domingo, 5 de octubre de 2025
Jota Urondo, un cocinero impertinente
Lo primero que va a llamarle la atención a mucha gente, a muchos argentinos, es que el protagonista, Javier Urondo, es hijo de Paco Urondo, poeta y guerrillero, pero el filme es otra cosa y es una buena película. Javier habla un poco de su padre, es inevitable, pero como él mismo dice, menciona su lado íntimo, no su participación como personaje público. No le importa que habría escogido ser Paco, incluso desmitifica su muerte. Paco Urondo era su padre, y eso es todo lo que le importa. Javier se crio con su abuela y su madre. Cuando su padre fue guerrillero ya estaba separado de su madre. Su hermana mayor si tuvo un acercamiento político con su progenitor. El filme se centra en que Javier es chef y tiene su restaurante, uno que tiene la particularidad de que no lleva afuera cartel de identificación. Javier es un hombre inteligente, tiene sus propias ideas, y los directores, Juan Villegas y Mariana Erijimovich, las exponen muy bien, con total claridad. Es un documental sencillo, pero siempre interesante, así como el mismo Javier. Dentro de sus ideas personales o definición de su labor es que la comida sea rica y honesta; no exótica, industrial o sólo una mercancía. Vemos a Javier cocinando, desde lo humilde, pero a quien se le ve conocedor y apasionado a su modo. Son de aquellos que no pretenden venderte una publicidad para desfalcarte el bolsillo y servirte muy poco de paso. A Javier se le ve un poco cansado. Él mismo lo dice indirectamente. Lo oímos hablar bastante. El filme es sobre él, sobre su cocina. Éste documental se presentó en la sección Culinary Cinema del festival de San Sebastián 2025. Javier es un tipo que está realmente en el asunto, que lo vive desde lo más pragmático, y lo de él es vocación en toda la palabra. El dinero siempre es importante, que nadie te engañe diciendo lo contrario, pero no es lo principal (tampoco para él). Se ve que ama cocinar, sin ponerle demasiado rollo. Es hacer y ser de verdad, sin banda sonora, más allá del papel, aunque es duro muchas veces (como se percibe de Javier), porque es más fácil cuando eres popular (más allá de si eres realmente bueno). Javier conjuga la música, que el produce a computadora por placer, con cocinar, y se puede ver que también exhibe, con sus explicaciones, muchas semejanzas con el séptimo arte, y el arte en general. Javier se expresa de manera simple, amable. A su argumentación sobre saber aprovechar al máximo los alimentos (con las fermentaciones), desde la sabiduría culinaria coreana, se le puede rescatar -aunque no es una intención directa- una esencia social, en valorar más. En Javier se puede leer una cosmovisión espiritual, tampoco dicha literalmente, el de ser agradecido con la vida. Javier deja ver ideales. Pero no es dejarse arrastrar por los tontos romanticismos, los que muchas veces los inventan otros para anclarnos al masoquismo. Lleva una vida tranquila. Tiene lo suyo y no quiere pelear con nadie. Conversa con amigos de vinos, mientras tienen opinión propia, sustentada, inteligente. Se ve su relación con el mundo coreano, que es sinónimo de integración multicultural, y con su barrio. Lo observamos en el clásico ir al mercado por insumos. Su mirada, en muchos sentidos, es la de ser un buen economista. Otra idea suya interesante es su valoración del pan, más que alucinar con algo grandilocuente lo suyo es ver la genialidad en lo minimalista, en las pequeñas variaciones, en los detalles que rechazan la falsa intelectualidad y señala donde encuentra la verdadera sustancia (he ahí su impertinencia). Expuesto sin revoluciones ni alardes. El pan es rico en matices con pocos ingredientes. El sencillo detallismo de Javier se ve por mencionar algo en usar el caldo de las empanadas en la saborización de las papas doradas. Él experimenta también, como observamos en la película, desde su mirada. Lo suyo es igualmente ser bien argentino, servir provoleta y trozos abundantes de carne. Su restaurante se llama como él, Urondo, como está impreso en la carta del menú, como está estampado en los polos que lleva, aunque también lleva uno de Metallica.
martes, 30 de septiembre de 2025
Una película de miedo
El brasileño Sergio Oksman quien vive y enseña cine desde hace muchos años en Madrid hace una película de bajo presupuesto, una película de ficción guionizada por él en solitario, hecha un poco como si fuera un documental, con mucho de su biografía. Oksman actúa de sí mismo, junto con su hijo, Nuno, de 12 años, que hace lo mismo. El pretexto, para intelectualizar un pensamiento (leitmotiv) y un cúmulo de sentimientos, es un viaje padre-hijo a Lisboa, Portugal. Mucho de lo que pasa en pantalla son actividades muy simples, cuando yacen en un hotel que han dicho lo van a remodelar y ahora está cerrado para el público. En el hotel sólo están ellos dos y el dueño, un portugués amigo de Oksman, y la historia de un huésped fantasma que vivió 10 años en el lugar, cuando se creía simplemente de paso. Así se van disparando algunas cosas que ponen el toque de "variedad" pintoresca en ésta sencilla película. Se habla del primer asesino en serie de Portugal y de los primeros de la península ibérica, el gallego Diego Alves (llamado el asesino del Acueducto), del que se conserva/preserva su cabeza embalsamada en un frasco, como estudio/desentrañamiento del mal, y del que se quisieron hacer películas/escenas durante el inicio del cine en el país donde se le ejecutó (Portugal), habiendo la particularidad de que en el segundo intento de filmar un relato suyo sólo se cambió la ubicación de la cámara, por el frente en lugar de por detrás, compartiendo casi la misma puesta en escena pero desde otro ángulo, lo que suena a una variación minúscula, pero que se oye curioso (no solemos dar crédito cuanto puede cambiar, cambia, algo con cosas prácticamente imperceptibles). Oímos de varias extravagancias que rodean la vida de éste asesino. Lo conocemos a través de un paseo semejante al de un museo. Por túneles tenebrosos. Muchas de las tomas de ésta propuesta son con la cámara fija, no obstante no se exceden de tiempo, no molestan. Así mismo Oksman habla de su padre (con quien hizo una película), emparentándolo con le genética de los criminales, en cuanto a repetir patrones, como si estuviéramos condenados por un destino a ser igual que nuestros padres. Se dice que esto sucede por al menos cuatro generaciones. Es un filme que se plantea de narrador de cuentos audaz. No llega a tanto, es algo humilde, pero el resultado es más que decente. Es una pequeña obra llamémosle artesanal, aunque profesional en sentido que no hay que pegarla, como espectador, de perdonavidas, en cuanto a que cumpla con lo básico. Se siente un poco como que padre e hijo juegan a hacer cine. El padre lo hace parte de su universo, cosa que es importante como idea de la propuesta porque Oksman quiere mantenerse de cierta manera cerca de su hijo, cuando yace latente la relación distante con su propio padre. Es querer enmendar los errores de su progenitor, no caer en repetir el molde, romper con la estela de un tipo de destino, de ciertos temores, desilusiones y tristezas. Oksman da a entender que quiere mantener la mesura en su existencia, huir de los egos inflados, del narcisismo, del desinterés por los otros, del sólo velar por uno mismo, o de la derrota (claudicar psicológicamente). Es no dejarse arrastrar por la ausencia de compromisos, por el exceso de libertad. También hay en sí un cierto temor a la soledad, es querer evitar mecanizarnos, o a padecer ser olvidados. Oksman "juega" a hacer cine igualmente con amigos, actores y directores de cine. Genera un poco la sensación de estar improvisando, aunque el desnudo de la lluvia revela claramente al espectador que estamos ante una construcción de ficción, a la consolidación de un guion, pero por todo pasa el mensaje de su preocupación. De todas formas, de antemano, ya nos lo había dicho los ángulos de la cámara, la puesta en escena de los momentos, sobre percibir estar dentro de una ficción, aun cuando se le puede haber dicho al niño que simplemente fluya frente a la cámara, que se divierta. Tal lo expresa Nuno mismo, sin sobreactuar, economizando movimientos, evitando el circo. No obstante se nota una construcción, aun en su sencillez. La película narra que el niño no siente miedo con el cine de terror, quien como aventura quiere sentirlo, que aparezca literalmente la gran película de horror con aquel sentimiento. Para eso surge la cinefilia del padre (y el estudio de un conocimiento que se encuentra en movimiento). Una lectura va de la mano con el uso de varios pasajes e ideas de El Resplandor (1980), la desaparición de los afectos o que surja el anunciado arrebato (la fuga), cuando Oksman quiere sentirse realizado/compenetrado afectivamente con su hijo, que lo tenga presente en su crecimiento (dentro de lo ideal), que cuente con él, que venzan cualquier melancolía, como con aquella imagen de lluvia a lo Fight Club (1999).
lunes, 29 de septiembre de 2025
Bus 174
Éste es el debut de José Padilha, el director de una de las mejores películas de la historia del cine brasileño, Tropa de Élite (2007). El documental lo codirige con Felipe Lacerda. Es una película de cine social. Un muchacho negro de unos 21 años secuestró un ómnibus con 11 rehenes el año 2000. Estuvo plantado en plena calle, del Jardín Botánico, Rio de Janeiro. Lo rodearon los medios de comunicación y lo cercó la policía. El documental de Padilha y Lacerda expone una mirada muy completa sobre el suceso, indagando en cómo este muchacho de color llegó a ésta situación. Hay un momento de sobremanera traumático/dramático en la vida de Sandro Barbosa do Nascimento, el secuestrador. De muy pequeño vio como asaltaban su tienda y mataban a su madre a puñaladas. Esto hizo que temiera y repudiara su barrio y terminara como niño de la calle. De ahí en adelante vinieron las drogas, esnifar pegamento y cocaína, caer en el reformatorio y en la cárcel (la que es parte de éste documental que deja plenamente expuesto lo horrible que son). Robaba para drogarse. Fue participe de un caso muy conocido en Brasil, el de la masacre de Candelaria (cuando tenía unos 13 años) donde murieron asesinados niños de la calle. El filme expone una mirada que desnuda la criminalidad y también analiza de dónde proviene, que está fallando o que debería de enmendarse como sociedad. Se habla de invisibilidad, falta de oportunidad, de mucha violencia y furia como consecuencia de una vida delictiva y una vida infrahumana en prisión. Pero también se ve que no se puede negar -ser tan iluso o inocente, como anuncia el H.G. Wells que prevé el futuro- que el crimen debe combatirse (que muchas veces valga la analogía estos policías son como quienes matan animales para que los comamos, hacen el trabajo que no queremos hacer/ver y se necesita, enfrentan directamente sin falsos romanticismos la brutalidad de los criminales), puesto que existen muchos criminales en exceso crueles, fríos, harto peligrosos para cualquier ciudadano (uno encapuchado habla de quemar gente y de su odio por los policías), que atentan contra la tranquilidad y seguridad del poblador común, de todos. El filme expone que es importante tener una policía competente, bien entrenada, preparada para vencer la inseguridad, la violencia y el crimen. El secuestro duró 5 horas y expuso muchos defectos en como combatirle, dejando en claro lo importante que es estar preparado, tener una buena policía. Cuando piensan porqué hizo esto Sandro, compañeros delincuentes dicen que pudo haber querido robar a alguien, haber seguido a alguien de un banco por decir y terminó desbordándosele la situación. En realidad con éste secuestro marcaba su sentencia de muerte frente a la policía, que se contenía porque estaban los medios de comunicación haciendo show del asunto -dando poder al secuestrador- y había ordenes de no dispararle. No querían que en tv. surjan imágenes de shock, si un francotirador apretaba el gatillo, como se dice detalladamente. Secuestró jovencitas de su misma edad. Algunas entraron en pánico. Sandro se comportaba de manera muy elemental, no sabía que hacer en realidad. Pedía una granada para amedrentar y amenazó con matar rehenes en poco tiempo. Hasta hizo una mímica de ello. Quería escapar, no ir a la cárcel, pero ya tenía la soga en el cuello. No sabia ni que pedir. Decía a voz en cuello, esto no es una película de acción. Lo que se quería es que no matara a nadie, pudo hasta disparar hacia afuera por la ventanilla, había mucho curioso. Se entrevista a secuestrados o a la tía de Sandro. Se ve incluso declarar a un hombre que fue parte, sobrevivió, a la calle y a la masacre de Candelaria, como Sandro, al que se muestra complementado con imágenes de archivo. Sandro tuvo soporte de una especie de madre adoptiva y de una asistenta social, pero él no optó por enmendarse. Se dice que en realidad no quería matar a nadie, pero estaba ya fregado con el asunto. Fue tremendo error haber secuestrado el ómnibus, dicho por amigos criminales de Sandro que lo señalan de loco o porque seguro estuvo drogado. Se deja decir en el aire que fue un grito social, aunque Sandro lo hizo inconsciente. Es una película muy completa, muy honesta, hasta puede verse que se trata de entender al secuestrador. De verdad profundiza en quien es él, desde varios ángulos. Pero igualmente se percibe que es una lucha contra la criminalidad, en ayudar a prevenir y generar soluciones para salvaguardar la sociedad y la convivencia tranquila y pacífica. Oímos hablar a activistas pro derechos humanos de criminales o de los jóvenes de la calle. No todos son ladrones, algunos buscan ser vendedores ambulantes, otros los vemos haciendo malabares. Hay de los que logran reinsertarse en la sociedad como vemos en el caso de la generosidad del profesor de capoeira de la Universidad. Un psicólogo que habla largo y tendido los humaniza, señala la precariedad y estar solo en la vida, como crecer/dormir en las calles, bajo cartones, pasar hambre, verse influenciado por el tráfico y el consumo de drogas. Los niños de la calle llaman niños ricos a los que tienen padre y madre. Varios policías también hablan a la cámara, tipos que se expresan muy bien (todas las declaraciones en general hacen un conjunto sólido, muy competente, muy bueno), conscientes de todo. Se ve el notorio germen de Tropa de Élite, esa adrenalina e inteligencia para luchar el crimen. El desenlace del secuestro muestra la torpeza policial, de la policía común, pero eso justamente lo discuten policías de la BOPE, expertos. Como todo el secuestro fue seguido por montón de medios de comunicación que estuvieron en pleno, en éste documental se pueden ver imágenes de primera mano, privilegiadas, muchas partes del secuestro con pelos y señales. Al mismo Sandro en todo su accionar. Somos participes de un final hiper dramático, milímetro a milímetro, con cámara lenta, puesto que el final fue caótico. La gente misma, presente en masa en el lugar, quería lincharlo, entraron en total estado de furia. Observamos a Sandro cogiendo/jaloneando del cuello a las rehenes, poniéndoles el arma en la cara, en la boca, gritando, cogiéndolas como escudo, por las ventanillas del ómnibus. Se siente la tensión policial de querer dispararle. La vida completa de Sandro, si bien un criminal, es toda una tragedia.
domingo, 28 de septiembre de 2025
Hen
Ésta película de arranque parece algo extravagante. La historia de una gallina, una gallina común y corriente. La dirige el húngaro György Pálfi. Lo curioso del filme es que no son efectos especiales los que vemos en pantalla, sino son ocho gallinas con las que ha trabajado Pálfi para conseguir hacer su película. Es de un gran realismo por ello. La historia no se ve pobre, está muy bien conseguida. Es una película realmente lograda sobre una gallina, sobre su vida ordinaria, o su actuar normal. La vemos rodar por el "mundo" que sería la novedad. Lo difícil que es para ella, si bien no muestra mucha consciencia de su situación. No obstante por ahí se deja volar que un cartoon puede haberle hecho pensar. El contexto principal se da cuando la gallina llega a un restaurante griego donde unos criminales hacen pasar inmigrantes ilegales. Todo ese traslado e introducción es simplemente por dinero. No les importa esas vidas. Así hay un accidente y los criminales se limpian de la manera más fría. Ésta gallina parece condenada a poner un millón de huevos, a copular eternamente, aunque está en su naturaleza, ella incluso lo busca. No obstante si aparece -se vislumbra- un deseo, un pensamiento, en ella es que parece querer una vida familiar que yace vinculada a la extinción de la humanidad. Ésta película es, aunque con momentos trágicos y dramáticos, también una sátira, maneja humor negro. Es un filme hecho con cierta libertad, libertad propia de un cine más europeo que comercial, pero se ve sin dificultad. Es de relato sencillo, pero a ratos un poco duro. Está hecho por alguien más realista que sensible o poético. Ver todo lo que hace la gallina, todo lo que pasa es atractivo, mirar su desenvolvimiento, su andar, como traza recorridos, como desarrolla su memoria. Tiene una escena un poco cruel, cuando le cae encima una caja, la cual parece digna del Oscar o de una comedia slapstick. La cosa es que es una gallina y aquí no habrá ningún símil de palm dog que sindique su ternura o gracia. Eso que sea una simple gallina sin ponerle en sí misma ningún romanticismo de por medio la hace extravagante en cierta dosis. Lo del mundo gángster luce más convencional. Finalmente es una obra llevadera, de poco rollo. La mirada lo dice todo, no se da cuenta de mucho. Mejor así parece decir el filme, porque es un mundo horrible.
sábado, 6 de septiembre de 2025
78 Festival de Locarno: Le Lac
Le Lac
(2025), del suizo Fabrice Aragno, el director de fotografía de los últimos
largometrajes de Jean Luc Godard, debuta con éste filme que no tiene en
realidad narrativa o un relato entre sí de estricta convencionalidad. El mismo
Aragno ha dicho que dejó de lado hacer un guion y asumió ésta obra con algunas
notas no más, dejando filmar en cierta espontaneidad, interactuar con la
naturalidad del clima y la aventura de su regata de vela colocada en una
competencia equis/cualquiera del lago Lemán. Es valioso cómo compone bajo esa
libertad, cómo coloca las tomas, los cambios, frente al lago, qué recoge de
aquella espontaneidad del clima, como fuertes remecidas, algo de tormenta, la lucha
por dominar a la naturaleza con la habilidad de sus protagonistas, una pareja.
Uno de ellos, Bernard Stamm, un regatista profesional de 61 años de edad, real
regatista. Lo acompaña la actriz Clotilde Courau que coloca la expresividad en
mayor consonancia, las emociones que surgen del lago, el cual simboliza los
estados de unión afectiva entre los dos. Vemos como pelean la relación, hay
miedos, enojos, tristezas, meditaciones, miradas perdidas, desilusiones,
compenetración, ternura, complicidad, hasta una nota sexual, desde la
sugerencia, sin coito, como cuando Stamm yace desnudo en más de una
oportunidad. Sacar las plantas acuáticas que se atoran en la regata, para permitir seguir
adelante, ya lo dice todo. Courau como toda actriz europea se ve
natural/tranquila frente al desnudo ajeno, aun siendo en la vida real una mujer
casada. Ella tiene 56 años y una carrera humilde en cierta manera, aunque
extensa. El filme es una fuente de expresividad emocional a través del lago. El
final puede leerse como el de The Truman Show (1998), mientras pensamos en la
dedicatoria de la película, al mismísimo Godard, que Aragno admira y fue su
amigo cercano por la última etapa de su vida. En ese sentido puede que recoja
parte de la experiencia existencial del mítico director francés, que en el
trayecto/metraje se emparenta con todos los seres humanos, puesto que todos
compartimos semejanzas como humanidad, aun los que podemos tildar de
excepcionales. Incluso muchas veces lo emocional es mayor, por su alto grado de
sensibilidad, de reflexión. Es la mirada a nuestra simplicidad -nuestra
colectividad- y al mismo tiempo a nuestras batallas emocionales que complejizan
todo. Lo difícil que son las relaciones humanas. Así mismo la dificultad de no
sucumbir a la melancolía. La fuerza para superar los problemas que a todos nos
acontecen. Vencer a nuestra mente. Es también así una despedida. Pero antes un
triunfo del amor. El lago es complementado con la parte de la tierra, donde
visto de manera ordinaria son solo actividades frente al agua, como veraneo,
fiestas, puestas de sol, juegos en familia. Los mismos protagonistas viven en
esas orillas, donde hay también bella infraestructura o un tren que impresionan
a la vista. Ésta mirada de la orilla no tiene una explicación específica
(narrativa), puesto que en realidad no existe un guion, no hay un relato, son
como destellos de posibles ideas, que uno con la imaginación puede anexar a la
aventura emocional de la pareja de la regata. Podrías pensar que son la
juventud perdida o la consolidación o no de una familia, etc. El filme remite
al conflicto de pareja, como en aquella casa donde uno está a solas intuyendo
al otro, escondiéndose como un perro herido para después salir en busca de la
otra mitad al pensarla simbólicamente lejos. Pero el conflicto es parte del
viaje, de todo viaje, y más el de pareja. La verdadera esencia es hacer fuerte la
relación, superar todo escollo y generar esa grandeza humana, con la
persona correcta, que es justamente la técnica que hace que el enorme lago sea
atravesado sin morir en el intento o perder la embarcación. La competencia
finalmente es lo de menos, estamos solos contra nosotros mismos finalmente.
martes, 2 de septiembre de 2025
Sao Paulo, Sociedade Anonima
El
brasileño Luiz Sergio Person, el director de ésta película, murió joven, a los
39 años de edad en un accidente de auto. Es curioso ver -como premonitorio,
dentro del estado de autoconsciencia de muchos hombres, ser padre, asumir el
matrimonio- que, en una escena del filme, el protagonista escapa en auto a
velocidad, habiendo un amago de posible accidente, de las responsabilidades del
matrimonio que hace de simbolismo para la industrialización y época de bonanza
económica en Brasil (1955-1965), especialmente en Sao Paulo, la ciudad más rica
de éste país. Person no pudo tener una carrera nutrida en el séptimo arte, pero
esto le basto para hacer que la presente película sea parte de lo mejor del
cine de Brasil. Carlos (Walmor Chagas) es un hombre en los 30s que disfruta de
su soltería. Es un hombre que se alegra cantando una canción social sobre la
humildad de la vida de las favelas. Se le nota identificado. Llega a criticar
la banalidad de los chicos bien, amigos de su futura esposa. En otro momento
canta el himno nacional y se conmueve y hasta su entorno -gente más burguesa
que él-, como quien refleja un gran amor por la esencialidad de Brasil, o por
la gente del pueblo. Pero en Brasil se vive un cambio, cambio que está
enfrentando además el propio Carlos en otra forma, cuando su novia, Luciana
(Eva Wilma, de sofisticada belleza), le pone las cosas en claro, o formaliza su
relación o ya no estará con él. Carlos como que se rehúsa. Siente algo de
fastidio por estar demasiado en modo de pareja. Dice que hay cosas que le
abruman hacer en ese estado de cierta sumisión. Es la lucha entre la libertad
de la soltería, no tener ninguna atadura, con pasar a entregarse a un cierto
sacrificio. Tras la festividad de año nuevo -que tiene una secuencia memorable
desde lo netamente visual con una maratón nocturna fusionada con el deambular
de un auto escarabajo en una zona comercial, un auto clásico/propio de una época-
surge una escena hecha gloria (con un título que podría ser el del borracho y
la serenata) con Carlos aceptando finalmente los requerimientos que se le
imponen a la mayoría de los hombres. He ahí el dilema. Éste filme está plagado
de grandes escenas, escenas de suma inteligencia, claras pero muy sugerentes,
llenas de sustancia, rebosantes de personalidad. Una de ellas es la escena en
que se roba un auto para huir de todas la presiones, cambios y
responsabilidades. Puede parecer un poco absurdo el hecho en sí (desde un
hombre correcto como Carlos), pero si lo piensas en profundidad, desde lo llano
y transparente, es de prodigiosa sugerencia, hasta sociopolítica. Ahí anida la
riqueza del cine como arte y en realidad en general, que se justifique la
originalidad. Es un filme que pasa por el tamiz de ser coherente, aun cuando el
mundo es arduo de entender muchas veces, o porque muchas decisiones nos cuestan
bastante. Hay un estribillo psicológico que habla de siempre volver a empezar,
resetearse, que invoca el constante cambio de pareja, el grito de libertad,
dejar ir todo, no aferrarse a nada. Carlos trabaja, duro y parejo como parte
del engranaje de una máquina (que vemos repetidamente en el relato como un
especie de peso), pero no quiere que sólo exista esto en su vida o lo
domine/consuma. Tal si uno se esclavizara al agobio y la rutina y quizá hasta
el vacío personal. No quiere entrar al orden matrimonial que lo encuentra
emparentado. Carlos es talentoso, pero no le importa mucho el talento, quiere
simplemente vivir, gozar. Es la pelea entre el hedonismo y el apaciguamiento.
Quizá a Carlos le ha llegado aun joven, pero su mujer es muy madura, más que
achacarle burguesía, que tenga mucha ambición. Es una mujer con anhelos
económicos normales. Otro punto interesante de éste gran filme es Arturo (Otelo
Zeloni), dueño de una empresa de armado de autos, o sea, es parte del boom de
la industrialización y la riqueza en Brasil. Podrías decirle, un capitalista.
Arturo tiene un rostro un poco cómico y es un tipo simpático, aun con cosas
cuestionables. Parece un clásico personaje salido del cine italiano. Un vivo,
un tipo pícaro, astuto, sabandija, que ha triunfado. Se salta cosas, saca
ventajas de su posición, y se ve mal, por una parte. En su empresa hay mucha
irregularidad, lo que repercute en contra del trabajador y la
corrección/corrupción del propio sistema, y es un mujeriego que se
autojustifica con alevosía, descaro, aunque todo su dinero es para su familia,
su mujer e hijos. Arturo es un inmigrante italiano y viene con todo el ánimo de
triunfar a toda costa, es el emprendedor sin miramientos. Arturo se puede decir
que proviene del pueblo, de abajo, de no tener nada, pero tiene una desbordante
ambición. Carlos en cambio es el poeta, el idealista, el que quiere salirse de
todo honor, el que lo hace por amor a los principios, aun cuando tiene
tendencia a lo apolítico -si bien se le puede ver de socialista- y escapista.
Carlos parece querer a su amigo Arturo, pero no quiere ser como él. Le
mortifica pensarse en ésta proyección de compinche y considera que su mujer
-por el éxito laboral- lo empuja hacia allá. Éste filme es fenomenal
contextualizando/analizando el entorno sociopolítico y hasta lo existencial,
como con Hilda (Ana Esmeralda), una de las amantes de Carlos, la mujer caliente
de los 30s. Rebelde pero astuta. No la típica jovencita alegre, libre, pasajera
y superficial, como la que hace la efervescente Darlene Gloria, la futura
célebre prostituta irredenta de lujuria de la trasgresora y sarcástica Toda
Nudez Será Castigada (1973). No obstante Ana (Darlene) terminará teniendo lo
suyo. Las que vemos son mujeres muy avispadas. Ana será arribista, una viva
más. Con Hilda, y Carlos mismo, independientemente, tenemos introspección sobre
los afectos, poniendo a un lado y a otro -confrontando con cierta elegancia- la
liberalidad y lo formal, o lo arduo de hallar/ceder a la persona indicada en tu
vida. Llega hasta la tragedia. Felizmente, hay que decirlo igualmente, no
termina siendo una copia de la Nouvelle vague (de la que hay algo), porque como
película es mucho mejor que ser una copia más. Tiene lo propio en abundancia.
Hilda representa también la imagen de que puede ser difícil despegarse de la
poesía maldita (incluso haciendo lo correcto), entregarse a no pensar tanto.
Ella repite palabras mirando al abismo, tampoco el mundo pasa por ser sólo un
formato simple. Plasma una cierta poesía -o esa pelea dura con nuestra
naturaleza emocional que es la que también nos define como humanidad- frente al
poder de lo práctico (el optimismo que muchos ningunean pero que es muy útil,
si huimos de la banalidad). Dentro del quehacer cinematográfico de Person es un
complemento interesante y un buen contraste para el filme. Carlos es una mente
en movimiento. Es un intelectual de a pie, un tipo de clase media que es
inteligente. Person parece un hombre no tanto del pueblo como procedencia de
clase social, pero sabe pensar en éste, valorarlos, y ponerlos en un panorama
mayor. Sabe pensar más allá de las complacencias. Pero es crítico también de lo
capitalista. Se ve pobreza en Sao Paulo con la que Carlos se identifica, que le
duele. Así mismo la pantalla nos coloca la vista de enormes edificios y la
gente semejante a hormigas. La máquina social trabajando intensa.
viernes, 29 de agosto de 2025
78 Festival de Locarno: Dry Leaf
El
georgiano Aleksandre Koberidze es dueño de un estilo que viene de antes y
mantiene en ésta película, pero aquí resulta más interesante, más cuajado, más
experimentado. Consolida sus ideas, sus preferencias cinematográficas. Por
ratos parece que hiciera cine experimental, juega con las texturas, como con el
agua mojando una ventana de un auto con la cámara encuadrándola bajo una vista
subjetiva. Juega con las propias nubes. Con los colores que van
metamorfoseándose como por la luz. Las tomas son perfectas, arriesgadas,
estéticas, profesionales, creativas, aun cuando graba con un celular de punta y
la imagen tiene una definición imperfecta, percibida nostálgica, de vejez, de
madurez, que puede hacer pensar en algo más casual que de lo que verdaderamente
es, porque se ve un trabajo de alto nivel en general. Pero el filme escoge la
imagen más rústica, de orden casero, que se emparenta con el viaje, la road
movie, algo que pretende sencillez argumental, que es lo que presenciamos. El
propio padre de Aleksandre es el protagonista, David Koberidze, llamado Irakli,
un personaje de ficción, pero como la mayoría de los que vemos, es como si se
interpretara a sí mismo. Su hija Lisa, según la narrativa, se ha ido, como ha
hecho antes, ella es periodista/fotógrafa deportiva, y tenía encomendado
fotografiar canchas de fútbol, pero ha dejado una carta y como que ha
"desaparecido". Irakli, típico padre, se preocupa más de la cuenta y
va en busca de Lisa. La pesquisa hace de pretexto para que Aleksandre ponga en acción
la pasión que siente él y su gente por el fútbol, para muchos el deporte rey.
Irakli viaja visitando canchas de fútbol preguntando por su hija que iba a
fotografiarlas. Lleva a un redactor de la revista donde trabaja ella, pero da
la curiosidad que no lo vemos en pantalla, sino se finge verle, es invisible
literalmente. Aunque esto puede leerse de irónico, similar en parte al
Apichatpong de Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives (2010), pasa por
otro juego poético, estilístico, del director georgiano. Aleksandre busca
plasmar su subjetividad, antes lo ha mencionado, proponer una poética personal.
De ésta manera escuchamos mucha música que va en esa onda, de amor por lo
simple y que es bello. También hay otras más lúgubres o un poco misteriosas. La
cámara se detiene en plantas, flores, hierba, árboles, animales, burros, vacas,
perros, hojas secas (que bien indica el título). Incluso los troncos que hacen
de vallas y las maderas que hacen de arco de fútbol se prestan para que sea
romántico. Es un viaje donde el paisaje toma mucha importancia, buscando
naturalidad, nada demasiado imponente. Irakli pasea por pueblitos rurales de
Georgia y comparte con la gente común, algunos también son invisibles a la
cámara. Come con la gente (brillan en particular las manzanas), conversa con
ellos (se implanta la confianza de la buena educación), se detiene a apreciar a
los animales (que hasta pasan en fila), escucha, mira, guarda mucho silencio.
El filme en ese sentido es muy cinematográfico, hablan mucho las imágenes. Es
una película de 3 horas de duración y es un trayecto poético en conjunto.
Requiere de paciencia, hay que relajarse. Es semejante a sentarse con algún
budista a respirar del campo, de la naturaleza, del entorno, apreciar lo
básico, lo esencial. El filme dice que la vida tiene muchas rutas (y millones
de seres humanos), es decir, diversas aventuras. El presente camino va detrás
de la belleza de lo ascético. Yace (consciente/activo) detrás de la paz. Ésta
road movie no presenta preocupación de manera abierta, aun buscando a alguien,
aunque pone la mirada en empezar a ver/atender a los demás. La búsqueda de Lisa
es querer simplemente ver a alguien amado, estar siempre pendiente de éste. Así
mismo es porque la familia de Irakli parecen ser muy sentimentales, muy sensibles,
y puede devenir en melancolía, de la que uno guarda para sí, y de la que nadie
se escapa finalmente. Amar es también consolar -y muchas veces no se necesitan
de palabras-, provocar felicidad, ¿cómo?, de la manera más simple, justamente
de todo lo que participa Irakli. En un momento se dice que hay una conexión
espiritual entre padre e hija tras la road movie. Ven lo mismo desde su
individualidad, se hace notar un viaje colectivo, eso termina siendo, igual que
el planeta. Aleksandre plasma su subjetividad pero está queriendo conectar con
los demás. ¿De qué manera? Amando a un tierno perro cachorro suelto alegre y
libre en el pasto. Compartiendo un vino con un proyeccionista de una sala de
cine rural reparada por él mismo para beneficio de todos (suplir una carencia).
Participando de la anécdota sobre un profesor religioso, que no era dogmático,
admirado por los niños más traviesos (un héroe invisible). Es atractivo ver
mucha novedad/variedad desde la austeridad de la temática de las canchas de
fútbol, amor por el deporte. Oímos de lucha amateur, de gimnasia, vemos la foto
de Maradona. Se siente la importancia del deporte en la gente, en lo que le
despierta una sonrisa. Los caminos, tal si hablara Kerouac del encuentro de
Lisa (o mejor, Kiarostami), a razón de una bombilla de la calle que prende y
apaga, pueden ser simples, vivos y originales.
miércoles, 20 de agosto de 2025
78 Festival de Locarno: Silencio
El director de la película, Eduardo Casanova, es algo polémico, le gusta que estén hablando de él y hay gente que se lo toma demasiado en serio y siente antipatía hacia su persona, y esto rebota en apreciar su trabajo a veces de mala manera. Lo cual es injusto. El presente filme se puede decir que tiene algunos defectos, es una obra muy libre y por lo tanto va a conseguir equivocarse por momentos, pero en general es una propuesta muy entretenida, buena. Tiene gran intensidad. Hay un diálogo frenético y super irónico entre 4 hermanas vampiras rodeadas de blanco y rosa. Tienen tremendo maquillaje y prótesis. La recreación de las vampiras es de primera. Los diálogos fluyen con harta velocidad y nunca dejan de tener humor y dar plenamente en el clavo diciendo cosas curiosas e interesantes para el oído del espectador ansioso de divertirse y eso da mucho, tenemos harta diversión. Se nota que Casanova goza haciendo ésta película. Tiene escenas potentes, impactantes. Muy rebeldes. Hay partes de musical que salen de pronto y otorgan novedad y un poco de risa. Es una comedia de muy buen nivel, aun cuando puede ser esperpéntica. Lo del enano vendedor de sangre artificial no es lo más óptimo, no es el mejor chiste, y la línea del SIDA se siente muy superficial, pegada en realidad apenas a la narrativa (aun con obvia conexión de estigma vampiro-enfermedad), no aporta gran cosa, pero el filme en conjunto ostenta más de virtuoso. Maria León con tacos altos desnuda es muy erótica, muy bella, un deleite para la vista, aun como drogadicta. La parte del futuro tampoco es lo mejor, pero se entiende la idea, de que los homosexuales no se oculten, enfrenten su opción sexual a puertas abiertas. Se les iguala con los vampiros, con que los quieran matar siempre, que les tengan rechazo tan virulento. Para esto hay varias generaciones desencantadas, pero el final es positivo, optimista. Es una película que es un poco punk y puede herir susceptibilidades, pero cuando vaya al festival de Sitges, de aquí a unos 45 días, todo apunta a que será recibida con entusiasmo por muchos. Se pudo haber afinado más, sí, para hacerla mejor, pero éste tipo de filmes locos y muy libres también arriesgan bastante. Se nota que Casanova ama el cine, quiere ponerle su identidad, hablar de sus preferencias y lo que a él le emociona. Es una obra con mucha personalidad. En el futuro, pensar un poquito más, demorarse un poquito más, será productivo, pero no obstante no debe perder ese glorioso espíritu punk que brota tanto, su libertad, porque hay escenas muy desopilantes, que te mantienen gozando. Menciono especialmente a otra actriz, la joven Lucia Diez, de 29 años, muy bella, talentosa, prometedora.
sábado, 16 de agosto de 2025
2551.03 - The End
El cine austriaco por una gran parte, como identidad cinematográfica, siempre busca retarse, en sentido de anhelar generar shock en los espectadores. Quizá sucede más así para los de afuera. Romper los límites. Como que enarbola el pensamiento que uno debe verlo absolutamente todo sin miramientos, tal si se encomendara a ser el difusor del realismo sucio del planeta o para el caso de una fantasía (submundo) lumpen, sentado sobre la base de lo miserable. El director Norbert Pfaffenbichler nos entrega una película sci-fi underground y digámosle experimental. Cierra su trilogía sobre un mundo apocalíptico, distópico, luciendo una tendencia lúdica con lo monocromático, homenaje al cine mudo, en el interior de una película cargada de energía, del espíritu de las películas de acción. Como menciona un slogan del filme, no existen tabúes para ésta obra y vemos hasta un buda crucificado o partes humanas (pequeñas cabezas) como alimento. El contexto es que hay una "humanidad" metida en lo que asemeja catacumbas, pasajes subterráneos, túneles. Estos sobrevivientes de una especie de explosión nuclear llevan máscaras de carnaval, muchos de arlequines o hasta algunos sacos con huecos o del tipo del KKK. Así vemos al protagonista, lleva una máscara de simio llena de piercings -hasta el típico de hoy en día, en la nariz- mientras el dictador de éste universo carga una máscara de un sol carnavalesco o el atributo de una planta carnívora. Ésta trilogía se une de manera sencilla a las otras, es una continuación que es efectiva por sí sola. El protagonista de la máscara de simio, que tiene de Hellboy pero mucho más básico (todo lo que vemos igualmente parece sacado de la imagen de algún infierno), lleva un abrigo que dice atrás: niño perdido, como en las cajas de leche americanas, y a él se le ha perdido uno y puede que él mismo lo haya sido. Lo encontrará como sirviente del dictador. Éste sirviente traicionará al régimen dictatorial por salvarlo en repetidas ocasiones. Es un filme que busca la novedad en los alrededores, en los pasajes/paisajes-túneles por los que pasa el héroe simio. El shock en todas partes. Así hay mucho paganismo, sacrilegio, o satanismo como salido del heavy metal, debajo de éste universo imaginativo, que es cine mudo sin intertítulos. En mucho es una película del shock estético/visual, mientras va de simple como narrativa. En una secuencia nuestro héroe simio recolecta arte moderno, en plan de reciclador. En una galería de "arte" para privilegiados pronto hay una ofensa producto de la soberbia y surge el caos. Llegan guardias con trajes salidos de una cuarentena. El héroe simio es muy torpe y siempre queda encarcelado. Tenemos un momento bastante freak y complejo cuando el protagonista se mete en una casa pequeña de madera que tiene mucho de utilería en lo visual y es introducido en su propia consciencia. Pelea, luego de tener sexo, con su propia identidad sexual, y termina hablando de curar su memoria. Toda ésta parte resulta a cierto punto ingeniosa. Bajo una luz blanca potente que te ciega los ojos, la cual desaparece contornos. Nos mete en un paraje onírico. El simio necesita retornar, que expone cierto clásico estado psicológico. El simio llega a estar totalmente fuera de sí, entra en plan Rambo-Wolverine-ConanElBárbaro, pero con mayor rudeza de explicites. La meta es matar al dictador y de eso va toda la película, igual que en el desierto apocalíptico de Mad Max, cuando se da cuenta finalmente que no se puede vivir bajo éstos regímenes de putrefacción (como nadie racional tampoco), aun cuando yace normalizado lo miserable en lo que los restos del planeta parecen un enorme mercado de baja catadura. Incluso los juguetes infantiles son réplicas de pequeños cadáveres. Hay escenas que parecen salidas de videoclips metaleros. De esa manera se divisa a una especie de striptisera de magia negra. Es una película curiosa, tiene su cuota de personalidad, aunque se percibe un poco ya vista, salvando montar algo con el sello del bajo presupuesto. Tal cual reza, es un viaje underground literal. Todo muy austriaco.
viernes, 15 de agosto de 2025
78 Festival de Locarno: Nova '78
Éste documental lo dirigen Aaron Brookner y Rodrigo Areias. Se basa en la restauración (y composición) del material que filmó Howard Brookner, tío de Aaron, durante La Nova Convention de 1978, un encuentro de 3 días en New York en honor de las ideas de William S. Burroughs, quien estuvo presente en todo el proyecto donde ejerció de inspiración. Hubo encuentros, performances, musicales, exposiciones poéticas de índole alternativa, experimentales, representando a la contracultura, con rostros muy representativos de la época de los que muchos han quedado consolidados vistos desde la actualidad. Burroughs con 64 años asiste a comidas, habla de política interna e internacional y hasta acompaña/participa directamente de algunas performances. Es la contracultura representada en su figura. Burroughs es todo un personaje. Sale jugando con un cuchillo que lanza a una mesa, disparando armas hablando de una cierta asociación de autodefensa de minorías. Frontalmente defiende en un pasaje a la homosexualidad en EEUU del ataque de un político. El mismo Allen Ginsberg refleja en todo momento esa apertura sexual y es muy cercano de Burroughs. Ginsberg también hace una performance en honor de su amigo. La Convención tiene exhibiciones donde se habla de arte sin encasillarla, donde prima mucha libertad que hasta dudan definiéndola, lo hacen reduciéndola a cualquier expresión, como propio del arte moderno, quitándole toda grandilocuencia, por ello muchas de las performances pueden ser un poco ridículas o de muy poco formalismo o bastante como en estado bruto. Se siente si bien algo de intelectualidad -hay escritores, psicólogos, filósofos presentes, pertenecientes a la contracultura- también un cierto aire hippie, de mucho relajo. No obstante Burroughs viste con traje y es un hombre mayor y así es su imagen, el que a ratos puede ser distante, aunque pinta de viejo medio loco, de aspecto literal formal pero perteneciendo a lo extravagante. Se ausculta, se fundamenta, la idea de arte que tenía ésta especie de comunidad liderada por Burroughs, que era como autoadjudicarse de futuristas, como si fueran a ser ellos el futuro, quienes son, como se expresan, como se comportan, que hacen, así íbamos a ser o eso creían, jugando un poco a lo sci-fi en los discursos. Aluden los sueños como viajes a otros planetas y esos sueños lo viven a través de convertirlos en arte, sueño literal -aunque no tan inconsciente- que muta en revelación puesta en práctica, así como cada performance señala algún pensamiento de Burroughs, a quien llegan a llamar un tipo de profeta o visionario. Oímos el método que tenía Burroughs para generar arte. Es todo un gurú, quien llega a decir que deberían escuchar más a Andy Warhol para que el mundo sea mejor. Pasea en carro por Manhattan a lo Cosmópolis (2012). Se puede ver claramente porque quiso Cronenberg hacer The naked lunch (1991). Se defiende el uso de drogas con Timothy Leary que exhibe un panel de debate. Éste Leary recuerda a Altered States (1980), lo que es recoger el pensamiento de una época de experimentación. Las performances llevan un estado de cierta ironía aunque leve hacia el statu quo si bien el documental nunca lo hace motivo central. La composición escoge un camino que tiene mucho de show de variaté. Hay una sola escena donde algunos policías yacen como vigilantes afuera del teatro de la convención, pero pasa por poca cosa, nada especial. Estos performers parecen un poco niños fastidiados, mezcla de imperfección y libertad, pero se percibe más ironía que furia. Más hay calma. Cuando la cámara enfoca los rostros de estudiantes, o los jóvenes seguidores de rockeros outsiders, el público presente, muchos si bien fans tienen cara de sorprendidos, como quien mira algo que no comprende del todo. Las poesías recitadas tienen un cierto aire a lo Ed Wood, aun cuando lo hace gente de cierto renombre. Tenemos presentaciones de Philip Glass, John Cage y de Laurie Anderson, pero todo desde lo austero. No se puede negar tampoco que de lo que vemos parece el club de los loquillos. Detrás están esos estudiantes que aman literalmente lo arty, que la viven como se podría decir. Burroughs hace una performance de una autopsia y no tiene nada que envidiar a ninguna película de terror. Las mejores performances son las de Patti Smith y Frank Zappa. Zappa dice que no le gusta leer literatura, pero dentro de sus excepciones le encanta Naked Lunch (1959), aunque para muchos seguramente es más fácil identificar Yonqui (1953). Zappa lee un pasaje del libro, compartiendo su entusiasmo. Patti Smith ante la ausencia de Keith Richards (Susan Sontag también se escapó), que dijo iría a la convención, bromea con que no tiene en realidad mucha importancia que no esté presente. Ofrece 12 dólares en total pensando en los que pedirán su devolución por no estar él. Patti Smith canta y toca en honor de Jim Morrison, a 7 años de su muerte. Luce el encuentro de muchos amigos. Es un documental atractivo como experiencia de una época.