miércoles, 1 de mayo de 2019

El Ángel


El Ángel (2018), del argentino Luis Ortega, es una película exuberante, hecha en grande a lo blockbuster de cierta manera, no digo comercial, porque no lo es del todo, tiene escenas que son muy radicales o anárquicas, de paso de mal gusto, como mostrar un testículo latiendo en primer plano para enseñar que el protagonista es un desviado como lo señalan más tarde los medios de prensa. El Ángel compitió en Un certain regard 2018.

Lorenzo Ferro debuta en el cine como Carlos Robledo Puch, ladrón y asesino real que es quien tiene el mayor tiempo en la cárcel de la Argentina, más de 45 años en la cárcel. Pero Luis Ortega hace un filme medio arty, cool, algo humorístico, un poco extravagante. Lo mejor del filme es ver a Ferro bailando al son de La joven guardia y su hit el extraño de pelo largo. Robledo Puch se caracteriza por ser un tipo muy frío, pero también rubio y ojos azules, delgado, lo que sorprende a muchos que sea tan sanguinario y tan brutal.

El gran compinche de Puch es Ramón (Chino Darín), y manejan una cierta atracción entre ellos, sin concretarla; el filme defiende lo gay como en la pelea en el bar. La propuesta es muy intensa y entretenida, está contada bastante bien, con sentido del espectáculo. Los padres de Ramón y Puch también son interesantes, con el chileno Luis Gnecco y Cecilia Roth haciendo de los padres de Robledo Puch, siendo tipos muy decentes, pero de poco carácter. Por el otro lado los padres de Ramón son Mercedes Morán y Daniel Fanego y aportan picardía y perversidad. Fanego sobresale en especial del grupo.

El filme no intenta ser un retrato verídico, es algo mucho más libre, se busca una obra artística ante todo, con un Puch que es un personaje de cine, no uno tan real, aportando simpatía, relajo y humor. No se juzga con fuerza de ninguna manera su brutalidad, es visto todo como mecanismo de entretenimiento e impacto, de hedonismo. No es algo serio en ese sentido. Vemos a Puch comportarse como un niño, como un tipo de poca meditación, es un loco, aunque él se considera normal. Es como que al chico más popular del colegio se le pusiera perversidad, sordidez, criminalidad, y todo fuera conchudo, atrevido, libertino y nihilista.