Un doctor y poeta llamado Chen Shen (un muy competente Yongzhong
Chen) tiene un hermano apodado Cara de loco que gusta de las apuestas, el
billar y la vida bohemia y descuida a su hijo pequeño, el inocente y sensible Weiwei.
Chen quiere proteger a su sobrino con quien se identifica. Chen ha tenido una
vida difícil, estuvo en la cárcel por matar a un hombre, su madre lo abandonó
de niño y perdió a su mujer en la cárcel. Weiwei es supuestamente vendido a algún
apostador y Chen decide ir en busca de su sobrino. Para eso realiza un viaje de
su natal Kaili a Zhenyuan, pero antes atraviesa un pueblo místico y misterioso de
nombre Dangmai. En ese trayecto el director chino Bi Gan hace una toma secuencia
de 41 minutos de duración, con una planificación y soltura realmente virtuosa,
el recorrido implica viajar en moto, en camioneta, caminar, subir escaleras,
encontrarse con gente, la cámara siguiendo a otra gente, ver atravesar un río en
lancha a una bella mujer, que el protagonista sea parte de un pequeño concierto
local e ir a una peluquería.
Bi Gan le brinda a su película un bello y muy cuidado aire onírico,
bastante sutil en la manera que lo mezcla con la realidad del filme, desde ver
pasar un tren pegado a una pared, ver relojes dibujados en la pared (relojes
que apasionan a Weiwei y este suele pintarse uno en el brazo) u observar en
repetidas ocasiones sumergirse en el río las sandalias de la añorada madre de
Chen. El filme en Dangmai pasa por flexibilizar los tiempos y reunir gente del
pasado y del futuro en el presente. Todo el filme puede leerse linealmente,
pero sería perderse de la genialidad del filme. Chen lleva como encargo de su
compañera –una anciana- del consultorio médico, una camisa floreada y un cassette
a un viejo amor. Chen se pone la camisa floreada y entrega el cassette a la
peluquera, en lugar del destinatario que le pidió la veterana doctora. Esta
escena puede leerse como una visión del pasado, Chen y la peluquera mutan momentáneamente
en la anciana doctora y su amor perdido. Otro momento similar se da cuando Chen
habla con la peluquera y esta parece ser otra imagen del pasado, ser su mujer Zhang
Xi. Por último el motorista que lo lleva le dice llamarse Weiwei, tiene unos 18
años, sufre maltrato y gusta de los relojes imaginarios.
Escuchamos la voz de Chen recitando sugerentes poemas que
poetizan su discurrir, mientras el Sutra del diamante recorre toda la
propuesta, el budismo, la reflexión existencial, el misticismo. El filme
esconde los problemas y la melancolía en el carácter recio, práctico y sencillo
de su protagonista, como el blues que articula preciso el título. También el
filme hace alusión a la etnia Miao, a la que pertenece Bi Gan, y trae a
colación más sobrevivencias. Kaili Blues ganó mejor director emergente en la
sección Cineastas del presente en el festival de Locarno 2015, y hace recordar
directores talentosos tales como Jia Zhangke, Wong Kar-wai y Hou Hsiao-Hsien, entre
trenes, relojes, lo rural y violencia –pero elíptica o fuera de campo, incluso
en una discusión la cámara se enfoca en el vaso roto de una mesa-.