Alien: Covenant es la segunda precuela de la saga Alien, que
le sigue a la decente Prometheus (2012), a las que injustamente se les pide que
emulen lo que hiciera el mismo director, Ridley Scott, con Alien - El octavo
pasajero (1979), la primera película, la que fue un hito dentro del mix sci
fi-terror, y para el cine en general, y es pedirle un imposible, pero Alien:
Covenant es una buena película sin ser extraordinaria. En realidad, la saga de
Alien es pura cinefilia, que en lo personal me fascina y entretiene mucho, lo
que hicieran igualmente James Cameron, David Fincher y hasta Jean-Pierre Jeunet
en las continuaciones. A éste último, aunque más atacado que el resto, hay que
reconocerle que le dio más background a la historia, respetando al original, y
podemos apreciar que deja influencia filosófica y argumental en Alien:
Covenant, que es una película que trata de salirse de la simple pero adictiva persecución,
el escondite, el misterio y la acción pura y dura que se manifestaba
sobremanera en las tres primeras, salvando que cada obra ha tratado de aportar
un poco más a la mítica del xenoformo o alien.
Vemos que en Alien - El octavo pasajero se habla de la concepción
y la maternidad de forma oscura, perturbadora y matricida, que ha sido la esencia
del monstruo. Ahora además se trabaja -mucho más- con el doble y la dualidad,
en aquellos sintéticos, tipos de robots que siempre han estado en la saga, que
interpreta magistralmente por partida doble Michael Fassbender, y que muchos
machacan que es lo único bueno de Alien: Covenant, cuando todo gira alrededor y
consecuencia de él, toda la narrativa pasa por su participación, por lo que ver
y disfrutar de estos 2 personajes más bien es elogiar toda la película.
Al comienzo del filme vemos al sintético David formular la
base filosófica de la propuesta cuando conversa con su creador, un científico multimillonario,
a quien David, alguien que buscará la perfección, lo siente cruel y que no lo
ama, sino lo minimiza, lo ve como un objeto, y David, como los replicantes de Blade
Runner (1982), se adhiere mucho a un espíritu muy humano, en sus pasiones y
anhelos existenciales, y termina odiándolo y odiándonos. En medio surgirá un
plan ego-maniático –todo a partir de un pequeño mensaje, un dulce- en una
amalgama que tiene de mística, artificial y fantástica.
El filme de Ridley Scott tiene una tripulación no mala –por
una parte desconocida- pero algo desangelada (obviamente Sigourney Weaver es
irremplazable, y ya cumplió, y aquella tripulación de la primera Alien era
demasiado estupenda, con el siniestro Ian Holm, la dramática Veronica
Cartwright, el sensible John Hurt, el bobo/relajado simpático Harry Dean
Stanton, el líder típico americano Tom Skerritt y el punk soft Yaphet Kotto), y
no recrimino en absoluto la torpeza de la tripulación que es parte natural de
toda película de género, es la entrada a la diversión y al juego con lo que
espera por sus víctimas, pero esto es secundario, es una herramienta, porque el
plan maestro oculto es lo que realmente importa y es típico del placer del cine
de terror, tratar de matar sin demasiada pompa argumental a fin de cuentas.
Ridley Scott, la historia de los guionistas Jack Paglen y Michael
Green, y los guiones de John Logan (guionista en solitario de las geniales El
aviador, 2004; y Sweeney Todd, 2007) y el debut en guion de Dante Harper mutan/fusionan
el argumento de Prometheus de los dioses extraterrestres. Todo encaja a la
perfección, el argumento es bueno, claro y sólido, y no solo queda en esto el
filme, también impone acción trepidante y tenebrosas escenas de terror –con alguna
tontería como la pelea entre David y Walter que parece salida de una mala película
de kung fu; mejor la escena con la enseñanza de la flauta, y el ataque
intempestivo-. Alien: Covenant muestra distintos (nuevos) tipos de xenoformos,
hasta el clásico del final. Recurre a todos los elementos propios del Alien (como
era una queja hacia Prometheus; querían ver más al monstruo). También genera
las clásicas emocionantes explosiones gore, tras sembrar el Alien en el cuerpo humano, a las que añade novedosas aperturas.