domingo, 29 de noviembre de 2020
Retablo
jueves, 26 de noviembre de 2020
Exil
lunes, 23 de noviembre de 2020
Nadia, Butterfly
sábado, 21 de noviembre de 2020
El año del descubrimiento
La Restauración
miércoles, 18 de noviembre de 2020
Lina de Lima
Whisky
lunes, 16 de noviembre de 2020
Relaxer
sábado, 14 de noviembre de 2020
Possessor
viernes, 13 de noviembre de 2020
Ming of Harlem
Ming of Harlem: twenty one storeys in the air (2014), del americano Phillip Warnell, es la historia de Antoine Yates, un afroamericano que en un 21avo piso de un edificio de Harlem tenía un tigre y un cocodrilo como mascotas. Yates habla a la cámara muy seguro de sí, explica su razonamiento, se le oye inteligente, a ratos poético, un total animal lover, pero por otra parte también lo que ha hecho es propio de locos. Al tener estos animales en su apartamento pudo poner en peligro de muerte a la gente del lugar. La historia se supo cuando el tigre llamado Ming lo atacó, y llamaron a la policía. La historia de Antoine es curiosa, él sin duda es todo un personaje, además se expresa muy bien. El documental luce muy atractivo en sus primeros 20 minutos; luce convencional, pero con una historia muy rica entre manos. Luego Warnell a los 24 minutos de metraje pone a un tigre a vagabundear por un apartamento, quizá el mismo de Antoine. Durante 19 minutos veremos simplemente al tigre moverse muy tranquilo por el espacio reducido. Se acerca mucho a una bañera a tomar agua. Durante éste tiempo uno siente aburrimiento, estás a punto de abandonar el filme, aún cuando el tigre aunque bastante relajado y lento luce majestuoso. El tigre aunque es un animal salvaje y muy peligroso se ve como un animal poco intimidante frente a la cámara, esto es una falsa realidad, pero uno lo ve medio como un gato gigante. Luego a los 43 minutos de metraje escuchamos al filósofo francés Jean Luc Nancy recitar un especie de poema. Éste poema se entiende, no es como esa filosofía e intelectualidad de la que hay que ser mago para atrapar una palabra. Nancy es claro, y profundo, también tiene un lado lúdico y un poquito divertido. Es un poema que ostenta belleza y no fastidia, aun siendo un poco largo. Más tarde aparece Al, un cocodrilo, sólo por su lado en el apartamento. Éste cocodrilo si es atemorizante, es un animal que luce muy frío, la cosa cambia, se siente claramente la locura que ha perpetrado Yates en éste 21avo piso. Yates en cierta forma, hasta quizá directa -con la presencia de una niña-, compara tener animales salvajes a su cuidado con tener un hijo, invocando harto amor pero también mucho sacrificio, aunque desde otras coordenadas. Yates habla de la magia de tener estos animales como mascotas, igualmente es consciente del peligro que representan. Esa mezcla entre peligro, osadía y buscar controlar lo salvaje es lo que definen ésta personalidad exótica, pero coherente con uno mismo, aun cuando Yates tiene ciertamente de hombre raro, no menos interesante, fascinante. Yates inclusive agrega cierto misticismo a un lugar como Harlem. Yates es positivo, ve belleza donde uno puede tardar en observarla. Menciona la calle, y la cámara le es cómplice, enfocan a unos niños jugando, aun cuando un hombre pasa muy serio, asomando también un mundo duro ahí afuera. Yates está como pez en el agua en Harlem, es un hombre culto, pero a su vez de barrio, y esto es una curiosidad en cierta manera, más que una aparente contradicción. Yates es, como Al y Mink, un hombre salvaje, pero también es un hombre con maneras, educado, capaz de razonar su extravagancia. Por todo esto éste filme es una propuesta con sustancia, no solamente llamativa como pudo quedarse solamente.
domingo, 8 de noviembre de 2020
Sin señas particulares
Ésta ópera prima, perteneciente a la mexicana Fernanda Valadez, es casi una película de terror. Sin señas particulares (2020) ha ganado un premio por guión en Sundance, fue la mejor película latinoamericana en San Sebastián y la película mexicana del año en Morelia. Es una propuesta que intenta explicar la violencia en la frontera mexicana, tanto como las misteriosas desapariciones. El filme pudo ser tranquilamente peruano, teniendo en cuenta que el terrorismo es un tema que se le presta mucha atención en nuestro cine; el filme de Valadez nos retrata la violencia que produce las guerrillas. Lo interesante del filme, aparte de una búsqueda muy humana, la de una madre de su hijo, es justamente que coquetea mucho con el cine de género, con el cine de terror. Vemos al diablo en sombras en medio de fogatas, mientras se mata gente. Esto es también la perspectiva de una mirada, la de un sobreviviente indígena, quien absorbe la brutalidad que observa mediante la racionalidad de la mitología. Es así cómo puede sostenerse en pie y explicar tanta maldad, sin perder la cordura. La participación del demonio además tiene una segunda explicación, cómo tienta, manipula y finalmente domina a ciertos hombres, poniéndolos frente a un callejón sin salida. La escena que retrata el control y entrega hacia el demonio es simbólica, claro, pero además posee una escenificación atroz, con el uso de un machete, que bien se le podría adjudicar de cine de horror. El viaje de Magdalena (Mercedes Hernández), en busca del hijo, es atractivo, está cargado más que de melodrama de suspenso -pero es emotivo-, el camino que recorre está plagado de amenaza, de miedo, de tentar a la muerte. La protagonista responde muy bien a una amenaza velada: ¿ud tiene hijos?, esto la describe por entero y a muchos. El filme también tiene una particularidad formal, estética, hay muchos desenfoques, se hace hincapié visual en la figura de Magdalena y la de un chico deportado de EE.UU. Es una obra que intenta tener personalidad, salir un poco de lo convencional, y lo consigue, sin ser una propuesta de ruptura. Ciertamente es un buen filme. En la escena en que Magdalena se topa por primera vez con el chico deportado, ambos yacen en la misma toma en medio de un pastizal, la imagen fotográfica del encuentro se ve hermosa. En ese momento se vive mucha desconfianza. Es una película que retrata a una mujer valiente, que humildemente se justifica como una como muchas. Magdalena es intachable, cuando se hace difícil ser así, en un mundo tan cruel.
miércoles, 4 de noviembre de 2020
Habit