Documental perteneciente al español León Siminiani. Es un
filme simpático, que se disfruta, es ágil
e interesante a la vez. Tiene como protagonista a un atracador de bancos que
yace preso pero como no usó violencia explícita está condenado a menos de 10 años,
y tiene permisos. El atracador conversa con el director, hay un vínculo entre
Siminani y su mujer y el atracador y su propia mujer. Interactúan los 4 –aunque
una a través de los otros-, incluso sus hijos chicos aparecen paseando juntos.
La esposa del atracador no quiere que lo filmen, porque su hijo puede sufrir de
lo que ha hecho puesto a la vista de todo el mundo, por eso el atracador, a
quien el director apoda el flaco, no muestra su rostro, siempre lleva una máscara.
El filme tiene sus pequeñas audacias, como en el caso donde se pierde una conversación
presencial –no se graba- con la mujer del atracador –a la que nunca se le ve en
el documental- y Siminiani y su mujer, Ainhoa, recrean toda la escena con
bastante soltura, fuerza y naturalidad, al tiempo que analizan el estigma público
de cometer un gran delito. La propuesta busca o promete poner a actuar al
atracador, pero es muy poco lo que finalmente actúa, es él mismo en realidad,
no obstante es interesante cuando se le coloca un micrófono y el atracador
habla con total libertad, como medio dueño del documental, y esa libertad hace
que la película se movilice a dos bandas (complementarias), con el director por
una parte y el atracador contando cosas por otra, hermanados, mostrando una
fuerte amistad, que se luce transparente, cálida y genuina. El documental es
honesto en todo momento, y haciendo un balance mantiene una media interesante, aunque
bien avanzado el filme decae un poco el interés, pero es porque no se fuerzan
cosas, falsedades o efectismos. Se llega a alucinar un final de eso épicos,
pero queda en comentario curioso solamente, y mejor así, porque el filme
trasmite realismo, es esa clase de filme, verídico, pero entretenido. Por la
película pasan menciones de alguna que otra gran película de atracos, corre buena
cinefilia. Lo que ha hecho específicamente éste atracador español es además
curioso, tiene originalidad y personalidad, aunque desdeñable por ser un delito.
El atracador es súper sencillo y se nota muy amable, bastante tranquilo, y se
entiende la empatía que genera no solo hacia el director. El filme también
articula el espejo en ciertos momentos, Siminiani debe lidiar con el nacimiento
de su hijo y querer hacer el documental, su mujer no lo molesta felizmente, lo
apoya, pero queda esa idea en el aire, lo que si le pasa –aunque suena lógico que
así sea- al atracador con su hijo y su mujer, sobre todo por haber seguido el
ejemplo paterno –igual el tipo se las arregla para hacer lo que quiere, y hay
final feliz para todos- . Es un buen documental, se ve bien, tiene recursos inteligentes
en la austeridad, apreciando que está muy bien hecho, tiene muy buena presencia
y dominio todo el tiempo.
domingo, 27 de octubre de 2019
sábado, 26 de octubre de 2019
Hotel by the river
El director coreano Hong Sang-soo saltó de ser un pequeño
cineasta a un cineasta muy popular para la cinefilia hardcore. Ya en la cima de
la aclamación por ésta cinefilia todo lo que hace es reverenciado. Ésta
película es una pequeña obra, un filme sencillito, austero o de bajo
presupuesto, como todos los suyos. Se mueve con tan sólo 5 personajes, un padre
de cierta edad y sus dos hijos “maduros”; y una pareja de amigas, dos chinitas
guapas. El padre parece que tiene una enfermedad terminal o habla así, como si
algo le fuera a suceder, es medio extraño, incluso puede sufrir de locura, como
se deja escapar sutilmente. Las amigas paran durmiendo juntas en una pequeña
cama de cuarto de hotel, y se percibe como un homoerotismo lésbico entre ellas,
aunque no pasan de conversar, abrazarse y mostrarse afecto muy respetuoso. Una de
ellas (Kim Min-hee) está triste porque se ha separado de su pareja, no se
especifica mucho al respecto, salvo el sentimiento que la envuelve y ciertos
comentarios hacia la ruptura en sí, no algo detallado. Hong Sang soo ausculta
las separaciones de pareja, al tiempo que parece algo auto-analítico, el padre también
está separado y hay en él una cierta definición de mujeriego o womanizer aunque
más platónico porque supone un hombre de edad o quizá un caballero a fin de
cuentas. En ese ámbito, un hotel, van paseando
los 5 personajes, interactuando un poco entre todos. El padre es poeta y uno de
sus hijos es director de cine, y se da sin exagerar lo de ser famoso y que la gente
se te acerque admirativa, mientras ellos están en su planeta, son gente humilde.
El poeta incluso llena de piropos a sus dos fans féminas, aunque luego les lee un
poema igual de extraño que él. Así también hay un dialogo entre naif, con
peluches de por medio, y algo medio místico y estrafalario entre padre e hijos,
hijos que ya están en los 40s pero se comportan a ratos infantiles, engreídos. No
pasa mucho entre un padre (Gi Ju-bong) que deambula en sus últimos días sin
pompa de por medio, dos jóvenes simples y bellas en plan lamento y consolación
como fantasía sexual velada, y 2 hijos que quieren acercarse a su padre pero están
en cierta forma perdidos, se les para escabullendo, y es una propuesta de ese
tipo, de estar ahí sin más, con los problemas en fuera de campo, pero a cuestas,
lidiando con lo ejecutado o cantado –la muerte en general, la separación
paterna, la separación de pareja-, con la tensión tras bambalinas, en el que es
un retrato común y no tan común al mismo tiempo.
Labels:
cine asiático,
crítica,
Hong Sang-soo,
Kim Min-hee,
séptimo arte
lunes, 21 de octubre de 2019
Construcciones
Perteneciente a Fernado Restelli, director cordobés que con
éste filme hace su debut. Es un filme sencillo sobre la vida de un padre y su
pequeño hijo, en su cotidianidad. Es una propuesta que deja apreciar una vida
humilde, es un filme social que contiene sensibilidad hacia quienes muestra, y
quienes yacen naturales, como cuando Pedro, el padre, un hombre de la
construcción y vigilante nocturno, se saca la sandalia y le llama la atención a
su travieso, intenso y tierno hijo, no le pega pero lo asusta. Esto muestra que
no se trata de quedar bien ante la cámara, sino de la honestidad del retrato
humano, porque puede ser criticable una cierta violencia latente, pero más yace
una imagen amorosa de padre e hijo, que comparten muchos momentos dulces. El
padre baña a su hijo, come con él, lo viste, leen juntos, le habla y le cuenta
cosas interesantes. Llegan hasta enseñarnos sus días de campamento juntos, y es
un filme casi de 2 protagonistas, sumando a quienes los alojan, a una mujer
robusta y su joven pareja, pero padre e hijo son el centro de la película.
Pedro escucha solitario en su trabajo las noticias económicas y políticas
argentinas, sin decir una palabra, es lo social al pie del cañón también. En un
momento Pedro se acuesta con una mujer, quizá una prostituta, y se oye de fondo
un tango cargado de vida social con la cámara encuadrando sólo el rostro de
Pedro durmiendo, relajado, es la vida en sus distintas facetas, es el hombre a
quien el ojo cinematográfico mira con complicidad y afecto, una mirada humana,
horizontal y respetuosa en todo momento. En ese trayecto Pedro mira hacia la
ciudad pensativo, silencioso, tranquilo, siempre entero a pesar de todo, con su
toque de personalidad.
domingo, 20 de octubre de 2019
Jeannette, la infancia de Juana de Arco (Jeannette, l'enfance de Jeanne d'Arc)
Juana de Arco es para Francia como Santa Rosa de Lima para
nosotros los peruanos, su máximo ídolo religioso -que incluye la particularidad
del feminismo y la guerra- y se han hecho varios filmes notables, por tanto
medio que no cabía repetir lo “convencional” cuando ya antes se ha hecho y muy
bien. A ese respecto tenemos La passion de Jeanne d'Arc (1928), de Carl Theodor
Dreyer, y Procès de Jeanne d'Arc (1962), de Robert Bresson. Bruno Dumont tiene
sentido del humor -quien lo diría-, le gusta la comedia, como lo dicen sus trabajos
últimos. Ahí tenemos a su Juana de Arco haciendo headbanging a cada rato o
realizando el ejercicio atlético de una araña con total naturalidad. Es un filme
curioso y se ve bien. Jeannette l'enfance de Jeanne d'Arc (2017) tiene la
originalidad de que también es un musical, y la música tiene personalidad. El
soundtrack de Jeannette es una fusión de músicas, el galo Igorrr es el
encargado de la banda sonora, su música tiene de todo, tiene pop, no soy fan de
éste estilo, pero si del hip hop, la música electrónica y el heavy metal que le
ha puesto al filme. Ésta propuesta tiene un escenario austero, su puesta en
escena es mínima, la presente obra es de una sencillez formal, mientras
discurre una narración histórica interesante y seria –verdadera- en cierta
medida, su mitología acompañada de humor, pero sin que sea una comedia. El
escenario es siempre el campo, con ovejas, tierra por doquier y algo de
vegetación, en el centro Jeannette mueve la cabeza y dice sus párrafos, interpretada
por dos personas, una niña y una joven, Lucile Gauthier y Victoria Lefebvre,
como con la monja en la obra de unas gemelas. Es un filme que es austero por donde
se le mire, pero entretiene, no cansa, pero a muchos les puede parecer demasiado
sencillo y algo repetitivo. La música no es mala tampoco, aunque hay quienes
seguramente les puede parecer chocante, pero es una ocurrencia irreverente toda
la película, parte de la modernidad del cine que tiene ya mucha agua bajo el
río.
Labels:
Bruno Dumont,
cine europeo,
crítica,
musical,
séptimo arte
jueves, 10 de octubre de 2019
Ginger snaps
Ginger Snaps (2000), la dirige un hombre, John Fawcett, pero
el guion lo escribe Karen Walton, y se nota la mirada femenina en la película,
con los trances y traumas que pasan las mujeres en la adolescencia. Incluso llega
hasta la adultez femenina, poco más de la mediana edad; hay una línea que
señala que de todo se culpa a las mujeres, con la madre de las hermanas protagonistas
sintiéndose maltratada por éste lugar común. Ginger snaps emparenta la
transformación en hombre lobo –mujer lobo- con éste trance difícil de la
feminidad. Brigitte (Emily Perkins) y
Ginger (Katharine Isabelle) son éstas hermanas adolescentes que son marginadas
en sociedad, son outsiders, vistas como freaks, y suelen pegarse a hacer sangrientas
escenografías amateurs de asesinatos con ellas mismas, sueñan con el escapismo
del suicidio. Pero una vez que Ginger es atacada por un hombre lobo y se
empieza a convertir en uno, el meollo del filme, las hermanas quedan separadas.
Brigitte ya no querrá morir y Ginger se volverá violenta, cada vez más salvaje
traducido a cierta maldad o una transformación que no le deja salida con sus
instintos animales, con una sed de sangre, y excitación que parte de lo sexual.
En adelante hay un festín gore, de terror, donde se nota ahora sí mucho más la
mano de Fawcett, una mirada mayormente masculina, más intensa, pero propia no
del movimiento sino del fotograma artístico, del acomodo para la imagen estática,
pero llena de vida, impactante, clásica del cine de género. Pero también hay
grandes secuencias, como la del final con el hombre lobo –una bestia, un
monstruo- asechando la casa de las hermanas, o la del ataque relámpago y
frenético que transforma a Brigitte. Además sobresale en la memoria la audacia
de hacer heroico a un dealer, aunque anclado a la adolescencia, al relajo de la
imagen, a la despreocupación y a cierta simpatía. Éste filme es canadiense y es
un muy buen filme de terror, tiene sustancia y potencia. Ginger
Snaps 2: Unleashed (2004) en cambio no es buena, suena bien en el papel, pero
verla es hasta aburrido, es casi el opuesto total malo de la primera.
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