martes, 31 de mayo de 2022
La hora del lobo
La hora del lobo (1968), de Ingmar Bergman, es una película de terror psicológico, y de terror intelectual, como se conocen a algunos filmes del género hoy en día, cuando el terror suele apuntar al entretenimiento y al hedonismo. Es sobre como un hombre cae en una crisis y se instala en la locura hasta perderse en ese abismo. Su esposa, Alma (Liv Ullmann), cuenta que él ha desaparecido y lo que veremos es lo que vivió con él, en una isla, antes de que se esfumara. Johan Borg (Max von Sydow) es un pintor famoso, Bergman hace un poco de autobiografía y nos habla de la angustia del artista. Johan se debate en alucinaciones, hasta lo vemos matar a un menor, la escena más fuerte del filme y la más inexplicable de paso. Johan puede aludir a un tipo de criminal en potencia, lo que lo martiriza lo llama a corromperse, yace en el travestismo, teme la infidelidad, es un cristal a punto de quebrarse, un tipo duro que está sucumbiendo a la muerte. Bergman implica su infancia y hace grandilocuente un momento de castigo paterno, aun cuando puede sonar naif, pero también tiene escenas surrealistas sencillas, pero curiosas, como ver a alguien caminar por la pared. Tiene efectos austeros. El filme es sobre la angustia. El filme juega también con un grupo tenebroso como protagonista, mediante una cena en un castillo, alude vampirismo, monstruos, fantasmas. Aunque su final inspira el trato con el simbolismo, el último golpe de la enfermedad de su cabeza, literalmente es asesinado por el lado oscuro que le persigue. Ésta propuesta también se puede leer como la inestabilidad de un matrimonio, aun cuando Alma parece un pan de Dios y prefiere sufrir que lastimar. El problema es Johan, finalmente es alguien débil, un tipo que parece sentir miedo de la liberalidad, como si no pudiera controlarla, medio que lo hipnotiza. Hay una mujer que le seduce o le hace temblar y unos tipos que parecen representar la orgía, representan además la opulencia y esa liberalidad y perversión que acompaña a cierta gente con demasiado poder, todo ello huele a representación con acercamiento al mito vampírico. La hora del lobo directamente hace mención de una hora legendaria y folclórica donde es como el infierno en la tierra, como si se abriera éste y entrara aquel mundo fantástico en la tierra, propuesto desde la pesadilla, desde la enajenación. Es a horas de la madrugada, cuando está por amanecer. Noche tras noche en penitencia.
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sábado, 21 de mayo de 2022
No hay regreso a casa
No hay regreso a casa (2021) es la ópera prima de Yaela Gottlieb. Yaela es peruana pero vive en Argentina; éste, su filme, es una coproducción peruano argentina. El presente trabajo es el abordaje de Yaela de quien es su padre, Robert Gottlieb. Robert es hijo de madre judía y emigró joven de Rumania a Israel, cree en el sionismo. El documental de Yaela está muy cuidado, tiene muchos pequeños accesorios a la vista, hay buen trabajo artístico, hay buen uso del detalle, del adorno, sin exagerar. Todo esto da nivel visual al filme. La historia que aborda Yaela es simple, es el retrato de un hombre común, su padre. Lo más resaltante que ha hecho Robert en su vida es pelear en la guerra de los seis días. Robert es un hombre inteligente y al mismo tiempo muy conversador. Puede que como en gran parte el filme de Yaela se sostiene de la personalidad de Robert éste caiga en algunos defectos, caiga en cierto efectismo verbal, pero no deja de ser un señor interesante. Tiene habilidad para conversar, para narrar cosas sencillas. En un momento Robert confiesa haber tenido una vida mediocre, pero esto es una sobredimensión de cierta melancolía general y suya porque la mayoría de la población si oímos a Robert tendría que catalogarse de mediocre, y no es así. El mundo es un cúmulo de pequeños grandes retos, retos como haber podido sobrevivir económicamente durante tiempos de depresión, que incluso Yaela juega a fantasear con el espionaje y lo paramilitar. Robert tiene mucho carisma, no solo personalidad, es un buen tema de indagación, sobre todo porque hoy en día todo puede ser interesante, todo depende del arte y Yalea la tiene y también afecto por su padre, aun cuando ella ha aprendido a cuestionarlo y a ponerlo en cierto paredón, finalmente entregándose a esa ambición propia del artista, que se entrega "ciego" y "total" a su trabajo, pero olvida que todo acarrea subjetividad y la creatividad pesa más que entregarse ciegamente a desnudar a su personaje, a ese objeto que yace entre la admiración, pues es quien nos ha formado, y el destripamiento, ese querer ser libre de ataduras, ser uno mismo. Robert es inteligente y suelta una perla del trabajo general de su hija, de manera medio inocente y entre despierto, éste trabajo con el tiempo nos va a venir a juzgar a nosotros, tanto como ahora lo hace con el padre.
viernes, 13 de mayo de 2022
Herbaria
Herbaria (2022), del argentino Leandro Listorti, se parece un poco a su película anterior, La película infinita (2018). Se parece en que trata de juntar dos cosas distintas y tratar de que aparentemente tengan unidad, aunque sus coincidencias sean solo hasta cierto punto, es decir, que se pegan, se acoplan solo en cierta apariencia, pero los vínculos no son tan fuertes, son medio arbitrarios. Hay coincidencias, como que haya un parentesco familiar fundacional entre un instituto donde se estudian las plantas y uno sobre preservación del cine, ambos argentinos. Hay coincidencias entre la desaparición de muchas especies de plantas y la destrucción del material cinematográfico a través del tiempo y su mala conservación. Pero plantas, seres vivos, no son objetos, más allá del simbolismo que uno le quiera dar al séptimo arte. Es entonces que Listorti parece querer desmontar la hipótesis de la construcción sobre lo disímil o pensado originariamente por separado, plasmando decir tener dos ciencias con su propia educación y sistema, dos profesiones diferentes. Humanamente todo puede tener cercanía, pero si profundizamos hallaremos que dos cosas como por ejemplo dos frutas, una naranja y una manzana, no son obviamente lo mismo, más allá de sus coincidencias. El filme deja entrever cierto vacío. Aparece la cineasta argentina Narcisa Hirsch, ella deja ver un poco cierta intensión o lectura de subtexto, habiendo grabado en su carrera fílmica en la Patagonia; menciona las plantas, pero también el desierto como interés intelectual. Listorti prefiere ser esencial, así mismo sus explicaciones en el filme son de ese tipo, sin tampoco tengamos que obligarnos a hacer un filme oscuro. Hay cierto trabajo artístico, con lo que pueden pasar por ocurrencias; su aspiración a plasmar cierto terror luce vacua, superflua. El cine es también un medio para intelectualizar cualquier cosa y las plantas no son la excepción. De ésta manera uno contiene al otro, como con el uso del tiempo. Esto permite tener soporte visual -sobre todo trabajando con especial material, raro de hallar-, en ello se trata de ser interesante, como con las plantas carnívoras acuáticas, pero se perciben muy accesorias. Se muestran ambos trabajos, el de la botánica y el de la restauración cinematográfica, ver un poco de éstos trabajos resulta interesante. Es así que lo sencillo también tiene su gancho natural, aunque Listorti busca hacer un documental actual, con notoria autoría. Su empleo de los temas da para tener valor, pero no para ser demasiado memorable, falta novedad. No obstante sí tiene arte.
miércoles, 4 de mayo de 2022
Seis días corrientes
Dirige la catalana Neus Ballús. Es un filme tal cual implica el título, 6 días ordinarios en la vida de tres plomeros. Por ratos es tan realista que parece la realidad misma, y como dice la directora, se hizo mucho uso de improvisación. Es un filme tan cotidiano que no parece haber nada trascendente en el filme. El filme solamente por ratos habla de la discriminación de los árabes y de paso de los complicados y renegones que pueden ser los catalanes. Uno de los plomeros es de Marruecos y es el que postula al trabajo en el inicio. Su compañero, el ducho Valero, siente cierto fastidio hacia él, no por racista, es porque detesta los físicos esculpidos o digamos que la superficialidad estética, así de curioso es el filme, porque por más insulso que a muchos les pueda parecer es curioso también. Los plomeros son realmente plomeros en la vida real y como que se interpretan a sí mismos, la directora hizo un casting buscando lo más real posible y lo interesante si se quiere. Pep es el viejo fontanero que está por jubilarse y aparece poco, pero tiene su "propio" relato. Se podría decir que son 6 días y 6 relatos, con su oficio como guía, su labor de arreglar y toparse con clientes representativos del oficio en Barcelona. Además, Moha, el marroquí, estudia catalán, es un tipo muy correcto y amable, hasta ya pasa por anodino de lo buen rollo que es. Valero es carismático aunque puede ser políticamente incorrecto. Él pelea con su sobrepeso, que lo tiene fastidiado y frágil emotivamente a veces. Es un filme austero en extremo, con gran realismo y simplicidad. Parece que no hubiera en realidad película, conflicto, sino simple cotidianidad del oficio de plomero, pero así hay mucho cine, parece anti-cine, salir y hacer una ficción con mucho de documental, sobre lo más llano posible. Únicamente una fotógrafa de cierto exotismo rompe el molde, pero también es porque Barcelona es una ciudad llena de harto atractivo y hasta extravagancia y hay gente así. No es un filme malo, pero para amantes del espectáculo y la acción puede ser tremendo somnífero, pero si gustan de las películas de Hong Sang -soo pues ésta es su película, al estilo criollo, bien español, pero sin caer en ninguna vulgaridad, es simple, pero cuidado.
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domingo, 1 de mayo de 2022
Accident
Accident (1967), de Joseph Losey, tiene de guionista a Harold Pinter y es otra gran película. El filme trata sobre el desmedido deseo sexual, hasta caer en la corrupción moral. Un catedrático universitario, Stephen (Dirk Bogarde), muere de deseo por una nueva estudiante extranjera, austriaca, Anna (Jacqueline Sassard), una mujer de tipo gélida o poco expresiva pero sumamente apetecible físicamente, luce naturalmente sofisticada, aunque puede pasar por mala actriz, como que solo se trata de una mujer hermosa y elegante. Anna se comporta normal, pero despierta deseo por donde pasa. Su presencia parece la de un simple objeto, un elemento de estudio humano. Stephen trata de contenerse, es un tipo educado y culto y hasta amable y aparentemente tranquilo, pero a medida que se siente atraído por Anna al tener cercanía con su alumno y pretendiente de Anna, el joven aristocrático William (Michael York), empieza a ponerse perverso al yacer perturbado por ella, sin que sea culpa directa de la mujer. Es un tratado también sobre la falta de control del hombre y la proclividad al abuso. Stephen tiene un bonito matrimonio, de tipo moderno incluso, relajado, tiene hijos pequeños; su esposa Rosalind (Vivien Merchant) es de su edad, pero no es ninguna vieja, tiene un aire fresco y es educada y agradable, aunque puede caer en la soberbia. Es un filme que versa sobre la deformación moral, sobre el llamado de la tentación que uno se mete en la cabeza y donde empieza a crearse una obsesión, algo que se desea tener a toda costa y ahí yace el peligro, se rompen normas, se le falla a la gente y hasta se cae en el crimen y en la crueldad. El filme de Losey para ello no recurre a lo obvio, es sutil e inteligente, pone más bien algo distinto en el panorama, un accidente de auto, y nos invita a conocer los entretelones de las relaciones y conflictos mediante un largo flashback. Anna se comporta libremente, rompe las reglas, falla, pero el filme lo maneja sin tanto juzgarla a ella -ella finalmente no representa el poder, aun cuando es quien genera "pasivamente" los desequilibrios-, la deja como persona digamos que en segundo plano intelectual o complemento o su llamado es más bien de orden firme, se percibe que es más un estudio de los hombres y sus deseos incontrolables, puesto desde los de mediana edad. Stanley Baker como Charley es otro profesor universitario, más del tipo trasgresor, aunque termina como un sujeto inocente, se desvirtúa un poco su esencia, o es que los tipos por encima del mundo también pueden ser estúpidos -también ésta propuesta podría ser un ataque general a la autosuficiencia-. Anna quiere ejercer su sexualidad libremente, pero maneja muy mal sus decisiones. La vulgaridad tienta nos dice la propuesta, en ello el filme es cuidado y también perverso e inesperado, como si no fueran algunos de ese perfil, pero como se dice, las apariencias pueden engañar. También tratamos con gente educada, pero quienes también pueden ser horribles como personas. Anna, aunque tiene mucho de carne en el asador, lleva una elipsis de su manera de ser, no parece una mujer rústica o bruta, pero es demasiado simple al fin y al cabo en su manera de relacionarse, aunque erupciona volcanes. El filme tiene de centro a Bogarde, con Baker como la ambigüedad en los hombros, y lo hacen bastante bien; los personajes llevan matices, pero muchos caen en lo despreciable. Tratamos con un suceso triste en varios sentidos. En un momento hay un sugerente, poderoso y cruel comentario, el que señala una pisada brutal de Anna, y así es el filme, luce mucho más perverso de lo que parece.
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