sábado, 9 de agosto de 2025
A Falecida
Ésta es la ópera prima del brasileño Leon Hirszman basada en la dramaturgia del célebre autor de su país Nelson Rodrigues, con guion de Hirszman; y del legendario director Eduardo Coutinho, en el segundo guion de su carrera y antes de hacer un largometraje. Es una película que hace pensar en la representación en el cine, puesto que la identificación y la empatía de ideas -más allá de ser discreto o tratar de ser lo más polite o neutral posible- puede ser punto importante en que una obra se vuelva o popular o exitosa, que no obligatoriamente tiene que ver con crear trascendencia, profundidad o arte. En épocas donde la reivindicación de la mujer, su hegemonía, es notoria como búsqueda, sumando el feminismo tan ubico del presente, desde en particular la liberalidad o el alejamiento de la figura familiar ésta obra juega en esa cancha, no obstante driblea la pelota para ambos campos aunque no igual, para así terminar dando a todos un poco o algo de favoritismo. Se exhibe a una mujer que dice abiertamente en un momento (en el tranvía) que ninguna mujer debería pertenecer a ningún hombre, es decir, clama su libertad sexual, que sería su soltería pensando normalmente, pero ella está casada y secretamente desilusionada de su marido, o sea, descontenta de su matrimonio, donde no hay hijos y sólo una vez se hace mención de ésta ausencia como un especie de deterioro, en voz de mujeres mayores. Zulmira, en la performance debut en el cine de la talentosa Fernanda Montenegro con 36 años de edad, guarda un secreto muy importante para ella, el que le dejará como despedida en su lecho de muerte a su marido, Toninho (Ivan Candido). Zulmira misma le indicará que hacer y como toparse con la que será tremenda sorpresa, compartir una desilusión -como quien quiere que padezcas tanto como la misma persona- y hasta humillación desde distinto lugar. En un comienzo el filme se pone extraño, Zulmira quiere que su prima se muera (no tenemos aun background), a poco de que se le señale por una adivina que una rubia le quiere hacer daño. Por boca de Toninho, Zulmira piensa justamente en ella. Hay un odio palpable hacia ésta prima, incluso sabiendo de sus desgracias. En cierta manera porque Zulmira no puede ser como su prima, una mujer que fue su mejor amiga de joven y vive en su mismo barrio, pero de la que yace distanciada. ¿A qué se debe ese odio? La prima yace en fuera de campo. Lo sabremos cuando se devele el secreto dedicado especialmente para Toninho a quien lo veremos llorar al final, cuando se cumple (y ya no sirve) su anhelo de dinero. Toninho ciertamente no es el marido perfecto, pero se le puede ver como semejante a muchos, demasiado simple para su propia salud, de cara a cierta "sofisticación" de su mujer, aun cuando en mucho ella es bastante pedestre. Zulmira no puede ser la típica mujer del hogar, como lo ha logrado ser su prima. Ella siente enojo recordando o dando a entender que su prima fue una mujer muy caliente digámosle. Quisiera que su marido la haga pecar. Zulmira -quien es un personaje por naturaleza exagerado- lleva un peso social, por eso quiere morir, y en lo que parece un sutil surrealismo su deseo se cumple como por arte de magia, como el sueño húmedo de un fetichista. Ella misma clama que si quiere morir, ella lo hará, porque manda sobre sus designios. Como se puede leer también es una critica a la religión, a los designios de Dios. Ésta propuesta parece enfrentar simbólicamente la playa con la biblia, cosas que son bastante representativas para Brasil en especial. La película, a través de Zulmira, es astuta y debate con el marido su situación existencial. Hace que Toninho de cierta manera la apoye moralmente con sus pensamientos donde el sexo es importante, sólo que Toninho no sabe que piensa en realidad debajo de todo y en eso el filme parte de misterioso y un poco raro. De pronto como que a Zulmira se le ha metido en la mente matar a su prima. Lo dicen los de la funeraria, que son capitalistas netos, si bien de barrio. Timbira (Nelson Xavier) es el seductor amante de las Zulmiras, le encanta la idea de que absolutamente todas las mujeres sean objetos sexuales, cero ataduras, cero formalismos. Es como decir que el formalismo (el deber, el sacrificio) es para tontos. A razón de la intención de dar un golpe, como dicen, estos llaman locas a las mujeres, difíciles de entender. Inesperadas. Inclasificables, se podría decir. Pero Zulmira se explicará bien finalmente, es una inconforme de los roles sociales, y proclamará la liberalidad. Parece decir: nadie nos quitará lo bailado, aun cuando Toninho querrá una pequeña revancha, algo como para que no sea el filme una burla, que algunos hoy en día aplauden. La reivindicación económica se presenta tal una lectura de lucha social, del incólume al dolor y al amor, o ponerle precio a todo, una pega de proxeneta. Es una película donde todo el mundo a fin de cuentas pierde, a razón de quien hizo lo que le dio la gana sin importar consecuencias, es así que morir es una justificación, tras el delirio. El entierro exhibe melancólica ironía, si bien el muerto no siente nada. El hombre pensando en el billar y en los partidos de fútbol es así visto de canalla. Lavarse las manos no suena a ningún crimen -que hasta más de uno se ríe de la ocurrencia-, pero hasta allá puede llegar la peculiaridad de un cliché. Toninho parece simplemente poca cosa, aun cuando la lectura de justicia social no lo verá así. No obstante las expectativas pueden ser el verdadero detonante. El conocimiento de la esencia. La inconformidad de una vida simple, donde no hay héroes, donde no hay aventura. Zulmira quiere dejar en claro su punto frente al mundo, he ahí el verdadero factor de la ambición del lujo último. La última revancha existencial diría Zulmira. En una escena llora por algo que parece ínfimo, en realidad es el enrostre interior (enferma de convenciones sociales). En otra escena (catarsis), ríe sensual/libre frente a la lluvia bajo otra introspección elíptica. No obstante el filme se apiada un poco del pequeño homo sapiens.