He visto 5 cortos, 2 de la competencia latinoamericana y 3 de la competencia universitaria, todos de nivel decente a muy bueno. Éste festival peruano busca hacer visible el cine hecho por directoras, también tiene una militancia feminista; busca dar cierta equidad, reducir la brecha del ejercicio cinematográfico entre directores hombres y mujeres, especialmente en el Perú. Es una muy buena oportunidad de ver cine peruano también, con cineastas en ciernes, descubrimientos o promesas. El corto que más me ha gustado de los 5 vistos es de
Deborah Sialer, llamado
El Camino. Es un corto universitario con muy buena factura, destaca en especial su notable estética dentro del grupo, pero es mucho más, tiene una historia sólida, muy bien contada, muy bien actuada. El Camino trata de la perdida del padre de familia y como la esposa de mediana edad y la hija aun chica deben seguir adelante, cuando falta no solo la presencia amada y cuidadora, sino además la plata. Muy buena interpretación, como la madre, de la actriz Camila Mac Lennan, también de la jovencita que hace de su hija. Es un filme que se percibe muy natural, también muy
cool, tiene una soltura y simpatía muy contundente. Así mismo posee una muy buena banda sonora, con música del grupo nacional Los outsaiders, grupo que honestamente no conocía y que me ha parecido muy bien combinado con los momentos del filme. Es una película que muestra que Sialer tiene gran futuro en el cine, con un cine amable, pero notable. Un filme curioso es
Vulvas, de
Huaira Lizarralde, representando a Cuba y a Colombia. En éste vemos muy cerca, tal cual el título señala, el órgano reproductor de la mujer, de algunas mujeres. El corto no identifica a quienes les pertenece, tampoco se nota mucho que cuerpo, que forma, la contiene, es la toma muy próxima, haciendo hincapié en algo más general, que algo propio de la belleza e igualmente la está remitiendo de otra manera. Es algo que tiene erotismo, pero que no es lo que busca, es algo más de buscar algo natural, auténtico si se quiere, buscando ir a la esencia, sin adornos, aunque hay música de acompañamiento. La vulva sangra o hace pis, reina y anónima frente a la cámara, lo vemos y no es del todo agradable, pero también ésta transparencia ejerce cierto poder. Ver tan de cerca algo tan hedonista tiene cierto efecto de atracción, pero su naturaleza de exposición rústica hace que sea algo mayor o presenta más factores, una cierta fuerza escénica asoma, un empoderamiento femenino, una seguridad a prueba de selecciones y lugares comunes y encasillamientos.
Los que quedan, de
Karla Gómez, tiene de protagonista a Delfina Paredes, como una madre postrada en cama (a poco de morir). Sus hijos no la visitan, ella quiere que lo hagan, pero no sabe cómo hacer que vayan. No se especifica si fue una mala o buena madre, pero igual ella pide disculpas si no lo fue -aunque ligeramente-, pero su comportamiento final da a entender que fácil nunca fue. El filme da un remate original si se quiere, aun cuando no es tan empático, aunque intenta ser audaz, mal que bien funciona y se distingue. Es un filme decente. Es notable la interpretación de quien hace de la empleada del hogar, la mano derecha de la madre que hace Delfina Paredes. La empleada canaliza emociones en toda la trama, trasmite bondad a plenitud, cosa que es trascendental en quien aprueba y desaprueba a los ojos vengativos de quien baila carismáticamente, pero lo apunta todo. El segundo corto que vi de la competencia latinoamericana es de la peruana
Carmen Rojas Gamarra (la directora del buen documental Brujas, 2017), se llama
Cerquillo. Empieza bien, una chiquilla se corta su cerquillo frente al espejo -lateral a la cámara-, algo simple, pero que queda muy bien en pantalla, de eso va el cine, de detalles. Luego ciertamente hay mucha naturalidad en la recreación de la juventud, aunque la recreación no sea todo lo simpática que uno pudiera creer, pero ahí vamos, es buena. El corto se deja entender, pero maneja cierto grado de sutilidad, digamos entre comillas que de arte por esto. Es un buen corto, sin duda, aquí hay un retrato de juventud que alberga personalidad y describe muy bien a los limeños jóvenes clasemedieros, a los fans de Mar de Copas (btw, no soy fan, pero me gusta su música). En conjunto es un retrato sólido de juventud, hay su buen
feeling con el chico nuevo siendo amable con la protagonista, chica que aunque no convence 100% si que maneja registros de emociones. El último corto universitario que he visto es
La Declaración, de
Ximena Medina.
Lo protagoniza
Víctor Prada como un ex policía culpado de terrorismo, persona que dice que es inocente y que fue cosa de circunstancias impremeditadas, de algo mínimo de su parte vino el caos. La historia está muy bien dosificada, expuesta, y tiene su sustancia. Recurre a pocos elementos y lo hace bastante bien, es un corto con proyección, aquí hay un buen narrador de ficción, falta un poco de atrevimiento únicamente, es un corto demasiado formal.