domingo, 4 de junio de 2017

Alien: Covenant

Alien: Covenant es la segunda precuela de la saga Alien, que le sigue a la decente Prometheus (2012), a las que injustamente se les pide que emulen lo que hiciera el mismo director, Ridley Scott, con Alien - El octavo pasajero (1979), la primera película, la que fue un hito dentro del mix sci fi-terror, y para el cine en general, y es pedirle un imposible, pero Alien: Covenant es una buena película sin ser extraordinaria. En realidad, la saga de Alien es pura cinefilia, que en lo personal me fascina y entretiene mucho, lo que hicieran igualmente James Cameron, David Fincher y hasta Jean-Pierre Jeunet en las continuaciones. A éste último, aunque más atacado que el resto, hay que reconocerle que le dio más background a la historia, respetando al original, y podemos apreciar que deja influencia filosófica y argumental en Alien: Covenant, que es una película que trata de salirse de la simple pero adictiva persecución, el escondite, el misterio y la acción pura y dura que se manifestaba sobremanera en las tres primeras, salvando que cada obra ha tratado de aportar un poco más a la mítica del xenoformo o alien.

Vemos que en Alien - El octavo pasajero se habla de la concepción y la maternidad de forma oscura, perturbadora y matricida, que ha sido la esencia del monstruo. Ahora además se trabaja -mucho más- con el doble y la dualidad, en aquellos sintéticos, tipos de robots que siempre han estado en la saga, que interpreta magistralmente por partida doble Michael Fassbender, y que muchos machacan que es lo único bueno de Alien: Covenant, cuando todo gira alrededor y consecuencia de él, toda la narrativa pasa por su participación, por lo que ver y disfrutar de estos 2 personajes más bien es elogiar toda la película.

Al comienzo del filme vemos al sintético David formular la base filosófica de la propuesta cuando conversa con su creador, un científico multimillonario, a quien David, alguien que buscará la perfección, lo siente cruel y que no lo ama, sino lo minimiza, lo ve como un objeto, y David, como los replicantes de Blade Runner (1982), se adhiere mucho a un espíritu muy humano, en sus pasiones y anhelos existenciales, y termina odiándolo y odiándonos. En medio surgirá un plan ego-maniático –todo a partir de un pequeño mensaje, un dulce- en una amalgama que tiene de mística, artificial y fantástica.

El filme de Ridley Scott tiene una tripulación no mala –por una parte desconocida- pero algo desangelada (obviamente Sigourney Weaver es irremplazable, y ya cumplió, y aquella tripulación de la primera Alien era demasiado estupenda, con el siniestro Ian Holm, la dramática Veronica Cartwright, el sensible John Hurt, el bobo/relajado simpático Harry Dean Stanton, el líder típico americano Tom Skerritt y el punk soft Yaphet Kotto), y no recrimino en absoluto la torpeza de la tripulación que es parte natural de toda película de género, es la entrada a la diversión y al juego con lo que espera por sus víctimas, pero esto es secundario, es una herramienta, porque el plan maestro oculto es lo que realmente importa y es típico del placer del cine de terror, tratar de matar sin demasiada pompa argumental a fin de cuentas.

Ridley Scott, la historia de los guionistas Jack Paglen y Michael Green, y los guiones de John Logan (guionista en solitario de las geniales El aviador, 2004; y Sweeney Todd, 2007) y el debut en guion de Dante Harper mutan/fusionan el argumento de Prometheus de los dioses extraterrestres. Todo encaja a la perfección, el argumento es bueno, claro y sólido, y no solo queda en esto el filme, también impone acción trepidante y tenebrosas escenas de terror –con alguna tontería como la pelea entre David y Walter que parece salida de una mala película de kung fu; mejor la escena con la enseñanza de la flauta, y el ataque intempestivo-. Alien: Covenant muestra distintos (nuevos) tipos de xenoformos, hasta el clásico del final. Recurre a todos los elementos propios del Alien (como era una queja hacia Prometheus; querían ver más al monstruo). También genera las clásicas emocionantes explosiones gore, tras sembrar el Alien en el cuerpo humano, a las que añade novedosas aperturas.