está genial también, nuevamente. Por todo es un filme muy entretenido, con su curioso vudú incluído.