Okja, la película del surcoreano Bong Joon-ho, llega para
marcar una nueva época, como otra forma para apreciar y fomentar el séptimo
arte, producida y estrenada por Netflix. Okja es un blockbuster pero también
cine de autor, llamémosle cine comercial inteligente. El filme nos muestra a un
animal mutado científicamente que es un supercerdo, pero que parece la mezcla
de un hipopótamo y un tierno perro. Okja se llama el animal que es cuidado en
la granja surcoreana del abuelo de una niña llamada Mija (Ahn Seo-hyun), niña que
se encariñará con Okja al cuidarla y crecer con ella, por lo que cuando se da cuenta
que Okja será llevada a un matadero para ser convertida en alimento decide ir a
traerla sana y salva a su hogar.
La primera hora del filme que es un viaje, desde que Mija se
rebela con convicción a su abuelo, típico granjero (consciente del destino de los
animales de granja), hasta que un grupo de animalistas quedan en un plan para
sabotear la empresa que vende los supercerdos como alimentos es intensa, graciosa
y muy entretenida, realmente maravillosa. Todo es perfecto, el periplo de Mija está
lleno de la mejor acción, que termina en tremenda ironía escénica tras una mala
traducción. La hora que viene después es menor, pero todo no va a ser una
montaña rusa, hay una historia por crear y es muy aceptable lo que continua. Se
abren las puertas de la (leve) fantasía de la mano de Okja que luce dulce y
creíble.
En la propuesta se da la caricaturización de personajes, en
el que es un filme notoriamente familiar en el estilo de Steven Spielberg, con Lucy
Mirando y su hermana gemela (dos personajes interpretados por la camaleónica y
orgullosa freak Tilda Swinton), dueñas de la empresa de los supercerdos, la Corporación
Mirando; el presentador de tv y zoólogo Johnny Wilcox (un Jake Gyllenhaal
entregado a los retos artísticos) que es estrafalario, alevosamente ridículo y el
más extremo (y no me disgusta en absoluto, como a muchos sí); y en menor grado Shirley
Henderson como una asistenta fiel a la Corporación Mirando. Ellos son la cara
de lo malvado, sumado el sarcasmo del rol de Giancarlo Esposito en un reparto
que aporta mucha diversidad en el que es un filme muy cosmopolita.
Lucy no es que sea mala persona pero anhela demasiado el éxito
propio y publicita el embellecimiento de lo que finalmente significa sacrificio
de animales (lo que no suena descabellado, un concurso de belleza/salud para
premiar el mejor supercerdo, y la futura mejor carne, solo que aquí conviven en
el mismo lugar). El Dr. Johnny es más un hipócrita y lambiscón, pero nacido de
la caricatura japonesa y la comedia. Otros puntales del filme es el activista por
los animales Jay (Paul Dano) y su mano derecha y experto en tecnología conocido
solo como K (Steven Yeun). Paul Dano es un buen actor y se presta para un
compromiso entre serio, teatral e irónico, igual que los animalistas que
representa. Bong Joon-ho maneja mucho humor, pero nunca falla, lo cual es increíble,
lo digo sobre todo porque no soy muy afín a la comedia y esta es una buena
película, que maneja con soltura, frescura y tino el tema.
Okja es también un llamado a la consciencia para no comer
carne y la forma en que se trata a muchos animales, llegamos a ver hasta el
proceso de cómo son asesinados en los mataderos y cómo son procesados en
comida, esto no es visualmente violento, pero hace pensar, aun cuando los
supercerdos son una creación de la imaginación, son sintéticos, pero provistos
de mucha mayor ternura y lealtad que los animales de granja comunes. Recordemos
que Okja salva a Mija de morir con lo cual vemos en pleno el vínculo entre los
dos. Bong Joon-ho maneja muy bien el tono del filme, y los cambios de drama a
comedia y viceversa. En un momento Okja hace pensar como que se halla en un
campo de concentración, preparada para ir a morir de la forma más fría con sus
semejantes. Es un momento lúgubre y emocional que rompe con el colorido del
filme. El mensaje es muy claro, pero el filme extremadamente divertido de ver, fácil
de seguir, de compenetrarse y hasta para reflexionar.