El documentalista francés Sylvain George filma el Movimiento
15-M, movimiento pacífico de protesta realizado en Madrid a raíz de un 15 de
mayo del 2011. En este vemos por una parte, en un inicio, una especie de fiesta
a lo Woodstock, pero sin drogas ni desenfreno hippie, con jóvenes aglutinados
para protestar mientras cantan, bailan y se entretienen, como dice un extraño
orador, para que no se aburran. Luego esto terminará en la represión del estado
y la policía, donde se torna un poco violento el panorama y surge el
desencanto.
El 15-M, por lo que vemos en el documental de Sylvain George, está plagado de oradores improvisados, lo cual denota autenticidad en el movimiento, no se trata de políticos encubiertos haciendo campaña para próximas elecciones o intentos políticos de lucirse, hacerse notar y conseguir beneficios más tarde, la política suele estar repleta de oportunistas y mentirosos. Esa improvisación tiene un lado negativo también, se le da pantalla a mucho tipo extravagante y poco serio, que parecen salidos de un teatro de variedades.
El 15-M, por lo que vemos en el documental de Sylvain George, está plagado de oradores improvisados, lo cual denota autenticidad en el movimiento, no se trata de políticos encubiertos haciendo campaña para próximas elecciones o intentos políticos de lucirse, hacerse notar y conseguir beneficios más tarde, la política suele estar repleta de oportunistas y mentirosos. Esa improvisación tiene un lado negativo también, se le da pantalla a mucho tipo extravagante y poco serio, que parecen salidos de un teatro de variedades.
Sylvain George trata de exhibir lo atípico, lo curioso, en
su documental, y cae mucho en lo poco atractivo, en lo intrascendente, generando
más bien lo contrario a lo que busca, desinterés. Se entiende que trata de no
mostrar el producto solo como un documental político tradicional, informativo,
insulso, propio de la sencillez de un noticiero, sino pretende algo mucho más
artístico, como se aprecia en esas construcciones de imágenes de complemento -como collage- que intentan apaciguar,
otorgar orden, a la suma espontaneidad y el caos –aunque pacifico- que ha filmado
del 15-M. El intento artístico no es mucho en el filme, tampoco está muy
conseguido, los insertos de apoyo o complemento lucen en parte arbitrarios, gaseosos
y distantes en su búsqueda de metáforas. Finalmente el filme se rinde al
material in situ y a la fluidez del momento.
El filme tiene momentos delirantes, como ver a dos hombres quitarse
la ropa y quedarse completamente desnudos gritándoles reclamos y explicaciones a
la fila de sordos y firmes policías. Es una película curiosa a fin de cuentas,
más allá de tener o no material realmente atractivo, es como decir que es lo
que hay, y esa naturalidad tiene valor. Se agradece que no sea cine de propaganda,
o un cine calculadamente ideológico, se entiende lo que el 15-M defiende, contra
quienes luchan, aunque el documental adolezca de mejor efecto. Le falta un
balance ciertamente, está demasiado abandonado también, pero es un documental
que se aleja de lo tradicional, como de lo racional, y explora lo esencial, lo auténtico
y lo primitivo.