lunes, 26 de junio de 2023
Beau Is Afraid
Beau is afraid (2023), la tercera película del americano Ari Aster, es una película imperfecta, como conjunto, pero que en su humor negro y terror llega a cuotas altas aunque exigentes de efectividad. Es una película a ratos insufrible, de las que molestan y son en buena parte demasiado raras, pero también en cierta manera es una propuesta original, que no se ha visto antes. El protagonista, Beau, es Joaquin Phoenix que es el tipo de actor y el tipo de persona que cae preciso en éste papel, él tiene esa vena irreverente y extrema en su personalidad y es de los actores que parecen no temer ganarse el repudio del espectador, como con I'am still here (2010). Llamémosle a esto eterna inmadurez o un actor todoterreno o ambos. El filme tiene a un Beau que tiene problemas mentales y vive en un estado de desequilibrio, controlado a medias por pastillas y su psiquiatra. Un día se entera de la muerte de su madre y no quiere ir a ver su velorio, pero como que muchas horribles circunstancias, muchas empujadas por tomar mal sus pastillas y la locura, hacen que termine yendo para allá. Phoenix hace el papel de un tipo como indica el título, que vive en constante miedo. Beau está situado en un barrio peligroso y la culpa de su locura se la achaca a sus padres. Los padres de Beau son de buena posición económica y lucen como los típicos padres superficiales y llenos de conflictos que han trasmitido y vuelto a Beau en éste personaje. Todo el filme se deja ver como la meditación y cosmovisión (en la locura) de Beau sobre su vida y su cotidianidad, amplificado por la muerte y la fantasía perversa en que lo coloca la madre que lo ha traumado. En una secuencia, ella, quien tiene similitudes con la madre de Norman Bates, llega a mostrar su imponente personalidad, en la performance de la actriz Patti LuPone, cuando lo confronta. Por el final es un viaje aun más surrealista del que hemos presenciado donde hay un juicio que parece salido del congreso de Star Wars y que juega con el Gran Hermano de Orwell y The Truman Show (1998). Hay una escena sexual bastante buena con una Parker Posey aun sensual y erótica a los 54 años, que termina en una imagen y rato realmente terrorífico. Beau es un hombre lleno de golpes de la vida, lleno de fracasos. Su existencia actual es trágica. Cuando sale de su casa, medio sin motivo, empieza su viacrucis. Es atropellado y apuñalado. El francés Denis Menochet hace de un vecino veterano militar y loco en toda la palabra, que es parte del desequilibrio de Beau y de su mezcla constante de realidad y fantasía perversa, como un reflejo. Aster tiene un humor negro bastante radical e inaudito. El filme tiene momentos de verdadero terror y también humor sacrílego. Pero es una película demasiado incómoda y demasiada perturbadora, de esas que son difíciles o imposibles de amar. Es una propuesta excesivamente freak, y al mismo tiempo juega con la realidad reconocible de un desequilibrado. El filme es llevado a los peores extremos, es cruel en muchos pasajes, la gente es horrible, el mundo es horrible. Son de esos filmes que es la cumbre de un cierto cine y época, la modernidad de extrema rareza y cierta corriente pesimista, decadente y crepuscular. Es de esas obras que en realidad uno no quiere ver masificadas o repetidas, aunque se distingue, pero es más la radicalidad de un cine que ya se viene haciendo en la modernidad y exige cada vez más hasta venir a reventar, como tal cual se presenta hasta lo literal en la última hora de ésta película. Así vemos que el filme puede que insinúe lo peor con el padre, y lo hace mediante el surrealismo más ridículo enfrentado por ese otro yo violento que yace en la mente del frágil Beau. Se insinúa incluso que aunque Beau luce muy débil y poco propenso a lo físico -donde hay también un miedo a lo sexual, propio de las lecciones maternales de protección o sobreprotección; hay varias lecturas en el aire de distinta índole- sueña-delira con matar a la madre, que es también despegarse simbólicamente de a quien relaciona con sus enfermedades, pero donde en el filme se recurre al terror. Beau is afraid juega con lo peor del ser humano. Aster intenta emular un poco a Woody Allen, pero potencia al extremo la apuesta del judío neurótico, colocando su humor negro y horror particular, logra ponerle un sello personal. El filme maneja ambigüedad. Beau también parece el niño rico y mimado venido a menos, que se vuelve independiente y termina en un lugar como los barrios humildes de New York donde tiene que verse mezclado también con lo feo de EEUU. Es el miedo al entorno lumpen, aun peor de lo que es por los problemas mentales y la fragilidad. La madre todopoderosa está en la psiquis de Beau, con la que desarrolló poca habilidad con las mujeres, como añorar a la nana-empleada botada seguramente por los celos y la omnipotencia maternal, es la representación de la opresión psicológica que incluye la ausencia paterna, quizá la madre fue madre soltera y lo instó además a odiar al padre.
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sábado, 17 de junio de 2023
La bruja
La bruja (1954) del mexicano Chano Urueta se puede decir que pertenece al cine de oro mexicano (donde Urueta fue realmente inicialmente parte con un cine más clásico), pero es también una película de terror de cine B mexicano, pero el pináculo máximo o su obra cumbre dentro de la prolífica obra en el cine de género de éste tipo y el exploitation en que Urueta se enfrascaría hasta los 70s. Urueta se presenta como parte de la transición de un mundo a otro. Éste filme tiene de interesante -más allá de su vocación de entretenimiento primario- aunque no pretende demasiado, en la parte en que la apariencia física pasa de ser totalmente horrible, sin concesiones telenoveleras pero dentro de los efectos y el maquillaje del cine de segundo grado -que está bien-, a la mujer seductora y muy apetecible físicamente, interpretada por Lilia del Valle, actriz que tiene un parecido físico con María Félix. Lilia primero es una mujer horrenda, ignorante y muy pobre que vive como esclava en la recreación mexicana del circo de Freaks (1932) liderado por una versión mexicana de un especie de Orson Welles a medio camino de vida, llamado Paulesco (Luis Aceves Castañeda). Lilia físicamente luce inicialmente como una bruja y aun dentro de un submundo de deformidad y miseria es tratada bruscamente por todos. Un día unos empresarios generan que la hija joven de un científico muera y éste jura vengarse. Éste médico-científico, el Dr. Boerner (Julio Villareal, actor reconocido, en su última etapa) siempre ayuda a la gente humilde y recibe mucho aprecio del mundo que representa Paulesco quien le regala a la bruja. Éste doctor-científico -que tiene de mad doctor- la convierte en una mujer irresistible. Como la obra teatral Pigmalión el doctor la instruye y la reviste de la apariencia de la fortuna. No le pidan mucho al filme, todo es rápido y no da muchas explicaciones, Urueta y el coguionista Alfredo Salazar se ahorran bastante, pero la bruja es ahora la figura de Lilia del Valle como quien representa en su presencia justamente el cine clásico o el cine de oro mexicano. Ella antes ha jurado lealtad y tiene el deber de matar a 3 hombres, a 3 empresarios, solo que uno de ellos es el inocente galán que hace Ramón Gay. La historia de la bruja también es la historia de Cenicienta, o del Jorobado de Notre Dame cumpliendo fantásticamente sus sueños de amor. En un momento el príncipe azul verá tal cual la apariencia de la bruja, de su amada, y su respuesta se ve decente, aunque ya está todo consumado, en todo sentido. Es un filme que tiene material para ser interesante de verdad, pero no aspira a mucho, y cumple en lo muy justito simplemente. Incluso cómo va cumpliéndose con la meta del Dr. no está mal, pero le falta un poco más de originalidad, porque tiene como para hacer algo valioso, y en ello hay que darle mérito a la idea general por la que se mueve la película, sobre la bruja putrefacta sentimental convertida en un suntuoso objeto de seducción agradecida con la vida donde da todo por el amor. No obstante es también aunque no lo vemos directamente, una asesina, aunque de personajes inescrupulosos que han matado a una joven libre de pecado y llena de sueños. También influye la desmedida ambición y aprovecharse de otros en esos empresarios con los que trata el Dr. que se justifica arguyéndose un cambio de liderazgo donde el príncipe azul es en mucho nulo. Las escenas con el desborde de entusiasmo del pueblo y el submundo con los duelos de cuchillos parecen como parte de otra película, pero éste es cine B, donde por lo general se aguanta mucha libertad. Da la impresión que se quiere dar una dimensión social, pero es poco trascendental, más parece que tratamos con gitanos. Así mismo el juicio popular parece una copia de la Inquisición. Aunque hay mejores ideas complementarias, o mejores resoluciones, tiene más que suficiente encanto para atribuirle el lugar de película de culto.
viernes, 16 de junio de 2023
Frankie y Johnny
Frankie and Johnny (1991) es una película que recordaba con estima por una cosa en particular que quedó en mi memoria de cinefilia temprana, un asunto fetichista con tacos altos -siendo yo éste tipo de fetichista, como la mayoría de mortales- que lo tenía por ligeramente cómico, cuando Johnny (el gran Al Pacino), no hace mucho salido de la cárcel carga un cierto trauma, no emite gemidos ni sonidos cuando tiene ni finaliza el sexo, es así que una mesera con la que se acuesta, Cora (la canadiense Kate Nelligan), ya en los primeros 40s, asumida en cierta sensualidad-sexualidad y libertad sexual se queja/raja, chismea, sobre esto con sus compañeras del café-restaurante donde trabajan, alrededor de sus amados y efectivos tacos altos dorados y como extrañamente no hicieron efecto en Johnny, no cumplieron con su cometido natural. Ella lo asume como una rareza, en conjunto. Asunto que oye atenta Frankie (la hermosa Michell Pfeiffer) y que despertará su curiosidad. Volver a verla con más agua bajo el río es notar -más allá del cariño como hito de nuestra cinefilia- que es una película imperfecta que juega un poco al placer culposo. No obstante no está del todo ahí porque es una película ciertamente con virtudes también, exuda nobleza, aunque también un poco de efectismo, pero no se puede negar que trata bien por una parte con la realidad y coge cierta esencia general de lugares donde podemos vernos reflejados de manera no solo emocional o primaria como buen drama romántico bajo la fachada general de ser una comedia romántica aunque melodramática, sino que suena interesante en lo que recoge y presenta desde la soledad y el trauma de la gente común en una gran ciudad aunque un poco caótica, melancólica y algo lumpen como es la imponente y magnificente, y de varias capas, New York. El director es el americano Garry Marshall, quien solo un año antes había hecho Pretty Woman, la mejor película de su filmografía y una de las películas más famosas y popularmente celebradas de los 90s. Frankie and Johnny es una obra de teatro escrita en 1982 por Terrence McNally y llevada en 1987 a Broadway con bastante éxito hasta ser una de las grandes obras aclamadas de McNally, destacada figura representante de la comunidad gay en EEUU. El filme tiene de protagonista, como indica el título homenaje de una legendaria canción folk americana cantada por mil famosos cantantes desde comienzos del sigo XX incluido Elvis, a una Frankie que es una mesera de 36 años. Ella dice tener menos pero finalmente confiesa su edad como apertura y confianza y empatía emocional, cuando la propia Pfeiffer tenía 33 y está/continua en el esplendor de su belleza que era totalmente de otro mundo en su rol hito de Scarface (1983) de donde venia de compartir, hasta recién nuevamente ahora, rol de pareja con Al Pacino, aunque ahí, como pareja, desde un muy distinto punto de vista. Al Pacino tenía 51, pero en el filme si bien Frankie le echa casi su verdadera edad, él dice estar en la mitad de los 40s y no lo discute. Es decir que nos movemos alrededor de los 40s, llamémosle la mitad de la vida, como punto de inflexión, y es así que Johnny se presenta como una especie de salvación -aunque las feministas sufran con la idea, si bien hablamos de mutua salvación- o cambio de rumbo, cuando ambos, especialmente ella, cargan fuertes traumas. Johnny por haber estado cerca de 2 años en prisión, que literalmente llama el fin del mundo en una conversación, pero como para argüirse, en el conjunto del filme, resiliencia. En un momento un diálogo sutil menciona algo de propia boca de Johnny que es algo un poco ambiguo, da a entender que el trauma de no emitir sonidos viene de la cárcel; es decir, Johnny ¿tuvo relaciones homosexuales o las tuvo con mujeres de visitas?, en un lugar difícil y traumático de tenerlas. En fin, el filme muestra al mejor amigo y vecino gay que hace en su esencia Nathan Lane y en la del guionista y está bastante clara la visión de ellos sobre su universo. El filme se percibe imperfecto en lo que presenciamos de su tira y afloja, entre poder compartir de ahora en adelante una nueva vida de pareja y visión positiva del mundo, que resulta a ratos muy ligero, flojo, medio engreído, tanto como en otros momentos muy real y empático, cuando todo apunta a ser el más lógico e inteligente de los movimientos -estar juntos, casarse, tener hijos o adoptar, romper por una parte con la trágica canción título- pues asoma pasar la página, y ahí entra a tallar ver en la propuesta los traumas dentro de cierto estilo pop -entendible ya que es un filme y una dramaturgia comerciales-, pero eso hace también que muchos se identifiquen, incluso los más recios, pensando que en la comedia romántica uno por lo general tiene que hacer concesiones, no ser justamente como Frankie, si bien los traumas tampoco son fáciles muchas veces de superar y el suyo viene como propio de cierta novedad de quien hemos visto en la trama, aunque es algo sencillo de identificar. Johnny es un tipo que pinta de hombre notoriamente en busca de cambio, de mejora (tras la redención de la cocina), y quiere hallar el amor, entonces lo reconoce en Frankie, y es hermoso ver como insiste, como lucha por ella (no una, mil veces, ante el natural estado voluble), aun cuando roza con ser un acosador, sobre todo en estas épocas. Él quiere vencer a esa soledad y dolor del que Frankie se aferra de manera, como literalmente se llega a decir, autodestructiva, puesto que tratamos con traumas y una psicología negativa que hay que vencer. Como Frankie tiene un trauma de volver a relacionarse con alguien, Johnny tiene que insistir, aun cayendo algo cargoso o chinche/antipático, ya que también es de hablar mucho, con algunas ínfulas de hombre común que ha aprendido cierta cultura, pero, claro, ahí tenemos esa frase cliché o pop americana, perdonarás mi francés (mis aires). Johnny también es un tipo irónico, en un momento dice muy inteligente que él bromea pero al mismo tiempo dice la verdad. Todo esto habla de la genialidad de la obra origen, Frankie and Johnny en el claro de luna, y de McNally, aunque en la obra dramatúrgica la mesera Frankie y el galán ex carcelario Johnny parecen inspirarse en los personajes reales de Raymond Fernández y Martha Beck, aunque sin homicidios de por medio sobre mujeres desesperadas y bajo una segunda oportunidad. El filme también es imperfecto porque es algo machacón en conjunto -en medio de cierta profundidad también- con la idea de quedarse solo y roto por dentro, en el corazón, como cuando Johnny dice conocer el feeling de una anciana mesera muerta en esas circunstancias cuando visita su velorio y plantea, salido de la chistera, un coherente argumento de empatía sobre la humanidad y el prójimo en general, aludiendo a su propia madre y a muchos, no solo en EEUU, si bien es el primer lugar de identificación. Tenemos a una nueva Frankie para la historia del cine, pero aunque Michelle Pfeiffer es una mujer realmente hermosa, sex symbol de su época -los 80s y los 90s-, de la que confieso que es una de las mujeres que físicamente y por sus movimientos -sumando sus roles y talento- me han encantado más del cine americano, aun cuando como todo latino nos suelen gustar por lo general voluminosas, protuberantes, bien curvilíneas (pero teniendo presente que la belleza de la mujer es bastante variada), como en Batman returns (1992) consigue ser memorable con esa sugerente expresión como de sufrimiento en estado precario (como si estuviera a pocos minutos de enloquecer), azuzando cierto descuido y desorden en su multifacético rostro tras su notable expresividad corporal, donde un guiño, su sonrisa, dicen mucho. Ella queda perfecta en el papel sosteniendo de la mano de McNally y Marshall esa dimensión de respeto, humanidad e inteligencia que muchas veces no le dan a las meseras en las historias e incluso la vida misma o ellas mismas todas no se prodigan. De ésta manera lo hace esa maravilla de comedia romántica, top, que es As good as it gets (1997), si bien por allá se roba el show Jack Nicholson y su personaje.
jueves, 15 de junio de 2023
Un maldito embrollo (Un maledetto imbroglio)
Éste filme se basa en la obra más celebrada del italiano Carlos Emilio Gadda, El zafarrancho aquel de Vía Merulana, publicado 2 años antes, pero se puede desligar de cierta manera de ésta novela -ambas pueden cohabitar aplaudidas en sus propias artes-, puesto que Pietro Germi ha hecho una película muy cinematográfica, muy expresiva físicamente, sin ser una comedia, aunque llevando cierto costumbrismo y una pizca de humor como agregado, marca del cineasta, junto en general a la esencia italiana. Es cine negro y muy bueno, del que despliega doble juego complementario entre sí. Primero tenemos un robo que parece insignificante, pero que provoca tremendo barullo, dentro de un barrio, con la salida y entrada visual hacia un especie de callejón, como gran apertura, cine por la puerta grande, cuando vemos al ladrón escapar frente a las narices de todo el mundo que grita y lo señala, pero nadie logra -o incluso nadie se anima a- cogerlo. La secuencia va desde la salida de la casa, correr por las escaleras, a huir por la calle llena de gente. Segundo es la muerte de alguien del mismo lugar de apartamentos del robo, bajo un acuchillamiento. Lo grande con lo pequeño irán de la mano, en sentido delincuencial y criminal, así mismo la investigación, que pasará por lo complejo para terminar en lo más llano y frontal, como quien ya hizo la tarea, lo difícil, y puede darse el gusto de lanzar un remate más relajado argumentalmente, pero consiguiendo uno de esos grandes momentos emocionales del mejor cine italiano. También es grandioso ver la interpretación del mismo Pietro Germi quien es el inspector de policía Ingravallo, quien lidera todas las investigaciones de la propuesta, y le pone sazón, picardía, astucia, y un halo cool pero con los pies en la tierra a su protagonista, con su gafas negras, su cigarrillo, su sombrero fedora o borsalino (que btw es italiano aunque lo popularizaron los gángsters del cine americano, pero ya sabemos de donde viene la concepción de la mafia en lo general). Es curioso ver que no se quiere mucho a la policía, pero ésta es una película donde la policía es eficaz y honesta. Se dice en un momento que Ingravallo es tan buena gente que no parece policía. Pero hay una mirada de barrio también, como con esa taberna o tugurio y esa dueña desdentada. Ingravallo es un ser amante de su trabajo que casi no tiene vida social, como buen típico policía novelesco y cinematográfico; ahí lo vemos tirando y aflojando con una amante -ella en fuera de campo-, pero es un seductor, solo que siempre caballero, frente a toda condición social como con la ama de la vida trágica Liliana como con la hermosa sirvienta que hace la gran Claudia Cardinale, que contaba con tan solo 21 años pero ya 3 años como actriz y exponente no solo de poderoso atractivo físico sino de talento. Lo acompañan policías que se dejan ver bien, en particular Maresciallo (un excelente Saro Urzi). La policía tiene un gran despliegue en la trama. Así mismo están muy bien los sospechosos, el marido, Banducci (Claudio Gora), y el primo, Valdarena (Franco Fabrizi). Ambos yacen mantenidos por la fortuna de una mujer. Es interesante como se van creando varias hipótesis, el filme toma varios caminos con la investigación, es una película amable y muy entretenida siempre. Incluso oímos de antecedentes de un pasado fascista con un personaje capital. El filme trabaja notablemente sobre un matrimonio bastante difícil. Y aunque hay mucho de mujeriego en el aire hay espacio para el amor a prueba de todo. La investigación maneja un destacado costumbrismo.
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martes, 6 de junio de 2023
Distinto amanecer
Ésta es otra de las grandes películas de la época de oro del cine mexicano y de Julio Bracho, cine negro mexicano, latino, pero que tiene la gran curiosidad de adaptar la dramaturgia La vida conyugal del nacido francés y nacionalizado español y mexicano Max Aub. Es un filme que hablara mucho del matrimonio y lo conjugara con el entretenido y seductor noir, proponiendo un filme hedonista, pero que nunca pierde el deseo de trascender y lo logra, aun cuando es capaz de sacrificar un poco de agilidad. En la parte del noir vemos a Octavio (el gran Pedro Armendáriz), un sindicalista que lucha contra la dictadura de su época o simplemente se le puede designar de un gobierno corrupto en general, que ha manipulado el quehacer sindicalista contra el que éste gobierno lucha y contra la huelga, llegando a todo por encubrir sus pasos, y es ahí que Octavio quiere recoger unos papeles incriminatorios mientras el gobierno mediante una especie de mafia manda gángsters a perseguir y a evitar que esos papeles se consigan y si es el caso matar a Octavio, quien se esconde en casa de la mujer de su vida que está casada y tiene un matrimonio y existencia trágica, donde se ve un poco de cine social. La mujer amada parece como inspirada en la femme fatale de aire a lo Marlene Dietrich, interpretada por Andrea Palma. El filme conjuga cierto socialismo ideológico también, con el cine de crímenes. En un momento hay un cadáver que sacar del lugar y esconder y ronda muy cerca la policía; un vecino pianista, que pone literalmente la nota musical, ayuda; hay una cierta solidaridad medio revolucionaria, aunque todo revestido de un aire y secuencia ligera pero notable que fácilmente pudo inspirar al mismísimo Hitchcock. Max Aub es un confeso socialista -de los que hacen-, salió de España tras la guerra civil y pues éste es un filme que va de sus ideas políticas, pero se puede ver como un filme de entretenimiento y dejar un poco de lado la "sutil" ideología de la obra que adapta Julio Bracho. Lo interesante del filme es que también se puede leer como anuncia el título de la dramaturgia, donde Andrea Palma como Julieta se debatirá por un esposo que la ha maltratado directa e indirectamente, que no significa necesariamente que sea con violencia física, pero le ha generado mucha infelicidad y hasta corrupción, y por el otro lado está como opción el héroe romántico, el seductor innato, el idealista luchador que hace Pedro Armendáriz, aunque éste yace más preocupado por defender sus pensamientos políticos llevados a la acción. Octavio también es medio gángster, como si perteneciera a otra banda, que también podríamos leerlo así, aunque nos saltaríamos un poco el hecho de que en el filme se busca desnudar la corrupción de cara al pueblo. Julieta tiene devoción por su hermano menor, es como su hijo, cuando no puede tenerlos, otro punto para poner más drama. El momento en que Julieta enfrenta frontalmente a una amante o cuando la vemos en el cabaret es como a ella la describen en un diálogo, una mujer de muchas facciones. Puede que débil frente al marido, a su familia, por la que siempre apuesta, aun en las peores condiciones, pero muy fuerte frente a la vida misma, que ella llega a tachar de triste y trágica, pero no obstante se muestra muy capaz de tener tremenda resistencia, que puede leerse como algo extraña. Es un filme que parece poner las cosas claras, el marido que pinta de suavecito es una joyita, pero es alguien también tragado por la realidad, y así con él los demás, es un poco una crítica a la pobreza y exhibir a una especie de mujer fuerte y un poco inclasificable, jugando con romanticismos malditos y viles. La historia conyugal se presenta con el amante, tal cual se estila, perfecto, y el marido que representa la mala fortuna. No obstante parece existir aun redención. Mientras tanto tenemos un atractivo noir, como con la secuencia del baile, donde está el político corrupto y su mafia, los gángsters del cabaret, el héroe inmolador y el mejor amigo depresivo -que se siente, y es, menos que cucaracha- apunto de sacrificarse. Así tenemos como despliegue una gran coreografía de baile clásico mexicano con cierta caballerosidad en el ambiente pero dentro con un toque de cinismo, ya que en realidad estamos en un burdel, y después vamos a parar, la luz se proyecta, sobre el baño del local, como punto de clímax. Más tarde, dentro de tantas vueltas, habrá romance, no solo melodrama. El filme hasta se permite darle un fondo a un interesante sicario -ahí lo vemos varias veces investigando audaz, y hasta como un carnicero amenazante- quien es un peón u obrero en su vida diaria. Las acciones llevan de discreción, ya que aunque tratamos con gángsters estos ocultan su verdadera piel. De ésta manera el filme se otorga mucha tensión y muy buen suspenso. Será también un filme familiar. Es una obra con varias capas, una de las obras cumbres del cine mexicano; un clásico típico, inteligente.
sábado, 3 de junio de 2023
Misántropo
Éste thriller ha tenido muchas dificultades en concretarse, pasó por varios guionistas, Hollywood se le puso complicado al filme del argentino Damián Szifron, pero finalmente ha logrado ver la luz. Se nota un filme de producción independiente americana, no una película made in Hollywood, aunque la produce y es la protagonista una actriz americana de cierta popularidad, Shailene Woodley. Es una película que denota irregularidad, incluso en su estética. Inicialmente se intenta hacer una gran secuencia, con un tiroteo anónimo desde un francotirador revanchista, típico asesino americano, hacia la ciudad. Ascensores de enormes edificios y edificaciones de gran altura como casinos, clubs y apartamentos celebrando el año nuevo son punto de mira de éste francotirador, que va asesinando gente indiscriminadamente, hasta luego haber una gran explosión desde el punto desde donde se dispara. Todo parece una gran operación y como cine denota ambición, pero se ve muy digital visualmente, así se ven todos los efectos de ésta destrucción por la que la policía Eleanor (Shailene Woodley) recorrerá y pasará hasta por un desmayo muy cinematográfico producto de los gases y remanencias de la explosión. Es una muy llamativa apertura, aunque no perfecta. En otro momento, uno mucho más breve, veremos un camal donde la película se percibe estéticamente de muy bajo presupuesto, pero en general el filme, aunque a ratos tiene de estética de telefilme, maneja una producción decente. Ésta película argumentalmente es interesante, quiere salir un poco del lugar común y proponer una cierta mirada. El francotirador anónimo se convertirá en un especie de asesino en serie, pero de aquellos que matan de golpe masivamente (Szifrón le pondrá harta leyenda, como en el mall o en la morgue), con lo que mantendrá su identidad original o será un hibrido de asesino en serie. Es una propuesta que no quiere achacar las acciones criminales y homicidas a la locura; es decir, sino así, se dice, gran parte de la población caería en ese "simple" señalamiento, en pocas palabras, a estos asesinos les achaca consciencia. Luego veremos directamente que éste asesino tiene un tipo de razonamiento, aunque lógicamente muy discutible; tiene un pensamiento en sí de sus actos, se siente fuera de poder ser parte de como se concibe la sociedad normal, es un outsider por naturaleza, un hombre como indica el título que no quiere ni tiene facilidad para relacionarse con el mundo y las personas. Se habla también de que es un hombre preparado en el uso de las armas, desde el trato común, lo que se ve como una critica a la venta de armas en EEUU al americano promedio, con demasiada accesibilidad, lo que ocasiona tipos como éste, peligros latentes. Es un filme que produce una gran escena de tiroteo -muy gore- en una tienda clásica de comestibles de una gasolinera, producto de ésta misma gente común armada, que por su ideas personales, sus obsesiones antisociales y discriminadoras hacen de EEUU un lugar inseguro, propenso a los homicidios. Es un thriller que pone el dedo sobre la llaga, la accesibilidad de los antisociales para conseguir armas de fuego. Después Woodley aunque tiene 31 años luce visualmente joven para su papel. Así como se usa gente mayor en papeles de menores de 18, a Woodley se le percibe algo más inocente físicamente para su duro papel, una policía aficionada a las drogas, con anhelo de rehabilitación, si bien la actriz se esfuerza en mostrarse natural y con la mochila de la falta de autoestima, otro punto como motor de la violencia contra el prójimo. Szifrón también la pone en estado más pedestre de lo que estila, como ocupando el water o la tina de baño, la ubica en un estado de soledad. Se intenta conseguir eso que parece le falta de cierta manera y el resultado es imperfecto, mitad y mitad digamos. El otro papel es el de mentor del FBI, interpretado por el australiano Ben Mendelsohn que es un buen actor, aunque no tan célebre, no tan conocido, quien además hace de homosexual casado, que suena a la cuota inclusiva del filme, y tiene el problema de creerse muy inteligente (y hablar mucho), algo así como un cierto alter ego. No obstante hay que reconocerle a Szifrón que aunque su filme es irregular tiene autoría, personalidad y es novedoso en muchas de sus escenas de acción, como lo es así mismo todo el paquete de éste asesino -que tiene de fantasía, no se percibe todo lo realista que se puede querer- que hasta se sienta a conversar quien es él y que está haciendo, sosteniéndose una argumentación conceptual, como arte cinematográfico. En un momento se siente el filme como bajo el espíritu de las producciones de Netflix, donde la libertad creativa está exagerada, y amerita un poco de control y un poco de más meditación, aunque dentro del sello indie de mucha mayor austeridad. Con esto me refiero en particular a toda la escena de la cabaña que luce bastante anárquica, rompe con muchos códigos como para bien como para mal, e igualmente es interesante por lo poco común, pero igualmente entra en lo excesivo. Sin duda es un filme que demuestra a un director especial, aunque sea un filme muy imperfecto.
jueves, 1 de junio de 2023
Crepúsculo
Éste filme pertenece a la época de oro del cine mexicano. Lo dirige y es el guionista Julio Bracho. Es cine negro latino. Un doctor (Arturo de Córdova) siente un gran remordimiento, una enorme culpa, que le impide seguir siendo cirujano, el llama a la psiquiatría a tratar de analizar su caso, aunque tiene muy poco de ello o es quizá demasiado sutil con el tema. Éste doctor tenia que salvar a una persona, era el único capaz en el momento, y siente que algo le impulsa a no salvarlo, hasta pensar que lo está matando deliberadamente. Entonces entramos en un gran flashback que nos explicará el por qué. Se trata de una amante, una femme fatale interpretada por Gloria Marín como Lucía. Hay un triangulo amoroso secreto, el doctor Alejandro (Arturo de Córdova) está enamorado de la mujer de su mejor amigo, quien finalmente no es tanto su amigo, no es tan reciproco, hasta parece que le quitó a la mujer. Pero todo el meollo en realidad lo ocasiona Lucía, mujer ardiente que en un rato se desnuda para que hagan esculturas de su belleza, mujer quizá un poco torpe más que malvada, pero firme en sus pasiones y en sus anhelos carnales como buena femme fatale. Alejandro es un hombre idealista pero no puede contener su amor por Lucía, es la mujer de su vida. El filme abre con la muestra de una gran tensión, que dura unos 10 minutos en pantalla, muy bien sostenidos por el talentoso Arturo de Córdova. En otro momento la cámara muestra 4 personas para saber que hacen y como van a relacionarse en un momento clave, donde el marido cornudo espera descubrir el engaño directamente mientras plantea desquitarse brutalmente. ¿Irá la amante al cuarto del Dr.?; la hermana pequeña, también enamorada, es otro factor. El asunto va de echarse a dormir y levantarse temprano, el filme entonces intercala muchas tomas entre las 4 personas principales que yacen cada una solas, pero apunto de ir a relacionarse con otra u otras. Muy buen manejo de edición y de tensión, de sorpresa, de no prever que va a suceder; ese vértigo de cambios y agilidad de la cámara generan un gran desarrollo y clímax. El filme maneja tremendo drama en el idealismo de Alejandro que va hasta el melodrama. El filme gira sobre ello, la culpa, el subconsciente o la fantasía y las falsas apariencias, el deseo que te ciega. Es un filme bastante claro, que maneja muy cinematográficamente las profundidades de la psique y el alma, en un paquete de entretenimiento y que tiene su cuota de originalidad.
Metal y melancolía
Éste documental peruano-holandés le pertenece a la peruana nacionalizada holandesa Heddy Honigmann. Se hizo durante 1992-1993. Se enfoca en entrevistar y conversar con taxistas limeños. El enfoque es de la crisis que estaba enfrentado el nuevo gobierno, el gobierno de Alberto Fujimori, tras uno de los peores gobiernos o quizá el peor que ha tenido el Perú, el gobierno de Alan García, que fue de 1985 a 1990. García, increíblemente, volvería a gobernar durante el 2006 al 2011 y ahora haría un gobierno muchísimo más digno. Pero el de 1985-90 dejaría al Perú con una clase media empobrecida, que en su mayoría tendrían que buscarse un segundo trabajo como taxistas. En un comienzo el filme de Honigmann se oye muy deprimente, todo será pobreza, el comercio que se ve, las calles, lo que cuentan los taxistas, todo ello la reflejan tan contundentemente. Pero luego el filme se vuelve luminoso, y afloran historias que dejan un poco de lado ésta latente lucha contra la crisis. Los taxistas con los que la propia Heddy conversa, al subirse a sus taxis, muestran personalidad, cuentan cosas interesantes, aunque todo desde un dispositivo muy sencillo, en un filme muy simple, pero muy bien hecho. Ésta propuesta vale mucho por los taxistas que escoge, pues de ellos va el documental, representando la idiosincrasia general de los peruanos y de su época y rezagos. Todo lo que hablan estos taxistas brinda una mirada panorámica muy rica, uno puede entender al Perú de éste tiempo por lo que cuentan. Incluso alguien analiza la debacle del gobierno aprista. Es una película donde todos hablan muy bien, claramente y de manera campechana, natural y con respeto. Hay historias de amor con ruptura, atravesada con música autóctona como nostalgia y añoranza. Un hombre se siente relacionado con su carro como si fueran uno solo, un hombre-máquina o como dos compadres que trabajan juntos. Lo expresa con ternura. Es un filme que describe gente simpática, gente agradable. Hay un actor de cine peruano de larga trayectoria que también es taxista, que ha trabajado con el más conocido director de cine de la historia del Perú, Francisco Lombardi. Éste actor de edad hasta se anima a recrear un momento de llanto, de sensibilidad, y le sale muy bien, muy natural. El mismo actor es quien con un comentario define el título de la película, los peruanos son como metal y melancolía. Fuertes y sensibles. Honnigmann incluso acompaña a un taxista hasta su casa. Vemos ahí como ésta sólida familia -un lugar de amor- se autogestiona luz de manera precaria. Se mete en otro rato, Honnigmann, al cementerio, donde la gente va a visitar a sus muertos y a comer. Hay anécdotas curiosas también. Oímos de una historia de machismo, contada por una mujer taxista y madre soltera. El filme en su lado luminoso, tras dejar un poco el retrato de la pobreza, nos muestra a un hombre contando de su hija pequeña enferma de leucemia y como le da fuerza y le hace ver el mundo. Éste hombre habla con tremenda belleza, muestra todo ese enorme amor -el más grande de todos- que uno le tiene a sus hijos. En el filme se ven más taxistas de los que han hablado ante la cámara, que los ve invisible, siempre tranquilos narrando de su intimidad, algunos solo yacen para la fotografía (el filme los fotografía al final a todos con sus autos, mayormente carros viejos, hay mucho volkswagen escarabajo, como por las calles), es decir, hay un gesto de coger espontaneidad, agarrar el momento, la franqueza, la empatía, la naturalidad para comunicar. Como curiosidad está ver que hay mujeres taxistas, que no es muy habitual, sobre todo para la época, en éste gran retrato -por lo social e histórico- de un Perú que para bien ha cambiado, ha mejorado mucho, aunque, lógicamente, aun falta por hacer. Un hombre muestra las imperfecciones de su prácticamente impresentable vehículo como audaz mecanismo de defensa para que no se lo roben; es un retrato tanto irónico como incluso poseedor de una visión personal. Los autos circulan por la Lima pobre, de cerros poblados, de triciclos, de limosnas, de desechos alrededor, de mercados sobre tierra. Muestra la sobrevivencia, el empuje. Se ven clásicos del país, como ese barco de madera a escala que venden desde siempre los ambulantes peatonales hasta observar como se hacen habas tostadas (que solían venderse entre los microbuseros). Un niño que vende cositas baratas se hace llamar, con carácter, un comerciante. Un taxista -ex policía encubierto- separa pensamientos de terrorismo de diálogos sobre anhelos justos de mejoría. La radio en uno de los trayectos anuncia el derrotero condenatorio de la captura del máximo líder senderista.
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